‘Soy Nevenka’: cuando políticos, vecinos y medios encubrieron a un acosador sexual

En su nueva película, Icíar Bollaín señala a Ana Rosa Quintana y apunta la importancia de la ley del solo sí es sí

Soy Nevenka debería haberse rodado en el lugar de los hechos: Ponferrada. Por desgracia, y como denunció la productora del filme, su ayuntamiento no autorizó el rodaje. El alcalde, el popular Marco Morala, llegó a decir, sin dar más explicaciones, que no tenía constancia de que se hubiera registrado ninguna solicitud para rodar la película en Ponferrada.

Olegario Ramón, portavoz socialista en el ayuntamiento, mantuvo que cuando era alcalde, en el anterior mandato, la propia Bollaín visitó la ciudad buscando localizaciones, pero todo cambió cuando, tras las elecciones municipales, el Partido Popular se hizo con la alcaldía. Según Ramón, los populares pusieron innumerables trabas a la productora, que tuvo que renunciar a rodar en la ciudad para decantarse por Zamora, que es donde finalmente se rodó Soy Nevenka, película en la que no hay referencias expresas de Ponferrada.

El alcalde acosador contó con tres cómplices: su equipo de gobierno, el pueblo y los medios de comunicación

La triste historia de Nevenka Fernández, ya recogida en una docuserie y en un libro de Juan José Millás, se da a conocer en marzo de 2001. La entonces joven concejala de Economía en el Ayuntamiento de Ponferrada por el Partido Popular (tenía solo 26 años), presentó una querella por acoso sexual contra el alcalde Ismael Álvarez, 26 años mayor que ella.

Tras aquel valiente acto de Nevenka y el bombazo mediático, el alcalde acosador contó con tres cómplices: su equipo de gobierno, el pueblo y los medios de comunicación. Sus esbirros lo respaldaron (en el juicio llegaron a decir que “Nevenka acosó a Ismael” y a hablar de “celos por parte de ella”) y Ponferrada señaló insidiosamente a la joven. Miles de personas salieron a las calles de la ciudad para defender al acosador y proclamar que “una persona no es acosada si no se deja”. El alcalde incluso llegó a mandar 70.000 cartas, vecino por vecino, para dar a conocer su versión de los hechos.

Alfredo Urdaci abrió su informativo, tras la rueda de prensa de Nevenka, hablando de una “trifulca sentimental en Ponferrada”

Los medios nacionales también cuestionaron el relato de Nevenka. Alfredo Urdaci, tristemente famoso por la oscura etapa de los informativos de TVE en el gobierno de José María Aznar, abrió su informativo, tras la rueda de prensa de Nevenka, hablando de una “trifulca sentimental en Ponferrada”. Pero todavía peor fue el caso de Ana Rosa Quintana, que también aparece en Soy Nevenka. La famosa presentadora llegó a decir en directo: “Una chica que es licenciada, que tiene un máster, que es concejala de Hacienda, con una solvencia cultural… Primero, ¿cómo se deja ser acosada? Y después, ¿cómo tarda tanto tiempo en denunciar?”. Por eso Icíar Bollaín ha llegado a decir literalmente: “Hacemos esta película para responder a Ana Rosa Quintana, que dijo en televisión que Nevenka se dejó acosar”.

El guion de Soy Nevenka está escrito tras dos años de conversaciones con Nevenka y también con su círculo cercano, que ayudó a construir cómo era Ismael, el acosador. El texto, de Icíar Bollaín e Isa Campo, es valiente porque muestra, sin escatimar en detalles, que Nevenka tuvo una relación sexual con su acosador, algo que no se debe omitir o maquillar porque si de algo trata Soy Neveka, además de la complicidad política, social y mediática, es sobre el consentimiento.

Como ha recordado la propia Bollaín, Nevenka no tuvo un 8 de marzo como la víctima de La Manada y por eso fue muy valiente

Soy Neveka habla del poder y su abuso, en concreto las dinámicas de poder de las personas que se creen intocables, que piensan que se van a salir siempre con la suya porque tienen el mando y cuentan con la complicidad de esbirros, votantes y medios de comunicación. Por fortuna, a Ismael Álvarez la jugada no le salió como esperaba. Uno de los momentos que lo cambió todo llegó cuando el primer fiscal del caso llegó a decir, de forma sorprendentemente agresiva, que Nevenka era una privilegiada, que no era una empleada de supermercado que tenía que aguantar como le tocaban el culo para poder mantener a su familia.

El juez le tuvo que recordar al fiscal, que fue relegado del caso, que Nevenka no era la acusada, algo que celebró inmediatamente la defensa. Aquellas vomitivas palabras del fiscal hoy serían impensables, pero hace más de dos décadas todavía eran posibles. Como ha recordado la propia Bollaín, Nevenka no tuvo un 8 de marzo como la víctima de La Manada y por eso fue muy valiente y una pionera con su denuncia pública y jurídica. Porque en aquellos años cuando una mujer no se resistía no se consideraba que era víctima de una violación.

Por eso la escena de la agresión en el hotel, con el rostro desencajado de Nevenka en primer término, recuerda los testimonios de las víctimas de Harvey Wenstein, que repetía el patrón de Ismael Álvarez: un acoso machacón y constante, una absoluta incapacidad para aceptar las innumerables negativas y finalmente un asalto impune al territorio privado de la víctima, el asalto, el bloqueo y la anulación. Por desgracia, las preguntas siguen ahí (y de eso va también Soy Nevenka): ¿Por qué le dejó entrar en su habitación, en su cama? ¿Por qué no se resistió, por qué no huyó o denunció en el mismo momento de la agresión? Exactamente las mismas preguntas que les hicieron a Rose McGowan o a Annabella Sciorra, víctimas de Weinstein.   

Soy Nevenka también nos habla de la prepotencia del poder político a pequeña escala, el de las pequeñas ciudades, los feudos en los que se reparte el poder y el dinero público entre amigos y familiares. Y de esa cutrez, de ese país ancestral, cerrado y hortera, como demuestra Bollaín con el contraste entre el Madrid que disfruta Nevenka con sus amigos de universidad y el pueblo en el que debe disfrazarse para unas fiestas patronales de look medieval.     

El resultado final es un filme digno, correcto y bienintencionado y con un gran tema, pero, eso sí, no estanos ante lo mejor de Icíar Bollaín. Es decir: ante las magníficas Te doy mis ojos o Maixabel. Además, su reparto resulta desequilibrado. Así como Urko Olazabal es un muy creíble villano de la función, a la voluntariosa Mireia Oriol el papel de Nevenka le viene demasiado grande.     

La sentencia del juicio de Nevenka hizo historia al ser la primera vez que un político español era condenado por acoso sexual. Al exalcalde se le impuso la pena mínima: nueve meses de cárcel, 6.480 euros de multa y una indemnización a la víctima de 12.000 euros. Álvarez, que dimitió aquel mismo día (aunque el PP no se lo pidió) sigue siendo un prestigioso empresario en Ponferrada. Por su parte, Nevenka no consiguió encontrar trabajo en España y tuvo que emigrar a Irlanda. Allí trabaja en una auditoría y vive con su marido y sus mellizos.

La primera proyección de Soy Nevenka en Ponferrada, el viernes 27 de septiembre a las cinco de tarde, reunió a treinta personas y el fin de semana ninguna de las sesiones registró una gran venta de entradas.