Cuando el Real Madrid era invencible en baloncesto

No sólo de otra época sino de otro mundo. Los 88 partidos consecutivos entre 1971 y 1975 sin conocer la derrota en la entonces denominada Liga Nacional no tienen, ni más que probablemente tendrán nunca, parangón alguno en la historia de la competición

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Real Madrid Baloncesto en 1973 — RTVE (Youtube)

En una época en la que el empate se validaba como resultado final, sólo uno de esos 88 partidos acabó en tablas. La racha comenzó con la victoria sobre el Kas de Bilbao (101-66) en la 6 jornada de la Liga 1971-72, una semana después de la derrota en la visita al Palau Blaugrana (60-57), que fue de hecho la única encajada por el equipo madridista aquella temporada.

A partir de ese día, la serie de victorias se prolongó hasta nada menos que 61 consecutivas, registro que constituye por sí mismo otro récord histórico nunca igualado, y asimismo difícilmente igualable, en la historia de la competición. El partido número 62 de la serie tuvo de nuevo como escenario la cancha del FC Barcelona, ya en el mes de febrero de 1974, y fue el único partido de esos 88 que el Real Madrid no ganó. Pero tampoco lo perdió, porque acabó con 85-85 en el marcador.

Las crónicas explican que el equipo azulgrana dominó gran parte del partido, aunque se llegó al descanso con una mínima ventaja del Real Madrid (45-48). Ya en el tramo final, el Barça había llegado a estar en +10 (81-71) y a falta de dos para el final, ganaba por 83-78. Después, tres tiros libres anotados por Brabender (1) y Cabrera (2) pusieron el empate a falta de 23 segundos. Aún tuvo pues el Barça la oportunidad de firmar la canasta de la victoria, pero su ataque fue confuso y no lo consiguió. No estuvo exento de polémica, pues los azulgrana reclamaron falta bajo el aro blanco, pero los árbitros no la concedieron.

Por el FC Barcelona jugaron Miguel López Abril (2 puntos), Manolo Flores (12), Charles Thomas (13), Héctor Blondet (27), Norman Carmichael (20), Jesús Iradier (11), Josep Maria Soler y Miguel Angel Estrada. Y por el Real Madrid, Carmelo Cabrera (8), Clifford Luyk (17), Wayne Brabender (32), Walter Szczerbiak (20), Rafael Rullán (8), Cristóbal Rodríguez (2) y Vicente Ramos.

Aquel partido fue el único que el Real Madrid no ganó en aquella Liga 1973-74, que acabó sumando 55 de los 56 puntos posibles (entonces, como en el fútbol, se contabilizaban 2 puntos por victoria, 1 por empate y 0 por derrota) proclamándose lógicamente campeón. Y siguió invicto prácticamente un año más –otros 26 partidos consecutivos- hasta que la serie se rompió el 2 de febrero de 1975 en su visita al entonces castellanizado Juventud en Badalona, una semana después de derrotar al Hospitalet (107-62).

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La expedición madridista recelaba de los verdinegros antes del partido. Así lo expresó uno de sus jugadores, Vicente Paniagua, al llegar a Badalona: “Será muy difícil, estamos todos seguros de ello, pero venimos muy animados, dispuestos a sumar una nueva victoria. Pero no nos fiamos lo más mínimo de este Juventud que siempre cuaja grandes partidos contra nosotros”. Y así fue.

El histórico partido en la cancha verdinegra acabó 89-80 (46-49 en el descanso) con las gradas absolutamente llenas y un ambiente volcado con el equipo badalonés, que respondió con una completísima y excelente actuación, que acabó poniendo al público de Badalona en pie. Así lo explicó la larga crónica publicada al día siguiente en el diario El Mundo Deportivo, con la firma de Manuel Espín, de la que entresacamos algunos párrafos:

Increíble pero verdad: el Real Madrid, invicto en la Liga desde hace cuatro años, conoció ayer ante un exuberante y arrollador Juventud, el sinsabor de la derrota, batido en toda la línea por un adversario que, como tocado por una varita mágica, apareció en esta ocasión milagrosamente transformado, hasta tal punto que no debían ser pocos los aficionados que llenaron a rebosar el Palacio badalonés que, en el curso del partido, y a la terminación del mismo, hubieron de pellizcarse para convencerse de que no estaban soñando…

La superioridad de los verdinegros, en una actuación literal-mente perfecta, de una calidad portentosa, tenía, en efecto, visos de algo irreal… Pero no. El Juventud había aguardado para este encuentro el solemne momento de destapar el tarro de la mejor esencia y su juego, hecho de tesón, nervio y clase, esa trilogía que define a los equipos auténticamente grandes (…)

Es innegable que la resonante victoria del Juventud fue el pro-ducto de una labor colectiva de refulgentes aciertos. Pero lo es también que el equipo verdinegro mostrase una tan fluida y perfecta conjunción de ideas y esfuerzos lo que contribuyó, de forma decisiva, a la soberana actuación de Víctor Escorial, erigido en inspirado y brillante conductor del bloque verdinegro (…)

Los primeros compases del juego nos mostraron a un Juventud muy vivaz en sus acciones, que defendía muy bien y atacaba con resolución y tino en el disparo (…) subió la ventaja costeña: 24-14 a los ocho minutos (…) Ferrándiz trató de detener el peligroso vendaval costeño y pidió tiempo muerto (…) Luyk pasó a relevar a Cristóbal. La presencia de Luyk, sólo la simple presencia, pareció arreglarle las cosas al Madrid (…) Se entró en una fase de cerrado equilibrio, con mínimas diferencias en el marcador, y con 30-28, a los trece minutos, entró Santillana en sustitución de Fernández. El cambio no dio resultado alguno (…) a los dieciocho minutos, el Madrid se había adelantado en el marcador con 41-43 (…) En el Juventud se echaba de menos a Escorial y al descanso se llegó con ventaja del Madrid (46-49) (…)

