‘Los indeseables’: el poder transformador de un cine hecho desde la perspectiva de clase

Llega a nuestras pantallas este fin de semana una interesantísima película, claramente encuadrada en esa corriente de cine contemporáneo europeo de denuncia y crítica social que en un contexto muy distinto de la concepción del cine como mero vehículo de entretenimiento superficial, propone una reflexión crítica sumamente necesaria
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Olivier Pierre Richard en una imagen de ‘Los indeseables’

Esta película que desde aquí recomendamos sinceramente, se llama ‘Los Indeseables’ y es la segunda cinta en formato largometraje de un cineasta cuya trayectoria y circunstancias personales entiendo que merece la pena dar a conocer para entender mejor el poderoso mensaje que esta película pretende transmitir.

‘Los indeseables’ es una película cuyo guion y dirección corren a cargo de Ladj Ly, un cineasta de clase obrera de origen maliense, hijo de inmigrantes africanos subsaharianos criado en la barriada de Montfermeil, una zona como otras muchas en la periferia de los grandes núcleos urbanos franceses, especialmente París, que desde niño ha vivido las precarias condiciones de vida y trabajo de los inmigrantes en Francia, el racismo, la exclusión social y la pobreza a la que se condena a vivir en esos ghettos a quienes no tienen la fortuna de poder aspirar a un poder adquisitivo superior.

Si bien con matices y limitaciones, ciudades como Londres o Amsterdam —en este último caso, hasta que la extrema derecha instalada en el poder empiece a aplicar sus políticas racistas— fueron durante décadas un ejemplo de integración racial y de convivencia de la población local con la población inmigrante —viví durante un año en Londres a comienzos de los 90 y puedo atestiguar de primera mano tal cosa , el ejemplo totalmente opuesto siempre tuvo un nombre: París. Una suerte de apartheid no oficial aplicado de facto en la política urbanística marginó desde hace décadas a los musulmanes, a los subsaharianos, a los europeos del este y a todos los inmigrantes en general. Ladj Ly, su cine, su conciencia y su lucha es una clara consecuencia de esa situación. 

En recientes declaraciones a la prensa francesa, Ladj Ly afirmaba: “En Francia los más ricos se desplazan para ocupar el lugar de los más pobres y los más pobres son arrojados a cientos de kilómetros de distancia, en ghettos insalubres, mal dotados y con pésimas condiciones de vida. Es un tema que me parece interesante discutir, sobre todo porque también es una historia que he vivido personalmente. Yo crecí en estos barrios, éramos propietarios que pagábamos con un enorme esfuerzo la hipoteca de nuestra casa y después de 20 años, cuando terminamos de pagar la propiedad, nos expropiaron por una miseria. Entonces me prometí a mí mismo que algún día hablaría de este problema en una de mis películas”.

Ahora es cuando a Ladj Ly le ha llegado la oportunidad de contar esta historia. Una historia cuyo trasfondo pone el foco en la gentrificación, la voracidad de la banca y de las empresas constructoras e inmobiliarias, los desahucios y las políticas urbanísticas del ladrillo, que son políticas que inevitablemente desembocan siempre en la explotación contra los más desfavorecidos. Sin lugar a dudas y aunque los contextos no son idénticos, ‘Los Indeseables’ guarda una íntima conexión en su carácter de cine político, de cine de denuncia social con su primer largometraje, ‘Los Miserables’, una historia sobre racismo, violencia y corrupción policial en su barrio, el banlieue de Montfermeil, en cuyo título jugaba deliberadamente con el paralelismo de la novela de Victor Hugo, con la cual muestra una evidente conexión espacio-temporal.

