Genocidio en Gaza

El mundo tras un año de genocidio en Gaza

Foto: BBC

Todo ha cambiado desde el 7 de octubre de 2023. ¿Qué perspectivas ofrece Gaza, la región y el mundo?

El mundo en general y Oriente Medio en particular han cambiado enormemente desde el 7 de octubre de 2023. Por aquel entonces, a lo largo de los primeros nueve meses de aquel año, el principal asunto en términos militares era, sin lugar a dudas, la guerra en Ucrania. Arabia Saudí e Israel estaban acercando posturas, evidenciando que la cuestión palestina era cada vez menos importante para algunos actores en la región que habían decidido priorizar la estabilidad estratégica y económica por encima de la defensa de los palestinos.

Apenas una semana antes del ataque de Hamás contra Israel, Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, declaraba que Oriente Medio estaba en su momento “de mayor calma” en dos décadas. Así, Washington podía enfocarse en su pretendido giro hacia el Asia-Pacífico mientras continuaba desgastando a Rusia en el escenario ucraniano. No obstante, aquella optimista descripción ha envejecido como una tétrica e irónica predicción que deja en claro las ensoñaciones del gobierno de Joe Biden: aunque las tensiones en Gaza y Líbano ya existían, los Dems quisieron presumir de una estabilidad que era solo estética.

Franja de Gaza

El 7 de octubre fue un antes y un después para la cuestión palestina. Para la resistencia anti imperialista allí, sigue siendo un hito, pues se logró penetrar las robustas defensas israelíes y dañar al gobierno de Netanyahu en el corazón del país. Para Israel, fue la confirmación de su particular visión sobre su entorno regional, basada en la creencia de que son ellos los amenazados por el resto de actores, y no al revés.

La idea de que no pueden coexistir con los palestinos había estado presente durante mucho tiempo entre los sectores más radicales de la política israelí; tras el ataque de Hamás, se tornó prácticamente hegemónica. La justificación para la ofensiva contra la Franja de Gaza se fundaba en la idea de la eliminación de Hamás, pero la lógica según la cual prácticamente toda la población gazatí estaba de alguna forma ligada con ellos albergaba una única salida lógica: el exterminio.

Atendiendo a la doctrina Dahiya, Israel definió su estrategia en la Franja en base a la idea de que lo civil y lo militar se encuentran imbricados entre sí, por lo que no cabe distinción alguna —por cierto, esta misma idea es la que rige en Líbano desde que el Ejército israelí intensificó su violencia contra la población libanesa—. En torno al 60% de los edificios en Gaza han sido dañados o destruidos desde el 7 de octubre, según los académicos Corey Scher (Universidad de CUNY) y Jamon Van Den Hoek (Universidad de Oregón) que emplean las imágenes del satélite Copernicus Sentinel-1.

La Franja de Gaza es un territorio inhabitable, esencialmente. Si nada cambia sustancialmente en los próximos meses o años, los gazatíes enfrentarán varios destinos posibles, a saber: el exterminio físico, el abandono forzoso del territorio con la consecuente búsqueda de refugio o la asimilación por parte de los israelíes, que ya empiezan a planear su colonización del territorio.

De hecho, las magnitudes confirman esta tendencia. Las cifras oficiales de en torno a 40.000 muertos en la Franja hace mucho tiempo que se vieron sobrepasadas por la dificultad para contabilizar y por las condiciones médicas y alimentarias con las que Israel somete a la población gazatí. Estudios como el de Lancet, la revista médica británica, estiman en 335.500 los muertos en Gaza una vez concluya 2024 e informan que casi 200.000 gazatíes ya habían perdido la vida en junio de 2024 como consecuencia de la violencia del Estado sionista.

Eje de la Resistencia

Las cosas también han cambiado para los actores del Eje de la Resistencia y para las poblaciones de Yemen, Irán o, muy en particular, el Líbano. En el caso yemení, los hutíes han cobrado un amplio protagonismo en campo anti sionista y en el marco del propio Eje de la Resistencia, en gran medida como consecuencia de la iniciativa que han jugado en su defensa de la causa palestina, presionando a través del mar Rojo por un alto el fuego y por el fin de la presencia israelí en Gaza.

