Rumbo a las presidenciales: elecciones internas en Uruguay

Se anticipa que el objetivo sería generar transformaciones relevantes para no ser un Gobierno “de paso”, sino parte central de un proyecto político a largo plazo
June 9, 2024, Saint Petersburg, Russia: The flag of the Eastern Republic of Uruguay seen in the gallery of flags of the participating countries in the framework of St. Petersburg International Economic Forum 2024,Image: 882233623, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Credit line: Maksim Konstantinov / Zuma Press / ContactoPhoto
Maksim Konstantinov / Zuma Press / ContactoPhoto

El próximo domingo 30 de junio se llevarán a cabo las elecciones internas partidarias en Uruguay. Este proceso de primarias, obligatorio en la democracia uruguaya, determinará los candidatos definitivos de las distintas opciones políticas de cara a las elecciones presidenciales.

En las primarias abiertas el voto es optativo. La participación en 2019 fue del 40%).

En Uruguay, las elecciones presidenciales tendrán lugar el próximo 27 de octubre. Para ganar en primera vuelta se requiere tener el 50% más uno de los votos; de no ser así, habrá segunda vuelta entre los dos candidatos más votados (el 24 de noviembre).

Los uruguayos elegirán, además, las cámaras legislativas, renovándose éstas en su totalidad. El voto es obligatorio en las elecciones generales y no está permitida la reelección consecutiva del presidente.

Las principales internas: el Partido Nacional (PN) y el Frente Amplio (FA)

En lo que respecta a la interna del Partido Nacional, actualmente en el Gobierno, el escenario se encuentra prácticamente definido. La totalidad de las encuestas prevén la victoria de Álvaro Delgado por amplio márgen respecto a la segunda alternativa, Laura Raffo, una economista que fue candidata a la Intendencia de Montevideo en 2019. Delgado es exsecretario de la Presidencia del actual Gobierno y aparece como el mejor posicionado para sustituir a Luis Alberto Lacalle Pou, ya que propone la continuidad política y programática de la gestión actual.

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En el campo opositor, las miradas en esta elección están puestas en la interna frenteamplista. Los principales candidatos son Yamandú Orsi y Carolina Cosse. Orsi, intendente del municipio de Canelones en el período 2015-2024, cuenta con el apoyo del Movimiento de Participación Popular (del expresidente José ‘Pepe’ Mujica), entre otros grupos. Por su parte, Cosse se desempeñó durante el período 2020-2024 como intendenta de Montevideo, capital del país. Además, tiene el apoyo del Partido Comunista y del Partido Socialista, entre otros espacios. Todas las encuestas recolectadas en los últimos meses dan por ganador a Yamandú Orsi, aunque algunas aproximan un escenario más parejo (Véase gráfico anexo).

Entre el resto de partidos que presentarán candidaturas este 30 de junio se encuentra el tradicional Partido Colorado, el conservador Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el recientemente creado Partido Libertario, un espacio que emula las ideas e idiosincrasia de Javier Milei en Argentina y que aspira a entrar en la Cámara. El único requisito para poder participar de las elecciones presidenciales y parlamentarias para estos partidos es presentarse a la interna y obtener más de 500 votos.

Escenario político y social: deterioro económico, problemas de inseguridad, narcotráfico y corrupción

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 la pobreza en Uruguay se ubicó en 10,1%, lo que representa 1,3 puntos porcentuales por encima de 2019 -antes de la pandemia-. Entre los menores de seis años, la incidencia de la pobreza fue de 20,1%, más de tres puntos por encima del nivel prepandemia y más de nueve veces superior que entre los mayores de 65 años.

De acuerdo a datos de la Cepal, Uruguay es el país con el perfil más infantilizado de pobreza de la región, es decir, con la mayor diferencia entre pobreza infantil y pobreza promedio. Uno de cada cinco niños es pobre en el país, y representan el 40% del total de la población en situación de pobreza.

Además, según el INE, en este período de gobierno aumentó la desigualdad en Uruguay.  Mientras que en 2019 el 10% de personas con mayores ingresos ganaba 11 veces más que el 10% más pobre, hoy ya gana casi 12 veces más.

Otro tema que se encuentra en el centro del debate público es la inseguridad. Según la encuestadora Factum, el 53% de la población señala que la seguridad pública, la violencia y el narcotráfico forman parte de sus principales preocupaciones sociales, por delante incluso de los temas económicos (34%). 

Respecto a este punto, el Gobierno de Lacalle Pou ha visto lastrada su imagen de garante de la seguridad al verse envuelto en innumerables escándalos vinculados al narcotráfico y a la corrupción. Para mencionar sólo algunos: el caso Astesiano (el excustodio del presidente actualmente preso por falsificación de pasaportes y espionaje ilegal), el caso Marset (el narcotraficante al que el Gobierno uruguayo le otorgó pasaportes ilegales), el caso Penadés (el exsenador del PN condenado por abuso y explotación sexual de menores), entre otros. Si bien -a pesar de estos ejes de conflicto- la imagen del actual presidente se mantiene estable, la sociedad uruguaya registra estos acontecimientos con gran preocupación.

Escenarios y desafíos de cara al 27 de octubre

Rumbo al 27 de octubre, el principal desafío del FA es llegar consolidado y con suficientes apoyos ante un escenario previsible de segunda vuelta en noviembre. El progresismo latinoamericano viene teniendo serias dificultades para, siendo la minoría mayoritaria en primera vuelta, enfrentar los frentes comunes de derecha y centro derecha que se le oponen en segunda vuelta.

De cara a la primera vuelta, la mayoría de encuestas ubican al Frente Amplio en torno al 43%. Un estudio reciente de Factum convalida esa cifra para el FA, otorgando 30% al Partido Nacional (PN), 12% al Colorado (PC), 5% a Cabildo Abierto (CA), 3% al Partido Independiente, 1% a Unidad Popular, 2% a otros partidos y 4% en blanco o anulado. Este escenario podría prefigurar el temido escenario del bloque anti-FA en segunda vuelta.

A medio plazo, en el caso de resultar ganador de la contienda electoral, el FA deberá asumir sus compromisos programáticos en materia económica, política, social, cultural y comunicacional. El espacio del progresismo deberá consolidarse como una propuesta superadora del impasse gubernamental de la derecha en un país en el que el FA ha sido hegemónico en las últimas décadas. Se anticipa que el objetivo sería generar transformaciones relevantes para no ser un Gobierno “de paso”, sino parte central de un proyecto político a largo plazo.

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