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Mark Rutte, de halcón europeo a paloma de la OTAN

Alberto Ortega / Europa Press

El nuevo secretario general de la Alianza Atlántica es uno de los más firmes defensores de aumentar el gasto militar para dar apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia, justo lo contrario que defendió durante la crisis financiera de la década pasada

En la crisis financiera de la década pasada, cuando la UE estuvo a punto de ser devorada por la quiebra de la banca privada, se puso de moda dividir a los mandatarios europeos entre halcones y palomas. Los halcones abogaban por una política monetaria más rígida mientras que las palomas pedían que el Banco Central Europeo abriera la mano para no ahogar a los países del sur.

Mark Rutte (La Haya, 1976), presidente de Países Bajos durante 14 años, era más halcón que la propia excanciller alemana Angela Merkel. Quien la hace, la paga, sin indulgencias: luteranismo aplicado a la economía. En esta línea dura contra los países del sur de Europa, a los que despectivamente se les llamaba PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) —que en inglés significa cerdos—, el holandés llegó a afirmar en 2012 que “los españoles nos roban”. 

Mientras griegos, españoles, portugueses o irlandeses sufrían las consecuencias de la deuda generada por la banca privada en recortes de pensiones, sanidad, educación, desahucios, emigración juvenil, empobrecimiento y desempleo galopante, Rutte hacía alarde del luteranismo económico y se posicionaba en contra de mutualizar la deuda europea que fue lo que finalmente salvó al proyecto europeo de sí mismo.

El nuevo secretario general de la OTAN forma parte de la familia liberal, sin embargo, fue uno de los primeros mandatarios europeos en pactar con la ultraderecha, lo que le sirvió para ser primer ministro de Países Bajos en 2010. Después de esta corta aventura con la extrema derecha, Rutte pactó con los conservadores católicos y los socialdemócratas para llevar a cabo un recorte de 15.000 millones de euros de gasto público.

Paradójicamente, este Rutte contrario al gasto público y favorable a castigar a los países del sur de Europa es desde el 24 de febrero de 2022 uno de los más firmes defensores de aumentar el gasto militar para dar apoyo a Ucrania. En estos dos años desde que Rusia invadió el territorio ucraniano, Países Bajos ha destinado 7.000 millones de euros para financiar el régimen de guerra.

Con todo el desparpajo neoliberal que hace 14 años le servía para defender lo contrario, Rutte ha llegado a enviar 24 cazas F-16 a Kiev como ayuda complementaria a los 7.000 millones de euros ya comprometidos. Luteranismo económico para lo social, generosidad católica para alimentar el régimen de guerra.

Mark Rutte, nominado secretario general de la OTAN por Estados Unidos y los principales países de la UE, tendrá que cumplir ahora con el mandato de aumentar el gasto militar de los 32 Estados que forman parte de la organización militar con sede en Bruselas. Durante su mandato como jefe de la Alianza Atlántica, los países deberán alcanzar el 2% del PIB en gasto militar.

A favor de su nombramiento ha jugado su capacidad para lograr consensos con el establishment europeo. No en vano, en su larga carrera política ha conseguido pactar con la socialdemocracia, ecologistas, conservadores y ultraderechistas. Esa experiencia de lograr poner de acuerdo a las grandes familias políticas del régimen de guerra será su principal cometido y para lo que ha sido señalado tanto por halcones como por palomas.

Donald Trump mediante. Porque si el 5 de noviembre las elecciones presidenciales de Estados Unidos las gana el candidato republicano, la OTAN puede entrar en otra fase, Zelenski puede pasar a ser un juguete roto, los que niegan un acuerdo de paz con Putin serán pacifistas de toda la vida y Ucrania verá frustrado su deseo de formar parte de la OTAN y de la UE. Realpolitik lo llamarán.