Libertad de expresión

Lo que el mundo calla sobre la detención del CEO de Telegram, Pavel Durov

En este mundo cambiante ya nadie parece estar dispuesto a tolerar que en su territorio o en su jurisdicción crezcan estructuras neutrales ni independientes. Las diferencias entre el látigo censor ruso y el francés son puramente de estilo, no son ideológicas 

El sábado pasado, un jet privado procedente de Azerbaiyán aterrizaba en el aeropuerto parisino de Le Bourget para un reabastecimiento de combustible. A bordo se encontraba el multimillonario de origen ruso y fundador de la plataforma Telegram, Pavel Durov, una mujer y su guardaespaldas. 

Sobre las 20 de la tarde, Durov fue detenido en el mismo aeropuerto por la policía francesa. Estaba declarado en busca y captura desde hacía tiempo y, según datos del canal francés BFMTV, la orden de detención fue emitida pocos minutos antes de que su jet tocara tierra.  

¿Por qué lo detuvieron y de qué se le acusa? El motivo oficial de la Fiscalía francesa son los presuntos delitos que se cometen en la plataforma Telegram: actividades relacionadas con pornografía infantil, terrorismo, tráfico de drogas, transacciones fraudulentas, piratería, etcétera. Tanto Durov como los administradores de Telegram, según la policía francesa, se negaron a colaborar con las autoridades del país para moderar todo ese contenido, de manera que, para la acusación, se convirtieron en cómplices. Dada la gravedad de los crímenes que se le atribuyen, podría enfrentarse a una condena de hasta 20 años de cárcel. El multimillonario, de 39 años, posee la ciudadanía francesa, además de la de Rusia y Emiratos Árabes Unidos, y será juzgado como un nacional. 

Hay muchas cuestiones en el aire relacionadas con esta detención y las informaciones que han ido saliendo a lo largo del fin de semana tampoco es que ayudaran a despejar esa nebulosa. ¿Por qué Durov decidió aterrizar en Francia cuando ha declarado públicamente en varias ocasiones que no era muy seguro para él pisar países occidentales y, por eso, llevaba siete años viviendo en Dubái? 

Otra cuestión que analizan los medios es el origen del vuelo en Bakú, la capital azerí. Visitó ese país en el marco de una gira por Asia Central que había anunciado en junio, pero su estancia en Azerbaiyán coincidió con una visita a ese país del presidente ruso, Vladimir Putin. No se sabe si se llegaron a reunir, si fue pura coincidencia o si estos detalles tienen que ver con la posterior detención, pero lo que está claro es que de las primeras cosas que va a investigar Francia son sus posibles vínculos con el Estado ruso. 

Detrás de este caso hay algo mucho más importante, como son las megaplataformas, que mueven datos de centenares o miles de millones de personas

Al margen de todas las explicaciones y versiones oficiales, detrás de este caso hay algo mucho más importante, como son las megaplataformas, que mueven datos de centenares o miles de millones de personas. Telegram es una herramienta de comunicación encriptada para cualquier servicio de Inteligencia, por lo que se ha convertido en un frente de batalla más en el reparto de poder global que venimos observando en los últimos años.

En este sentido, Durov no está dispuesto a compartir esos “megadatos” con nadie: ni con el FSB de Rusia ni con las policías europeas. La clave de Telegram es la encriptación de sus mensajes, que protege el anonimato del usuario y mantiene a las autoridades en la incertidumbre sobre quién envía, a quién envía y qué envía. Tanto Rusia como la UE y EEUU han intentado acceder a esa “llave de Telegram”, recurriendo a distintos argumentos, pero, según el propio Durov, sin éxito. Según el multimillonario, para él es mucho más importante la privacidad que todo lo que puede generarse en los canales de Telegram. 

Pero ¿por qué interesa tanto esta red social? Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el peso de la plataforma. En España sigue usándose principalmente como un servicio de mensajería más, una alternativa a WhatsApp, pero su potencial es mucho mayor. En países como Rusia o Ucrania se trata de una de las principales plataformas mediáticas con presencia de todos los grandes medios de información, analistas e influencers. De esta manera, en los tiempos en los que la censura militar ha hecho del campo mediático tierra quemada apta solo para la proliferación de la propaganda, Telegram se convirtió en la plataforma donde expresarse libremente.

Ahora mismo el número de usuarios activos de Telegram se acerca a los 1.000 millones, triplicando a los de X, antiguo Twitter. Por su parte, las descargas no han dejado de crecer: solo en 2013, aumentaron un 12%. El 38% de las descargas registradas proviene de Asia, el 27% de Europa y el 21% de América Latina. Es decir, además de Rusia y el espacio postsoviético, Telegram es especialmente popular en el Sur Global. 

Desde que se anunció la detención de Durov, el número de descargas de Telegram hechas en el Norte ha subido sustancialmente. En Francia se convirtió en la red social más descargada en App Store y en EEUU entró en el top 10 de las apps más populares (sin contar las de los juegos). 

Este efecto también salpica a Pavel Durov. El empresario, apodado el ‘Zuckerberg ruso’, ha mantenido un perfil bajo a lo largo de varios años; sin embargo, hoy protagoniza las portadas de los grandes medios internacionales, que se hacen una pregunta: ¿quién es Pavel Durov?

