Lenguas minoritarias en la UE: más allá del catalán, el gallego o el euskera

Con la inclusión del multilingüismo en el Congreso, España se convierte en un país ejemplar en el respeto a la diversidad lingüística.
Varias personas durante una manifestación contra el establecimiento de un 25% de castellano en las escuelas catalanas, frente a la escuela Turó del Drac, a 10 de diciembre de 2021, en Canet de Mar, Barcelona, Catalunya (España). Esta protesta clama contra la sentencia del TSJC que establece que un 25% de las clases en las escuelas catalanas debe impartirse en castellano. Ha sido convocada por entidades independentistas después de que una familia lograse que su hijo recibiese ese porcentaje de clases en castellano.
10 DICIEMBRE 2021;CASTELLANO;ESPAÑOL;ESCUELAS;CATALANAS;IDIOMA
David Zorraquino / Europa Press
(Foto de ARCHIVO)
10/12/2021

Manifestación en defensa del catalán

Europa Press

46 millones de ciudadanos de la Unión Europea, alrededor de un 10% de la población, hablan algunas de las 60 lenguas minoritarias que existen en la UE, con mayor o menor protección en sus respectivos Estados. Más allá del catalán, el gallego o el euskera, en la UE se hablan el bretón, el corso, el frisón, el mirandés, el friulano, el occitano, el corso, el siciliano, el sardo, el sorabo, el asturiano, el aragonés, el yidis o el romaní.

Más allá de las 24 lenguas oficiales que se reconocen como oficiales por la UE, la realidad lingüística es más rica y compleja, aunque el denominador común es la poca o nula protección que los Estados brindan a la diversidad lingüística. Sólo Italia, España, Finlandia, Bélgica, Irlanda, Luxemburgo o Malta pueden ser considerados países oficialmente multilingües.  

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El gaélico y el luxemburgués, idiomas nacionales de Irlanda y Luxemburgo, son consideradas lenguas minoritarias a pesar del estatuto oficial del que gozan en sus respectivos Estados por el bajo número de hablantes que lo usan cotidianamente. Se da la circunstancia que el idioma más hablado en Irlanda es el inglés y en Luxemburgo, el francés y el alemán. En Bélgica, más que cooficialidad, lo que existe es una división lingüística por la que la zona francófona está prohibido el francés y en la zona francófona ocurre lo mismo con el flamenco. En el Parlamento federal, los grupos parlamentarios se dividen, además de por familias políticas, por lenguas. Para rizar más el rizo, en dos cantones belgas del este del país el idioma oficial es el alemán.

Siete países de la UE son los más restrictivos con la diversidad lingüística: Francia, Bulgaria, Grecia y Polonia, Lituania, Estonia y Letonia. La Unesco señala que existen hasta 30 lenguas europeas que se encuentran en peligro de desaparición si los Estados no le otorgan algún grado de protección. Alguna de ellas, como el romaní, están en estado vegetativo. La lengua del pueblo gitano sólo tiene algún tipo de protección en Finlandia que, junto con Suecia, son los dos Estados que más reticencias están mostrando a que el gallego, el euskera o el catalán sean oficiales en la Unión Europea.

El yidis, la lengua que hablan las comunidades judías de Centroeuropa, se encuentran en la misma situación de debilidad que el romaní. Otra lengua que agoniza es el lombardo, idioma propio de la región italiana de Lombardía que no goza de ninguna protección.

Con la inclusión como lenguas de uso del catalán, el gallego o el euskera en el Congreso a partir de este martes, España da un paso más en el respeto y protección a su diversidad lingüística. Un paso que puede ser de gigantes si finalmente la UE acepta que estos idiomas se conviertan en las lenguas oficiales número 25, 26 y 27 del proyecto de integración europea cuyo lema es “unidos en la diversidad”.

MINORÍAS RUSAS EN LOS PAÍSES BÁLTICOS

En Estonia, Lituania y Letonia la rusofobia es lo que explica una política inmisericorde con las minorías rusas, lo que ha llevado al Consejo de Europa a sancionar a estos países de la UE por vulnerar los derechos lingüísticos de su población. De hecho, la animadversión a cualquier influencia rusa es lo que explica que ninguna de estas exrepúblicas soviéticas haya firmado aún la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales. A pesar de que aproximadamente el 45% de los habitantes de Estonia, Letonia o Lituania son rusófonos, las instituciones de sus respectivos Estados les prohíben incluso ejercer el derecho a voto si no dominan las lenguas nacionales. Esto tiene como resultado que casi un millón de estonios, letones y estonios rusoparlantes carezcan de derechos civiles.

ESPAÑA, PAÍS EJEMPLAR

Para los defensores del multilingüismo, a pesar de todo, España es considerado un país ejemplar en el respeto a la diversidad lingüística, aunque, más allá del gallego, catalán-valenciano o euskera, existen lenguas que no disfrutan de ninguna o nula protección y están en riesgo de desaparición. En esta situación se encuentran el asturiano, el aragonés o la fala extremeña, lengua galaicoportuguesa hablada en los pueblos de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, situados en el extremo noroeste de Extremadura, en la Raya con Portugal y limítrofes con Salamanca. En el Valle de Arán, comarca pirenaica, se habla el occitano o aranés, considerado idioma cooficial en Cataluña.

Con la inclusión como lenguas de uso del catalán, el gallego o el euskera en el Congreso a partir de este martes, España da un paso más en el respeto y protección a su diversidad lingüística. Un paso que puede ser de gigantes si finalmente la UE acepta que estos idiomas se conviertan en las lenguas oficiales número 25, 26 y 27 del proyecto de integración europea cuyo lema es “unidos en la diversidad”.