Extrema derecha

La ingobernabilidad asoma en Alemania después de las elecciones

Hay mucho que se puede extraer de los comicios regionales en Alemania. Los ecos de la recesión, la caída en la irrelevancia de la otrora mandataria europea, la acuciante situación de los precios y, sobre todo, la jaula de grillos en que se ha convertido el gobierno de Berlín. Todo ello está sobre el tablero
Max Ludwig / Zuma Press / ContactoPhoto
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Alemania sigue votando. Las elecciones europeas marcaron un hito para los partidos de gobierno, los partidos de establishment y los que aspiran a romper los consensos. Y lejos de tratarse de un bache, la situación sigue enconándose. Esto no va de Turingia. Tampoco de Sajonia. Va del futuro de una potencia como Alemania. Va del motor europeo y el desplazamiento del centro de poder desde Berlín hacia otras capitales. Y también va de las elecciones federales para elegir al canciller en 2025.

El año que viene se decidirán muchas cosas. Pero hay mucho que se puede extraer de los comicios regionales en Alemania. Los ecos de la recesión, la caída en la irrelevancia de la otrora mandataria europea, la acuciante situación de los precios y, sobre todo, la jaula de grillos en que se ha convertido el gobierno de Berlín. Todo ello está sobre el tablero. Desde la salida de Angela Merkel, su socio de coalición, el socialdemócrata Olaf Scholz, claramente buscó mostrarse como la continuidad del gobierno democristiano-socialdemócrata de gran coalición. Pero desde entonces todos los partidos han entrado en crisis.

La CDU de Merkel ha adolecido la falta de su líder a nivel federal yendo a la oposición. Los liderazgos débiles han logrado recuperar la centralidad solo cuando los demás partidos han colapsado. En las elecciones europeas y en las regionales del este se ve que la CDU es la única opción para mantener cordones sanitarios a izquierda y derecha. Y si logra articularse de esta manera con éxito, podrá comerse todo ese espacio de cara a las federales del año próximo.

La situación minoritaria de los socialdemócratas en el este es paradigmática de la sensación de abandono y marginación que se siente en las regiones orientales, con la salvedad de Berlín

Los partidos de la coalición “semáforo” han roto algunos suelos. La parte roja del gobierno, los socialdemócratas, han quedado como una fuerza minoritaria en Turingia y Sajonia, siguiendo el camino trazado en Baviera en 2023 y quedaron terceros en las europeas, donde votó todo el país y se pudo obtener alguna foto fija después de la llegada de Scholz.

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Si bien es cierto que Turingia y Sajonia no son representativas de su éxito tradicional en el norte del territorio de la antigua RDA oriental, el problema para los socialdemócratas llega al ver la situación en Brandeburgo, donde también se vota en septiembre. En esta región los socialdemócratas ocupan la posición de partido de establishment que podría tratar de articular la CDU en Turingia y Sajonia. Así que con su caída prevista y sin una CDU tan fuerte, la extrema derecha en auge de Alternativa por Alemania (AfD) podría llegar a ser primera fuerza no solo en Turingia sino también en Brandeburgo.

La situación minoritaria de los socialdemócratas en el este es paradigmática de la sensación de abandono y marginación que se siente en las regiones orientales, con la salvedad de Berlín. Pero la situación en el oeste tampoco es buena. Aunque los resultados de Baviera no son representativos tampoco al ser terreno de los democristianos regionales de la CSU -partido hermano de la CDU-, es significativo ver cómo incluso en una plaza tan difícil, AfD también logró despuntar. Es un fenómeno nacional.

Los verdes también han sufrido una debacle en su camino a 2025. La desaparición que han vivido en Turingia tras las elecciones, así como el precipicio que han visto en Sajonia, salvándose por un 0,1% del umbral, son dos señales más de algo que ya se vivió en las europeas

Otro de los feudos socialdemócratas también se arriesga a una futura debacle si se mantiene la política que sus socios liberales y verdes han logrado imponer a los socialdemócratas. Mecklemburgo-Pomerania Occidental es la región del Nord Stream. La Ostpolitik o política de acercamiento al este que prometió Scholz ha volado por los aires ante la política de ruptura verde. Scholz tendrá muy difícil gobernar siendo marginal en varias regiones, con su base rota, recortes presupuestarios impuestos por los liberales que puedan impedir el desarrollo de políticas sociales, el fin de la energía barata impuesto por los verdes y crisis en feudos como Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

Los liberales, la pata amarilla del gobierno “semáforo”, ha quedado directamente extraparlamentaria en las regiones que han votado en el este, rozando apenas el 5% de los votos en las europeas. Por ello, cabe esperar que, si no se actúa frente a este descalabro, en las federales se complique su continuidad. No se puede vivir solo del oeste, y menos aún sin ser un gran partido en el oeste.

