80 años de la liberación de Paris: la lucha sigue

Celebración de la rendición de los nazis en París en agosto de 1944
No podemos permitir que los herederos del nazismo sigan actuando con total impunidad. Debemos volver a juntarnos y que la solidaridad internacional sea ese fusil desde donde afloran los claveles que representan los principios democráticos por los que pelearon nuestros antepasados

Hace 80 años de aquella entrada triunfante de la novena compañía de Philips Leclerc que consiguió liberar París del monstruo nazi. 80 años de aquel bonito ejemplo de solidaridad internacional, donde miles de republicanos españoles exiliados dieron paso al comienzo del fin de uno de los capítulos históricos más oscuros de nuestra historia reciente. Es curioso que al tiempo que celebramos la liberación de Paris por parte de aquellos héroes, otros están siendo buscados en las miles de cunetas que siguen ocultas en nuestro país. Es el caso de los 451 cuerpos de los brigadistas enterrados en una fosa común en el madrileño barrio de Montercarmelo, donde el ayuntamiento quiere construir un cantón de limpieza. Una imagen que también contrasta con un momento político y social muy peculiar, donde el auge de la extrema derecha ha dado paso a una vuelta al pasado marcado por los nuevos nazis.

Hoy los monstruos contra los que peleamos ya no van con traje militar, aunque siguen siendo condecorados. Hoy el Hitler de turno no lleva bigote. Usa su móvil y la herramienta X para propagar bulos y atacar al más débil. Hoy el Hitler de turno dispone de amplios dispositivos mediáticos y del apoyo incondicional de cierta parte de la judicatura, temerarios todos ellos de que se les acaben los privilegios. Hoy el Hitler de turno no necesita usar campos de concentración para acabar con el “enemigo”. Le basta con tener un ejército de descerebrados, o de gente poco informada a la que convencer de sus mentiras para usarlos contra el más débil (principalmente contra el migrante). Hoy el Hitler de turno forma parte de una oleada reaccionaria de la que participan en su crecimiento no solo las derechas tradicionales (sus éxitos y fracasos posibilitaron el rápido ascenso de la extrema derecha) sino también el papel que ha jugado cierta progresía, sobre todo la mediática. La misma que sigue a día de hoy poniéndose de perfil cuando le conviene.

Hoy gracias a la sofisticación de las nuevas tecnologías, la mentira y el odio se propagan con mayor rapidez que hace 80 años

Y es que liberar Paris fue uno de los gestos más hermosos que se recuerdan porque no solo significó el comienzo del fin de un régimen totalitario sino la muestra de que la solidaridad es la ternura de los pueblos. Sin ella no hay cambios ni transformaciones sociales y políticas posibles.  La solidaridad es la que hizo posible que médicos y enfermeras venidas de diferentes partes del mundo estuvieran aquí en España ayudando a pelear contra el franquismo salvando muchas vidas mientras arriesgaban la suya. La solidaridad es la que consiguió que mujeres españolas secuestradas en el campo de concentración de Ravensbruck y obligadas a ejercer de prostitutas, pudieran sobrevivir a ese horror. Aferrándose a la vida junto a otras miles de mujeres rusas, polacas, francesas, judías e incluso alemanas que consiguieron resistir a las barbaridades que hicieron con ellas. Muchas de ellas hicieron de “conejillo de indias” para las locuras del régimen nazi, usando sus cuerpos y sobre todo sus vaginas y úteros para experimentos. Otras fueron violadas más de 50 veces al día por soldados nazis. Y otras tantas simplemente condenadas al exterminio a través de las famosas cámaras de gas. ¿Su pecado? Defender la libertad, la igualdad y la justicia social. Más de 400 españolas pasaron por ese campo de concentración que sumó en total a más de 132.000 mujeres. 11 españolas sobrevivieron a esas atrocidades empujadas principalmente por esa solidaridad internacional que hizo posible organizar dentro del propio campo de concentración una unidad de resistencia. El caso más llamativo de esa resistencia fue el uso que le dieron a la herramienta del sabotaje. Reducían la producción de material armamentístico que tenían que fabricar a diario y hacían todo lo posible para adulterar la calidad de la pólvora. Al fin y al cabo eran conscientes de que ese material sería usado contra los aliados, y por tanto si conseguían minimizar los daños estarían de alguna manera salvando la vida a sus hermanos y hermanas. Poco se habla por cierto del papel de esas heroínas de Ravensbruck. Mi total admiración a todas ellas.

No es tiempo de indiferencia, sino de tomar partido. Nos va la democracia en ello

Volviendo a Paris, hace 80 años la Nueve y las miles de personas anónimas que se dejaron la vida por el camino, las que resistieron, las que no se dejaron humillar y no bajaron los brazos, las que se juntaron a hacerle frente al monstruo nazi, las que vinieron de países lejanos a defender la democracia y las que se atrevieron a combatirlo sacrificándolo todo, hicieron posible que disfrutemos de cierta libertad gracias a las (limitadas) democracias occidentales que tenemos actualmente. Libertad que hoy vuelve a estar en peligro por los herederos de ese monstruo. Sus mecanismos de confrontación y persecución se alejan de aquellos métodos usados por el nazismo, pero sus objetivos siguen siendo los mismos. Hoy gracias a la sofisticación de las nuevas tecnologías, la mentira y el odio se propagan con mayor rapidez que hace 80 años. Y sobre todo hoy al igual que ayer cuentan con el apoyo de amplios sectores entre los que cabe destacar al poder mediático y judicial. Obviar este detalle es renunciar a combatir al enemigo.

No podemos permitir que los herederos del nazismo sigan actuando con total impunidad. Debemos volver a juntarnos y que la solidaridad internacional sea ese fusil desde donde afloran los claveles que representan los principios democráticos por los que pelearon nuestros antepasados. La esperanza, la ilusión, la alegría, la vida deben abrirse paso frente a su odio, al miedo y las mentiras.

80 años después la lucha sigue intacta. Solo han cambiado las formas, el escenario y los protagonistas. Honremos la memoria de aquellos republicanos no solo homenajeándoles y recordando lo que hicieron por la democracia, sino arremangándonos la camisa para pelear desde todas las trincheras posibles para defender la libertad, la igualdad y la fraternidad.

No es tiempo de indiferencia, sino de tomar partido. Nos va la democracia en ello.