Golpe blando en Colombia

Cristian Bayona / Zuma Press / ContactoPhoto

La región y el mundo entero deben estar alerta frente a un golpe que podría acabar en una violencia incontrolable en un país cansado y lacerado por la guerra

El 9 de septiembre en el programa La Base, se analizaba con preocupación una investigación del Consejo Nacional Electoral contra el presidente colombiano Gustavo Petro que ponía en evidencia una extralimitación de funciones de la autoridad electoral que no tiene competencia para juzgarlo. En ese momento, nos llovieron críticas por parte de una derecha y del centro (en versiones cada vez más difíciles de distinguir) que nos acusaban de exagerar y de invocar una falsa alarma. Sin embargo, los peores temores se terminaron confirmando con la decisión del CNE de acusar al presidente y a personas clave de su campaña. Tal como reza la Constitución colombiana, solamente el Congreso es el juez natural del primer mandatario. Aun así, el CNE ha procedido a acusarlo muy a pesar de que el artículo 265 de la constitución solo lo faculta para "ejercer la suprema inspección y vigilancia de la organización electoral" pero no para juzgar o señalar al mandatario.

El consejo, que está lejos de ser un tribunal o un cuerpo que esté por encima de disputas ideológicas, tiene una composición partidista que ha dejado en manos de Álvaro Hernán Prada una ponencia bajo la forma de acusación en contra no sólo de Gustavo Petro, sino de su gerente de campaña Ricardo Roa por supuestamente haber sobrepasado los límites de la financiación de la campaña. Dentro de las acusaciones hay debilidades como el hecho de haber recibido supuestamente financiación por parte de la federación del sindicato de maestros Fecode y de la Unión Sindical Obrera (sindicato de trabajadores del petróleo) que, en realidad, fueron destinadas a partidos de izquierda, pero no a la campaña en sí. De igual forma, se acusa a la campaña de haber omitido los honorarios de los testigos electorales el día de la votación. Expertos del derecho electoral en Colombia ya han aclarado que, dentro de los gastos de la campaña, no se incluyen aquellos del día de la votación, por ende, tampoco tendría base ese señalamiento.

Los medios de comunicación que ya han tomado partido y han concluido que las irregularidades ocurrieron, poco o nada han hecho por informar a la ciudadanía de la extralimitación de competencias del órgano electoral, así como de las evidentes contradicciones del proceso. El magistrado del CNE, Álvaro Hernán Prada, artífice del proceso, está impedido para juzgar o señalar a Petro, pues ha sido pública su animadversión desde hace varios años. En 2018 publicó un mensaje lleno de odio no sólo contra el hoy mandatario donde se evidencia el odio visceral al progresismo. Las FARC han manifestado, al igual que sus amigos Cepeda, Petro y Gustavo Bolívar, que su principal objetivo es meter preso a Uribe. Santos se presta, como el traidor que es. Iván Cepeda senador del Pacto Histórico (coalición progresista) ha sido uno de los principales denunciantes sobre el vínculo entre el paramilitarismo y el Estado colombiano y Gustavo Bolívar político de reciente trayectoria en el progresismo, está hoy al frente de una de las oficinas de inversión social más relevantes. Pero allí no para todo. Prada habría llegado al CNE sin haber cumplido siquiera los requisitos de experiencia como lo anunció la Fundación Paz y Reconciliación citando un informe del portal La Silla Vacía que, valga decir, no es precisamente un medio afín a Petro.

El golpe blando no se agota y refleja en este grosero proceso de un desprestigiado CNE, sino que debe entenderse en un contexto más amplio en el que los medios hegemónicos se han habituado a las informaciones imprecisas que, entre más pánico generan, suelen tener mayor difusión

Esto viene de atrás, no hay que llamarse a engaños. Han sido varios los políticos que de manera pública han hecho expreso su deseo porque Petro no termine su mandato como ha sido el caso de los congresistas Miguel Uribe Turbay, nieto del presidente colombiano responsable del estatuto de seguridad a comienzos de los 80, una de las peores eras de la represión con la excusa anticomunista, que terminó en el exilio de García Márquez y de cientos de colombianos; María Fernanda Cabal quien suele hacer señalamientos injuriosos contra los medios de comunicación cargados de violencia y estigmatización. Cercana al partido español Vox, no sólo es defensora del legado de la conquista, sino que ha hecho afirmaciones que dan cuenta de un discurso abiertamente anti derechos y en contravía de la democracia; “los comunistas son como el cáncer” ha afirmado; y Miguel Polo Polo quien se suele referir a Petro como terrorista.  

La decisión del CNE ha puesto en evidencia la premura de la derecha en atravesarse en el camino del mandato progresista. En cada crisis artificialmente creada, escándalo fabricado en los medios o coyuntura económica medianamente desfavorable se agita la tesis de la inviabilidad y del apocalipsis

El golpe blando no se agota en este grosero proceso de un desprestigiado CNE, sino que debe entenderse en un contexto más amplio en el que los medios hegemónicos se han habituado a las informaciones imprecisas que, entre más pánico generan, suelen tener mayor difusión. Hace relativamente poco se afirmó que había escasez de combustibles para los aviones en los aeropuertos, noticia falsa que pocos desmintieron. También repiten que habrá expropiaciones masivas y arbitrarias, fuga de capitales y salida en masa de personas que huyen de una catástrofe económica. Nada corresponde a la realidad ni ha sido reciente, pues se trata de una agresiva estrategia desde el día uno del gobierno Petro. La noche que ganó la elección, la revista Semana reconocida por una línea editorial ideológica de extrema derecha en un panel de invitados con cuatro expertos o analistas políticos puso a circular la noticia de que el precio del dólar se había disparado como una señal de pánico en los mercados. Sin embargo, los domingos no se cotiza el dólar, por tanto, era imposible una reacción desde tipo ese día y a esa hora. Ningún invitado del plató tuvo la gallardía de rectificar el bulo. Valga recordar que Semana reproduce en Colombia el modelo de Rupert Murdoch, la generación maratónica de noticias y titulares sin ningún reparo por la rigurosidad. Es la “ciencia” de la desinformación al servicio del fascismo.

La decisión del CNE ha puesto en evidencia la premura de la derecha en atravesarse en el camino del mandato progresista. En cada crisis artificialmente creada, escándalo fabricado en los medios o coyuntura económica medianamente desfavorable se agita la tesis de la inviabilidad y del apocalipsis. La región y el mundo entero deben estar alerta frente a un golpe que podría acabar en una violencia incontrolable en un país cansado y lacerado por la guerra, inspirada en buena medida por el anticomunismo, vocación que no ha desparecido del establishment colombiano.