Brasil

Lula, Bolsonaro, Marçal y el Centrão: quién ganó y quién perdió en Brasil

Foto: Facebook
Tanto el PT como el partido de Bolsonaro tienen en su poder más alcaldías que hace cuatro años, pero el Centrão se quedó con la mayor parte de ellas. En cantidad de votos, el bolsonarismo se llevó la mayor parte de las voluntades

Alrededor de 153 millones de electores estaban llamados a participar de las elecciones municipales de Brasil donde se elegían alcaldías y renovaban las cámaras municipales. Estos comicios se llevaron a cabo en un contexto en el cual el gobierno de Lula da Silva intentaba traducir en votos los buenos resultados que en materia económica viene consiguiendo como lo son  la inflación controlada y la baja del desempleo —la mejor cifra de los últimos 12 años—.

Por otro lado, Jair Bolsonaro buscaba mantenerse en la centralidad política pese a estar inhabilitado por la Justicia para competir por cargos electorales y en un escenario donde tampoco puede ser candidato presidencial en 2026. Un resultado propicio para su fuerza política lo posicionaría en un lugar de ventaja a la hora de elegir a su potencial delfín en la oposición. Los resultados reflejados por el Tribunal Supremo Electoral muestran que ambas fuerzas, tanto el Partido de los Trabalhadores (PT) de Lula como el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro han aumentado su caudal de votos en comparación con las últimas elecciones municipales y esto se materializa en el número de alcaldías con las que se quedó cada uno y las chances que tienen de aumentarlas en los municipios en los que asisten a una segunda vuelta. El Partido Liberal pasó de 344 prefecturas a 509 y el PT de 179 (su peor resultado histórico) a 248 alcaldías en su poder.

Sin embargo, ninguna de estas dos fuerzas fue la gran ganadora de la jornada sino el Partido Socialdemócrata (PSD) con al menos 877 alcaldías (en 2020 tenía 657).  Esta fuerza liderada por un ex ministro tanto de Dilma Rousseff como de Michel Temer —Gilberto Kassab—​  además tiene funcionarios en el gobierno actual. Con estos resultados ha desplazado a otra formación del Centrão como el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) en cantidad de prefecturas conseguidas que, sin embargo, consiguió también aumentar su cosecha y llega a 844 (antes tenía 793). Así las cosas, cabe señalar que estas dos formaciones políticas del heterogéneo arco ideológico brasileño obtuvieron, dependiendo de cada ciudad, apoyos tanto de Bolsonaro como de Lula, y así se quedaron con la mayor cantidad de prefecturas.

La plasticidad ideológica del PSD puede observarse en el ejemplo de su propio líder Kassab, a quien  Ricardo Nunes —el actual alcalde de São Paulo apoyado por Bolsonaro— lo mencionó y le agradeció en su alocución y, por otro lado, en la victoria de Eduardo Paes en Río de Janeiro, apoyado por Lula. También tienen tres ministros en el actual gobierno: nada más y nada menos que la cartera de Minería y Energía, Agricultura y Pesca. Al respecto, en declaraciones a la prensa, el ministro de Relaciones institucionales de Lula, Alexandre Padilha, afirmó que “son partidos que apoyan al gobierno, que están en el gobierno" y subrayó que “reconocemos un crecimiento de partidos que conforman el centro, que ya había crecido en 2020, ahora crecen también en esta disputa municipal”.

