Rusia

Alexey Sakhnin: “Las izquierdas europeas deben pedir el retorno a la paz con un principio simple: la autodeterminación de los pueblos”

Alexey Sakhnin — Wikimedia

Entrevista al periodista Alexey Sakhnin, uno de los cofundadores del Frente de Izquierda ruso en 2005

Alexey Sakhnin fue de los cofundadores del Frente de Izquierda ruso en 2005. Participó en la organización de las manifestaciones de 2012 contra la reelección fraudulenta de Vladimir Putin, enfrentándose a años de prohibiciones y represión. Se exilio a Francia tras el inicio de la guerra en Ucrania. L’Insoumission se reunió con él para conversar sobre la situación en Rusia y las perspectivas de una paz justa y duradera en Europa.

Desde hace dos años y medio, Rusia ha iniciado la invasión de Ucrania. Esto ha sido seguido por una serie de manifestaciones contra la guerra. ¿Cómo está ese movimiento hoy?

La situación es muy mala. En Rusia ya es imposible protestar: en cierto sentido, se puede decir que ya no hay política en el sentido normal, el sistema político ha muerto. Es una situación absolutamente nueva.

En los años 2000, antes de la guerra, los líderes y partidos de oposición eran mayormente de las clases medias y altas urbanas, predominantemente liberales, y a veces de izquierda. Este sector fue el único que intentó resistir en los primeros días de la guerra, y la represión brutal no se hizo esperar. 2.000 personas fueron arrestadas, 1.000 encarceladas por motivos políticos. Después de un nivel de represión tan alto, el movimiento fue en cierto modo sofocado desde el principio.

A esta ola de arrestos se sumaron 20.000 encarcelamientos de personas que se negaban a unirse al ejército y 100.000 detenciones administrativas. Hoy en día se puede considerar que Rusia se ha transformado en una verdadera dictadura. En este contexto, ya no es posible protestar legalmente, y los medios de comunicación de la oposición están prohibidos o completamente destruidos.

El régimen de Putin está apoyado por una parte de las clases populares rusas. ¿Se puede hacer un paralelo con la extrema derecha europea?

Es evidente que existe una cierta proximidad entre los dos fenómenos políticos. Básicamente, estos dos movimientos encarnan una forma de desesperación de los sectores populares en el mundo neoliberal. Sin embargo, el ajuste neoliberal fue mucho más violento en Rusia que en la Unión Europea. Los años 90 significaron un verdadero aplastamiento de los trabajadores: la intensidad de las luchas sociales es mucho menor en Rusia que en Francia y en España por ejemplo, y los sindicatos están bajo el control del poder.

Creo que la verdadera cercanía entre las dos fuerzas políticas reside en su voluntad de crear una fractura entre las clases medias progresistas y la clase obrera. Desde los años 2000, Putin se ha esforzado en crear contradicciones y conflictos en temas políticos y culturales entre estos dos grupos sociales. Un ejemplo concreto: en 2012, cuando Moscú y San Petersburgo se movilizaban contra el fraude electoral del régimen de Putin, el Kremlin arrestó a las Pussy Riot, un grupo de música cuyas actuaciones contra la Iglesia Ortodoxa habían escandalizado a muchos.

Astutamente, el régimen de Putin trasladó el debate político a un terreno cultural, donde pudo desplegar su propaganda con eficacia

Astutamente, el régimen de Putin trasladó el debate político a un terreno cultural, donde pudo desplegar su propaganda con eficacia. Así, aunque Putin no llegó al poder en 2000 con propuestas abiertamente homófobas, unos años después se convirtió en el adalid de la lucha contra los LGBT. El objetivo de esta maniobra era obviamente aislar a las clases medias progresistas de las grandes ciudades del resto de la población. Desgraciadamente, en parte, funcionó.

Pero la oposición es igualmente responsable de su propio desastre. Su discurso liberal solo se dirige a las clases medias urbanas, especialmente de Moscú y San Petersburgo. De todos modos, fue aplastada tras la guerra. En Rusia, ya no hay partidos verdes, liberales o socialdemócratas, ahora estamos ante un conflicto puramente de clases entre el poder y la clase obrera, atrapada y empobrecida en una guerra que va contra sus intereses. La situación es potencialmente explosiva.

En este contexto, ¿la izquierda rusa todavía tiene la capacidad de marcar la diferencia?

Inflación, caída del nivel de vida, represión y guerra absurda: si bien se dan las condiciones para una explosión social, la izquierda tiene dificultades para hacerse visible, y muchos de sus militantes languidecen en prisión. Es cierto que los efectos de la guerra desacreditan a Putin, pero él juega con sentimientos muy presentes en el pueblo: el conservadurismo, pero sobre todo el nacionalismo, que sigue siendo una forma viva de movilización popular en Rusia.

