Lo que nos revelan los resultados de las elecciones europeas en Italia

Si queremos cambiar las relaciones de poder, debemos actuar también fuera del terreno electoral. Si las organizaciones políticas se reducen a comités que solo trabajan para conseguir votos, la batalla ya está perdida
June 10, 2024, Milano: ''Santa Giorgia'' the new artwork by Alexsandro Palombo which appeared last night on a wall in Piazza San Babila in Milan, Italy, 10 June 2024. The mural was created after the victorious result of Giorgia Meloni of the Center Right in the European elections.Ansa/Andrea Fasani,Image: 880292529, License: Rights-managed, Restrictions: * Italy Rights Out *, Model Release: no, Credit line: Andrea Fasani / Z16 / Zuma Press / ContactoPhoto
Santa Giorgia la nuova opera di Alexsandro Palombo — Andrea Fasani / Z16 / Zuma Press / ContactoPhoto

En Italia recordaremos las elecciones europeas de 2024 por un dato histórico: por primera vez, los que no fueron a votar superaron a los que sí lo hicieron. La participación electoral se hundió hasta el 49,69 por cien desde el 54,5 por cien de las elecciones europeas de 2019 (y desde el 64 por cien de las elecciones generales de septiembre de 2022).

La alta tasa de abstención se está volviendo cada vez más un hecho estructural. No representa una mera indiferencia hacia la política (ni es el anticipo de una rebelión masiva), sino que es producto de la "pasivización de masas" propia de una época cuyos sentimientos predominantes son la resignación y la desilusión y en la que quienes detentan los resortes del poder, antes que la búsqueda y la organización del consenso, apuntan a la desactivación del disenso potencial.

La ultraderecha hoy no se apoya en "concentraciones" o en la organización y movilización constante de amplios sectores de la sociedad, como ocurrió durante el Ventenio de Mussolini; sino en la "pasivización" de las masas, manifestándose en forma de desilusión, resignación, el desentendimiento, "sentimientos" todos ellos aparentemente basados en el sentido común del "al fin y al cabo no cambia nada".

Aunque es cierto que también esta vez, mencionando por poco a los abstencionistas, casi todos cantan victoria, los dos actores que salen reforzados son Meloni y Schlein.

Entre los grandes Estados de la UE, solo en Italia los gobernantes no sufren un retroceso respecto a las elecciones generales (Fratelli d’Italia alcanza el 28,8 por cien, 6.704.000 votos, es decir, 600.000 votos menos respecto a las elecciones generales de 2022). A diferencia de Meloni, Macron y Scholz se ven desbordados, Sánchez aguanta pero recibe un castigo. Lo cierto es que la ultraderecha en los dos países clave de la UE, Francia y Alemania, da un salto adelante (mientras que FdI se defiende y mantiene su supremacía, sin crecimiento ulterior), pero puede contar con el capital que deriva de estar en la oposición.

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Meloni es hoy la encarnación del pacto que permite a la ultraderecha gobernar sin encontrar resistencia por parte del poder establecido: subalternidad a la OTAN y adhesión a la lucha antiobrera que responde al nombre de Pacto de Estabilidad (spoiler: nueva austeridad).

Italia, que suele ser descrita como el vagón de cola, es, por el contrario, un laboratorio político. Un posible precursor de nuevos modelos.

El modelo es el de una ultraderecha perfectamente integrable e integrada en los mecanismos del poder porque, como ha reconocido el presidente del Consejo Europeo, el liberal beligerante Michel: "había dudas y preocupaciones [...] luego hemos visto que era posible trabajar con los gobiernos aunque hubiera un partido de extrema derecha en la coalición", porque "lo que realmente cuenta son las políticas, la sustancia".

En este sentido, el laboratorio italiano ofrece lecciones también para Marine Le Pen que, de hecho, lleva meses embarcada en el difícil trasvase de su Rassemblement National hacia posiciones que le permitan obtener la autorización para gobernar el segundo país de la UE.

Para las clases dominantes la elección no es fascismo sí o fascismo no, sino fascismo pro OTAN sí, fascismo anti OTAN no. La condición esencial para la aceptación/marginación no es ser fascista, sino ser pro OTAN y liberal.

