Venezuela, cuando la progresía aúlla como la ultraderecha

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Ricardo Rubio / Europa Press
Ricardo Rubio / Europa Press
La lista de quienes se autodenominan “de izquierdas”, pero que han difundido las teorías de María Corina Machado, Milei, Abascal, Trump o Bolsonaro en torno a las elecciones en Venezuela, es incalculable

¿Subir los impuestos a los ricos? ¡Venezuela! ¿Hacer una banca pública? ¡Venezuela! ¿Defender los servicios públicos? ¡Venezuela! ¡Venezuela! ¡Venezuela! Este ha sido el modus operandi en la mayoría de las tertulias televisivas de los grandes medios de comunicación. Llegando hasta tal punto de vergüenza que incluso había quienes echaban chupitos cada vez que el cloaquero Eduardo Inda decía “Venezuela” en el ya extinto programa presentado por Iñaki López, La Sexta Noche.

Y, como era previsible, tras el triunfo electoral del pasado domingo de Nicolas Maduro, Venezuela se convirtió de nuevo en un artefacto instrumentalizado por los de siempre para atacar a la izquierda a nivel mundial y saltarse la democracia en el país.

Algo que provocó que cientos de todólogos en tertulias, redes sociales y en cualquier barra de bar alumbraran el camino de “la verdad” hablando de “fraude electoral” y expandiendo bulos de forma indiscriminada.

Daba igual la trayectoria golpista y de llamamiento a la violencia de María Corina Machado y que Edmundo González no hubiera firmado el acuerdo que obliga a reconocer el resultado electoral, que Venezuela sea determinante en la geopolítica, la injerencia de los Estados Unidos en dicho país, el lawfare y el cibergolpismo siempre presente en América Latina contra la izquierda, que más de mil observadores y observadoras internacionales hubieran participado en las elecciones venezolanas, o las voces que llamaban a la prudencia y a la calma hasta poder demostrar los resultados. Daba igual. Porque los todólogos de uno u otro signo tenían la explicación: “fraude electoral”, “Maduro dictador” y “triunfo de la oposición”. Y, principalmente, en torno a esos tres mantras giraban los reels, comentarios y “análisis” que hacían en los medios.

“Quizás, más sensato que alimentar las narrativas de fraude con una equidistancia que siempre escora para el mismo lado, sea esperar y ver, ver y esperar, dudando sí, pero dudando de todos y todo”, escribía el analista internacional Lautaro Rivara en este medio.

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Pero la maquinaria de guerra mediática y política favorable a la oposición ya estaba cargada y cada vez iba cobrando más y más fuerza. Llegando incluso a propagarse por las redes, especialmente en Instagram, una imagen con lema “Eyes on Venezuela” donde se denunciaba al “dictador” Maduro. Una copia cutre del “All eyes on Rafah” que inundó las redes sociales con más de 50 millones de reproducciones, después de los ataques aéreos israelíes que asesinaros a decenas de personas en uno de los campamentos de tiendas de campañas para palestinos desplazados en Rafah.

La oposición manejaba los tiempos de forma excelente y fue capaz mediante bulos, mentiras y un indispensable apoyo mediático de que gran parte de la población mundial comprara sus posicionamientos para nombrar presidente a Edmundo González y saltarse la democracia representativa liberal.

El agitador ultraderechista Cake Minuesa, en un video grabado en Venezuela, sintetizaba de una forma brillante esta estrategia golpista y de disputa del relato: “Ahí arriba, Maria Corina y Edmundo, quienes van a presidir y van a cambiar el relato y la historia de un pueblo que no quiere aguantar ni un solo día más en esta dictadura. Viva la libertad.”

Las redes se plagaban de todo tipo de bulos, como el que difundió en X la senadora colombiana María Fernández Cabal, perteneciente al ala más radical del uribismo, en donde quería hacer creer que un fragmento de la película Simón estaba pasando en Venezuela. La manipulación era tan burda y cutre que hasta en el vídeo aparecían subtítulos. Pero, pese a que dicho bulo fue desmentido, la cifra de su alcance ya había superado en pocas horas más de 1,5 millón de visualizaciones.

