Venezuela

Ya Casi Venezuela; ¿la primera “invasión” financiada por crowdfunding?

Ya Casi Venezuela es una mera operación para recaudar dinero, “arrestar” a Maduro, o una campaña de marketing personal de Prince para posicionarse como líder de la solución del “problema venezolano”

Hay que usar paramilitares colombianos porque no van a mirar atrás a la hora de disparar, ya que a ellos solo les interesa cobrar—recomendó un militar venezolano cuando, en medio de una reunión, surgió el interrogante sobre por qué el grupo de conspiradores planeaba usar mercenarios para asesinar a Hugo Chávez y tomar el poder en mayo de 2004.

Tiempo atrás, dos militares venezolanos y un parlamentario venezolano habían viajado a Colombia a reunirse con uno de los jefes de las Autodefensas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso, para contratar al grupo paramilitar y ponerlo al mando de la operación. Pero Mancuso, como Carlos Castaño, máximo mandamás de la por entonces mayor agrupación paramilitar, se negaron a participar de la “misión”, cuya hoja de ruta original era bombardear una alocución de Hugo Chávez en la ciudad de Maracaibo con un avión F16, y luego tomar con paramilitares los principales lugares de gobierno, como el palacio presidencial de Miraflores y la Asamblea Nacional de Venezuela.

Como ni Mancuso ni Castaño aceptaron, los empresarios, militares y dirigentes opositores contrataron al comandante Lucas, un jefe subalterno de las AUC, para que entrenara unos 80 paramilitares colombianos, entre ellos jóvenes desempleados de zonas pobres de la frontera colombo-venezolana, en la finca Daktari propiedad de Robert Alonso, un dirigente opositor conocido por haber inventado la metodología de protestas de las “guarimbas” (que consisten en armar pequeñas barricadas en las calles desde donde atacar a las fuerzas de seguridad) . Al descubrirse el plan original, los conspiradores decidieron disfrazarse de militares venezolanos y simular un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en la capital para distraer a las autoridades sobre la maniobra principal: la irrupción de un grupo pequeño, dirigido por el comandante Lucas, en la residencia presidencial la Casona para asesinar a Chávez. La fantasía del comandante paramilitar era cortarle la cabeza a Hugo Chávez y sacarse una foto con ella mientras se fumaba un habano cubano.

Cobertura de los diarios venezolanos sobre las detenciones en la finca Daktari

La conspiración murió antes de nacer cuando el grupo fue arrestado en la finca Daktari, rodeada de montaña y una vegetación propia de una selva tropical, justo en el momento que los paramilitares se alistaban para emprender el viaje en buses a la capital, como si se pudiese pedir un uber de mercenarios. Los servicios de inteligencia venezolanos los había infiltrado y, al pasar los días, descubrieron su localización por la cantidad de cachitos, panecillos rellenos de jamón y queso, que habían comprado en una panadería del municipio de El Hatillo. Con sorna y gracia, los fallidos conspiradores fueron llamados “los paracachitos” por los medios de comunicación, y sus financistas, empresarios y políticos, escaparon del país declarándose perseguidos políticos.

20 años después, la fantasía de que un grupo paramilitar asesine, o arreste, a las cabezas del chavismo sigue vigente y reaparece, con fuerza, cada vez que la vía política-civil se debilita con las derrotas opositoras

Por ejemplo, en junio de 2017, cuando las protestas callejeras contra Nicolás Maduro comenzaban a apagarse, Oscar Pérez, un inspector de Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, disparó contras las terrazas del Tribunal Supremo de Justicia y el Ministerio de Interior y Justicia, mientras enarbolaba una bandera donde llamaba a la rebelión contra la “tiranía chavista”. El grupo de Pérez, integrado por uniformados disidentes y opositores radicalizados, fue rodeado en enero de 2018 en una casa de El Junquito, en las afueras de Caracas, y acribillado por las fuerzas de seguridad venezolanas.

