México

México: Es tiempo de mujeres libres y felices

Ian Robles / Zuma Press / ContactoPhoto

Claudia Sheinbaum tomó protesta como presidenta de México con un emotivo mensaje hacia las mujeres

La imagen que se vio en la Cámara de Diputados este 1 de octubre marcó un hito en la memoria política de la izquierda mexicana: Ifigenia Martínez, de 94 años, pionera de las luchas de las mujeres y cofundadora del partido que abrió el camino al triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador en 2018, le entregó la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, la científica y exlíder estudiantil que se convirtió en la primera mujer presidenta de México desde su fundación como nación independiente, hace 203 años.

Les ayudó una cadete militar, de la primera generación de mujeres que tienen posibilidades de ascenso dentro de las Fuerzas Armadas.

A su izquierda, el ciudadano López Obrador, quien dejó el poder en el primer minuto del día, aplaudía conmovido, como muchos mexicanos, momento histórico.

A su derecha, Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia que intentó por todos los medios -legales e ilegales- provocar una crisis constitucional, miraba en silencio. Su estupor y soledad eran el reflejo de una oposición derrotada en todos los frentes.

Claudia Sheinbaum, de 62 años, tomó protesta ante el Congreso de la Unión en una ceremonia llena de simbolismos y con un mensaje poderoso hacia las mujeres, que representan el 45 por ciento de la fuerza laboral de México, y también a las que aportan trabajo no remunerado equivalente a una cuarta parte del PIB.

“Hoy quiero reconocer no sólo a las heroínas de la patria, a las que seguiremos exaltando, sino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles

“Durante mucho tiempo, las mujeres fuimos anuladas, a muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia que nos quería hacer creer que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombres”, dijo la presidenta, hacia el final de su mensaje de 44 minutos.

“Hoy quiero reconocer no sólo a las heroínas de la patria, a las que seguiremos exaltando, sino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles, a las que con nuestra llegada a la Presidencia y estas palabras hago aparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron. Llegan las que pudieron alzar la voz y las que no lo hicieron, llegan las que han tenido que callar y luego gritaron a solas, llegan las indígenas, las trabajadoras del hogar que salen de sus pueblos para apoyarnos a todas las demás, a las bisabuelas que no aprendieron a leer y a escribir porque la escuela no era para niñas, llegan nuestras tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes, a las mujeres anónimas, las heroínas anónimas que, desde su hogar, las calles o sus lugares de trabajo, lucharon por ver este momento. Llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo, nuestras hermanas que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse, llegan nuestras amigas y compañeras, llegan nuestras hijas hermosas y valientes, y llegan nuestras nietas; llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres, podemos realizar sueños y deseos sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices”.

Luego, cerró con una autodefinición irrebatible: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”.

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Sheinbaum arengó vivas a México y a la Cuarta Transformación. Ifigenia Martínez alzó el puño y respondió a la proclama. Con tanque de oxígeno y silla de ruedas, la nonagenaria presidenta de la Cámara de Diputados sintetizó con ese gesto una historia de luchas por el reconocimiento de los derechos de las mujeres de la que ella misma es protagonista. Fue la primera directora de la Escuela Nacional de Economía, en 1967, y la primera mujer mexicana en obtener una maestría en Economía en la Universidad de Harvard. Diplomática. Cofundadora de la Cepal, embajadora de México ante la ONU, en 1968 terminó encarcelada por oponerse a la represión en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Los legisladores de su partido, que son mayoría en el Congreso, renombraron la consigna que ha acompañado al obradorismo desde la campaña presidencial del 2006 (“es un honor estar con Obrador”). El nuevo lema cimbró el recinto legislativo: “es un honor estar con Claudia hoy”.

“Claudia nos ha mostrado que está más que a la altura de las circunstancias”, reflexionaba más tarde la filósofa Diana Fuentes

Cerraba así un discurso en el que hizo un amplio reconocimiento a su antecesor, a quien no dudo en definir como “el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna” y “el presidente más querido”, que “se retira de la vida pública como un demócrata”. También reivindicó a heroínas y héroes revolucionarios, delineó las acciones de su gobierno, contrastándolas con las de los gobiernos que antecedieron a López Obrador, y estableció un decálogo de principios de la Cuarta Transformación.

Uno. Por el bien de todos, primero los pobres.

Dos. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre (a eso llamamos austeridad republicana).

Tres. La honestidad da resultados.

Cuatro. El principio máximo de que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Cinco. Prohibido prohibir, la libertad es esencia de la democracia.

Seis. El desarrollo y el bienestar del pueblo sólo pueden fortalecerse con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales.