Yemen ha visto elevada su categoría como enemigo de Israel por su creciente implicación en la resistencia anti imperialista contra el gobierno de Netanyahu; el inicio de un ciclo de violencia contra territorio yemení por parte de Israel y Estados Unidos evidencia esta tendencia. De hecho, desde el 7 de octubre, la activación de los actores del Eje de la Resistencia ha sido en gran medida lenta. La relativa pasividad de Irán y Hezbolá durante los primeros años de la agresión israelí agrandó a los hutíes y a Hamás, alterando la correlación de fuerzas dentro del bloque anti sionista regional.

Irán se ha visto arrastrada a una escalada regional que alcanzó una nueva dimensión con el ataque realizado por Teherán contra Israel el 1 de octubre. Pese a ello, y mediado por la accidentada muerte del presidente Raisi el 19 de mayo y la elección del reformista Masoud Pezeskhian, lo cierto es que tanto el líder supremo Ali Jamenei como buena parte de los altos cargos de la República Islámica han intentado desescalar durante meses, conscientes de la complejidad de una guerra abierta contra Israel y la posibilidad de un involucramiento de Estados Unidos.

Líbano es, tras Gaza, el gran cambio que ha sufrido Oriente Medio desde aquel 7 de octubre. Al iniciar su invasión el 30 de septiembre, el Ejército israelí dio comienzo a un proceso de toma física del territorio libanés, nuevamente (como en Gaza) bajo el pretexto de la eliminación de Hezbolá, pero alegando que sus densos vínculos con la población civil obliga a las IDF a no discriminar entre lo civil y lo militar.

Durante los primeros compases de la invasión, Israel ha apostado por el establecimiento de zonas militares cerradas cada vez más al norte, consolidando su control del sector sur del país. De esta forma, complica a las milicias anti imperialistas libanesas la posibilidad de llevar a cabo un ataque similar al realizado por Hamás hace un año, pues aleja a Hezbolá de la frontera física entre Líbano e Israel, imponiendo así una suerte de franja “tapón”. Es incierto el futuro del Líbano, pero ya se cuentan en miles las víctimas.

Israel y Occidente

Occidente ha cambiado; más bien, ha intensificado notablemente sus tendencias anteriores. El otanismo como “pegamento” de la política europea se ha consolidado, no solo como agenda de política exterior de la socialdemocracia y los demócrata cristianos, sino como la apuesta securitaria de numerosos partidos de izquierda en el continente. La legitimación brindada por los gobiernos de Europa al genocidio de los palestinos en Gaza no solo tendrá probablemente consecuencias en la forma de agitación o violencia, sino también en clave política.

La fascistización del sionismo y los buenos ojos de Occidente al respecto no hacen sino allanar el terreno para las corrientes más violentas de la extrema derecha en Europa y Estados Unidos, pues el tablero de “lo posible” se desplaza. Si es legítimo exterminar a todo un pueblo a pesar de las evidencias gráficas disponibles, ¿qué será “posible” hacer desde un gobierno de extrema derecha? ¿Cómo afrontará Europa la cuestión de los refugiados palestinos si Israel logra culminar su plan de limpieza étnica?

La militarización ya era una inclinación en alza tras el inicio de la guerra en Ucrania, pero la potencial guerra en Oriente Medio no hará sino fortalecer el discurso belicista. Europa ha aceptado que era legítimo consentir un genocidio del que todos eran conocedores si ello era necesario para permanecer bajo el paraguas estadounidense y para seguir siendo aliados de la punta de lanza del imperialismo occidental en Oriente Medio.

En el hegemón, el debate no existe: los republicanos y los demócratas se han peleado a lo largo de la campaña electoral por mostrarse como el sector más sionista, y es difícil imaginar un giro de tendencia. Si acaso, una victoria de Trump podría acelerar la lógica agresiva de Israel en Gaza, Líbano e Irán. El 7 de octubre activó a la resistencia antiimperialista, detuvo parcialmente el proceso de normalización de Israel en Oriente Medio y llamó la atención de actores como los hutíes.

Con todo, un año después, las perspectivas regionales son peores de lo que han sido en décadas, la política israelí ya no ofrece perspectivas para un abandono de la violencia y Occidente ha legitimado un nivel de agresividad que será difícil de revertir. El ataque israelí contra Irán y la potencial respuesta de Teherán serán cruciales, pues ambos podrían buscar desescalar o, por contra, consolidar el bucle.