La importancia del histórico intercambio de presos entre EEUU y Rusia

Moscú envió a Occidente a 16 personas y a cambio recibió a ocho, una desproporción compensada por la "importancia" o el "peso diplomático" de alguno de los presos intercambiados

El pasado 1 de agosto, EEUU, junto a sus aliados occidentales, y Rusia completaron un intercambio histórico de presos. El aeropuerto de la capital turca, Ankara, acogió el canje más grande de prisioneros desde los tiempos de la Guerra Fría: una veintena de personas salieron de cárceles en Rusia, EEUU, Alemania, Eslovenia y Polonia tras años de arduas negociaciones a puerta cerrada entre servicios de inteligencia, presidentes, cancilleres y mediadores internacionales. 

Moscú envió a Occidente a 16 personas y a cambio recibió a ocho, una desproporción compensada por la ‘importancia’ o el “peso diplomático” de alguno de los presos intercambiados. Entre los que se fueron a Occidente se encontraban opositores liberales rusos, como Ilyá Yáshin o Vladimir Kara Murza, activistas antibelicistas acusados de desacreditación de las Fuerzas Armadas rusas, y periodistas de medios estadounidenses, como el reportero de Wall Street Journal (WSJ) Evan Gershkovich, condenado unos días antes por un tribunal ruso a 16 años de prisión por espionaje.

Según distintas fuentes cercanas al proceso de negociaciones, la cuestión de Krasikov fue el eje central de las negociaciones

Entre las ocho personas que partieron desde Ankara a Moscú estaba el periodista ruso español Pablo González, una familia de agentes encubiertos del GRU —el servicio de inteligencia militar ruso—, un hijo de un diputado condenado en EEUU por ciberataques y el activo más preciado para Moscú, el exagente del FSB Vadim Krasikov, condenado en Alemania a cadena perpetua por haber asesinado en 2019 a un antiguo combatiente checheno que había recibido asilo político en ese país europeo. Es decir, para que el canje fuese exitoso, Alemania tuvo que aceptar entregar a un asesino convicto. 

Según distintas fuentes cercanas al proceso de negociaciones, la cuestión de Krasikov fue el eje central de las negociaciones. En un extenso reportaje sobre el proceso de las conversaciones, WSJ informó de que Putin buscaba rescatar a este agente desde hacía tres años. Parece que se trataba de una cuestión casi personal: durante el juicio Krasikov no dijo ni una palabra —ni siquiera su nombre real— y fue tan leal que algunos sospechan que podría haber formado parte del cuerpo de seguridad personal del propio Putin.

La cercanía se hizo patente en el momento en el que Krasikov se bajó del avión en Moscú. El presidente ruso llegó a la escalera de la aeronave para recibir personalmente al grupo de intercambiados. A algunos les estrechó la mano, a la única mujer del grupo le regaló un ramo de flores y a Krasikov lo abrazó y le dijo: “Zdarova”, una forma informal de saludar a amigos en Rusia. 

Del otro lado, el protagonista fue el periodista norteamericano Evan Gerskovich. Hijo de exiliados de la URSS en Nueva Jersey, Gerskovich fue fichado en 2017 por The Moscow Times, mudándose a Moscú, donde trabajó también para la agencia France-Presse y como colaborador de The New York Times. En enero de 2022 comenzó también a cubrir noticias para WSJ, a partir de la entonces incipiente invasión rusa en Ucrania.

Un año después, el FSB informó de su arresto en Ekaterimburgo por cargos de espionaje, convirtiéndose en el primer periodista estadounidense detenido en Rusia desde el fin de la Guerra Fría. Al momento de su detención, Gershkovich estaba preparando un reportaje sobre el grupo Wagner y fue acusado de recopilar información militar sensible para la Inteligencia americana. El periodista negó todos los cargos durante el juicio. 

Gershkovich siempre ha contado con el apoyo del Gobierno estadounidense, de sus compañeros de redacción y de sus colegas de profesión. Cuando su arresto se hizo público, Wall Street Journal, el Comité para la Protección de los Periodistas, el Club Nacional de Prensa, la Sociedad de Periodistas Profesionales y otros grupos del gremio defendieron los derechos del periodista. Para algunos analistas, la detención de Gershkovich en 2023 no fue casual en fecha ni escenario, y su figura era una pieza importante para ganar influencia en un potencial intercambio de prisioneros como el que finalmente se ha dado.

Otra liberación que cabe destacar es la del periodista hispano ruso Pablo González, que ha trabajado como freelance para medios como Agencia EFE, Público, Naiz, Gara, La Sexta, DW o France 24 cubriendo conflictos armados, sobre todo en el espacio postsoviético, ya que hablaba ruso y castellano por ser nieto de niños de la guerra civil española exiliados a Rusia.

González fue detenido en la frontera de Polonia con Ucrania el 27 de febrero de 2022, pocos días después de la invasión de Ucrania. El periodista ha pasado 866 días de prisión preventiva en este país durante los que ni siquiera se han presentado cargos contra él. Y no solo no se han presentado cargos, sino que las condiciones en las que su arresto se ha llevado a cabo son incompatibles con los derechos humanos de los que hace gala la Unión Europea.

González pasó los primeros meses de su detención en un régimen de aislamiento en el que no contó con asistencia letrada de oficio hasta 16 días después de su arresto. Su detención provisional fue renovándose cada tres meses sin que se presentaran cargos en su contra. Tampoco tuvo un abogado de libre elección hasta pasados dos meses ni se le permitía tener un contacto directo y regular con su familia, ni siquiera por teléfono o videollamada.

Se ha demostrado que pese a toda la confrontación pública, Moscú y Washington tienen canales de negociación abiertos, pueden sentarse a hablar e incluso llegar a acuerdos

Pero más allá de cada caso particular, el canje tiene implicaciones que vale la pena analizar. Por un lado, se ha demostrado que pese a toda la confrontación pública, Moscú y Washington tienen canales de negociación abiertos, pueden sentarse a hablar e incluso llegar a acuerdos. Por ello, un megacanje en las circunstancias de confrontación actual podría ser visto como un gesto antes de un eventual proceso pacificador que ponga fin a la guerra en Ucrania. 

Otros análisis, sobre todo en Rusia, sugieren que se trata de una oficialización, ya definitiva, del regreso de la Guerra Fría. En aquella época se realizaban intercambios entre la URSS y EEUU que no influían demasiado en el enfrentamiento global entre los bloques occidental y soviético. También es llamativo que se lleve a cabo antes de las elecciones estadounidenses.


Para conocer los casos de otros prisioneros liberados y las implicaciones de este canje histórico, te invitamos a ver el siguiente programa de La Base: