Régimen de guerra

Ulrike Guerot: "Europa se refundó en torno al relato de no volver a hacer la guerra y ahora nos dicen que debemos unirnos en torno a ella"

Ulrike Guerot — Foto / Carmela Negrete
La académica y pensadora Ulrike Guerot ha pasado de ser una figura influyente y solicitada en temas de política europea a ser estigmatizada tras la publicación de un libro en el que expresa una visión crítica sobre la política de la Unión Europea en Ucrania

Profesora en la Universidad de Bonn hasta 2023, Guerot fue apartada de su puesto por un supuesto caso de plagio que ella misma ha cuestionado y que aún está en medio del proceso judicial. Mientras se resuelve su situación y no percibe salario alguno, Guerot reflexiona en esta entrevista para Diario Red sobre el estado de Europa, el ascenso de la ultraderecha, la censura y la necesidad de construir una república socialista para todos los pueblos europeos y parar así el posible avance del fasciamo. A lo largo de su carrera, Guerot se ha dedicado a estudiar la identidad europea y el desarrollo democrático del continente, y su ideología ha evolucionado desde sus primeros años en la Unión Demócrata Cristiana (CDU) hacia una visión cada vez más cercana al socialismo. Guerot ha ocupado cargos de relevancia en instituciones influyentes, como el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y el Fondo Marshall alemán, además de su labor como profesora de ciencias políticas en diversas universidades. En esta conversación nos ofrece su análisis sobre la Europa en guerra, sus reflexiones sobre su reciente despido y lo que ello podría significar para la libertad académica en Alemania, así como sus esperanzas para el futuro de Europa.

Profesora Guerot, el partido de extrema derecha austríaco FPÖ llevaba en su programa electoral el acabar con las sanciones a Rusia y mantener la neutralidad. Usted que ha vivido y dado clases de ciencias políticas en la Universidad en dicho país: ¿Cree que esta victoria también tiene que ver con eso?

No, el FPÖ no ha defendido estas ideas de manera consecuente. Los únicos que lo han hecho han sido la lista de Marlene Petrovic, que se ha posicionado a favor de la neutralidad y la paz. Sin embargo, solo obtuvieron menos del 2% de los votos. No me sorprende que el FPÖ haya ganado las elecciones, ya que ha sido muy fuerte en Austria durante los últimos 25 años, y no es la primera vez que están en el gobierno. Estuvieron en el gobierno con Sebastian Kurz, pero se conoció el caso Ibiza y su popularidad disminuyó un poco. Luego llegó el coronavirus, y Herbert Kickl, por supuesto, consiguió muchos votos con su discurso crítico sobre las medidas. Con las protestas de los agricultores, salió a la luz una reserva de votantes para el FPÖ en las zonas rurales. Dentro de la FPÖ hay quienes dicen que, en este momento, la neutralidad austriaca es más un problema que otra cosa. Austria se ha abierto al paso de convoyes militares. Y nadie ha protestado realmente contra eso, excepto la lista de Petrovic. En mi opinión, el resultado electoral tiene menos que ver con una defensa absoluta de la paz. Tiene más que ver con que, en Austria hay una disposición latente para votar por el FPÖ. Por supuesto, el tema de la migración es determinante. Creo que la FPÖ ha tenido éxito con sus demandas en la cuestión migratoria, como las deportaciones. Curiosamente, en Viena, la socialdemocracia (SPÖ) se ha convertido en la fracción más fuerte. Así que Viena es roja y el resto del país no lo es. Y eso se ha reforzado en este resultado electoral.

¿Está el fascismo en ascenso en Europa?

Creo que debemos reflexionar en serio sobre qué es el fascismo. Me resisto a etiquetar a los actuales partidos "populistas" de forma general como partidos fascistas. Los votantes, en particular, no lo son. Me cuesta decir que Orbán, Marine Le Pen, Kickl o, quien sea, como Alice Weidel, son todos fascistas. Podemos discutir sobre la migración. Podemos discutir sobre un lenguaje deshumanizador. Naturalmente, podemos hablar sobre la demanda clásica de una agenda humanitaria, a saber, que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", y que en los entornos populistas, con respecto a este principio, a menudo se elige un lenguaje de descalificación y desdén (como el concepto de "remigración"), que viola este concepto de dignidad en relación con los migrantes. Exigir de manera radical "cerrar las fronteras" no es, sin duda, una solución. Sin embargo, también es un hecho que hay un problema de migración que debe ser considerado con frialdad: ¿cuánta inmigración es posible, cuánta es necesaria, cómo se regula de manera que los sistemas sociales y también las poblaciones no se vean sobrecargados en términos de su capacidad de integración, y no se genere un potencial de agresión o violencia en las sociedades?

Con la llegada de numerosos refugiados en 2016 y ahora los refugiados de Ucrania, algo se ha descontrolado aquí y hay un ambiente cargado de resentimiento en la población

La pregunta es si debemos llamar a esto fascismo, sobre todo porque, por ejemplo, los socialdemócratas en Alemania y también en Dinamarca, ahora están haciendo las mismas demandas y aplicando la misma política de deportación bastante radical... o en Suecia. El SPD ahora está implementando programas de deportación. Si, entonces, una postura clara hacia los refugiados fuera fascismo, también habría que etiquetar al SPD o a los socialdemócratas daneses como "fascistas". Está claro que tenemos un problema de refugiados a nivel europeo. Aparentemente, ya no hay disposición en Francia, Austria, Reino Unido, Alemania o los Países Bajos para permitir más inmigración. En todas las grandes ciudades europeas, ya sea París o Berlín, hay un sentimiento de extranjerización. Existen problemas para integrar a las personas en empleos, con la vivienda o las escuelas, hay competencia en el segmento inferior de los bajos salarios, y este problema debe ser resuelto. Personalmente, no creo que se puedan resolver estos problemas mediante deportaciones, que son más bien políticas simbólicas, pero no ofrecen una solución estructural. Devolver a alguien, por ejemplo, a Afganistán, donde las mujeres no pueden ir a la escuela nuevamente, no puede ser la solución. Pero, por supuesto, delitos violentos como el de Solingen alimentan tales demandas.

Con la llegada de numerosos refugiados en 2016 y ahora los refugiados de Ucrania, algo se ha descontrolado aquí y hay un ambiente cargado de resentimiento en la población. Este problema debe resolverse mediante una discusión abierta sobre el derecho de asilo y la pregunta de a quién debería aplicarse. Para mí la deshonestidad radica en que aceptamos a muchos refugiados que en realidad no obtendrían estatus de asilo. Una política honesta sería, por ejemplo, decir que existe una "Green Card", permitimos la migración selectiva. Todos los demógrafos coinciden en que Alemania necesita migración como país abierto, económicamente, y porque queremos una sociedad colorida, abierta y diversa. Encuentro problemático el término "migración económica", porque siempre ha sido así que las personas se han ido en busca de una vida mejor en algún lugar. Pero hay un interés legítimo en regularlo, porque si, bajo la presión del populismo y la presión de la derecha, sociedades enteras y democracias dejan de funcionar, entonces nadie gana con ello: ni los inmigrantes ni el país. No beneficia a nadie.

Si no hablamos de fascistización, sino de un giro hacia la derecha, ¿cree usted que esto tiene que ver con el régimen de guerra en la Unión Europea? ¿Y está Austria fuera de este régimen porque es neutral?

Primero que nada, los austriacos tienen un gran debate sobre si son neutrales y si seguirán siendo neutrales. Hay muchos en Austria que ahora dicen que tenemos que poner fin a la neutralidad, que debemos convertirnos en un buen miembro de la OTAN. Lo encuentro muy lamentable. Creo, por el contrario, que Europa debería volverse neutral como Austria. ¿Está el giro hacia la derecha relacionado con la guerra? Todo está relacionado con la guerra. Si estamos, por así decirlo, bajo leyes de guerra y en una economía de guerra, y gastamos una cantidad inmensa de miles de millones en esta guerra, eso se nota en todos lados. Una guerra necesita ciudadanos dispuestos. Los márgenes de opinión se ven aún más restringidos por la guerra. Si todos deben ser capaces de hacer la guerra, (como dice el canciller, DR) la disidencia y la crítica se convierten en un problema, y se sofocan los debates. Para ello, se están estableciendo leyes en toda Europa bajo la Ley de Servicios Digitales Europeos.

Aunque la AfD está en contra de esta guerra, sigue estando a favor de la OTAN y del objetivo del 2% del presupuesto para gasto militar

Es decir, hay procesos legislativos europeos, regulaciones sobre discursos de odio y leyes contra las "noticias falsas", etc., que tienen como objetivo restringir la libertad de expresión o incluso la crítica. Y esto es delicado en todos los sentidos, porque ya no se sabe qué se puede decir y qué se puede comparar. Si, por ejemplo, en Turingia Björn Höcke es elegido y la presentadora de ZDF, Schausten, compara esta elección con el NSDAP, cuando dice que ahora tenemos una especie de "toma del poder" de la derecha por segunda vez en 85 años, considero que eso es muy problemático. Porque hoy simplemente no podemos decir que la AfD es como los nacionalsocialistas. ¿qué queremos decir cuando hablamos de fascismo hoy? No creo que se deba prohibir a la AfD, y tampoco denominar a sus votantes fascistas.

¿Se considera víctima de estas restricciones en este régimen de guerra? ¿Y cómo cree que les iría a personas como usted si la AfD estuviera en el poder?

Bueno, aunque la AfD está en contra de esta guerra, sigue estando a favor de la OTAN y del objetivo del 2% del presupuesto para gasto militar. A mi juicio, la AfD está lidiando internamente con su equilibrio entre los llamados "atlantistas" y los eurasiáticos. El partido ha hecho mucho en relación con la explosión del gasoducto Nord Stream, la diplomacia y la paz con Rusia. Sin embargo, el partido de Sahra Wagenknecht BSW es aún más coherente en este aspecto. Está claro que, a través de esta gran narrativa sobre la guerra necesaria, para la cual todos deberíamos estar preparados, la tentación autoritaria aumenta y discutir se vuelve más difícil. Esto lleva a que no se lleve a cabo una discusión real sobre si esta guerra es buena y razonable para Europa.

No creo que Alemania deba convertirse en una potencia mundial. Al contrario. Creo que tenemos una guerra subsidiaria estadounidense en el continente europeo

Por supuesto, no soy una víctima. Se es víctima cuando algo sucede por cual uno no es responsable. He escrito un libro y luego fui sancionada y despedida por razones poco convincentes. Así que solo constato que la discusión sobre la guerra en este país es evidentemente altamente sensible, que las opiniones que difieren de las oficiales del gobierno son rápidamente eliminadas y marginadas, porque no se quiere permitir la discusión sobre el núcleo de la cuestión: si esta guerra es buena para Europa . Y esta guerra, por supuesto, no es buena para Alemania ni para Europa. No soy la única que dice esto. También lo dicen Patrick Baab, Gabriele Krone-Schmalz, Klaus von Dohnanyi, Gunther Verheugen, el general Kujat y muchos otros que son marginados. En ese sentido, este "estado de guerra" que ahora prevalece tiene un impacto claro en la libertad de expresión. Creo que en Austria, en cierto sentido, la situación es un poco mejor. Austria es aún más conformista, por así decirlo; solo unas pocas personas protestan por la paz, así que no parecen necesarios estos mecanismos de control.

Y dado que ya hemos hablado de esto, de la militarización de Europa y de esta guerra. En el caso de Alemania, ¿ve alguna particularidad? Es decir, Alemania, por buenas razones históricas, no tiene un ejército fuerte y ahora quiere convertirse en la tercera potencia militar mundial. ¿Qué opina al respecto?

Bueno, no creo que Alemania deba convertirse en una potencia mundial. Al contrario. Creo que tenemos una guerra subsidiaria estadounidense en el continente europeo. Stoltenberg ya lo ha dicho, incluso muchos estadounidenses lo dicen. En este contexto, la cuestión europea es por qué permitimos que a través de esta guerra, por así decirlo, entremos en la autolesión del continente europeo. Porque para Europa es muy importante un orden de paz con Rusia o también con China. Ahora estamos aceptando una división de Europa que no podemos manejar de ninguna manera, ya sea económica, social, comunitaria o estratégicamente. Y además, también estamos discutiendo sobre esta guerra entre europeos, porque los españoles, los portugueses, los italianos, los griegos y, por supuesto, los alemanes o los estados nórdicos no tienen la misma posición respecto a esta guerra. Lo que se piensa en España y en Francia no es lo que se piensa en Polonia o lo que desean los bálticos.

Europa no puede unirse a través de una guerra. La unificación europea se verá perjudicada

Es decir, Europa se refundó en torno al relato de no volver a hacer la guerra y ahora nos dicen que debemos unirnos en torno a ella y que también debe, por así decirlo, librar esta guerra en nombre de los estadounidenses. Porque los estadounidenses se retirarán de esta guerra después de las elecciones del 5 de noviembre, sin importar si Donald Trump o Kamala Harris son elegidos. Sin embargo, Europa no puede unirse a través de una guerra. La unificación europea se verá perjudicada. Para mí, es una gran tragedia que haya sido posible anclar esta narrativa de guerra de la "victoria necesaria sobre Putin" en el continente europeo. Y por eso esta narrativa de guerra debe desaparecer. Nosotros, como europeos, debemos volver a nuestras propias narrativas y planes que teníamos en 1991 y 1992. Una unión política en relación con la Unión Europea y una arquitectura de seguridad con Rusia, la Carta de París y el Tratado de Maastricht... esas eran nuestras narrativas.

Por cierto, un saludo a Austria, pero Bruno Kreisky también quería eso. Es decir, teníamos en aquel entonces políticos completamente diferentes como Kreisky, Olaf Palme y Willi Brandt, que precisamente querían eso, un Europa pacífica que se abra hacia el este y, por cierto, también hacia el Medio Oriente, que busque asociación y cooperación tanto en el este como en el sur.

Porque, en cuanto al Medio Oriente, la situación actual también es terrible, un verdadero infierno, por así decirlo. Al conflicto entre Israel y Palestina se ha sumado ahora el conflicto entre Irán y Líbano. Ahora se supone que dos millones de palestinos serán desplazados de la Franja de Gaza. A Israel se le permite llevar a cabo todas las operaciones militares, a pesar de las más de 40,000 víctimas civiles, de las cuales 17,000 son niños... no se puede hablar de defensa propia, sino que es represalia y genocidio. Yo no pongo en duda el derecho a existir de Israel. La verdadera pregunta es si todavía estamos trabajando en una solución de dos estados. Aparentemente no, porque el término está completamente fuera del discurso.

¿Pero entonces qué? ¿Una "República Haifa", como sugiere Omri Boehm? Eso sería bonito, una república multiétnica y multirreligiosa. Pero una república así no puede surgir si se desplazan a dos millones de palestinos. Una república así no puede ser tampoco un estado sionista. Esta guerra es, en última instancia, un conflicto europeo, dado el vínculo entre el holocausto y la cuestión de la existencia de Israel. Y en ambas guerras, Europa debe decidir si tiene un impulso por la paz, si quiere extender la mano de la diplomacia y la reconciliación en lugar de apoyar unilateralmente a Israel y suministrar armas. Europa como potencia pacificadora es necesaria en el este y en el sur, pero, lamentablemente, Europa está fracasando literalmente en ambos frentes. Europa es parcial, no está a favor de la paz, y eso destruye la idea europea y, en última instancia, a la propia Europa.

Usted fue despedida de la Universidad de Bonn y un tribunal ha confirmado el despido por supuestos plagios. ¿Cuáles son los siguientes pasos en dicho proceso?

Tuve mi juicio en primera instancia en el tribunal laboral de Bonn el 24 de abril de 2024, perdí y luego presenté una apelación. En agosto se presentó la demanda de apelación. La Universidad de Bonn debe responder a nuestro escrito de apelación antes de finales de octubre. El tribunal laboral estatal de Colonia fijará una fecha para la audiencia, probablemente para la primavera de 2025. Mientras tanto, he hecho públicos mis supuestos "plagios". Dos científicas sociales suizas, Tove Soiland y Lydia Elmer, han investigado y analizado las acusaciones de plagio en dicha web, señalando los errores con precisión. En esencia, se trata de errores menores de citación en un libro no científico, que deberían ser tolerables como errores, pero no constituyen plagio. Mi caso es, de alguna manera, un precedente. Hay muchos casos prominentes de plagio, por ejemplo, el de la Ministra de Exteriores Annalena Baerbock o la ex-alcaldesa de Berlín Franziska Giffey, que han plagiado hasta un 80 por ciento en sus disertaciones y no han enfrentado consecuencias. Está muy claro que hay un doble rasero basado en motivos políticos.

¿Qué ha significado todo esto para usted, personalmente en su carrera y también para la sociedad en general, para la libertad científica?

Bueno, para mí personalmente ha significado, primero que nada, que me despidieron en febrero de 2023 y perdí mi puesto, lo que también significó la pérdida de mis ingresos. Y eso es algo bastante “difícil” cuando uno tiene 58 años. Todos tenemos facturas por pagar o préstamos en curso, y de repente se va el dinero. Tuve que reinventarme completamente justo antes de cumplir 60 años. Vengo de Austria y fui a la Universidad de Bonn, que me había llamado con una especie de “lista de excelencia” y que me quería a toda costa. En Bonn, acababa de amueblar un nuevo apartamento, pinté las paredes y compré algunos muebles. Y entonces, apenas llegas y te despiden. El daño emocional y financiero fue grande, eso puede imaginárselo cualquiera, cuando estás a punto de cumplir 60 y estás a punto de comenzar una nueva vida, y luego esa nueva vida no ocurre. Fue duro. Pero, independientemente de mis emociones, hay algo más en juego, porque, por supuesto, se ha enviado un mensaje a otros científicos: Manténganse al margen con opiniones críticas, de lo contrario, buscaremos si hay algún error menor en su trabajo y le pondremos de patitas en la calle. El libro que escribí junto con Hauke Ritz sobre Europa y la guerra en Ucrania fue solo un ensayo. Y en este libro, Endgame Europe, no se encontró ni un solo error de contenido ni formal. Pero el libro era políticamente explosivo porque iluminamos la guerra de agresión rusa desde otro ángulo y hablamos de una guerra de poder estadounidense. Esto es interesante porque en octubre de 2022, la Universidad de Bonn emitió una declaración pública y se distanció de mí por "conducta científica inapropiada".

Regresando a la pregunta sobre la situación general. ¿Hacia dónde cree que va Europa?

En última instancia, se podría sostener la gran tesis de que, de alguna manera, aún estamos discutiendo la guerra civil europea de 1914 casi cien años después. Y ahora podría comenzar una tercera guerra mundial. Como siempre en tiempos de guerra, las tensiones sociales aumentan, las clases medias se hunden, simplemente por la política energética. Bajo esta presión, el populismo prospera, como Walter Benjamin ya dijo sobre la Segunda Guerra Mundial: “antes de cada período fascista hay una revolución social fallida”. La presión populista se centra en los refugiados. En esta situación, prosperan los discursos racistas, que han sido preparados durante muchos años por pensadores de la derecha cercana a la AfD, como Götz Kubitschek y Sezession, que trabajan en toda esas ideas del “pueblo homogéneo”, de la superioridad cultural de los “blancos” o de la incompatibilidad de las culturas. Estos discursos ahora se cuelan por la puerta de sociedades que están altamente emocionalizadas y atomizadas, que ya sufrieron durante la pandemia: desajustes sociales, desindustrialización...

