Nunca te cases y nunca cagues en un gallinero

“Hija, nunca cagues en un gallinero, porque las gallinas no esperan a que salga la mierda. Y tampoco te cases. No te cases nunca”

Todas las culturas añoramos un lugar y un tiempo pasado en el que fuimos libres, felices y vivíamos en paz, despacio, de manera sencilla y sin grandes preocupaciones. Andábamos por ahí medio en pelotas, bebíamos el agua de los ríos y pescábamos los peces del mar. Comíamos los frutos de los árboles. La naturaleza en su infinita sabiduría nos había otorgado todo lo que necesitábamos, pero nosotros, seres codiciosos, sacamos de sus entrañas el petróleo y contaminamos los ríos, arrasamos con todos los peces y talamos todos los los árboles. Ya no estábamos medio en pelotas, sino totalmente desnudos, porque también habíamos talado la parra con cuyas hojas nos tapábamos pudorosamente la entrepierna. Destruimos nuestro paraíso.

El paraíso perdido es un mito universal, un pasado y un lugar inexistente e ideal

Mi amama*, que de pequeña fue lechera, vivió en un caserío rodeado de huertas en las faldas del monte Pagasarri. Mi aitite* cultivaba lo que ella cocinaba. Cuando llegaba el verano, venía toda la familia a comer los caracoles que habíamos cogido juntas en primavera y que sólo ella sabía cocinar tan jodidamente bien. Era como una abuelita entrañable de dibujos animados, con su delantal y sus pecas. Agitaba el mantel después de comer para darles las miguitas a los txantxangorris*. Echo muchísimo de menos todo aquello, cómo me duele haberlo perdido.

Vale, ya paro que no quiero que os de un puto coma diabético. Tranquis: todo esto es un mito. No es que me lo haya inventado. Es real, pero sólo es un pequeñísimo fragmento de la realidad.

El paraíso perdido es un mito universal, un pasado y un lugar inexistente e ideal. Aquello desde luego distaba mucho de ser un paraíso. El caserío se caía literalmente a pedazos, la humedad te devoraba la ropa, los muebles y los pulmones. En invierno (y aquí el invierno empieza en octubre y termina a finales de mayo, me cago en dios) los deshumidificadores dejaban de funcionar si los ponías en las habitaciones sin radiador, porque se llenaban de escarcha. Se puto congelaban dentro de la casa. Mi amama que era una cachonda mental que se despotorraba con los chistes verdes, a la que le encantaba Boney M, fumar pitis y ponerse un poco pedo bebiendo Baileys, pero toda su alegría y libertad estaban totalmente cercenadas por los cuidados. No podía dejar de cuidar, porque si lo hacía, mi aitite bajaba a Bilbao lleno de barro y con los pantalones atados con una cuerda (ahora se ha puesto de moda, mi aitite era un visionario), no comía o se moría de diabetes. Si mi amama no andaba al loro, no se ponía las inyecciones de insulina. No os penséis que no era capaz él solo ¿eh? Era perfectamente funcional, pero jamás se hizo cargo de la medicación de la que dependía su propia vida. Era como una planta, como uno de los puerros de su huerta “a mí que me cuiden”.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Y así con todo. Así toda la vida.

Al patriarcado le conviene que sólo veamos a la abuelita del delantal y no todo el sufrimiento y renuncia a la libertad que esconde detrás, necesitan que los cuidemos

A todos nos mola recordar sólo las cosas bonitas, pero es muy peligroso. Mi amama tuvo una vida de mierda y procuro recordarlo siempre que me pongo moñas con este tema. Al patriarcado le conviene que sólo veamos a la abuelita del delantal y no todo el sufrimiento y renuncia a la libertad que esconde detrás, necesitan que los cuidemos. Porque si no los cuidamos, se mueren. Así de baldragas son y así de seguros están de que no vamos a dejar que se mueran.

