Alemania

La empinada cuesta de los ganadores en Brandeburgo

Foto: RTVE
O entendemos la dinámica del abstencionismo o seguimos como estamos entre el neoliberalismo, el populismo y el neofascismo

Presento a continuación algunos comentarios en caliente sobre las elecciones celebradas en el estado alemán de Brandeburgo el pasado domingo. El primer aspecto sobre el que llamaría la atención es el alto porcentaje de participación: el 72,9 por 100 de acuerdo con la información proporcionada por la Zweites Deutsches Fernsehen. El segundo es la pírrica victoria obtenida por el SPD, incapaz de formar mayoría, dado que los Verdes han sido expulsados del Parlamento regional. Es la segunda vez, tras lo sucedido hace unas semanas en el estado de Turingia, que los Verdes no alcanzan el umbral del 5 por 100. Un varapalo humillante, pero bien merecido, porque un partido que nació poniendo en primer plano la protección del medioambiente y la defensa de la paz, se ha convertido en un partido de belicosos partidarios del apoyo incondicional a Zelensky. Y ello es realmente triste, porque la herencia del ecologismo alemán había hecho el aire más respirable en la Europa neoliberal. Hoy esa herencia se ha dilapidado.

Alternative für Deutschland (AfD), la extrema derecha, ha perdido obteniendo el 29,2 por 100 de los votos. Ha quedado ciertamente en segundo lugar, pero tiene los números en el parlamento regional que le permiten ejercer la Sperrminorität, es decir, el porcentaje suficiente para bloquear todas las decisiones que requieran una mayoría de dos tercios, por ejemplo, las que afectan a la elección de jueces constitucionales. Por otro lado, AfD es el partido más votado por los jóvenes cuya edad oscila entre los 18 y los 24 años. Y no sólo eso, porque además el principal candidato de AfD ganó el llamado Direktmandat en su circunscripción, ¡obteniendo casi el 40 por 100 de los votos en la misma! La victoria del SPD (30,9 por 100) se explica por la gran popularidad del presidente del Land, Dietmar Woidke, que gobierna el estado desde hace once años, siendo esta la primera vez que no gana el Direktmandat, aunque tan solo le han faltado siete votos para hacerlo. Se le considera un crítico de Scholz, pero no parece tener un perfil que haga posible su competencia con otros líderes del SPD en la política nacional, siendo considerado simplemente un icono regional. Así que es cierto que el canciller Scholz puede respirar aliviado, pero sólo hasta cierto punto, porque en cuanto se conocieron los resultados de Brandeburgo se reabrió la discusión interna en el partido sobre la conveniencia o no de que el SPD opte por la reelección de Scholz como canciller, así como la alternativa ofrecida por la candidatura del actual ministro de Defensa Boris Pistorius.

Queda por ver qué sucederá ahora con la BSW. Todavía debemos dilucidar cómo posicionar políticamente a esta nueva fuerza política

Por otro lado, ha resultado sorprendente la exigua cifra obtenida por la CDU, que con su 12,1 por 100, ha sido superada por la nueva fuerza política en liza, la Bündnis Sahra Wagenknecht – Vernunft und Gerechtigkeit (Alianza Sahra Wagenknecht – Por la Razón y la Justicia, BSW), que se ha hecho con el 13,5 por 100 de los sufragios. El líder de la CDU Friedrich Merz, el ultraatlantista que orilló a Merkel y antiguo jefe de la filial alemana de Blackrock, detrás del cual marcha compacta la totalidad de la CDU-CSU, se había comportado correctamente, siendo el único líder nacional, que participó en un mitin el último día de campaña para afirmar que no querían saber nada de AfD y que había que aislar a la extrema derecha, lo cual resulta coherente con la posición asumida por su partido en Europa.

Queda por ver qué sucederá ahora con la BSW. En primer lugar, todavía debemos dilucidar cómo posicionar políticamente a esta nueva fuerza política. Definida ahora, o en realidad tildada acusatoriamente, por los medios de comunicación como una formación rojiparda (mitad comunista, mitad fascista), este partido ha tenido el mérito, en mi opinión, de mirar a la cara a AfD en lugar de despacharla con el epíteto de neonazi y zanjar así la cuestión, esto es, en lugar de practicar la teoría del cordón sanitario o sea la política del avestruz. La nueva formación de Sahra Wagenknecht se ha preguntado ante todo por qué los jóvenes votan a AfD, lo cual en las elecciones europeas sucedió incluso en ciudades opulentas como Frankfurt y Múnich. Lo hacen, porque sufren la precariedad, el desempleo, la falta de valores, ha sido su respuesta, es decir, lo hacen por todo lo que han producido las políticas neoliberales, ergo hay que luchar contra estas políticas. Estas son las razones del voto joven y no tanto el encaprichamiento por Hitler o los camisas pardas. BSW preguntó: «Pero, ¿por qué todo lo que dice AfD tiene que estar equivocado? Y si por casualidad dice algo correcto, ¿no deberíamos escuchar a esta formación y actuar en consecuencia? Incluso en Brandeburgo, miembros de la BSW han dicho que estarían dispuestos a votar a favor de las mociones de la AfD, si estas fueran razonables. En definitiva, Sahra Wagenknecht, en mi opinión, ha puesto el dedo en la llaga, denunciando que el antifascismo a menudo no es más que una forma de inmovilismo, cuando no la forma de justificar la persistencia de las políticas neoliberales. ¿No es Ursula von der Leyen la que predica la imposición del «cordón sanitario» a la extrema derecha, pero luego implementa las políticas neoliberales más nefastas aderezadas con una pizca de greenwashing?