Con el avance del PD, que alcanza el 24,1 por cien (5,6 millones de votos en términos absolutos) de los votos se refuerza, antes incluso que el liderazgo de Schlein, el nuevo bipolarismo que caracteriza a nuestro país.

Por un lado, la ultraderecha pro OTAN y liberal; por otro lado, un PD siempre pro OTAN y partidario de un liberalismo “diferente”. Estos son los elementos del nuevo "consenso internacional" en el que deben converger los principales actores políticos si quieren aspirar al gobierno.

A la derecha, el relativo fortalecimiento de Forza Italia —formación a la que muchos habían dado por muerta el pasado 12 de junio de 2023, día de la muerte de Silvio Berlusconi —con el 9,6 por cien de los votos (2.237.000 en valores absolutos) y el debilitamiento de la Lega de Salvini (con un 9 por cien, al que corresponden 2 millones de votos) y. en la “izquierda”, el éxito de la Alleanza Verdi Sinistra (AVS, 6,7 por cien y 500.000 votos más que en las elecciones generales de 2022) y el desplome del Movimento 5 Stelle (que por primera vez desde 2013 no obtiene un porcentaje de dos dígitos, con “solo” el 9,99 por cien y 2 millones de votos menos que en 2022) son otros tantos factores que refuerzan esta bipolaridad.

Aunque aún es pronto para afirmar que la anomalía grillina ha quedado definitivamente neutralizada —después de haber socavado la configuración bipolar que precedió a la crisis de 2008 y sus consecuencias—, sí se puede decir que ha perdido la batalla con el PD por el liderazgo del centro izquierda. Y si Conte quiere confirmar la posición del M5S, asumirá la posición de socio menor.

Por otro lado, Bonelli-Fratoianni confirmaron su opción estratégica: la alianza con el PD es estructural.

Por último, el "extremo centro liberal", los pasdaran de la guerra de Ucrania y del apoyo a Israel, los de "W Mario Draghi", no obtienen ninguna representación en el Parlamento europeo: 3,8 por cien para la lista "Estados Unidos de Europa" de Matteo Renzi y Emma Bonino y un 3,4 por cien para Azione de Calenda.

Un resultado interesante para quienes dicen que "las elecciones se ganan por el centro".

También quedó fuera del Parlamento 'Pace, Terra e Dignità', la lista del periodista Michele Santoro junto a Rifondazione Comunista, que, para abrazar esta alianza electoral, puso fin a la experiencia de Unione Popolare, que había sido en 2022 el intento de construir un espacio político independiente del bipolarismo que se estaba reconstituyendo.

En Italia, las elecciones europeas prevén la posibilidad de expresar hasta tres preferencias entre los candidatos de cada lista. En este sentido, son también un barómetro de los apoyos individuales y personales. No sorprende que tanto Meloni como Schlein decidieran presentarse, aun sabiendo perfectamente que nunca iban a acudir al Parlamento europeo, puesto que el cargo de europarlamentario es incompatible con el de primer ministro y diputado de la República Italiana.

Entre los candidatos que no son secretarios de partido, los dos que han recibido mayor atención mediática probablemente han sido Vannacci y Salis. En cierto modo, son como el diablo y el agua bendita. Símbolos de la polarización política del país.

Vannacci es un antiguo general que en la campaña electoral alabó a la flotilla del periodo X MAS, invitando a votar por él no con la tradicional "X" que se pone en la papeleta, sino con una "Décima" (por la X MAS): recogió más de 530.000 preferencias en toda Italia.

Quienes hoy se sorprenden de que haya recibido tantos votos no tienen en cuenta dos elementos: Vannacci es el reflejo de un trozo de país más amplio de cuanto podemos imaginar si nos encerramos en cómodas burbujas, virtuales o reales.

Asimismo, Vannacci ha disfrutado de una exposición mediática que le ha hecho pasar en pocos meses de ser un absoluto desconocido a convertirse en el rey de las preferencias electorales. Como presencia fija en televisión, solo en los tres primeros meses de 2024, el apellido "Vannacci" apareció en los titulares de 50 artículos en el sitio web del Corriere della Sera online y en 46 del de Repubblica. Eso supone una media de un artículo sobre Vannacci cada dos días en los dos principales periódicos italianos. ¿Quién construyó la figura pública del "General X MAS"?