Los verdes también han sufrido una debacle en su camino a 2025. La desaparición que han vivido en Turingia tras las elecciones, así como el precipicio que han visto en Sajonia, salvándose por un 0,1% del umbral, son dos señales más de algo que ya se vivió en las europeas. La deriva de las últimas décadas de los verdes es mucho más paradigmática de lo que es el oeste que el este: el fin del pacifismo, el fin de la energía “asequible” por las nucleares o el gas ruso, el fin de la minería, la ruptura con el este y el apoyo inquebrantable a Israel y Ucrania.

El partido verde, con Ricarda Lang al frente, no se ha desligado de las políticas que sus ministros han promovido en el gobierno, lo cual ha derivado en la consolidación de lo vivido en las europeas. Es cierto que el este nunca ha sido un terreno fácil para los verdes con este discurso y su programa correspondiente, pero es que la debacle de 2024 también llegó al oeste. Las caídas más sonadas fueron en Schleswig-Holstein, Baja Sajonia, Hamburgo, Renania del Norte-Westfalia y Hesse; todas en el oeste. La perspectiva electoral deja a los verdes por debajo de la nueva propuesta de la izquierda, el Bloque Sahra Wagenknecht (BSW). De hecho, el transfuguismo reciente desde el espacio verde no ha ido hacia la izquierda, sino hacia la CDU y el Partido Popular Europeo.

El BSW es el nuevo fenómeno que ha roto el tablero. Cuando todo indicaba que el declive interno de los cuatro grandes partidos del establishment dejaría a AfD como única opción para el voto protesta, el BSW nació con la intención de ofrecer otra alternativa a la propuesta de Die Linke (La Izquierda), desgastadísima ante la articulación de un discurso poscomunista heredero de la RDA bajo un eurocomunismo cada vez más centrado en políticas identitarias. BSW ha sido acusado de buscar una dureza con la política migratoria o de plantear propuestas liberales a nivel económico para problemáticas concretas como la reforma de las pensiones, sin embargo ha sabido hacer llegar su discurso impugnador de manera que Die Linke hace tiempo no puede.

La extrema derecha ha visto desinflarse parte de sus expectativas previas al nacimiento de BSW de absorber todo el voto protesta

La sensación de que Sahra Wagenknecht busca defender la soberanía energética alemana, recuperar las relaciones exteriores multivectoriales de Angela Merkel o Gerhard Schröder y dejar de implicar a Alemania en la guerra de Ucrania, han sido puntos que han contrastado con el belicismo de los verdes o con la polémica imagen del candidato de Die Linke, su antiguo partido, con una camiseta de las Fuerzas de Defensa de Israel. Ante la crisis actual y el giro del marco alemán hacia los apoyos a Ucrania y a Israel, mantener una posición como las de Merkel o Schröder es considerado grave, prorruso y rupturista. Por ello, Sahra Wagenknecht no necesita hacer propuestas como la salida de la OTAN o la UE para quedar encuadrada en los márgenes del consenso.

Si bien en Sajonia y Turingia se ha salvado una representación menor de Die Linke, es previsible que pierdan su único gobierno: Turingia. Y en ese contexto, BSW se ha convertido en la alternativa por la izquierda consolidando su irrupción en las europeas pero evidenciando que su caladero de votos está en el este. Turingia y Sajonia han sido dos de sus cinco mejores resultados, que se complementarían con Sajonia-Anhalt, Brandeburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

La extrema derecha ha visto desinflarse parte de sus expectativas previas al nacimiento de BSW de absorber todo el voto protesta, con encuestas federales situándoles por encima del 23-24% del voto estimado. Ese dato, que ya amenazaba a la CDU, ha ido modulándose hacia un 19% tras la aparición de BSW, pero no hay forma de comprobar trasvases ya que no llegó a haber elecciones en ese periodo.

No obstante, su empuje sigue siendo abrumador, especialmente en el este. El partido ha mantenido el entorno del 30-33% de los votos en Turingia y Sajonia, siguiendo la estela de las europeas. En Sajonia aún podría plantearse un gobierno de la CDU sin AfD, ya que el partido democristiano ha obtenido otro 32% y su liderazgo regional ha sido particular en su crítica al apoyo a Ucrania y busca evitar la asimilación de vínculos con AfD. Pero en Turingia se antoja mucho más complicada la situación pues AfD es la primera fuerza con 9 puntos de ventaja. Pero es que además el liderazgo de AfD en Turingia es especialmente de extrema derecha dentro de la extrema derecha, de la corriente Der Flügel.

Cabe recordar que si Die Linke ha gobernado es por una crisis política monumental que se formó en la derecha después de que la CDU y AfD coincidiesen en un apoyo a un gobierno liberal en la región. En esa crisis se deshizo el camino de pactos que implicasen romper el cordón sanitario a AfD y se toleró un gobierno de izquierdas. Pero actualmente, con Die Linke más tocada, los vetos cruzados entre la CDU, AfD y BSW amenazan la gobernabilidad de Alemania si esta situación de Turingia se expande a otras regiones o a 2025. ¿Quién puede articular una mayoría parlamentaria con este panorama?