Una de las razones por las que la BSW está pisando fuerte radica también en su campaña contra la delincuencia financiera, contra la evasión fiscal organizada por los grandes bancos, contra esa delincuencia que había hecho famosa a la fiscal Anne Brorhilker, quien había destapado las colosales estafas fiscales organizadas por los bancos y las había llevado a juicio. Pues bien, esta mujer dimitió de la magistratura el pasado mes de abril y ahora colabora con la iniciativa cívica Finanzwende, tras afirmar que el aparato del Estado no tiene ninguna intención de perseguir a fondo la evasión fiscal e insinuando que el canciller Scholz es uno de los primeros en impedir que se persiga a fondo la delincuencia financiera. La BSW cuenta entre sus principales miembros con Fabio De Masi, ahora eurodiputado, un italiano que ha luchado contra la delincuencia financiera con gran energía y competencia. Pero eso no es todo, la BSW ha denunciado también de modo muy enérgico la forma en que el canciller Scholz manejó el atentado cometido contra el gaseoducto North Stream.

Así pues, saquemos las consecuencias pertinentes de lo hasta aquí expuesto: el SPD y la CDU juntos no tienen mayoría en Brandeburgo y necesitan que alguien desempeñe la consabida función de muleta, tarea que habría recaído en manos de los Verdes o de los Liberales, que en la actualidad forman parte del gobierno federal. Ninguno de ellos, sin embargo, ha superado el umbral del 5 por 100, así que están fuera del nuevo parlamento regional. ¿Quién queda? La BSW, que ya ha dicho que está dispuesta a echar una mano, pero bajo determinadas condiciones, según ha indicado su portavoz en Brandeburgo, cuyo nombre es Amira Mohamed Ali. De hecho, parece que las conversaciones de Woidke con la CDU y la BSW ya han comenzado. Así pues, en Brandeburgo se formaría una coalición, si bien inestable, formada por un líder del SPD opuesto a Scholz y por un partido que considera a este un protector de los evasores fiscales. Se comprende la Schadenfreude [alegría por el mal de otros] de AfD, que ya se está preparando para crear todas las dificultades posibles a esa coalición y ya piensa en la victoria en las próximas elecciones federales. Los Verdes, en lugar de efectuar la correspondiente autocrítica, se han lanzado a hacer declaraciones, que solo puede hacer alguien que ha perdido la cabeza.

Una de las cosas más interesantes que debemos saber es a quién han ido a parar los votos de los antiguos abstencionistas

Por dar una idea de cuál es la atmósfera reinante en Brandeburgo basta con indicar que entre los candidatos de AfD se contaba un vendedor de coches, que desempeñaba funciones reservadas a los laicos en la iglesia evangélica. La iglesia le apeó de todos sus cargos y el hombre no fue elegido. Una de las cosas más interesantes que debemos saber es a quién han ido a parar los votos de los antiguos abstencionistas. Quienes se abstuvieron en las elecciones anteriores, ¿a quién han votado en esta ocasión? Porque ésta es también, en mi opinión, la cuestión política más candente de la Europa actual. O entendemos la dinámica del abstencionismo o seguimos como estamos entre el neoliberalismo, el populismo y el neofascismo. Ni que decir tiene, por supuesto, que la cuestión número uno es absolutamente la lucha contra las políticas neoliberales y belicistas. Los conflictos desplegados en torno al trabajo son la única salida y la experiencia del Workers Families Party (WFP) en Estados Unidos me reconforta en este sentido.


Recomendamos leer Sergio Bologna, «El enemigo justo», «Del 25 de abril al 1 de mayo: ¡no hay antifascismo sin anticapitalismo», El Salto; y Crisis de la clase media y posfordismo (2006); y Joachim Jachnow, «¿Qué ha sido de los Verdes alemanes?», NLR 81.

Una versión anterior de este artículo ha aparecido en Officina Primo Maggio y se publica con autorización expresa del autor.