Óscar Pérez lanzó su operación para derrocar a Maduro con la balacera a las terrazas del Tribunal Supremo  

En 2019, cuando los efectos de su autoproclamación se habían apagado, Juan Guaidó firmó un contrato con el mercenario estadounidense Jordan Goudreau, dueño de la compañía militar Silvercorp y guardaespaldas de Donald Trump en un par de actos, para que dirigiera la Operación Gedeón enfocada en la “extracción de Nicolás Maduro” y un grupo de líderes chavistas. Instructores de Goudreau, junto al exmilitar Clíver Alcalá, entrenaron a antiguos uniformados venezolanos con fusiles de madera en un campamento de Riohacha, Colombia, con conocimientos de la Agencia Internacional de Inteligencia (CIA). En los términos del contrato firmado se establecía la posibilidad de que si la operación triunfaba y los paramilitares asesinaban, o arrestaban, a Nicolás Maduro, podrían quedarse como fuerza de seguridad interna, librada de responsabilidad en caso de “abatir combatientes, y recibir un 14% de lo “incautado” a los altos funcionarios del gobierno venezolano.

Por lo que “Ya Casi Venezuela”, la operación de crowfunding lanzada por el antiguo dueño de Blackwatter, Erik Prince, es el devenir lógico de una misma forma de intentar derribar un gobierno cuando la vía civil-política de María Corina Machado y Edmundo González desaparece del firmamento. Entre los militares, y uniformados, que apoyan la colecta aparecen viejos conocidos como Javier Quintero, relacionado con los “paracachitos” de 2004 y la Operación Gedeón en 2020, e Iván Simonovis, excomisario de la Policía Metropolitana condenado a prisión por ordenar que policías dispararan a civiles desarmados en abril de 2002 para culpar a Chávez y justificar un golpe. También hay grupos de militares disidentes fuera de Venezuela que han manifestado su intención de sumarse a un eventual plan de “extracción o asesinato” de Maduro. Y otros que han sido “atrapados” por las autoridades venezolanas cuando intentaban infiltrarse en el país para comenzar maniobras de desestabilización reveladas, en su magnitud, cuando en Chile fue asesinado el exmilitar disidente Ronald Ojeda después de que, unos días antes, fracasara en ingresar al país a través de Colombia con el plan de sumarse a una toma militar.

Según la propia cuenta oficial de Ya Casi Venezuela, verificada por la red social X de Elon Musk, el objetivo es recaudar dinero de los venezolanos en la “diáspora” y de “actores institucionales”, un eufemismo, quizás, para referirse a empresarios venezolanos o la recompensa ofrecida por las autoridades estadounidense por la cabeza de Maduro y Diosdado Cabello, número dos del chavismo y ministro de Interior, Justicia y Paz. El onlyfans mercenario de Prince coincide, por ejemplo, con el pedido de los congresistas republicanos Marco Rubio y Rick Scott de que la recompensa suba a 100 millones de dólares. También con la gestión de ongs opositoras, como el instituto Casla de la abogada Tamara Sujuu, y el comando de María Corina Machado para que sea librada una orden de captura de la Corte Penal Internacional contra Maduro por “crímenes de lesa humanidad”. Uno de los objetivos declarados por Prince es que la presión internacional, junto con la recompensa ofrecida, “quiebre” algún colaborador de Maduro para que lo “entregue”.

Para la colecta, además, Ya Casi Venezuela contrató un exfiscal del Departamento de Justicia para que transparente el dinero recibido, y pagó a influencers venezolanos “una comisión por cada donación” para aumentar la visibilidad del llamado en la diáspora venezolana, según el actor Hendrick Bages, uno de los promotores de la campaña. “Los venezolanos en el extranjero no pudieron votar en las últimas elecciones, pero si pueden hacerlo ahora donando su dinero a Ya Casi Venezuela”, según Prince. La fase “uno” de la colecta sería para “hacer inteligencia sobre la corrupción de Nicolás Maduro, cómo se robó las elecciones y dónde esconde el dinero que se ha llevado del país”, de acuerdo también al mercenario. “También para campañas de publicidad para promover una Venezuela Libre en Europa y Estados Unidos, donde todas las opciones estén sobre la mesa”. La meta de la campaña es juntar diez millones de dólares.

