Argentina

El veneno psíquico del miedo en la Francia revolucionaria y en la Argentina 'libertaria' de Milei

José Fouché pasó a la historia como el ministro de Policía de Francia en los años rojos de la Revolución y con la figura omnipresente de Napoleón Bonaparte

Fouché era un sujeto sin pasiones: enjuto, callado, imperturbable. Un  ajedrecista olímpico de la masacre de los otros. Por sus ojos de vaca silenciosa pasaron siete mil cabezas cortadas y depositadas en cestas como ofrendas a un tiempo terrorífico, que prosiguió con un tiempo dictatorial e imperial, y derivó en la restauración monárquica de Francia con la letra de la Revolución en nombre de la fraternidad y la igualdad. Del populacho a la burguesía como escalón a la aristocracia dijo el cínico Carlos Mauricio de Talleyrand, ex canciller de Francia, maestro conspirador, dos veces embajador en Londres, y garante del sistema de poder que supera al tiempo.

Fouché y Talleyrand fueron los únicos protagonistas de la Revolución Francesa que murieron de viejos

Fouché y Talleyrand fueron los únicos protagonistas de la Revolución Francesa que murieron de viejos. Uno se convirtió en comisario político y reclutó como espía a Josefina, la mujer del mismísimo Napoleón. También era su informante el secretario, el cocinero de la mansión, el amante de Josefina –todos ellos-, y hasta los porteros de las casas y los cocheros.

¿Qué unía a Fouché y a Talleyrand?

La ambición de riqueza y poder. Ambos comenzaron siendo obispos de la Iglesia Católica y renegaron de ella en sucesivas acciones aberrantes, propias de la Santa Inquisición.

Fouché fue reconvirtiéndose. Según nos cuenta Stefan Zweig en su libro clásico “Un genio tenebroso”

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Talleyrand conspiró contra Napoleón luego de contribuir con su ascenso y Fouché ejecutó toda una seguidilla de precipitaciones sangrientas usando el arte de la flotación. Ambos detestaban la igualdad revolucionaria. Sólo utilizaron esa palabra cuando el terror era una tendencia poco ortodoxa para solucionar esos odios tan antiguos. 

Así Fouché fue reconvirtiéndose. Según nos cuenta Stefan Zweig en su libro clásico “Un genio tenebroso”, publicado en 1929, fue anudando la madeja de su propio beneficio personal desde las entrañas del poder para persistir en el poder. Había sido adepto a La Gironda pero viró rápido a extremista de La Montaña y consumó una masacre diaria de ejecuciones como delegado de la Asamblea en Lyon. Mandó a matar a los revoltosos que cuestionaban a la República con excelsa perfección programática. Incluso a los verdugos que usó y desechó para el hacha y el escarmiento ajeno. Y hasta redactó de puño y letra el primer texto comunista y socialista antes del Manifiesto de Marx y lo hizo desde Lyon como asambleísta. Claro que después se ocupó de sobrevivir a la ira del tenaz Maximiliano Robespierre –su enemigo íntimo, ya que había sido un pretendiente diletante de su hermana Carlota-, hasta ver la cabeza de “la voz del Pueblo” desprendida de su cuerpo con la mandíbula rota en 1794.

Cuando Zweig se ocupó de Fouché, Roberto Arlt observó la locura de la crisis financiera internacional de 1930. Por eso publicó “Los 7 Locos y Los Lanzallamas” y aprovechó sus cualidades de cronista extraordinario para mirar lo que el resto no veía: el abismo autoritario y el hambre que crecía con la espuma del rencor en Europa: las consecuencias de la I Guerra Mundial.    

El personaje sufriente de Augusto Remo Erdosain se pasea entre la manipulación de El Astrólogo y la pesadilla angustiante de Hipólita dentro de los márgenes del burdel financiado por El Rufián Melancólico. Las escenas y personajes trastocan sus voces en un delirio demencial que se propone exponer la enfermedad de una sociedad en tiempo real.

Una saga de tango y de putas, un grupo de hombres desesperados por el ruido del viento Sur en un tiempo inexorable, ante las circunstancias políticas de un golpe de estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen e instauró la dictadura de José Félix Uriburu.

Así entonces la literatura se anticipaba a los anhelos sociales y describía la descomposición de la humanidad.

¿Qué une al libro de Fouché escrito por Stefan Zweig con la obra del argentino Roberto Arlt?

El uso y la administración del veneno psíquico del miedo.

El arca de Milei

Valeria Di Croce, 1979, Neuquén, es una periodista argentina especializada con un magíster de la Fundación Walter Benjamin en comunicación, política, y género.

