El Cierre

La ultraderecha contra los niños migrantes #ElCierre

Las vidas de niños y niñas han sido puestas en la diana de los discursos más violentos de la ultraderecha española que se envalentona cada vez que una gran coalición les pone una alfombra roja

El fascismo no es sólo una ideología, es también una forma de hacer política. Estos días en España esto está quedando muy claro. Ya causa suficiente vergüenza ver cómo los “líderes” de ciertos partidos políticos se echan la vida de niños y niñas entre unos y otros como para que nos ruboricen más cosas. Pero, lamentablemente, la indignidad parece no tener techo cuando se trata de sacar los dientes contra los más indefensos. A eso nos referimos por formas fascistas de hacer política. Las vidas de niños y niñas han sido puestas en la diana de los discursos más violentos de la ultraderecha española que se envalentona cada vez que una gran coalición les pone una alfombra roja. No nos confundamos. La ultraderecha crece siempre que el malmenorismo se abre paso. Ese malmenorismo que en España tiene su expresión en el PSOE que se ha reforzado en esta legislatura, ha recuperado a su habitual gran socio: el Partido Popular. Se repartieron el Consejo General del Poder Judicial —CGPJ—, se repartirán ahora lo que toque repartirse para fortalecer el bipartidismo, y en ese escenario en que se hacen cargo de garantizar la continuidad neoliberal la extrema derecha se siente muy cómoda.

De ahí que los derechos de niños y niñas estén en la agenda pública y de forma tan bestializada. Escuchar a Santiago Abascal vincular a niños y niñas migrantes con violaciones, cuando es su partido el que niega las violencias machistas y se posiciona en contra de acuerdos para frenar esas violencias, no es sólo incoherente. La incoherencia, a estas alturas, me parece ya hasta lo menos importante. Incoherencias las he visto en muchas tiendas políticas. Lo que me preocupa es la aberración de lo que está diciendo para que tanto los representantes de su partido, sus militantes y sus seguidores inicien una cacería vil contra niños y niñas. Es de esto de lo que estamos hablando: de la incitación a criminalizar a los pequeños. ¿Somos conscientes de lo que está ocurriendo en España?

Pero el problema no es sólo Abascal. La criminalización de los y las migrantes es moneda corriente en las tiendas de las derechas. Fue el mismísimo Alberto Núñez Feijóo el que hace unos días replicó un bulo sobre el Gobierno metiendo a niños migrantes en aviones para dejarlos, cito, “deambulando en las calles”. Es el partido de Alberto Núñez Feijóo el que también dice que los migrantes somos delincuentes o violadores. La cacería que están haciendo desde VOX y desde el Partido Popular contra nosotras hace mucho tiempo, es coordinada. Tal vez el Partido Popular ahora lo tiene complicado para continuar su andada racista, porque en efecto algunas comunidades autónomas gobernadas por el PP están viendo que la política de deshumanización y criminalización de migrantes ni disuade la migración, ni evita que andemos. No somos un problema, somos una realidad. Y como el PP ahora tiene que gestionar esa realidad en lugar de simplemente demonizarla como ha hecho siempre que ha estado en el poder, se ve en la obligación de utilizar una palabra que hace mucho no utilizaban “solidaridad”. Aun así, Feijóo ha matizado hace unas horas y ha dicho que se puede ser solidario en la medida en que se pueda.

Que utilicen la vida de niños y niñas para su politiqueo no tiene nombre. Que convoquen a una cacería contra niños y niñas, aún menos. Son niños y niñas. No son delincuentes, no son violadores. Son niños y niñas, fascista Abascal.

Así como en Francia, como en Italia, como en Alemania, en España la demonización de la migración está ocurriendo hace mucho como dispositivo político de la ultraderecha para hacernos creer que el problema que este sistema capitalista bestializado genera en nuestras vidas es responsabilidad de los vulnerables. No de los buitres, de los que desmantelan los derechos públicos, de los banqueros que se forran, de los multimillonarios que no pagan impuestos aquí, de los nazis de desokupa, de las cloacas mediáticas que les garantizan impunidad, de los jueces ultras y reaccionarios que encarcelan a gente por protestar o por hacer labor sindical, etcétera. No. El problema somos los migrantes. Venga ya. Te están tomando por imbécil. Cada vez que te dicen eso, te están tomando por idiota. No te dejes.

Para frenarlos, sin embargo, hace falta mucho más que parches cómodos del malmenorismo. El Pedro Sánchez que inició su presidencia hace tantos años recibiendo con los brazos abiertos al Aquarius ha dado un giro de 180 grados, tal vez, porque es el responsable de haber permitido que las ultraderechas se envalentonen. Pasó de recibir al Aquarius firmar el pacto migratorio europeo que pone precio a nuestras vidas. Pasó de ser el presidente de la bienvenida a esos migrantes, al presidente de Melilla, esa masacre ocasionada por una trampa racista. Y por eso no basta el malmenorismo. Están llamando a criminalizar y demonizar a niños y niñas solo por ser migrantes y frente a eso toca regularizar ya al medio millón de migrantes en situación irregular por culpa del gobierno y que beneficia a quienes abusan sostenidamente de nuestros cuerpos y nuestra fuerza de trabajo. Porque de nada me sirve que reduzcas la jornada laboral, que amplíes derechos en el trabajo, si no me consideras ciudadana. Cuando nos obligan a ser irregulares en realidad lo que hacen es permitir que haya quienes nos sigan usando no de mano de obra barata, sino de mano de obra esclava. Y eso está pasando ahora mismo. Urge también garantizar el derecho al asilo en lugar de violentarlo y recortarlo como están haciendo, salir del pacto migratorio infame y por supuesto derogar y no reformar esa maldita ley de extranjería que nos obliga a ir a un CIE —Centro de internamiento de extranjeros— temblando de miedo para sacar un NIE. Sé de lo que hablo. Ese temblor nunca se te sale del cuerpo.

El problema no es Abascal. Él es la versión desaforada y criminal de los que quieren cazar a migrantes. El problema es también Feijóo. El problema es también el Partido Popular. El problema es también el PSOE. El problema es también con Marlaska y Pedro Sánchez y Albares. El problema no es la migración. La lucha de clases hoy se expresa más que nunca en una alianza entre razas que sea capaz de detenerlos a todos esos que nos han puesto en su punto de mira. Y que hoy, sin rubor, están apuntando a niños. ¿Dónde está tu humanidad España?


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