Me parece importante que entendamos que detrás de esta tentación aparentemente autoritaria se encuentra un impulso capitalista. Al capital, en última instancia, le da igual si hay fascismo o no, siempre y cuando no haya socialismo. Eso significa que la narrativa capitalista es compatible con la narrativa fascista. El populismo, como en todas las épocas históricas, es instrumentalizado por el capital. En este sentido, se podría decir que en toda Europa, con algunos años de paz intercalados,  aún tenemos la misma guerra civil intelectual entre un orden social capitalista y uno socialista, que  se presenta como una guerra entre estados nacionales. Y los acontecimientos bélicos actuales podrían empujarnos, quizás por tercera vez, a un orden social capitalista y fascista. Otros debates se ven suprimidos, como por ejemplo el debate sobre si podemos imaginarnos una sociedad europea socialista. Antes lo llamaba “República Europea orientada al bien común”. ¿Podríamos imaginarnos el eurocomunismo? Benjamin Kunkel, en su libro Utopía o Ruina de 2012, que fue escrito durante la crisis bancaria, propuso reflexionar sobre un socialismo democrático, al igual que Axel Honneth, quien es considerado un gran teórico de la Escuela de Frankfurt. En su libro La Idea del Socialismo de 2015, también escribió que en el siglo XXI nos invita a reflexionar sobre una nueva síntesis entre democracia y socialismo.

¿Cree que hay que dar de nuevo una oportunidad al socialismo?

No puede ser que sigamos negándonos a reflexionar sobre esto porque el socialismo existente en la Unión Soviética fracasó. Por supuesto, el estalinismo fue horrible, nadie lo niega. Pero el hecho de que algo haya fracasado una vez no significa que no se pueda intentar de nuevo bajo otras circunstancias. Quien una vez no aprueba el bachillerato suele intentarlo una segunda vez. Al menos debería permitirse la reflexión sobre las posibilidades que podría haber para formular de manera diferente una síntesis de socialismo y democracia como modelo de orden político para una comunidad europea. En este momento, los pensadores supuestamente libertarios como Javier Milei tienen la delantera y se discute de facto mucho sobre la abolición del Estado. Pero si el capital tiene acceso directo a los ciudadanos, habremos regresado al feudalismo. Las sociedades europeas, sin embargo, tienen todas una configuración originariamente social o orientada al bien común que se deriva del concepto de república, res-publica.

La historia de las ideas europeas incluye en el ámbito de la economía teorías socialistas que van hasta la doctrina social católica, con conceptos muy asentados de communitas y de societas, es decir, de sociedades solidarias y de comunidades más igualitarias. Se podría decir de manera muy simplificada que el socialismo europeo es un cristianismo secularizado. No es casualidad que el legado humanista europeo sea el lema de la Revolución Francesa “Liberté, Egalité, Fraternité”. Estas corrientes ideológicas no son compatibles con la variante neoliberal de la economía estadounidense, tal como se aplica en los Estados Unidos desde al menos la II Guerra Mundial. Incluso la sociedad estadounidense ahora reacciona ante la cruda división social a raíz del populismo y de Trump. Y esta es, por así decirlo, la “guerra civil europea” que quizás estamos repitiendo por tercera vez en este continente. O esperemos no repetir, porque terminemos antes la guerra, de modo que se le quite fuerza al populismo europeo y se encuentren modelos de orden social razonables. Se podría decir también que estamos reencontrando la república.