Juegos Olímpicos

La guerra cultural de la ultraderecha sobre el cuerpo

Nos encontramos en medio de una batalla de la guerra cultural más amplia emprendida por la ultraderecha desde hace tiempo. Que se mueve de manera organizada, utilizando redes internacionales y todo el poder —mediático en primer lugar— a su disposición
Foto: RTVE
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46 segundos. Ni siquiera dio tiempo para completar un round. Así de breve fue el duelo de octavos de final de boxeo peso welter (66 kg) entre Ángela Carini y la argelina Imane Khelif.

Dos golpes de la argelina, uno en la cara, y la italiana tiró la toalla. Postrándose de rodillas, llorando. Sin saludar a la adversaria, un gesto muy antideportivo, tanto más si cabe en un combate del "deporte noble".

Era la primera vez que Carini, en 107 combates oficiales, se retiraba porque su oponente la golpeó demasiado fuerte. Era la primera vez que Khelif, en 47 combates oficiales, hizo retroceder a su oponente porque la golpeó demasiado fuerte.

Una vez finalizado el combate en el ring, comenzó otro combate que poco tiene que ver con el boxeo. Es un combate querido y organizado por la ultraderecha italiana, pero no solo por esta. A decir verdad, el combate había empezado unos días antes.

“Boxeador trans”, “nacida hombre”, “argelino”, “el transgénero”: estas son las fake news en las que se basa toda la construcción de la ultraderecha. Porque la verdad es que Imane Khelif no es un boxeador hombre ni una boxeadora trans. Pero la verdad no detiene a la ultraderecha. Por el contrario, estalla tras la derrota de Angela Carini

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Estamos a martes 30 de julio: faltan 48 horas para el combate olímpico entre Carini y Khelif. El Ministro de Infraestructuras y Transportes, Matteo Salvini, escribe a las 18:06: “El boxeador trans de Argelia, excluido del campeonato mundial de boxeo, puede participar en los Juegos Olímpicos y se enfrentará a nuestra Ángela Carini. Una bofetada a la ética deportiva. ¡Ya está bien de locuras de la ideología ‘woke’!”.

A la mañana siguiente, miércoles 31 de julio, Rossano Sasso, diputado de la Liga de Salvini, solicita información urgente al Ministro de Deportes Abodi en la Cámara al objeto de saber si "la delegación italiana está dispuesta a lanzar un mensaje contundente" contra la "locura ideológica" de tener que “ver a una atleta […] competir y subir al ring con otro atleta, ahora mujer, nacida hombre”.

El 31 de julio por la tarde entra en liza la ministra de Turismo, Daniela Santanché, del partido de Giorgia Meloni; publica en X un titular de La Verità, periódico de ultraderecha, "En los Juegos Olímpicos de género, un argelina se liará a puñetazos con una mujer italiana", comentando lo siguiente: "La italiana Angela Carini en los octavos de final de boxeo femenino desafiará a la transexual Imane Khelif. Un puñetazo que hace daño al deporte y a las mujeres. Pero ahora somos rehenes de la política woke".

“Boxeador trans”, “nacida hombre”, “argelino”, “el transgénero”: estas son las fake news en las que se basa toda la construcción de la ultraderecha. Porque la verdad es que Imane Khelif no es un boxeador hombre ni una boxeadora trans. Pero la verdad no detiene a la ultraderecha. Por el contrario, estalla tras la derrota de Angela Carini.

El presidente del Senado, La Russa, fundador de Fratelli d'Italia y orgulloso de tener bustos de Mussolini en casa, declaraba: "La espero en el Palazzo Madama para darle un abrazo".

Vannacci, ex general elegido para Parlamento Europeo con la Liga de Salvini y medio millón de preferencias gracias a sus posiciones homofóbicas y racistas, hoy vicepresidente del grupo "Patriotas por Europa", dijo: "A esto ha llevado la inclusividad y la fluidez de género: un hombre boxeando contra una mujer en los Juegos Olímpicos”.