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Rompiendo con todas las convenciones del cerrado y monolítico mundo del cine francés, Ladj Ly, quien por motivos económicos nunca pudo estudiar cinematografía ni en la universidad ni en ninguna escuela privada, logró con esta película sin apenas financiación y desde el más puro underground la nominación oficial a los Oscars de Hollywood 2020 a la mejor película en habla no inglesa. Coherente con su formación política y su compromiso social, ignoró los cantos de sirena que le llegaron de Hollywood y rechazó varias ofertas para hacer cine en Estados Unidos, prefiriendo quedarse a vivir en su barrio y continuar en una suerte de segundo capitulo de una trilogía, a rodar ‘Los Indeseables’. Más aún, Ly ha puesto en pie en este barrio una escuela popular de cinematografía para que los chicos de clase obrera sin recursos económicos pero con inquietudes artísticas y culturales puedan tener acceso a aprender las técnicas y los conocimientos necesarios para poder tener la opción de dedicarse profesionalmente al audiovisual.

Entrando ya a analizar ‘Los Indeseables’, su trama nos sitúa de nuevo en Montfermeil, ya de entrada en una escena que sobrecoge por su desgarro y su veracidad: la trabajosa bajada del ataúd de una persona que ha muerto en una de esas “ghetto-viviendas” por unas angostas y deterioradísimas escaleras. Un escenario que ya nos enseña como en esos infrabarrios ni siquiera es posible enterrar con dignidad a un ser querido fallecido.

Este edificio, el bloque 5 de la comunidad de Montfermeil (Seine-Saint-Denis) se encuentra en una situación próxima a la ruina aun cuando se supone que existe un compromiso formal por parte del gobierno municipal para rehabilitarlo. Justamente en esas circunstancias fallece repentinamente el alcalde Bizot durante un acto de campaña electoral, siendo reemplazado en su cargo por un joven médico, Pierre Forges, que se marca como objetivo no rehabilitar, sino desahuciar a los inquilinos del bloque. Una joven abogada y activista negra, Habby Keita, la protagonista de la cinta a la que da vida la actriz Anta Diaw, iniciará toda una lucha popular y ciudadana para evitar el desahucio y plantará cara a las ambiciones del desaprensivo Forges y su cohorte de especuladores, negociantes y explotadores. En el trasfondo de la historia, la lucha popular, el trabajo colectivo, la organización y la concienciación como herramientas para defender derechos humanos fundamentales, en este caso el derecho a una vivienda digna, y para reivindicar el valor de la movilización para conseguir objetivos. Dicho de otra forma: volver a gritar bien alto que SÍ SE PUEDE.

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Anta Diaw en una imagen de ‘Los indeseables’

Más allá del instructivo y potente mensaje político, si analizamos la película desde un aspecto más formal, desde la butaca del espectador, aunque el relato, su ritmo, su narración y su desarrollo enganchan, mantienen la tensión e incluso dentro de una manera de contar la historia por momentos muy próxima al docudrama, conservan la emoción que todo constructo cinematográfico debe albergar. Los planos, enfoques y secuencias que se suceden a lo largo de la película refuerzan esa atmósfera opresiva en la que viven sus protagonistas y dotan de gran verosimilitud a sus personajes. No es menos cierto en cualquier caso que la dirección artística, no sé si deliberadamente o no, renuncia a hacer más complejo el relato, a mostrar más las contradicciones de cada protagonista, sobre todo en el caso del nuevo alcalde, cuya interpretación resulta demasiado plana y por ello quizá menos creíble.

Es una película directamente heredera del cine de crítica social de Ken Loach y que más recientemente, entronca con producciones españolas como ‘En los márgenes’ o ‘Un largo viaje’. Su visionado hoy resulta especialmente interesante en tanto en cuanto, pronto en Francia habrá unas elecciones legislativas en las que un bloque político e ideológico de carácter claramente fascista, racista y totalitario, puede hacerse con el poder en la V República paradójicamente gracias al voto de un importante sector de las clases más empobrecidas y precarizadas. ¿Será necesario que la Francia del siglo XXI vuelva a los tiempos de Vichy y Petáin para reaccionar?

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