El director de La Razón, Francisco Marhuenda, niega que Israel este cometiendo un genocidio

A. Pérez Meca / Europa Press

Marhuenda afirma en un artículo publicado por su medio que Israel “es una democracia que hace frente a unos grupos y unos países que no respetan los derechos humanos”

Hasta la fecha, 41.900 palestinos han muerto siendo víctimas de lo que los medios denominan “conflicto palestino-israelí”. De este total, 11.355 eran niños, es decir, un cuarto de las víctimas. En Gaza, una persona muere cada 12 minutos, y cada 45 minutos un niño. Según Reporteros Sin Fronteras 105 periodistas han muerto en Gaza, 22 de ellos mientras ejercían su trabajo. El Comité de Protección de Periodistas denuncia que en Gaza han muerto más periodistas que en cualquier otro conflicto en los últimos 30 años. En abril de 20224, 7 cocineros de World Central Kitchen murieron en suelo gazatí, y 92 funcionarios de la ONU han perdido la vida en la Franja de Gaza. Parecen solo cifras, datos, pero son vidas, familias, niños que no han “muerto” sin más, han sido asesinados por un Estado.

Ante las cifras y los datos que muestran las intenciones de Israel, el director de La Razón señala en su artículo que se tratan de “cifras manipuladas”. El exdiputado del PP sostiene que “el pueblo israelí lucha, una vez más, por su supervivencia”. Marhuenda solo habla de inocentes al referirse al atentado de Hamás del 7 de octubre. Un ataque dirigido contra civiles, y que acabó con la vida de 1.290 israelíes y el secuestro de 250 secuestros. Sin embargo, 11.335 niños asesinados por Israel también son civiles, al igual que las víctimas de los bombardeos de hospitales, centros escolares y campos de refugiados.

La palabra “genocidio” sale mencionada tres veces en el texto. Un término que el autor utiliza para describir el ataque terrorista del 7 de octubre y el Holocausto, pero lo critica cuando se emplea para referirse a “la legitima defensa de Israel contra Hamás”. Para Marhuenda son los “palestinos radicales” los que persiguen el exterminio del pueblo hebreo, y no al revés.

“Un Estado en el que casi dos millones de palestinos viven plenamente integrados y gozan, como es lógico, de los mismos derechos y libertades que la población de origen hebrea”. Esta afirmación hecha en el artículo de La Razón es falsa. Adalah, el Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes, informa de la existencia de 65 leyes israelís que discriminan a la población palestina que vive en el país. Esta organización no es la única que señala la marginación estatal que sufren los palestinos. Amnistía Internacional, también expone las medidas discriminatorias que se imponen en contra de la representación palestina en el Knéset, el parlamento israelí. Por lo tanto, no es verdad que la población palestina de Israel disfrute de los mismos derechos que el resto de los ciudadanos.

Otra información falsa difundida por el dueño del diario es que Israel es una democracia plena. Según el Índice de Democracia de 2023 realizado por The Economist, Israel se encuentra en el puesto número treinta. El medio elogia con un 9.58 la existencia de elecciones transparentes, pero señala la falta de separación de poderes con una puntuación de 7.50 y las libertades civiles con 5.59. En decir, según el índice Israel es considerado una democracia defectuosa. Calificar como democracia a un Estado que pretendía en 2023 una reforma del sistema judicial con el fin de debilitarlo, y respondió a las manifestaciones con violencia, no es del todo correcto.

El periodista director del medio conservador hace numerosas referencias al crecimiento del antisemitismo, pero no menciona la también creciente islamofobia. Esta última se debe a los discursos de odio difundidos por partidos de extrema derecha y de derechas, que hacen aumentar la violencia y discriminación contra este colectivo. Esto se hizo evidente en los acontecimientos sucedidos en Reino Unido, cuando pseudomedios atribuyeron el apuñalamiento de varios menores a un refugiado sirio. Incluso aquí en España, con el famoso caso del niño asesinado de Mocejón, algunos agitadores llegaron a señalar al portavoz de la familia por haber trabajado en el continente africano.