Virgilio-Eneida

Irene Vallejo presenta a un Eneas perseguido por los fantasmas de la guerra de Troya, incapaz de guiar a su pueblo a un futuro distinto porque él mismo pertenece al pasado y a la guerra
El silbido del arquero de Irene Vallejo — Editorial Contraseña

El silbido del arquero de Irene Vallejo

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212 páginas

Irene Vallejo ya es una autora de reconocido prestigio, desde El infinito en un junco a su Manifiesto por la lectura. El silbido del arquero es una aproximación diferente a los clásicos, en este caso, a la Eneida, pues se realiza en clave ficcional y no ensayística, como sucede con El infinito en un junco. Por tanto, se trata de una novela que es una actualización del poema épico por excelencia del mundo romano.

El libro está compuesto por ocho capítulos, en los que las voces de los personajes se alternan en distintos fragmentos, alternando a un narrador en primera persona y un narrador en 3ª persona. Los protagonistas del relato utilizan la primera persona (Eneas, Ana, Elisa o Eros), mientras que la del narrador de las partes en que Virgilio es el protagonista escribe en 3ª persona. Esta elección es curiosa y toma distancia con respecto del creador original de la Eneída. A la vez, es hermoso: esta adaptación permite que el autor conviva con los personajes que creó y nos permite asistir a los conflictos que el autor pudo tener al enfrentarse con una creación que buscaba realizar publicidad del emperador y del imperio, ya que muestra a un Virgilio desgraciado, doliente por la tarea encomendada. Como elemento interesante, también podemos destacar la presencia de Homero como sombra que persigue a Virgilio, poniendo a los dos autores a la misma altura, a la vez que Virgilio es una sombra que observa el pasado e interactúa con Eneas y con Elisa al ser testigo de sus acciones, impidiendo que las acciones del dios Eros puedan llevar la historia en otra dirección.

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Irene Vallejo presenta a un Eneas perseguido por los fantasmas de la guerra de Troya, incapaz de guiar a su pueblo a un futuro distinto porque él mismo pertenece al pasado y a la guerra. Es, en este caso, un Moisés grecolatino porque no puede alcanzar la tierra prometida. Elisa, a su vez, es un personaje que tampoco logra abandonar la violencia de su tierra de origen y esto, en realidad, sirve para condenar a una Cartago todavía inexistente. Ana pretende tender puentes entre Elisa y Enes utilizando a Yulo (el niño de la profecía), pero las profecías y la interpretación de las mismas impiden que pueda tener éxito, porque Eneas entiende sus palabras de otro modo. Eros, a su vez, representa al dios del amor y procura que una relación entre Elisa y Eneas cambie el futuro, a modo de juegos, como han jugado los dioses y el amor con los hombres a lo largo de la historia de la literatura.

Sobre la novela, en cuanto al aspecto teórico, la adaptación es un mecanismo de relación transtextual que implica la creación de una nueva obra literaria a partir de una preexistente, siguiendo mecanismos de actualización. El silbido del arquero no es una adaptación, o no exclusivamente. Se posiciona, como obra literaria, en la línea de la obra de Alessandro Baricco Homero, Ilíada. Hay una fabulación personal de Irene Vallejo (¿podría ser de otra forma?), y la obra tiene su estilo característico: mezcla elementos narrativos con cierto lirismo y se lee de forma amena y divertida. Y, como indica la cita de Ana María Matute que encabeza el libro: Algunas derrotas no son ni gloriosas ni recordadas; pero algunas pueden llegar a ser leyendas, y de leyendas pasar a victorias. Es, evidentemente, el caso de Eneas. Y es hermoso.