Respecto al desempeño del PT en particular, hay que remontarnos a 2012, con Lula fuera del gobierno, para encontrar su mejor rendimiento: 657 prefecturas tenía en aquellos tiempos, consolidando así una tendencia que venía en alza desde el año 2000. Después del impeachment a Dilma vino el declive y en 2016 perdieron el 60% de las prefecturas conseguidas, esa tendencia a la baja se consolidó en 2020 al registrar sólo 179 alcaldes. De esta forma, en estas elecciones el PT revierte esa tendencia y aumenta en un 38% la cantidad de prefecturas con respecto a las elecciones anteriores. Algo que intentó resaltar Padilha fue que los resultados municipales no siempre guardan relación con las elecciones nacionales dos años después. En contraposición, Lelo Purini, abogado constitucionalista de la Universidad de São Paulo califica como un “error gigantesco sostener que las municipales no tienen nada que ver con la evaluación de los gobiernos federales y estaduales” y agrega que “en el interior de Brasil la sensación es mucho peor que en los grandes centros. El PT perdiendo en Araquara es una muestra de ello” y sentencia que “Lula puede serlo todo, pero no estúpido. Si no reorganiza el gobierno federal sufrirá las consecuencias en 2026”. Un dato que puede generar cierta alarma y que puede estar relacionada a la estrategia de Lula de apoyar candidaturas extrapartidarias, es que el PT quedó en sexto lugar en cantidad de votos nominales, con un 8,9 millones de voluntades que supera a los 6,9 que recibieron en 2020 pero lo deja muy atrás de otros partidos.

Por su parte, el bolsonarismo aumentó en un 52% la cantidad de prefecturas en su poder comparación con las que tenía en 2020 y apuesta a aumentar este número cuando se concrete la segunda vuelta que tiene de contendientes a Bruno Engler en Belo Horizonte, y Andre Fernandes en Fortaleza y esperan una victoria de su aliado Ricardo Nunes en Sao Paulo. También cabe señalar que el bolsonarismo es la fuerza política con mayor cantidad de votos nominales. Pasó de tener 4,7 millones de votos en 2020 a 15,7 millones. Un aumento del 236,2%.

Con respecto a las elecciones que se llevaron la centralidad en la previa por ser una de las ciudades más importantes de Latinoamérica y contar con el tercer presupuesto a nivel país —las de São Paulo—, las encuestas no fallaron. Se registró ese triple empate que había sido pronosticado pero quien quedó afuera fue nada más y nada menos que Pablo Marçal, ese coach motivacional que buscaba quedarse con la base electoral de Jair Bolsonaro. Nunes cosechó el 29,49% de los votos, Guilherme Boulos del PSOL el 29,02% y muy cerca pero fuera de la contienda final quedó el entrenador ontológico con un 28,14%. Este escenario muestra que casi un 60% del electorado paulista se decantó por una opción al menos conservadora —Nunes derechizó su discurso en los últimos tramos de la campaña para retener la base bolsonarista—. Por otro lado, todo parece indicar que hubo una lógica general de “voto útil” que hizo aumentar el caudal de votos de estas tres opciones en detrimento del resto de los candidatos. Para Marçal este resultado estuvo lejos de ser una derrota y descartó volver a presentarse como candidato a alcalde, lo próximo es “la gobernación o la presidencia” dijo en su discurso el mismo domingo.

No puede pasarse por alto la cierta baja participación en estas elecciones, de acuerdo al Tribunal Supremo Electoral, esta fue del 78,29%. Si bien el número, en comparación con el de otras democracias y teniendo en cuenta la cantidad de electores, es considerable, se trata de las segundas elecciones municipales con menos participación en la historia democrática brasileña. La cantidad de electores que no fue a votar sólo es superada por ese 23,15% de abstención que se registró en 2020 en medio de la pandemia.

Por último cabe señalar la consolidación de la atomización y regionalización del escenario político brasileño en estas elecciones municipales y el creciente rol de la centroderecha en la democracia del gigante sudamericano. En este sentido, si bien Lula y Bolsonaro siguen siendo las dos personalidades que marcan el ritmo de la agenda política brasileña, su proyección encuentra límites en las elecciones municipales y terminan declinando candidaturas propias para apoyar a terceras fuerzas. Prueba de ello es que sólo en Cuiabá y Fortaleza el PT y el PL tendrán un enfrentamiento cara a cara en segunda vuelta. Por su parte, tanto el PSD como el MDB tras estos resultados electorales propicios para sus fuerzas desbancaron al histórico PSDB de Fernando Henrique Cardoso y así buscarán aumentar sus influencias tanto en el gobierno como en el armado opositor de cara a 2026.