Di Croce nos explica de dónde salió Milei y para qué. Cómo se cimentó su relato en los medios dominantes y en canales de la ultraderecha con nexos en el exterior, aprovechando la pulsión de muerte de la pandemia con acciones en las calles y en las redes sociales

En agosto pasado salió publicado su libro que lleva el título de arriba sobre el arca que rodea y completa al Presidente Javier Milei, editado por Futorock en 329 páginas a puro vértigo de precisos acontecimientos.

Di Croce nos explica de dónde salió Milei y para qué. Cómo se cimentó su relato en los medios dominantes y en canales de la ultraderecha con nexos en el exterior, aprovechando la pulsión de muerte de la pandemia con acciones en las calles y en las redes sociales. Al repasar el texto coral y  documental de Di Croce se logra comprender las características del engendro de aspecto humano que gobierna la Argentina.

El conector es el miedo. El manejo del miedo. Y cuando llega la hora del pánico, una instancia superior, cuyos ladrillos son también puro miedo

Sus antiguas y frágiles amistades con personajes laterales de la Escuela Austríaca criolla, anarquistas capitalistas del lumpenaje de fundaciones, herederos intelectuales de Videla y de Martínez de Hoz, la devoción por su hermana a quien llama El Jefe, y la cercanía con señoritas y señoritos a base de estimulantes energéticos que en cualquier democracia del planeta no podrían musitar un solo discurso coherente con base empírica cierta.

Ahora bien, ¿cómo se conecta el aparato del control del miedo que lleva el disparador de esta crónica, los flotadores revolucionarios franceses de 1789 a 1799 con el laboratorio libertario de exclusión de Milei en Argentina?

El conector es el miedo. El manejo del miedo. Y cuando llega la hora del pánico, una instancia superior, cuyos ladrillos son también puro miedo. El miedo llega a la alquimia como dolor psíquico y entonces ha consumado el objetivo de su propagador. Generar tal malestar que trastoque el sistema de valores de la democracia representativa para reemplazar la acción política en una serie de actos patéticos.

El Astrólogo, Karina, murmura en la oreja del hombre que se presenta con la banda presidencial celeste y blanca y golpea el bastón de mando con las imágenes de sus perros muertos

Un ejemplo es el propio Milei subido a un banquillo para dar un discurso en el Congreso de Nación sobre un presupuesto económico del cual no dio ningún detalle.

24 horas después los argentinos supieron que le dedica más dinero a la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado), que al sistema educativo público, gratuito y federal. Al mismo tiempo se enteraron de que Milei vetó el aumento equivalente a tres kilos de carne picada para los pensionados que cada miércoles son apaleados y torturados con gas pimienta en el centro de una Buenos Aires arltliana.

El Astrólogo, Karina, murmura en la oreja del hombre que se presenta con la banda presidencial celeste y blanca y golpea el bastón de mando con las imágenes de sus perros muertos.

Desde las tribunas, un grupete de jóvenes que conocen mejor las prácticas de Onán hijo de Judá, que las formas de la Política en serio, gritan en contra de “la casta” dentro de la casta con sueldos superiores a cinco jubilaciones mínimas.

En una extensa carta dedicada a su amigo Adolfo Thiers, ex presidente provisional de la República de Francia, Talleyrand cavila sobre la voluntad de los hombres y la efímera gloria

Para colmo, el Presidente encabezó un asado de agasajo a los diputados heroicos que acompañaron la condena al hambre de los pensionados en la Quinta Presidencial de Olivos –zona Norte del Gran Buenos Aires- donde se fotografiaron como una secta lunática de espaldas a la vida cotidiana de 47 millones de argentinos y argentinas.

Epílogo

En el último tramo de “El manuscrito de Palermo” el escritor español José María Álvarez (1942/2024) nos pone a pensar sobre el final de la vida a través del pensamiento del francés  Talleyrand. Va de la lujuria de sus múltiples amantes de juventud al Marqués de Sade, y una valoración de la obra de Mozart, Beethoven, y Shakespeare.

Aparecen los filósofos y clásicos griegos y el romano Tácito. La pluma del escritor Álvarez hace foco en el género historiográfico y en el espejo vidrioso de los finales.

En una extensa carta dedicada a su amigo Adolfo Thiers, ex presidente provisional de la República de Francia, Talleyrand cavila sobre la voluntad de los hombres y la efímera gloria.

Las últimas frases se parecen a un testamento que añora el pasado de una época ida. Ya no hay viejos rencores: Austria es socia en su despedida del mundo e Inglaterra también. El hombre se asume en su muerte de la mano de su compañera que lo ama a pesar de sus múltiples flaquezas de la más rancia inmoralidad.

El autor de la mejor biografía psicológica de Fouché se suicidó en Brasil con su mujer, tendidos en una  cama en 1942 con el auge de Hitler en Alemania. Zweig no era como su personaje. Tenía una moral ante la tragedia del declive del mundo.

Eso no se compra con algoritmos.