Este mantenimiento del nacionalismo explica la capacidad de Rusia para librar una guerra de alta intensidad en Ucrania. Pero no se puede descartar que estemos asistiendo a un debilitamiento del nacionalismo en Rusia, lo que podría tener efectos políticos considerables. Lo que hay que entender es que, lejos de haber provocado un resurgimiento del patriotismo, la guerra en Ucrania está causando fatiga, decepción e ira entre el pueblo ruso.

Incluso la propaganda de extrema derecha y los milibloggers no pueden ocultar el agotamiento del campo ruso. El país está temblando, lo que podría crear un ambiente propicio para la revuelta en los próximos años

Han muerto 140.000 rusos en el conflicto, probablemente más del lado ucraniano. Un millón de personas están movilizadas en el frente, donde proliferan los fenómenos de deserción. Incluso la propaganda de extrema derecha y los milibloggers no pueden ocultar el agotamiento del campo ruso. El país está temblando, lo que podría crear un ambiente propicio para la revuelta en los próximos años.

Esto no es nuevo en la historia de Rusia: fueron las ofensivas militares desastrosas, la ofensiva Brusilov en 1916 y la ofensiva Kerensky en 1917, las que aceleraron el desenlace de la Revolución Rusa.

¿Cuál es el papel de los medios rusos en el mantenimiento de este nacionalismo agresivo? En Francia, los medios de comunicación claramente hacen campaña para impulsar la extrema derecha y desacreditar a la oposición de izquierda. ¿Es este el caso en Rusia?

Para comparar los paisajes mediáticos de Francia y Rusia, hay que retroceder antes de febrero de 2022, ya que, desde esa fecha, la información está completamente controlada por el gobierno, lo que nos sumerge en una situación nueva. Antes de la guerra, en Rusia había medios cercanos al poder, como la televisión pública y la mayoría de los canales privados, pero también algunos medios privados de oposición.

Estos medios de oposición captaban alrededor del 20% de la audiencia, al menos. Eran mayoritariamente prooccidentales y liberales, mientras que los sitios de información en línea más militantes -subterráneos- solo eran accesibles mediante VPN. Estos medios fueron cerrados tras la invasión de Ucrania.

Pero volvamos a los medios oficiales. Podríamos clasificarlos en dos categorías: por un lado, los medios llamados "neutros", que daban una información favorable a los intereses del gobierno y el Estado, pero en un tono poco politizado; y por otro, medios agresivos, abiertamente ultranacionalistas y de extrema derecha, que difundían "fake news".

Lo interesante, desde la guerra, es que incluso los medios más "generalistas" invitan a influencers y militantes de extrema derecha para hacer propaganda bélica y calentar la opinión pública. Hay, por lo tanto, una clara intención del sistema mediático y del gobierno de aumentar el odio y el ultranacionalismo.

Peor aún, el gobierno también sabe instrumentalizar medios underground que se desarrollan en las redes sociales para difundir propaganda bélica. El Kremlin es perfectamente consciente de que muchas personas no confían en la información oficial, especialmente en el seguimiento de la guerra. El público, especialmente los jóvenes, se informa sobre este tema a través de canales de Telegram. Estos han sido colonizados por milibloggers, que están realmente cerca del aparato estatal, pero que informan sobre la situación militar con una perspectiva más crítica y acorde con la realidad.

De alguna manera, las personas ven canales militaristas de extrema derecha para obtener información más veraz... Para el Kremlin, muy consciente de las limitaciones de su propaganda, la ventaja es doble: alcanzar a las generaciones más jóvenes con un discurso proguerra y hacer creer en una apariencia de libertad de expresión. Se trata de mantener el control sobre la parte politizada de la población, informándola desde una perspectiva de nacionalismo extremo.

Los verdaderos medios de oposición son casi imposibles de encontrar sin VPN. Consultar estos medios en línea puede llevar directamente a la cárcel, lo que fomenta la cautela. El control y la censura de los medios son mucho más importantes en Rusia que en Francia, pero existen algunas similitudes en la intención de propagar discursos de extrema derecha para evitar que las partes más politizadas de la población piensen de manera crítica.

Hablando de Telegram, ¿cómo analizar la detención de Pavel Durov? ¿Es un ataque a la libertad de expresión o su plataforma ya estaba bajo la mirada de los gobernantes?