El empresario tiene 39 años y se crio en San Petersburgo, donde él y su hermano frecuentaban olimpiadas matemáticas y aprendían esquemas de codificación de IBM. Cuando estudiaba en el colegio en esa ciudad rusa, un amigo le enseñó la plataforma Facebook, que acababa de nacer de la mano de Mark Zuckerberg, y le inspiró tanto que en 2006 decidió lanzar VKontakte, un análogo ruso de la red californiana. 

Vkontakte se volvió la principal red social del país y llamó la atención de los servicios de seguridad, que exigieron acceso a la información sobre los usuarios allí registrados. Según contó el propio Durov, empezó a pensar en crear Telegram como un servicio de mensajería seguro después de que los servicios de Inteligencia rusos se presentaran en la puerta de su casa en 2011. En ese momento las autoridades rusas le exigieron que bloquease grupos opositores en VK, pero Durov se negó en varias ocasiones.  

Finalmente, en 2014, vendió su participación en la plataforma a los accionistas dispuestos a “colaborar” con el Estado y abandonó su país natal. De este modo, la plataforma pasó a ser totalmente funcional a los intereses de la administración rusa. En los Emiratos Árabes Unidos, donde Durov se instaló porque, según él, el Gobierno no se metería en su negocio, se dedicó a desarrollar Telegram que, también, como antaño Vkontakte, se convirtió en un dolor de cabeza, primero para Rusia, y luego para EEUU y la UE. 

Rusia intentó bloquear Telegram en 2018 por la misma razón por la que Francia hoy lo tiene detenido: por no querer compartir datos con los servicios de seguridad que consideraban claves para temas de seguridad nacional

De hecho, Rusia intentó bloquear Telegram en 2018 por la misma razón por la que Francia hoy lo tiene detenido: por no querer compartir datos con los servicios de seguridad que consideraban claves para temas de seguridad nacional. El bloqueo, que generó una ola de protestas en el país, no salió del todo bien: se podía evadir a través de una red de proxys. En 2020, finalmente, el Estado ruso desbloqueó el servicio sin mayores explicaciones, lo que dio lugar a especulaciones sobre una suerte de pacto al que habría llegado Durov con Moscú. No obstante, él siguió insistiendo en que la privacidad está por encima de todo. 

Los activos de Durov se estiman en 15.500 millones de dólares y asegura que no tiene yates ni aviones ni bienes inmobiliarios; solo dinero o bitcoins. También hay que mencionar que en los últimos años ha estado desarrollando su propia criptomoneda, Toncoin, basada en su propio blockchain o cadena de bloques, llamada TON. Es decir, ya son dos enormes proyectos a los que los servicios de Inteligencia occidentales no tienen acceso. Se popularizan sobre todo en países BRICS, que buscan una desdolarización, y hasta tienen su propio ecosistema de criptos. 

Finalmente, para terminar de atar cabos, Durov además se ha pronunciado en varias ocasiones en contra de los gigantes tecnológicos estadounidenses. No solo reconoció que Apple y Google son competencia, sino que las tachó de grandes amenazas a la libertad de prensa. Teniendo en cuenta que Mark Zuckerberg acaba de reconocer, en una carta pública, que el Gobierno de Joe Biden presionó a Meta para que censuraran ciertos comentarios y ellos accedieron, muy desencaminado no está. Sin ánimo de romantizar a Pavel Durov, simpatizante de Trump supremacista y millonario blanco, la plataforma Telegram parece que garantiza la privacidad y no se somete a la censura con un poquito más de ganas que los servicios Meta (Facebook o Instagram). 

Facebook no solo configura su algoritmo para ofrecer contenido que le interesa y ocultar el que no. Además, colabora con los servicios de inteligencia, sin demasiados miramientos ni disimulo, y extrae los metadatos de los usuarios para venderlos a cualquiera que luego te quiere convertir en ‘target’ para su publicidad o su propaganda. 

La pregunta es: ¿y ahora qué? Durov puede pasar a engrosar la lista de rehenes a intercambiar con Rusia, como se ha hecho recientemente en el canje más grande desde la Guerra fría, del que les hablamos hace unas semanas en La Base Agosto. Pero, en general, se trata de un síntoma más de la crisis de esta época de globalización de la que Durov es hijo, discípulo y adepto. 

No quiso colaborar con las autoridades rusas, se fue de Rusia y se instaló en Dubái. Tampoco quiso colaborar con aquellos que se consideran en el lado correcto de la historia, aunque bombardeen e invadan países del mismo modo que hacen los que no lo están. Creyó estar por encima de enormes maquinarias estatales, se creyó un ciudadano del mundo y, al final, está atascado entre dos grandes bloques enfrentados que solo entienden la lógica del siglo pasado, esa que dice “o estás conmigo o estás contra mí”.

Las diferencias entre el látigo censor ruso y el francés son puramente de estilo, no son ideológicas

En este mundo cambiante ya nadie parece estar dispuesto a tolerar que en su territorio o en su jurisdicción crezcan estructuras neutrales ni independientes. Las diferencias entre el látigo censor ruso y el francés son puramente de estilo, no son ideológicas. Maquillaje. Son los medios de información y algunos opinadores los que deciden que, por alguna razón, tener la bota policial francesa encima de la cabeza es más agradable que tener la bota policial rusa en el mismo lugar, o viceversa.


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