Venezuela

Cómo Repsol se enriquece con las sanciones a Venezuela

El consejero delegado y el presidente de Repsol, Josu Jon Imaz y Antonio Brufau
Ni a Antonio Brufau, presidente de Repsol, ni a Josu Imaz, su CEO, les importó mucho lo que dijeran de Nicolás Maduro porque la trasnacional es una de las grandes beneficiadas con las sanciones a Venezuela

—Señor presidente del Banco Provincial le habla Chávez. Estoy en una asamblea en cadena nacional así que voy a repetirle lo que dije en público: si el Banco Provincial no está dispuesto a cumplir con la ley, y los decretos presidenciales, comience usted a entregarme el banco. Yo le pago lo que cueste.

Hugo Chávez, por enero de 2011, había decidido exponer, en aquella llamada en cadena nacional, al director de la filial venezolana del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, Pedro Rodríguez, por la negativa de la entidad a financiar el último tramo de la construcción de un complejo viviendas. Las cámaras de televisión lo filmaban en el salón Ayacucho del Palacio Miraflores acompañado por los venezolanos afectados por la demora deliberada del banco para que el proyecto cayera.

—Tenga cuidado con lo que usted responda. Usted dice que no está en venta, pero se lo puedo expropiar en función del interés nacional.

La filial de BBVA, en ese momento, valía unos siete mil millones de dólares y la amenaza de Chávez tenía un antecedente: la nacionalización en 2008 del Banco Venezuela, filial del Banco Santander, una de las tres entidades financieras venezolanas más importantes del país. La historia ilustra bastante la tensión permanente entre las multinacionales españolas y el chavismo desde que en 2002, José María Aznar, fuera uno de los primeros presidentes en respaldar el golpe contra Hugo Chávez. Un coletazo de esa “crisis diplomática” sucedió en la cumbre Iberoamericana de 2007 cuando Chávez acusó de fascista a Aznar, de la “calaña de Adolf Hitler”, y el antiguo monarca cazador, y evasor fiscal crónico, Juan Carlos le gritó su famoso “por qué no te callas”.

Más de diez años después, por las sanciones internacionales contra Venezuela, el flujo comercial bilateral se ha reducido de forma considerable, sin que multinacionales españolas, como Zara, Telefónica, BBVA, y Mapfre, se retiren del país. “La inversión española está presente en todos los sectores considerados estratégicos por el gobierno venezolana”, según un informe del ente público España, Exportación e Inversiones (ICEX). Por supuesto, de las 60 compañías españolas presentes en Caracas una sola, Repsol, explica el grueso del comercio bilateral dado que las importaciones españolas de crudo venezolano representan un 87% del total comprado al país latinoamericano durante 2023.

 “Hoy tenemos un suministro bastante confiable de crudo pesado de Canadá, Colombia, de lugares como Irak, incluso una pequeña cantidad proveniente del Mediterráneo, del área de Albania, pero principalmente de Venezuela (…). Nuestras refinerías recibieron crudo venezolano por alrededor de 2 millones de barriles procesados ​​en el primer trimestre del año”, explicó Josu Jon Imaz, CEO de Repsol y expresidente del Partido Nacionalista Vasco, en una reunión en abril con los representantes de los bancos JP Morgan, Goldman Sachs, Santander, HSBC y Morgan Stanley. Solo entre enero y junio, a España llegaron 2.300 de toneladas de crudos, tres veces más que las registradas en el mismo del año anterior y cuatro más que antes de la guerra en Ucrania. Una cifra que es la más alta registrada desde 2019 cuando alcanzó las más de dos mil toneladas según las estadísticas de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica de España.

Repsol tiene 131 empleados en Venezuela y es accionista de tres compañías dedicadas a la extracción de gas y petróleo: en la región de Zulia y Trujillo, es socio de PDVSA con el 40% de las acciones en Petroquiriquire, que extrae crudo liviano, en la Faja Petrolífera del Orinoco, el mayor reservorio de petróleo del mundo, posee el 11% de las acciones de Petrocarabobo, una empresa conjunta con PDVSA, las indias Reliance y Corporación de Petróleo y Gas Natural de la India, que produce crudo extrapesado, y en la Península de Paraguaná, comparte con la italiana ENI el proyecto Cardón IV, uno de los más grandes de América Latina según sus estimaciones. La multinacional produce unos 65 mil barriles diarios en Venezuela, un 11% de su producción petrolera total, según sus propias estimaciones. Pero sus intereses van mucho más allá de acuerdo a los expertos.

Mapa corporativo de la empresa sobre sus operaciones en Venezuela

Para Carlos Mendoza Pottellá, antiguo asesor petrolero del Banco Central de Venezuela y discípulo de Juan Pablo Pérez Alfonzo, considerado el padre de la Organización de Países Productores de Petroleros (OPEP), el bloque Cardón IV es un yacimiento gigantesco con campos , como el Perla 1X, donde se ha comprobado una enorme existencia de gas. Cuando se lo descubrió en 2009 fue calificado como el mayor hallazgo de gas de la historia de Repsol por la posibilidad de que pudiera albergar siete y ocho billones cúbicos de gas. “El campo podría tener contener reservas recuperables de entre 1.000 y 1.400 millones de barriles equivalentes de petróleo, suficiente para satisfacer la demanda de gas de España durante cinco años”, informó un reporte de la compañía del 6 de octubre de 2019. La producción actual, 580 millones cúbicos al día, es vendida a PDVSA para alimentar las plantas de generación eléctrica del Occidente del país y sostener el funcionamiento de complejos de refinación como el de Paraguaná, uno de los más importantes del país. “El campo también tiene un petróleo que se llama condensado: son gases en el yacimiento que se convierten en liquido a condiciones atmosférica. Es un petróleo super liviano que puede ser utilizado en las refinerías venezolanas para producir gasolina en un contexto de merma de la capacidad de Venezuela. El tema está en discusión entre PDVSA, Repsol y Eni porque la concesión es solo para extraer gas, aunque también sacan crudo”, sostiene Mendoza Pottellá.

 Reporte corporativo de la empresa sobre las reservas del campo Perla 1X de Cardón IV

Repsol, además, encontró gas en otras áreas del bloque Cardon IV: Perla 2, 3, y 4. “Es tal la importancia de estos reservorios que el año pasado Bolivia comenzó conversaciones con Venezuela para que le sea garantizado acceso al Perla 1X para conectarlo al gasoducto Antonio Ricaurte, que une el Lago Maracaibo de Venezuela con Puerto Ballena en Colombia, para poder embarcarlo hacia Perú y que llegue a La Paz, como una forma de evitar una crisis por falta de gas estimada para 2029”, asegura Mendoza Pottellá. El año pasado, Repsol y ENI firmaron un acuerdo con PDVSA para poder exportar como gas natural licuado (GNL) parte de la producción de Perla 1X después de recibir una licencia para operar en Venezuela de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento de Tesoro (OFAC). La idea de las petroleras es aumentar la producción a los 1.300 millones de pies cúbicos (bcf) de gas para poder venderlo a Europa, sostuvo el expresidente de PDVSA, Pedro Tellechea. “Cubriría las necesidades urgentes de España para sustituir la cancelación del gas ruso y complementarlo con el argelino. Para PDVSA cualquier inconveniente sería un tiro en el pie porque Repsol tiene la capacidad para eludir las sanciones. Mientras que para la multinacional española pondría en riesgo también sus intereses estratégicos”, según Mendoza Potellá.

La autorización del Departamento del Tesoro para este proyecto coincide con otros permisos de exportación de gas venezolano, como el de Campo Dragón, otorgado a Shell y NGC Exploration & Production, hacia el mercado europeo en un momento de ruptura de la relación energética entre Rusia y las industrias alemanas. Venezuela tiene la octava reserva de gas del mundo, y Nicolás Maduro ha anunciado que su país busca certificar nuevos campos que la conviertan en la cuarta. Además, posee reservas de crudo ligero de 30 mil millones de barriles y de crudo pesado de 270 mil millones que representan las mayores del mundo, según el experto petrolero venezolano Einstein Millan Arcia.

Pero el negocio de Repsol no se reduce solo al gas sino que sus operaciones en Venezuela también le rinden otros jugosos dividendos por sus intercambios de petróleo.

Para Millan Arcia, exasesor del fallecido presidente de PDVSA, Nelsón Martínez, y antiguo gerente de Gas de la compañía, desde 2016, la multinacional cambió su “forma de hacer negocios” al ver cómo crecía la presión política internacional sobre Venezuela: “de 2016 hasta 2024, desaceleraron su exposición total en inversiones de 2.273 millones de euros a cerca de 260 millones, un 89% de reducción“. Esta exposición patrimonial, como la llama Repsol en su informe contable de 2024, se relaciona al financiamiento dado por la compañía “a sus filiales en Venezuela, las inversiones en los proyectos locales como Cardón IV y las deudas por pagar de PDVSA”. En abril, por ejemplo, la estatal venezolana otorgó a Petroquiquire la concesión de dos campos petroleros en Trujillo y Zulia, llamados la Tomoporo y La Ceiba, como una forma de pagar su deuda con la petrolera administrada en conjunto con Repsol.