Tratan de engatusarnos con esta idea bucólica pastoril, y la jodienda es que desde algunos sectores de la izquierda y el feminismo, nos hemos comido ese relato con patatas. No pocas de mis amigas sueñan con vivir, parir y criar en un caserío. Las han convencido de que esa es una buena forma de ser antisistema. Que en los cuidados intrafamiliares, en el aislamiento del resto de la sociedad y en el rechazo al sistema sanitario está el verdadero apoyo mutuo y la libertad. A mi eso me da muchísimo miedo. Parir en casa es peligrosísimo, pero sobre todo porque son personas maravillosas y quiero que sean libres. Que no sean esclavas de los cuidados. Por eso me pone tan contenta que haya petado todo el fenómeno de las Tradwives de Tik Tok. Abreviando mucho las Tradwives (traditional wives o en castellano: esposas tradicionales) son unas tías generalmente muy pijas, muy guapas, que con una manicura perfecta e impecablemente vestidas cocinan desde cero todo tipo de platos elaboradísimos para sus esposos y sus innumerables hijos. No siempre están casadas, ni siempre tienen hijos, pero nunca cocinan para sus amigas o los sintecho de su barrio. Siempre lo hacen para un hombre. Suelen grabarse haciendo estas tareas y lo suben a RRSS. Son vídeos agradables de ver y oír. Algunas de ellas viven en casitas en entornos rurales o en ranchos idílicos. Charlton Heston ataca de nuevo, peña.

Estas chicas transmiten una imagen de paz y dulzura, son muy modositas y frecuentemente aniñadas. A diferencia de otras (yo) ellas no llevan escotes. No son unas guarras.

Ellas viven en el paraíso perdido donde todo es como debe de ser. Fuera de él habitan terribles monstruos, hay corrupción y todo tipo de perversiones. Sobre todo perversión sexual. Fuera del paraíso no hay hojas de parra que tapen pudorosamente nuestra entrepierna. Me preocupa que la fascinación de ciertos sectores de la izquierda con este lugar mítico, porque en algunos casos les lleva a tener discursos retrógrados y conservadores en este aspecto. Se desea regresar a las relaciones monógamas y se extienden los discursos sobre que el mundo está demasiado sexualizado, que el sexo es innecesario y que se nos presiona para que tengamos sexo constantemente. Una vez más pienso en mi amama. Qué vida sexual de mierda debió tener la pobre mujer.

No quiero recordar a mi amama cocinando ni cuidando

Esos vídeos son como los cebos luminosos que usan los pescadores: los peces los ven y flipan porque son brillantes, hipnóticos bonitos y apetitosos, pero detrás hay un hombre con aviesas intenciones. Ahora que es evidente, ahora que ha salido a la luz que quienes realmente apoyan ese modelo de feminidad son una horda de machistas, fachas y misóginos, es mucho más difícil que otras piquen.

Josep Pàmies también es oriundo del paraíso perdido. Es un calvo que vende crecepelos. Un empresario estafador que factura millones de euros vendiendo remedios de la abuela y herboristería para todo tipo de enfermedades. Vais a flipar, pero ¡funcionan! porque cuando él sufrió un infarto, lo salvó una planta. La planta de cardiología concretamente. Este señor de aspecto entrañable, viste como un payés, con sombrero de paja y todo. Habla de que en la naturaleza está todo lo que necesitamos para sanar. Tengo colegas que lo admiran y no hace mucho lo invitaron a un gaztetxe* a que diera una charla sobre “medicina alternativa”. Este tipo dice que puede “curar” el autismo con sus mierdas y se forró recetando lejía para el covid. No para desinfectar superficies, no... PARA QUE TE LA BEBAS. Puto grillado...Pues afortunadamente se ha sacado la chorra (metafóricamente, que os veo venir) y está dando charlas junto a la máxima expresión de la degradación, el homófobo compraniños Miguel Bosé. Un facha de aúpa el Erandio.

La magufada es facha. Qué alivio que ya no lo disimulen.

Tenemos que entender que la “sabiduría de nuestras abuelas” son métodos de transmisión de valores conservadores. Estos supuestos conocimientos ancestrales son inamovibles, invariables y estáticos porque jamás están sometidos a revisión. Si lo estuvieran dejarían de ser ancestrales.

Pero mi amama sí era sabia, una vez me dio un gran consejo: “Hija, nunca cagues en un gallinero, porque las gallinas no esperan a que salga la mierda. Y tampoco te cases. No te cases nunca.”

No quiero recordar a mi amama cocinando ni cuidando. No la quiero recordar con el delantal. Por eso en la foto que tengo de ella viste de rojo, tiene un piti en una mano y una copa de champán en la otra, quizá va un poco pedo y se está despotorrando de algún chiste verde.

Que al menos sea libre en mi recuerdo.


*Amama: Abuela.

*Aitite: Abuelo.

*Txantxangorri: Petirrojo.

*Gaztetxe: Centro social okupado.