Tarantino, ¿por qué eres un sionista de mierda?

El célebre cineasta, avergonzado en un restaurante y en plena calle por su apoyo a Israel, incendió las redes por su abierto respaldo al ejército genocida

Quentin Tarantino volvió a ser trending topic, pero no por una de sus jugosas entrevistas o por un estreno, sino por su respaldo a los genocidas israelitas. Mientras cenaba solo en el restaurante asiático Che Li en St. Marks Place, Nueva York, la activista anti-Israel Crackhead Barney, artista queer negra, increpó al director de Pulp Fiction sin que él reaccionara. Se limitó a observarla y a dejar que la echaran del local. “Tarantino, ¿por qué eres un sionista de mierda?”, le preguntó Barney. El director abandonó el local despavorido, escoltado y ante la mirada de algunas personas que se encontraban en el exterior, donde Barney gritó “¡Palestina libre!”.

Barney, cuyos padres emigraron a los Estados Unidos desde Nigeria, es artista de performance y célebre por sus entrevistas/emboscadas y por el programa de entrevistas virales Crackhead Barney and Friends. En enero de 2021 llamó “idiotas violentos” y “nazis” a los atacantes del Capitolio y dijo que “Biden es basura, Kamala es basura y Trump definitivamente es basura”. Y fue más allá: “Biden y la puta Kamala han encarcelado e incriminado a más personas negras que Donald Trump y Mike Pence (ex vicepresidente de Estados Unidos) juntos”.

La motivación que llevó a Barney a grabar las imágenes de Tarantino es la visita que realizó el director a una base militar situada al sur de Israel el 13 octubre de 2023. Allí se fotografió, sonriente y animoso, con los soldados del ejército israelí delante de un helicóptero de combate preparado para atacar Gaza. Según la militarista cuenta de X llamada IsraelWarRoom, que difundió la foto que ha dado la vuelta al mundo, la visita de Tarantino elevó enormemente la moral de los soldados israelitas. El texto que acompañaba las fotos de la visita de apoyo de Tarantino decía: “El legendario cineasta Quentin Tarantino mostró su solidaridad con el pueblo israelí al hacer una visita sorpresa al sur de Israel”.

Tras la acción de protesta de Barney, las fotografías y los vídeos de la visita a la base militar israelita por parte de Tarantino volvieron a colmar las redes sociales con todo tipo de mensajes contra la complicidad del director con el ejército genocida.
Y, vale, uno podrá pensar: quizás en ese momento Tarantino tuvo sus razones para hacerse esa foto. El ataque de Hamás era reciente y Tarantino está casado (lo hizo en 2018 bajo una jupá, el dosel de boda judía,) con la israelita Daniella Pick, 20 años más joven que él. Los dos viven en Tel Aviv y tienen dos hijos. Pero han pasado ocho largos meses, la aterradora cifra de asesinados en Gaza se acerca a los 38.000, la comunidad internacional está sobrecogida ante el horror, el Tribunal Penal Internacional de la Haya ha calificado las acciones de Israel como genocidio y Tarantino no ha dicho una puñetera palabra al respecto. Nada, cero. A pesar de que muchos medios quisieron conocer su postura, y más tratándose de un habitante más de Tel Aviv, los representantes de Tarantino no ofrecieron una sola contestación.

Pero Quentin Tarantino no es el único que permanece callado en Hollywood. Si algo ha demostrado la mayor industria del cine y la televisión (gobernada por muchos directivos y productores sionistas, como ha demostrado WikiLeaks), al igual que lo ha evidenciado la Casa Blanca, es su connivencia con un genocidio que se sigue perpetrando con feroces bombardeos o provocando una espantosa hambruna en la población palestina, algo claramente calculado.

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Hay pocas excepciones al silencio de Hollywood. Por ejemplo, las de Susan Sarandon o Mark Ruffalo. Pero los dos pagaron muy caro sus denuncias. Sarandon fue expulsada de su agencia de representación por posicionarse a favor de Palestina y Ruffalo fue atacado por hordas tras usar la palabra “genocidio” en redes. Tanto, que, presionado ante las posibles repercusiones financieras, pidió perdón tuiteando lo siguiente: “He reflexionado y quiero pedir disculpas por los posts que he hecho recientemente sobre la lucha entre Israel y Hamás en las que sugerí que Israel está cometiendo un “genocidio”. No es preciso, es incendiario, irrespetuoso y se está utilizando para justificar el antisemitismo aquí y en el extranjero. Es tiempo de evitar la hipérbole”.

Esta patética recogida de cable les tuvo que sonar a Penélope Cruz y a Javier Bardem, que firmaron, en 2014, una carta respaldada por un centenar de artistas españoles que denunciaban el genocidio israelita contra los palestinos. Los dos matizaron rápidamente sus palabras, ella diciendo no ser “una experta en la situación” y él que su intención era criticar la ofensiva militar de Israel en Gaza y no a los israelitas. Se puede uno imaginar las presiones a las que estuvieron sometidos los dos españoles más asentados en Hollywood, presiones que también han sufrido artistas que han denunciado el genocidio como Cate Blanchett, Jessica Chastain, Kristen Stewart o Joaquin Phoenix. Pero ellos no han recogido cable.

Otros no tienen el problema de ser amedrentados, presionados o amenazados porque apoyan abiertamente a Israel. Por ejemplo, Gal Gadot, Jerry Seinfeld, Jamie Lee Curtis, Liev Schreiber, Amy Schumer o Mark Hamill. Entre ellos destaca Michael Douglas, que se reunió en Israel con Isaac Herzog, presidente del país, y sugirió que muchos manifestantes propalestinos en los campus estadounidenses han sido sometidos a un “lavado de cerebro”. Además, aseguró, sentirse “muy conmocionado” por la oleada de protestas propalestinas y antiisraelíes que ha barrido los campus universitarios estadounidenses desde el 7 de octubre. Y sobre los manifestantes contra el genocidio israelita, manifestó: “Cuando intentas hablar con muchos de ellos, no hay educación, no hay conocimiento”.

Ahora a cada espectador le toca discernir y participar, o no, en el eterno y jugoso debate entre la persona y su obra. Es obvio que repugna que el director de esa sandez antinazi llamada Malditos bastardos respalde abiertamente a los asesinos sionistas, como resultó repugnante cuando cuestionó que Roman Polanski violase a una niña de 13 años o sus tibias palabras sobre Harvey Weinstein (“Sabía que hizo un par de estas cosas”).

Weinstein, por cierto, era amigo del ex primer ministro israelí Ehud Barak y pagó 1,3 millones de dólares a la empresa Black Cube, de inteligencia israelí, para suprimir las acusaciones de abuso sexual en su contra. Pero, como diría Moustache en Irma la dulce, esa… es otra historia.