La aparente “huelga de inversiones” de Repsol esconde una nueva forma de maximizar sus ganancias, según el experto petrolero. Desde la explosión de la refinería de Amuay en 2012, la más grande de Venezuela, Venezuela perdió una importante capacidad para producir gasolina para su mercado interno, y también su producción petrolera pasó de ser, en su mayoría, crudo extrapesado de la Faja Petrolífera del Orinoco para el que no están preparadas sus refinerías, según Millan Arcia. “Por lo que se necesita diluyentes para poder refinar ese crudo extrapesado y también gasolina para abastecer el mercado interno venezolano. Un contexto que aprovechó Repsol con el ofrecimiento de una línea de crédito de 1.200 millones de dólares a PDVSA en gasolina y diluyentes a ser pagados en crudo por parte de la estatal venezolana”. De esa manera, sostiene el experto, la multinacional se aseguró, además, la dependencia de Venezuela de sus productos. El intercambio de crudo venezolano de Repsol cuenta, desde este año, con una licencia del Departamento del Tesoro para que la multinacional no sea afectada, como lo fue una subsidiaria de la rusa Rosneft en 2019 por una operación similar. Para Jordi Benitez de El Debate: “Repsol no invierte ni un dólar en Venezuela desde hace años. Lo único que está haciendo es cobrar una deuda histórica en forma de cargamentos de crudo, algo que hace de tapón para la creciente actividad de las compañías chinas, rusas e iraníes, con el visto bueno de Estados Unidos”.

Esta afirmación oculta la naturaleza del negocio de la corporación española en Venezuela. Para Millan Arcia, Repsol tiene una doble ganancia en Venezuela: “ya sea por compra a sus filiales o cobro de deuda a PDVSA, la compañía recibe un barril de crudo extrapesado Merey y lo refina para convertirlo en productos terminados, como diésel, combustible para avión, gasolina o aceite, con mayores márgenes de ganancia. Después una parte regresa a Venezuela como gasolina para el mercado interno y diluyente para la producción petrolera venezolana”. Los yacimientos de la rica Faja del Orinoco, por ejemplo, necesitan diluyentes para poder transportar el crudo extrapesado venezolano hacia los puertos venezolanos a través de oleoductos, según los expertos petroleros venezolanos, debido que es una “gelatina espesa” cuya única manera de moverlo es condensarlo. Por lo que son claves para el aumento de la producción petrolera proyectado por PDVSA.

Delcy Rodríguez, nueva ministra de Petróleo, recibió al director de la filial venezolana de Repsol, Luis Antonia García, y acordaron continuar con los proyectos conjuntos de gas y petróleo en Cardón IV, Petrocarabobo y Petroquiriquire.

La segunda ganancia de Repsol es el descuento que tiene el crudo extrapesado venezolano por su diferencial respecto a otros crudos y los descuentos dados por PDVSA por los riesgos en su comercio. “Por ejemplo, la referencia de barril Merey venezolano en agosto fue de 62 dólares por barril versus los 79 del ligero árabe. La diferencia entre la cesta venezolana y otras como el Brent, o el West Texas Intermediate (WTI), tiene que ver con la calidad y el tipo de crudo. A eso hay agregarle la prima de riesgo, el costo de hacer negocios con un país sancionado: si aumenta la tensión geopolítica, PDVSA debe hacer un descuento adicional para los compradores, cuyo costo es asumido por la estatal venezolana. Esta primera de riesgo ha crecido en los últimos tres pases al pasar de 9,9 a casi 15 dólares, según el último informe de la Organización de Países Productores de Petróleo. Por esto a Repsol le conviene negociar en “especies” porque ganan el doble porque acceden a un crudo cotizado en el mercado asiático (India y China) con descuento por prima de riesgo, y luego lo pueden refinar y venderlo como productos terminados”, sostiene Millan Arcia. La línea de crédito a PDVSA (de la que resta por pagar 800 millones) es una excelente forma de generar nuevos ingresos al cobrarla con descuentos.

Para dimensionar la importancia del negocio de refinación de Repsol, su margen de ganancia para el 11 de julio fue de 6,4 dólares, bastante por debajo de los 15 de 2022 que llevaron a la división de Refino de la multinacional a ser la compañía con mayor facturación de España (34 mil millones de euros) después de la escalada de precios de crudo por la guerra en Ucrania. Si bien la cantidad de toneladas de crudo importada por la multinacional desde Venezuela está lejos de los volúmenes de Brasil o México, su diferencial es enorme si al margen de refino se le agregan los descuentos por prima de riesgo obtenidos con el crudo venezolano, justo en un momento de derrumbe de los precios del petróleo. “Negocios como los que posee en Venezuela no los tendrá en ninguna parte del mundo a menos que aumente el riesgo en otras regiones como África”, remarca Millan Arcia.

Quizás así se entienda el aumento de las compras de crudo venezolano por parte de la multinacional española justo en el mes de las presidenciales de Venezuela. Ni a Antonio Brufau, presidente de Repsol, ni a Josu Imaz, su CEO, les importó mucho lo que dijeran de Nicolás Maduro porque la trasnacional es una de las grandes beneficiadas con las sanciones a Venezuela.