Pavel Durov solía presentarse como un defensor de la libertad de expresión, pero la realidad es menos encantadora. Este empresario libertario trabajaba principalmente para su fortuna personal, sin dudar en colaborar con el gobierno ruso cuando sus intereses lo requerían. Se estima que Pavel Durov ha visitado Rusia más de 60 veces en los últimos años, e incluso en ocasiones ha prohibido el acceso a plataformas de medios opositores. Es, por tanto, simplemente un representante de las clases dominantes que trabaja por su negocio. No dudará en colaborar con las autoridades francesas y estadounidenses para salir del apuro, eso es seguro.

Debemos dejar de lado la ilusión de que las plataformas de comunicación privadas, incluso si sus fundadores adoptan a veces una postura "antisistema" (ej.: Durov, Musk), son espacios donde la confidencialidad de las comunicaciones está asegurada. En realidad, estamos totalmente desamparados ante el funcionamiento opaco de estas redes. Debe plantearse sobre la mesa la cuestión de su control social democrático.

Volviendo al tema de la guerra, ¿parece que Ucrania está cediendo, va a romperse? ¿Cuáles son los objetivos de Moscú? ¿Qué propuestas políticas podemos apoyar en Francia para poner fin a esta masacre?

Mientras permanezcamos en este panorama político –gobiernos nacionalistas en Rusia y en Ucrania– no es posible un alto el fuego. Para el régimen ruso, la razón es bastante simple: Putin ha involucrado a su país en una guerra demasiado costosa en términos de vidas humanas y recursos como para salir con un compromiso menor. Lo que Moscú busca es una victoria total.

Para Ucrania y la OTAN, una negociación con Rusia implicaría cuestionar la Pax Americana y el orden mundial que ha existido desde el final de la Guerra Fría, que permite a los países de la OTAN violar el derecho internacional sin consecuencias

Para Ucrania y la OTAN, una negociación con Rusia implicaría cuestionar la Pax Americana y el orden mundial que ha existido desde el final de la Guerra Fría, que permite a los países de la OTAN violar el derecho internacional sin consecuencias. En tal situación, no podemos esperar lógicamente nada de los gobiernos, ya sea el de Vladimir Putin o los de la OTAN: solo los pueblos del mundo tienen interés en poner fin a esta guerra.

En realidad, solo las sociedades pueden activarse y movilizarse para poner fin a este espantoso conflicto: alguien debe hacer surgir un plan de paz lo suficientemente fuerte, respaldado y creíble como para que los gobiernos de las naciones no tengan otra opción que adoptarlo. La propuesta de Mélenchon es claramente la más interesante de todo el mundo occidental, ya que pretende basar la paz en un principio simple, que ya se movilizó al final de la Primera Guerra Mundial: la autodeterminación de los pueblos.

Simplemente debemos permitir que la gente vote en los territorios disputados sobre la nacionalidad a la que desean pertenecer. Si esta propuesta política es apoyada por actores lo suficientemente creíbles y poderosos, entonces será difícil para los gobiernos ruso y ucraniano rechazarla, ya que las sociedades de ambos países están agotadas y desean poner fin al conflicto. Esto ofrecería una salida al conflicto para ambos Estados. Un plan de paz democrático debe ser propuesto por la izquierda y otros actores responsables: perfectamente podría ser respaldado por gobiernos progresistas en el mundo, como en Brasil y México.

Incluso si esta propuesta fuese rechazada por los beligerantes, no dejaría de resonar entre las sociedades agotadas y desmoralizadas. La izquierda ya ha jugado este papel en el pasado. En 1915, cuando la guerra arrasaba el viejo continente, los militantes socialistas de todo el mundo se reunieron en conferencia en Suiza, en Zimmerwald, para denunciar la guerra como una consecuencia del imperialismo. Fue en ese momento cuando Lenin formuló la propuesta de la paz blanca, que efectivamente se implementó dos años después, tras la toma del poder por el partido bolchevique.

Rusia ha cambiado su doctrina de disuasión. ¿Estamos a las puertas de un enfrentamiento nuclear? ¿Qué le inspiran las voces que se levantan, particularmente en la socialdemocracia francesa, contra cualquier búsqueda de paz y compromiso?

Hay mucho engaño en las constantes referencias al arma nuclear por parte de Putin. De hecho, se trata de que los líderes rusos se hagan pasar por locos para intimidar a la opinión pública occidental y reducir el apoyo a Ucrania.

La falta de perspectiva de paz por parte de las clases dominantes occidentales no es sorprendente. Los gobiernos occidentales son imperialistas y apoyan el orden internacional favorable a los intereses de Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría. Se han dejado atrapar en un conflicto cuyo desenlace demasiado favorable a Rusia podría poner en peligro sus intereses.