Aunque Prince es la cara visible, hay serias dudas sobre quien dirige la colecta ya que el mercenario no “lidera” la iniciativa, sino que acompaña a los “venezolanos en su lucha”, según él. Gustavo Lainnete, antiguo integrante de Ya Casi Venezuela, denunció, por ejemplo, falta de claridad sobre la administración de los fondos de la campaña. De acuerdo a Lainette, Prince se asoció con los hermanos venezolanos Andrés y Alejandro Vera García, involucrados en un caso de estafa a tres mil personas con una empresa de criptomonedas, para canalizar el dinero de la colecta a través de la fundación Resistencia Venezolana que preside en Estados Unidos. “Me convertí en un problema cuando planteé la propuesta de pasar el dinero hacia las cuentas de Prince. Ya que estos hermanos querían pasar el dinero a criptomenadas para que no perdiera valor”, comentó Lainette después de abrirse de la organización y denunciar una presunta estafa a los donantes.

Ya Casi Venezuela, además, funciona como disparador de todo tipo de teorías de la conspiración sin sustento ni chequeo: una de las más delirantes, por ejemplo, versa sobre la posibilidad de que Prince trabaje con Elon Musk para lanzar un ataque con drones contra Nicolás Maduro. También es un catalizador de las mayores fantasías estilo Gi Joe de los opositores venezolanos más radicales que consideran que un mercenario salvador los puede rescatar de la “brutal dictadura chavista”. En las redes sociales, figuras como Simonovis fantasean con repetir tácticas usadas por Israel contra Hezbollah, como la explosión de aparatos electrónicos. También algunos periodistas, como Casto Ocando, conocido por su cercanía con agencias de Estados Unidos, hablan del “temor de Nicolás Maduro a ser envenenado”.

Pero la aventura deja de ser fácil y posible según lo demuestra la historia reciente del país. Por ejemplo, una de las razones de por qué los asesores de Donald Trump lo desalentaron a considerar una invasión fue la cantidad de soldados necesarios para poder entrar y ocupar el país: unos 150 mil según Frank Mora, ex oficial del Pentágono durante la gestión de Barack Obama. "Una invasión de Venezuela requeriría muchas más tropas y duraría mucho más tiempo". Si un escenario fuese así con fuerzas convencionales, no hay que pensar mucho sobre las posibilidades de éxito que tendría una “operación de extracción o asesinato” en un entorno, como el venezolano, donde hace pocas semanas han sido detenidos un marine estadounidense, un militar checo y dos españoles, acusados de ser integrantes del Central Nacional de Inteligencia, por estar inmersos en un supuesto plan para asesinar a Maduro.

El antiguo jefe de Blackwatter, además, tiene un largo historial de ver “oportunidades de negocio” que después desaparecen en el aire; en 2017, propuso “una asociación público-privada” para detener la migración a Europa en Libia con contratistas y cárceles privadas, en 2019, desde Jordania, intentó, sin éxito, enviar helicópteros, armamento y mercenarios al exgeneral libio Jalifa Haftar, contra quien pesaba un embargo de la ONU, pero lo mandado fue tan malo que sus hombres debieron escapar después de ser amenazados por Haftar, a finales de los 2008, se ofreció a armar una red “privada” de antipiratería fuera de las costas de Somalia para que funcionara como los corsarios quienes, en los tiempos coloniales, tenían “licencia de caza” para quedarse con los botines de los “enemigos”.

Ya Casi Venezuela también parece una campaña personal de Prince para posicionarse en las discusiones sobre Venezuela en un eventual gobierno de Donald Trump. El propio Prince cayó en desgracia en su anterior Administración, después de servir de intermediario con el gobierno de Rusia en varias reuniones, por la revelación de que había armado una red de espionaje ilegal a los opositores a su gobierno. El exdueño de Blackwatter está acostumbrado a pertenecer al “circulo rojo” republicano: su familia conservadora en Michigan de tendencia cristiana y extremista ha sido (y es) una de las mayores donantes del partido. Su hermana Betsy De Vos, exsecretaria de Educación, es una de las principales promotoras de la privatización de la educación pública estadounidense.

Por eso queda la duda si Ya Casi Venezuela es una mera operación para recaudar dinero, “arrestar” a Maduro, o una campaña de marketing personal de Prince para posicionarse como líder de la solución del “problema venezolano”. También si ante un eventual fracaso de una operación de “extracción”, la campaña puede mutar hacia el armado de un ejército irregular, apoyado por Estados Unidos y otros países, para iniciar un conflicto en Venezuela, como desean algunos militares disidentes.