‘Buscando a Coque’: nuevo ejemplo de un modelo de consumo de cine en las últimas

Es hora de preguntarse por qué se siguen produciendo películas de aspiración comercial ninguneadas en los cines y exitosas en las plataformas   

 

César y Teresa parecen una pareja feliz y asentada, pero un día ella le confiesa que se ha follado a Coque Malla, que no es un famoso cualquiera, sino el ídolo de César, que, arrebatado, decide hablar con él. Lo malo es que, mientras se replantean una gastada relación de 17 años, los dos van a tener que buscar a Coque en Miami.

Hasta ahí la sinopsis. La película funciona en sus primeros minutos, pero enseguida se desinfla y acaba aburriendo. Al acabarla te deja la sensación de haber visto un corto alargado, una idea y unos personajes que sus responsables no han sabido adaptar a los estandarizados 90 minutos del cine. De hecho, sus creadores, los directores y guionistas Teresa Bellón y César F. Calvillo, han alargado, literalmente, un corto que estrenaron hace ocho años y que titularon Cariño, me he follado a Bunbury. En aquel cortometraje de solo 3 minutos, más bien un gag normalito de cualquier serie de humor, César no era fan de Malla, sino de Bunbury, con el que se acostaba su novia. Además, la pareja de cineastas también rodó el corto Una noche con Juan Diego Botto, en el que la protagonista (nuevamente la actriz Cristina Soria) se lía con el famoso actor, que hace una parodia de sí mismo.

Con Buscando a Coque no estamos ante otra de las infames comedias españolas con las que nos hacen sufrir productores, distribuidores y cadenas de televisión (me refiero a desechos fílmicos tipo Por tus muertos, Matusalén o La Familia Benetón). Al contrario, la película de Bellón y Calvillo tiene un concepto decente (la destrucción de una pareja junto a la de un mito), más estilo, mejor producción y dos buenos actores cómicos como protagonistas, pero armar un guion de largometraje es bastante más complicado que un sketch de tres minutos. 

Ay, el guion. Las productoras españolas siguen sin entender que hay que invertir pasta y tiempo en el texto antes de viajar a Miami. Y en guionistas que no sean los directores, en este caso cortometrajistas que alargan su propio material. Sé que es inútil repetirlo, pero nunca se puede rodar una película digna con un mal guion, aunque sí se puede hacer una buena película con un director mediocre si el guion es bueno. Lo debería saber la productora de Buscando a Coque, Beatriz Bodegas, responsable de bagatelas como Di Di Hollywood, La vida inesperada o HollyBlood. Lástima.   

Hacer una comedia “ligera”, no significa tomársela a la ligera. Aunque te muevas en terrenos que lindan con el absurdo, tienes que hacer creíble las decisiones que toman tus protagonistas. Y, desde luego, que los dos viajen hasta Miami para intentar verse con Coque Malla es ridículo, pero en el peor sentido. Aunque algunos diálogos, sobre todo los del primer tercio del metraje, son dignos, la trama principal no está bien argumentada, ni justificada. No hay quien se crea que Teresa, tras confesar a César que se ha acostado con Malla, acepte, sin pensarlo y hablarlo, viajar con él ¡urgentemente! hasta Miami y, encima, siendo machacada psicológicamente por él durante todo el viaje.

Además, escucho, en boca del protagonista masculino sobre “las cosas que tenemos que hablar con Coque” y, anonadado, me pregunto cuáles son esas cosas exactamente. En fin, que no entiendo nada y me temo que tampoco lo pueden entender la mayoría de los espectadores porque el arco de los personajes es bobo, caprichoso y pobre, igual que la trama y su paupérrimo desenlace. Porque no vale todo.

Y lo peor: la película acaba repitiéndose y atascándose de forma mortal. Tampoco entiendo muy bien por qué la trama se traslada a Miami (el equipo de rodaje estuvo allí muy pocos días). Coque Malla no es un cantante al que el espectador relacione con Miami, como un David Bisbal o un Enrique Iglesias. El cambio de país y continente no está bien justificado en el guion (escuchamos que Coque está “investigando nuevos sonidos”) y con esa decisión se ha perdido la ocasión de hacer una película más castiza y auténtica.

Dicho, esto, no quiero dejar de apreciar el buen trabajo de sus protagonistas. Creo que los dos son cómicos con un texto poco trabajado, pero siguen demostrando que saben desenvolverse perfectamente en la comedia, aunque sea una comedia con un guion tan pobre. Los dos empezaron en la tele, Silva en Al salir de clase y Jiménez en Los Serrano (y coincidieron en Las brujas de Zugarramurdi), y es una pena que no tengan textos cómicos a la altura de su competencia y experiencia. Ay, el guion.

Lo mismo puedo decir de Coque Malla, al que vimos hace más de tres décadas en el corto El columpio, de Álvaro Fernández Armero, y luego en Todo es mentira, también de Armero y junto a Penélope Cruz. En aquella película, Malla demostró que valía para la comedia, pero, por desgracia, acabó desencantado del cine y regresó a la música.
Y no entiendo que en Buscando a Coque haya tan poco Coque. Solo aparece en flashbacks (del revolcón con la protagonista) y diez minutos antes del final. Qué quieren que les diga, me parece de auténticos inútiles desaprovechar un talento para la comedia como el suyo.   

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Para acabar, creo que Buscando a Coque no es cine, es televisión. Y de la olvidable. Podría haber colado como miniserie de comedia si estuviese algo más trabajada. De hecho, la película ha funcionado estupendamente en Movistar Plus+, pero fue un rotundo fracaso de taquilla. En su estreno se tuvo que conformar con un lamentable puesto 19, recaudando una miseria: solo 34.100 euros de viernes a domingo. Su media por sala se quedó en 379 euros y acabó con solo 13.000 espectadores, no recaudó ni 100.000 euros de taquilla. En definitiva: una ruina y la quiebra para cualquier empresa si no fuese porque contó con un millón de euros en ayudas para la producción de largometrajes sobre proyecto y otro generoso respaldo de la televisión pública.

Si una comedia “ligera” de presupuesto alto y con caras conocidas como Buscando a Coque tiene tan pocos espectadores en salas pero solo a los cuatro meses logra un éxito en una plataforma, es evidente que el modelo de consumo de cine que hemos conocido hasta ahora no funciona y desaparecerá. Para ver una película de Marvel o Dune sí, pero pocos pagan ya 9 euros por cabeza por ver una comedia del montón que en cuatro meses (si no antes) ya está disponible en una plataforma y en el pantallón de tu salón.   

Lo peor: lo poco aprovechado que está Coque Malla.    
Lo mejor: el diálogo a costa de Macaco.