Siete. Las mujeres tenemos derecho a la igualdad sustantiva.

Ocho. México es un país soberano, independiente, libre y democrático. Queremos la paz y la fraternidad de las naciones. Nos coordinamos, mas no nos subordinamos.

Nueve. La política se hace con amor no con odio. La felicidad y la esperanza se fundan en el amor al prójimo, a la familia, a la naturaleza y a la patria.

Diez. Condenamos el clasismo, el racismo, el machismo y cualquier forma de discriminación. La fraternidad significa vernos a los ojos como iguales.

“Claudia nos ha mostrado que está más que a la altura de las circunstancias”, reflexionaba más tarde la filósofa Diana Fuentes.

“Es el mejor que le he escuchado. No solo logró poner algunos puntos sobre las íes con toda claridad y desmontar aquel argumento que ha insistido en que ella no será sino una réplica de Andrés Manuel, sino que además le puso una identidad que yo francamente ya no esperaba y que tienen que ver con una puesta en escena y en el debate público de un gobierno dirigido por una mujer (…) creo que nos habló particularmente a las mujeres y que logró tocarnos fibras muy sensibles”.

De madre bióloga y padre químico, la presidenta de México creció en una familia donde las conversaciones científicas eran cotidianas. En 1994, mientras el zapatismo le declaraba la guerra al Estado mexicano y la política se convulsionaba con los asesinatos políticos del candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio y, quien dirigiría el Congreso, José Francisco Ruiz Massieu, Sheinbaum terminaba el doctorado en ingeniería energética.

Aunque no era ajena a la política, pues participó activamente en el movimiento estudiantil de 1987 que luchó contra las cuotas en la universidad pública. Después, cuando estudiaba la maestría en Standford, organizó enlaces con las comunidades migrantes y participó en una protesta contra la visita de Carlos Salinas de Gortari.

“En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena”, le dijo Sheinbaum al periodista Cano

La fotografía de Claudia Sheinbaum con un cartel que decía “Fair Trade and Democracy Now!” (Comercio y democracia justa ahora) ilustró un artículo del diario Stanford Daily sobre la protesta que estudiantes mexicanos organizaron contra el entonces presidente, en 1991.

Muchas de sus historias de activismo político son recopiladas en el libro La Presidenta que escribió el periodista Arturo Cano. En esa lectura, Sheinbaum se asume como "hija del 68", pues sus padres -judíos seculares de origen lituano y búlgaro- participaron activamente en los círculos de la izquierda mexicana durante la década de 1960.

“En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena”, le dijo Sheinbaum al periodista Cano.

Comenzó a trabajar con Andrés Manuel López Obrador en el año 2000. Él había ganado, por poco margen, las elecciones para gobernar la Ciudad de México, y la invitó a sumarse a su gobierno como secretaria (ministra) de Medio Ambiente. Ella tenía 37 años y ese fue su primer cargo político.

Después, lo acompañó en sus intentos por llegar a la presidencia y en la formación del partido Morena (Movimiento Regeneración Nacional).

En 2015 compitió y ganó las elecciones de la alcaldía de Tlalpan, al sur de la capital y tres años después, de la mano de la ola obradorista que invadió al país, Sheinbaum se convirtió en la primera mujer electa Jefa de Gobierno de la capital, una plaza que ha sido bastión de la izquierda mexicana desde 1997, cuando por primera vez se eligió a los gobernantes locales.

Su suerte quedó ligada al crecimiento insólito de Morena. En junio de 2024, ganó la elección presidencial con 36 millones de votos, la mayor cantidad de votos que haya tenido ningún presidente de México, incluido López Obrador.

El mandatario le escribió entonces un mensaje que hizo público unos días después:

“Aunque pienso igual que tú sobre que el poder es la humildad, la verdad, la verdad, estoy muy orgulloso. Tú eres lo mejor que le ha pasado al país en estos tiempos. No cabe duda que México y su pueblo están benditos”.

Sheinbaum es la presidenta de un país de 130 millones de habitantes que pelea con Brasil, Chile y Honduras los primeros lugares de desigualdad en América, que está sumido en una espiral de violencia desde 2007 y enfrenta una crisis forense, con más de 70 mil cuerpos sin identificar. Sus ciudades están sometidas a un fuerte estrés hídrico, que se perfila como uno de los problemas socioambientales más fuertes de los próximos años.

No solo es la primera mujer que gobierna México, también es la primera presidenta en los tres países de Norteamérica. El relevo generacional e identitario pone a México en la avanzada de los países de la región, frente a sus propios procesos democráticos. Pero los retos son todavía muy grandes.

La cuenta regresiva comienza hoy.