En la reanudación, apareció Estrada en el Juventud (…) De nuevo empuñó Escorial su inspirada batuta y el Juventud siguió siendo el conjunto armónico y profundo de la primera parte. El Madrid, como en los últimos minutos del primer tiempo, seguía encerrado en una zona 2-3 que resultaba de una eficacia cierta-mente dudosa (…) El peligro pareció asomar, con todo, a los treinta y cinco minutos, con un breve margen de 78-75. Pero el Juventud jugando con cautela, moviendo el balón con seguridad, seguía creando ataques que hallaban una certera rúbrica con sus-pensiones de Estrada –espléndido en su acción dentro de la zona madridista– o de Filbá, José María Margall y aun del propio Escorial. Un desesperado y tardío ‘pressing’ a todo campo, para el que el Madrid echó mano en el último minuto de Ramos y Corbalán, no le sirvió de nada al equipo blanco. Y al final, con el 89-80, el delirio en las gradas. La magnitud de la hazaña lo justificaba plenamente.

Los protagonistas de la Penya fueron Víctor Escorial (23), Joan Filbà (17), Juan Ramón Fernández (10), Josep María Margall (18), Narcís Margall (10), Miguel Angel Estrada (11), Luis Miguel Santillana, Toni Ametller y Manel Bosch. Por parte del Real Madrid jugaron Walter Szczerbiak (22), Cristóbal Rodríguez (2), Rafael Rullán (8), Wayne Brabender (32), Carmelo Cabrera (14), Clifford Luyk (2), Vicente Ramos, Juan Antonio Corbalán y Vicente Paniagua.

Una vez sonó el bocinazo final, el entrenador del Real Madrid, Pedro Ferrándiz, hizo la siguiente valoración: “No es una sorpresa, el Juventud habría jugado como lo hizo hoy contra nosotros aunque se hubiera encontrado en la última posición de la tabla. Veníamos aquí a defender el margen de 11 puntos de la ida y lo hemos conseguido. Ahora mantendremos idéntico objetivo en la pista del Barcelona”.

Dos semanas después, el Real Madrid volvió a conocer la derrota, esta vez en su visita a la cancha del Barça (90-77). Pero de todos modos, pese a aquellos dos reveses, acabó la Liga de nuevo como campeón, con una victoria más que el equipo azulgrana. Y la Penya fue tercera.

Aquellos 88 partidos sin perder se pueden resumir en números. En pocos, porque en la época, no como ahora, no había estadísticas más allá de los datos básicos.  De todos modos, de lo que había podemos sacar algunos realmente impresionantes.

El ataque del Real Madrid alcanzó los 99,8 puntos de media por partido y superó los 100 en 46 partidos. Su mayor anotación fueron los 133 puntos que le endosó al Vallermoso en la Liga 1971-72 (133-85). Y sumó 125 en tres partidos, uno de ellos especialmente destacable porque se los metió nada menos que al FC Barcelona en la primera jornada de la Liga 1973-74: 125-65 en el pabellón de la Ciudad Deportiva.

La mayor diferencia en contra la encajó el Mataró en su visita a Madrid en la temporada 1972-73: nada menos que -79 puntos (121-42). En la siguiente Liga, el recién ascendido Círculo Católico de Badalona se llevó un -65 (112-47), y ahí ha quedado también el mencionado +60 sobre el Barça.

En defensa encajó una media de 67,1 puntos por partido, lo que en el global significa que completó los 88 partidos con una media de casi +33 puntos de diferencia a favor. El récord defensivo lo fijó en los 32 puntos que anotó el Águilas de Bilbao en su visita a Madrid en la Liga 1972-73. En aquella misma temporada, el Mataró se quedó en 42 y el Estudiantes en 45. Y un año antes, el Breogán en 42.

Tan histórica serie la consiguió el Real Madrid gracias a las extraordinarias plantillas que logró reunir y que durante varias décadas lo convirtieron en el equipo incuestionablemente dominante en el baloncesto español y en uno de los mejores de Europa. Estos fueron los jugadores que formaron parte de la plantilla madridista en aquellas cuatro temporadas en las que registró el récord, dirigidas todas por Pedro Ferrándiz:

1971-72 Vicente Ramos, Carmelo Cabrera, José Ramón Ramos, Juan Antonio Corbalán, Wayne Brabender, Emiliano Rodríguez, Vicente Paniagua, Toncho Nava, José Luis López Abellán, Clifford Luyk, Cristóbal Rodríguez, Rafael Rullán y Alberto Viñas (también figuró en la plantilla el estadounidense Tim Muller, pero únicamente para los partidos de Copa de Europa).

1972-73 Vicente Ramos, Carmelo Cabrera, Juan Antonio Corbalán, Wayne Brabender, Emiliano Rodríguez, Vicente Paniagua, José Merino, Clifford Luyk, Rafael Rullán, Norbert Thimm, Cristóbal Rodríguez y Alberto Viñas.

1973-74 Vicente Ramos, Carmelo Cabrera, Juan Antonio Corbalán, Wayne Brabender, Walter Szczerbiak, Vicente Paniagua, Clifford Luyk, Rafael Rullán, Luis María Prada y Cristóbal Rodríguez.

1974-75 Vicente Ramos, Carmelo Cabrera, Juan Antonio Corbalán, Wayne Brabender, Walter Szczerbiak, Vicente Paniagua, José Manuel Beirán, Samuel Puente, Clifford Luyk, Rafael Rullán, Luis María Prada y Cristóbal Rodríguez.