Juan Luis de No: “El padre Llanos tenía una pulsión desde muy joven por cambiar las cosas y por mejorar el mundo”

Entrevista con el director del documental Un hombre sin miedo, dedicado al fascinante padre Llanos, que pasó de ser confesor de Franco a militar en el Partido Comunista
Juan Luis de No Portada

Imaginen la estampa. Año 1977, campo del Rayo, Vallecas. Primer gran mitin del Partido Comunista de España, que acaba de ser legalizado. 60.000 personas aplauden a Santiago Carrillo, se escucha la internacional. A su lado está José María de Llanos, conocido como el cura del Pozo del Tío Raimundo con el puño en alto. La fotografía aparece al día siguiente en la primera página de El País y levanta ampollas en la jerarquía eclesiástica y en ciertos círculos políticos. Pero ya no hay marcha atrás, desde 1955 el padre Llanos (director espiritual del mismísimo Franco) había decidido romper con la burocracia de la dictadura para irse a vivir a El Pozo del Tío Raimundo siguiendo los ideales jesuitas de dar testimonio de la pobreza.

Hablamos con Juan Luis de No, realizador, guionista y productor que acaba de estrenar el estupendo documental Un hombre sin miedo, dedicado al padre Llanos.

¿Cómo llegas a este proyecto y por qué te decides a recordar a Llanos?

Una cosa te lleva a la otra, yo soy del otro lado del río, de la zona de Entrevías y El Pozo, de Orcasitas, San Fermín. En esa zona me he pasado toda mi juventud. Siempre me han llegado las referencias de lo que pasaba en El Pozo del Tío Raimundo y en Vallecas, eran los lugares míticos. Y siempre he tenido un interés por investigar más sobre lo que pasaba porque yo lo vivía en mi barrio. Yo también viví el movimiento vecinal y con los años fui investigando y hubo un momento en el que leyendo sobre la cooperación y lo que sucedía en esos años me encontraba siempre con el padre Llanos. Y empecé a investigar sobre él y, de repente, me di cuenta de que era el catalizador de muchas cosas. Y tú sabes que cuándo vas a narrar algo necesitas un personaje potente, que cambie, que se transforme, que tenga un arco de transformación.

Y el de Llanos es muy potente, desde luego.

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Claro, es muy poliédrico, cambiante. Llanos tienen muchas sombras y encaja en la historia y en la temática que yo quería tocar.

Hablando de las sombras del personaje, llama la atención que él mismo confesaba su tendencia a la depresión, decía que era un neurótico depresivo. Incluso en algún momento del documental alguien comenta que Llanos podía pasar hasta una semana sin hablar con nadie y luego convertirse en un ángel. Una montaña rusa de emociones.

Totalmente, todos tenemos eso, aunque en él es muy exacerbado e interesante, hace que la narración tenga muchas caras. Al final abordas la complejidad humana, que es lo que perseguimos todos cuando contamos una historia.

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Sigamos con los giros. Un momento muy impactante de Un hombre sin miedo es cuando Llanos está en la almena de una fortificación, en unos ejercicios espirituales que daba a jóvenes fascistas de la época, y desde lo alto de la almena observa un poblado de infraviviendas y tiene una revelación, un ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Esto pasó tal cual? Es tremendamente cinematográfico.

Sí, lo es. Y lo cuenta en sus memorias. Hombre, yo sé que esas cosas, esos cambios, no se producen de la noche a la mañana. No sé si fue al día siguiente cuando tomó la decisión o pasaron meses, pero a él le costó trabajo que le dejaran irse a El Pozo, tuvo que convencer a los de arriba, pero era muy difícil decirle que no a Llanos.

Otra imagen impresionante es la del abrigo, cuando Llanos coloca su propio abrigo en el techo de una chabola para que no sea derribada por la Guardia Civil. “¡Esto es propiedad del Vaticano!”, les gritó. Es de película, de película de ficción.

Claro, sería un buen personaje para una película de ficción que me he llegado a plantear en algún momento, pero yo estoy muy especializado en el documental y mover una película de ficción es difícil. Ya, de por sí, es difícil levantar un documental.

El archivo fotográfico que usas parece enorme, ¿cómo llegas a él y de qué cantidad de fotografías estamos hablando?

Miles de fotografías de muchos lugares diferentes. El archivo de la Compañía de Jesús nos abrió las puertas con una confianza estupenda, con un montón de volúmenes de fotografías y de collages. Porque Llanos se dedicaba a hacer collages. Los últimos meses de su vida estuvo en la residencia de los jesuitas, en Alcalá de Henares, ya enfermo, haciendo collages. Cogía fotos suyas, fotos de revistas, y escribía un poema que pegaba junto a la foto. Cientos y cientos de collages pegados con celofán, una cosa impresionante.

Llanos era un artista, un hombre con una evidente sensibilidad artística.

Leyendo sus textos te das cuenta. Con sus poemas, sobre todo. En la cooperativa eléctrica de El Pozo del Tío Raimundo encontramos cientos de fotografías, en un lugar donde nos habían dicho que podía haber “alguna foto” y había cientos. La cooperativa todavía da luz a El Pozo, por cierto.

¿Los vídeos que vemos son de Televisión Española?