Uno de los máximos propagadores de estas fakes era el propio multimillonario dueño de X y de Tesla, Elon Musk, quien en el año 2020 cuando un usuario en la red X le señaló la responsabilidad de Estados Unidos en el golpe de Estado en Bolivia para usurpar el litio, contestó: "Daremos un golpe de Estado a quien queramos. Lidien con eso". Musk recientemente se comprometió a donar 45 millones de dólares a la campaña de Donald Trump.

Pero estos relatos influyentes favorables indiscutiblemente a la oposición representada por Edmundo González, pero liderada por la inhabilitada María Corina Machado, no solo eran propagados por la derecha y la ultraderecha mediática y política, como era de esperar viendo su trayectoria iliberal y de propagación masiva de fake news, sino por una progresía que, de una forma irresponsable, se sumaba al carro de las teorías del fraude electoral divulgadas por la oposición, la cual sigue alentando un escenario de violencia en el país.

Desde medios como El País, que siempre ha apoyado el golpismo en Venezuela, publicando que “el chavismo se atrinchera ante el clamor mundial por un recuento transparente y una salida negociada”, hasta Alán Barroso explicando en el Huffpost que no le “gusta” lo que está pasando en Venezuela y afirmando que “cree” que no se ha cumplido el derecho de los venezolanos a “que su voz se escuche y su voto cuente”, o Inés Hernand afirmando en un video viral que “la libertad de prensa y de libre información no existe en Venezuela”,  que “no hay pluralidad” o que “la respuesta” a María Corina Machado “no puede ser una dictadura”.

También La Ser y La Sexta difundieron estas teorías de fraude electoral y, en concreto, Ana Pastor, la fundadora de Newtral, medio para desmentir bulos, compartía en X las teorías de la oposición instrumentalizando el polémico comentario del presidente de Chile, Gabriel Boric, en el que afirmaba de que “los resultados que publica el régimen de Maduro son difíciles de creer”.

Posteriormente, Boric, a diferencia de presidentes latinoamericanos como Andrés Manuel López Obrador en México o Gustavo Petro en Colombia, ha seguido publicando más comentarios en la misma línea de cuestionamiento de los resultados electorales.

La lista de quienes se autodenominan “de izquierdas”, pero que han difundido las teorías de María Corina Machado, Milei, Abascal, Trump o Bolsonaro en torno a las elecciones en Venezuela, es incalculable.

Sin embargo, desde que el pasado viernes el Comité Nacional Electoral (CNE) ratificara, con el 96,87% del voto escrutado, los resultados similares a los de hace cinco días, en donde Nicolás Maduro habría obtenido 6.404.844 votos (51,95%) frente a 5.326.104 (43,18%) de la candidatura de Edmundo González, gran parte de aquellos analistas progres que no dudaban de una forma ferviente en subirse al carro del relato de la oposición generando sombras de sospecha sobre las elecciones en Venezuela, parecen haber optado por guardar silencio, tal y como ironizaba Rubén Hood en X.

Y, el grueso de ellos, tampoco se han pronunciado sobre los “ataques informáticos masivos desde distintas partes del mundo contra la infraestructura tecnológica del Poder Electoral y las principales empresas de telecomunicaciones del Estado” que denuncia el CNE, ni sobre la ausencia de Edmundo González a la convocatoria del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) para que aportase los “documentos legales de relevancia jurídica” y, así, poder demostrar las famosas pruebas del “fraude” electoral.

Aullar con lobos siendo oveja para que no te devoren puede que te dé tiempo, pero tarde o temprano te acaban devorando. Por ello, quizás la mejor postura en según qué casos, y más si te reivindicas “de izquierdas”, sea la que publicó en X Ane Lindane sobre Venezuela.