No estoy cuestionando aquí la ayuda a Ucrania: ese apoyo militar debe preservarse para que el país no sea aplastado. El pueblo ucraniano debe ser apoyado ante la agresión que sufre. Pero seamos realistas sobre el gobierno Zelensky y los limites du su estrategia.

En realidad, la ayuda a Ucrania debe estar condicionada a reformas indispensables para garantizar la paz. En primer lugar, los partidos políticos prohibidos por el régimen desde 2014 deben ser readmitidos, el estatus del ruso, lengua materna del 20% de la población del país, debe ser preservado, y finalmente, las provincias de habla rusa deben poder autodeterminar su destino. No hay otra solución que la autodeterminación, y esta vía sin duda fortalecerá y hará más respetada a Ucrania: si Ucrania respeta el voto de estos territorios rusoparlantes, la guerra ya no será legítima.

A largo plazo, deberá plantearse la cuestión de la disolución de la OTAN. Hoy es evidente que esta organización trabaja en contra de la paz en Europa y del equilibrio entre los distintos intereses nacionales. Incluso refuerza la legitimidad del régimen de Putin, que la utiliza como chivo expiatorio ideal tras haber querido en su día adherirse a ella. Las estructuras imperialistas deben ser desmanteladas en ambos lados, y el viejo continente debe ser desmilitarizado a largo plazo. Debemos salir del paradigma suicida que consiste en elegir un bando, ya sea el de la OTAN o el de Rusia, y nunca el de la paz.

Podemos y La France Insoumise deben, por tanto, llevar este proyecto pacifista y encontrar el apoyo de otras potencias que trabajen por un orden internacional basado en relaciones más equilibradas entre las naciones.

Pasemos a otro conflicto que está en llamas en Oriente Próximo. Los medios franceses ignoran la fuerte proximidad entre Rusia e Israel, donde residen muchos judíos rusoparlantes. Sin embargo, en los últimos años, el régimen ruso parece acercarse a Irán. ¿Cuáles son los resortes de esta alianza? ¿Es duradera?

Tienes toda la razón al señalar esta proximidad. Putin y Netanyahu han sido muy cercanos, ambos compartiendo una visión violenta del mundo teñida de nacionalismo. Durante mucho tiempo, Rusia se preocupó por preservar sus intereses en Israel, incluso proporcionando información sobre los reactores nucleares civiles que construía en Irán. La colaboración tecnológica entre los dos países también era buena.

Sin embargo, las relaciones entre Rusia e Israel se han tensado recientemente, ya que el Estado hebreo solo confía en Estados Unidos para garantizar su seguridad y llevar a cabo sus guerras de agresión contra Palestina, Líbano y otros estados árabes.

En cuanto a la alianza entre Rusia e Irán, hoy es real, pero sobre todo oportunista. Los dos Estados tienen profundas diferencias históricas: los iraníes no perdonan a los rusos por haber anexado el actual Azerbaiyán a principios del siglo XIX, y los rusos medios no tienen simpatía por el régimen islamista de Teherán. Los dos países se encuentran unidos por un antiamericanismo y una voluntad común de aumentar los precios del petróleo. Las llamadas de la diplomacia rusa a un alto el fuego son puramente oportunistas y buscan atraer la simpatía del mundo árabe. No es imposible que esta posición evolucione nuevamente en función de las reconfiguraciones regionales.

Mientras los radicales israelíes y norteamericanos empujan hacia una guerra contra Irán, el nuevo presidente iraní tiene como prioridad restablecer el acuerdo nuclear con los occidentales para mejorar la economía nacional

Mientras los radicales israelíes y norteamericanos empujan hacia una guerra contra Irán, el nuevo presidente iraní tiene como prioridad restablecer el acuerdo nuclear con los occidentales para mejorar la economía nacional. Aunque todo el mundo habla de guerra, quizás estemos a las puertas de una distensión con Irán: la geopolítica de esta región nos reserva muchas sorpresas.

Volviendo al papel de Rusia, no hay que sobrestimar la capacidad de Putin para causar estragos en la región. Si bien ha logrado salvar al brutal régimen de Bashar al-Assad en Siria, el Kremlin, ocupado en Ucrania, no tiene los medios para salvar su cuerpo expedicionario en Siria si este fuera atacado por Israel. En realidad, son los Estados Unidos el principal factor de desestabilización en la región. Su influencia negativa se manifiesta hoy en los incendios que prenden al proporcionar a Israel el armamento necesario para que Benjamin Netanyahu continúe sus guerras criminales.


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