La mayoría sí, pero las imágenes de El Pozo del Tío Raimundo no son de Televisión Española porque no tenía nada del lugar anterior a los 80. Entonces apareció Tino Calabuig que es un artista multidisciplinar de la época, pertenecía al Colectivo de cine de Madrid, un grupo de jóvenes adscritos al PC que se atrevían a salir con una cámara a la calle y robaron muchas manifestaciones.

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¿En Super8 o en 16 mm?

En 16, hicieron una película que se llama La ciudad es nuestra. Está en Youtube, se puede ver, es una mirada muy interesante sobre los barrios periféricos, ahí aparecen imágenes de El Pozo realmente interesantes, de cómo era el en los años 60 y 70. Nos costó mucho localizar a Tino, había desaparecido del mundo, tiene una edad. Y son las imágenes más valiosas de la película. También son suyas las imágenes de la matanza de Atocha (a manos de la extrema derecha y en el despacho de abogados laboristas y de CCOO en 1977), las rodó Tino personalmente.

Es alucinante cómo a pesar de que sus hermanos son torturados y asesinados en la Guerra Civil (uno en Paracuellos de Jarama y otro toreado y partiéndole los dientes con un crucifijo) en él pesa más la pobreza y la salvaje desigualdad que ve en la dictadura. Y tenía todas las papeletas para haber sido un furibundo del régimen fascista solo por su tremenda experiencia personal.

El padre Llanos tenía una pulsión desde muy joven por cambiar las cosas y por mejorar el mundo, lo que pasa es que el ambiente en el que se cría le lleva a meterse en Acción Católica, a ser militante católico... Era lo que había mamado, el mundo en el que vivía, pero tenía esa pulsión, la que le llevó a hacerse sacerdote y en concreto jesuita, que no es cualquier cosa. Y esa pulsión fue la que le llevó a El Pozo del Tío Raimundo, cuando el régimen le tenía completamente decepcionado.

Es muy interesante cuando Llanos habla de Franco. El dictador lo llama y se da cuenta de que está pirado, que el dictador habla como si fuese el padre de todos los españoles. Llanos se asusta, piensa que está mal de la cabeza. Es otra revelación descubrir en manos de quién estaba el país.

Sí, claro, le llamaron porque daba ejercicios espirituales muy especiales. Este encuentro lo cuenta en los años 80, en la televisión. Y también lo cuenta por escrito en sus memorias.

También es buenísimo el día en el que planta a Franco, cuando el dictador va a inaugurar unas casas unifamiliares.

Ahí él ya había despertado del todo, no le gustaba nada la perspectiva de encontrarte con este señor. Fue una de sus reacciones airadas, tuvo muchas a lo largo de su vida.

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¿Tuvo el padre Llanos muchos enemigos?

No creo que tuviese enemigos declarados, pero tenía ese pronto, ese genio, ese mal genio… Pero cuando le salía el genio con los vecinos luego les pedía perdón. Con Franco no sé cómo lo haría, lo único que cuenta él es que tuvo que dar explicaciones cuando le llamaron de la Compañía de Jesús. Pero él siempre respeto a la jerarquía, jamás desobedeció a sus superiores, lo llevaba a rajatabla.

Es increíble la actualidad del documental cuando recuerdas como Llanos hablaba, en su época, de pisos vacíos y del abuso inmobiliario. Escribe sobre un “capital que no cumple con el servicio al bien común, un insulto y una burla que subleva la tierra”.

Y está escrito en el año 56 en un periódico del régimen, eso es lo más alucinante. Y es que seguimos teniendo ese problema y llevamos así décadas y décadas. Yo tengo 57 años y cuando tenía 25 también había un gran problema con la vivienda. Siempre lo ha habido y parece que ya es imposible cambiarlo porque han empujado a la clase trabajadora a entrar en sus juegos y esto es lo que nos está perdiendo.

Hay en Un hombre sin miedo un entrevistado, Miguel Ángel Pascual, habitante durante muchas décadas en El Pozo, que deja una amarga reflexión al final del documental. Dice que vamos hacia atrás, vivimos una regresión. No sé si estás de acuerdo.

Hoy tiene un poco de nostalgia el que ha vivido una serie de cosas en las que se ha avanzado de manera incuestionable a nivel material, pero a nivel humano hemos perdido, un punto de solidaridad que había antes y que ahora ya no está. Él lo echa en falta, pero yo no soy pesimista para nada.

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Hay en tu documental un plano de un yonqui desmoronándose, aparentemente muerto, en un banco. ¿Es real?

Ese plano es del programa Vivir cada día, de Televisión Española, es durísimo.

Pensaba que era ficción, como sacado de una película de Eloy de la Iglesia.

No, no, es de Vivir cada día. ¿Lo recuerdas?

Sí, de pequeño. Miguel Ángel Pascual también comenta en tu documental que el tráfico de heroína no se para por parte de policía y las autoridades para acabar con los líderes de los barrios y con los propios barrios.

Eso es sabido desde hace mucho tiempo y no solo en Madrid, fíjate la que liaron en el País Vasco. No es nada nuevo, es algo de lo que nadie quiere hablar.

Con esto terminamos. Y animamos a la gente a que vaya a ver Un hombre sin miedo.

Gracias a ti por tu interés. Soy el lector de Diario.Red, lo leo todos los días.

Muchas gracias, Juan Luis.