Por el contrario, Ilaria Salis es una profesora precaria de Monza (Lombardía), que llevaba detenida en una celda húngara desde hace 15 meses, acusada de participar en el ataque a dos neonazis que desfilaban por las calles de Budapest con motivo del Día del Honor, una celebración de la extrema derecha.

Fue elegida en la lista de AVS, obteniendo —en sólo dos circunscripciones— la cifra impresionante de 176.000 preferencias. La elección le permitió gozar de impunidad parlamentaria y por lo tanto obligó al gobierno de Orban a ponerla en libertad. Para su liberación se movilizó buena parte de país, yendo más allá de las fronteras de los partidos que la presentaron. Un resultado que además le ha permitido volver a casa, puesto que Ilaria también fue liberada de su arresto domiciliario y pudo finalmente regresar a Italia antes de volar al Parlamento Europeo.

Ha sido una fuerza motriz para toda la lista electoral y lo habría sido más aún si AVS hubiera tenido el valor de presentarla en todas las circunscripciones. Lejos de ser un "obstáculo", como se ha oído decir a demasiados dirigentes de Sinistra Italiano y de I Verdi.

En muchos casos, quienes votaron a AVS escribiendo Salis lo hicieron pensando en un objetivo concreto y alcanzable: la liberación de una antifascista. Esto es lo que hicimos, por ejemplo, en Potere al Popolo, ya que, aunque no compartimos el proyecto de AVS —una muleta del PD que se ha presentado como tal en las elecciones municipales que coincidieron con esta jornada electoral que y seguirá haciéndolo en las próximas elecciones generales previstas para 2027—, nos pusimos en marcha porque, como escribió el periodista Alessandro Robecchi, "un antifascista que sale de la cárcel es siempre una buena noticia". ¡Y esa buena noticia ha llegado!

El carácter mediático de los candidatos es central cuando se vota con preferencias, un mecanismo que “empuja” a elegir al individuo antes que al proyecto. Si leemos los nombres de los electos de los distintos partidos, muchos son rostros conocidos, personalidades mediáticas antes que políticos (las excepciones son administradores locales capaces de suscitar considerables consensos en los territorios que gobiernan). El poder mediático es clave en la construcción y legitimación de los actores políticos.

Por último, sobre el qué hacer

En Europa, el panorama se decanta aún más hacia la derecha: avanza la ultraderecha de ECR e ID; la derecha del PPE adopta los temas y los tonos de sus "primos"; liberales, verdes y socialdemócratas son a menudo los más ardientes partidarios de la necesidad de la guerra y las armas (Macron y Scholz en primer lugar).

Hoy las derechas tradicionales son a menudo indistinguibles de sus primos "más extremos". Asistimos a una "normalización" continua de la ultraderecha, al blanqueamiento de sus ideas y sus eslóganes.

"Los italianos primero", "bloqueo naval", "defensa de las fronteras", "lucha contra los parásitos", formaban parte de la parafernalia ideológica de las formaciones supremacistas y fascistas; hoy son patrimonio común de la mayoría de las fuerzas políticas.

Derechas tradicionales, liberales, verdes y socialdemócratas persiguen a la ultraderecha entrando en su terreno. Y entre la copia y el original, a la larga siempre gana el original.

Si queremos cambiar las relaciones de poder, debemos actuar también fuera del terreno electoral.

Si las organizaciones políticas se reducen a comités que solo trabajan para conseguir votos, la batalla ya está perdida.

Las transformaciones en la vida cotidiana se construyen desde la presencia, la constancia y el horizonte.

Presencia en carne y hueso. En las batallas que tienen lugar en la sociedad incluso cuando no llegan las cámaras. También presencia virtual, en los espacios de comunicación de masas. Imprescindible para la batalla de las ideas.

Constancia: las luchas por mejorar nuestras vidas duran años. A veces décadas. La temporalidad de la transformación, nos guste o no, no es la de un swipe o una historia de Instagram.

Horizonte: no dejarse enjaular dentro de los límites del "no se puede hacer nada"; no rendirse a la idea de que no hay vida fuera del bipolarismo pro OTAN y liberal; construir un campo popular autónomo (desde el punto de vista político cultural antes incluso que el electoral, y ahí regresa la centralidad de "nuestros" instrumentos para la batalla ideológica), portador de una alternativa sistémica, algo muy distinto de la mera alternancia electoral.