Y no podía faltar Giorgia Meloni, que publica una fotografía en la que acaricia dulcemente a Angela Carini y le dedica un mensaje: "Sé que algún día ganarás con esfuerzo y sudor lo que te mereces. En una competición finalmente justa". Porque, como está diciendo la ultraderecha, el combate con Khelif, no habría sido justo.

El círculo se cierra con un reportaje de poco más de un minuto de la edición vespertina del TeleGiornale 1 del 1 de agosto. El periodista de la RAI, televisión pública, pregunta a Angela Carini "¿cómo te sientes?", y luego pasa inmediatamente al verdadero motivo de la entrevista: "Sabemos que acabas de reunirte con EL Primer Ministro Giorgia Meloni, [ ...] ¿Qué es lo que más te ha impresionado?”. En su respuesta, Carini, después de reiterar el artículo masculino EL, en lugar del femenino LA, se lanza a un increíble spot publicitario: "La he visto como una madre cuando encuentra a una hija. Se ha identificado conmigo [...] y me ha recibido como a una hija. Es lo que he visto en sus ojos cuando me ha mirado y me ha dicho: “no te rindas”, porque hoy tal vez todo esto no dependía de ti [...]. Cree en tus sueños. Y eso me ha dado mucha fuerza”.

La ultraderecha italiana no está sola en esta "guerra"

El presidente argentino Milei, apoyándose en un post en el que Imane Khelif es definida dos veces como un "tipo", afirma que "si [Carini] seguía, [Kheli] la mataba".

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, balbucea sobre la supuesta "abolición de la mujer [...] injusta y perversa", demostrando que también sabe escribir un tuit en inglés.

Donald Trump hace saber: "mantendré a los hombres fuera de los deportes femeninos", recibiendo inmediatamente el aplauso del propietario de X, Elon Musk. Musk, que había hecho saber que detrás de la compra del entonces Twitter también había un distanciamiento de su hija trans y "comunista", declaró estar "absolutamente de acuerdo" con Riley Ganes, ex nadadora y desde hace tiempo agitadora de una campaña contra las personas trans en las competiciones deportivas, que antes había escrito en la misma plataforma que “Los hombres no pertenecen al deporte femenino”.

Para terminar, aunque podríamos llenar páginas enteras, J.K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter, quiso hacernos saber que "a una joven boxeadora le han arrancado todo aquello por lo que trabajó y entrenó porque habéis permitido que un hombre subiera al ring para pelear con ella".

Como vemos, esta fake news se ha impuesto en el plano internacional por obra de los actores de la ultraderecha política, económica y mediática.

No es la primera que se difunde durante estos Juegos Olímpicos. De hecho, unos días antes fue noticia la imagen del supuesto lema "Not a dude" —que vendría a decir: "No soy un hombre"— en los bañadores de algunas nadadoras. Según quienes lo difundieron, fue la expresión de una protesta de las nadadoras contra sus colegas transgénero.

Simone Pillon, miembro de la Liga y conocido por sus posiciones antiaborto y contra la comunidad LGBT, se sumó a la batalla: "Varias nadadoras olímpicas vistieron trajes de baño con una inscripción estratégicamente colocada para especificar que "Not a dude", no soy un chico. Bellas, valientes e irónicas. Me encanta. En estos tiempos debería ser obligatoria, quizás con iluminación LED. ¿Vosotros qué pensáis?".

Se trata de un burdo fotomontaje, pero a la ultraderecha, una vez más, le interesa poco la distinción entre verdad y mentira. Lo importante es llevar adelante su propia batalla de ideas. Con todos los medios disponibles.

Las cuentas que difunden noticias falsas sobre Venezuela son las mismas que se han sumado a este otro frente

La misma fake new sobre si Imane Khalef sería un hombre o una mujer trans no es nueva. Había sido difundida en 2023 por cuentas en redes sociales estrechamente vinculadas a la ultraderecha hispanohablante, después de que el 24 de marzo, pocas horas antes de la final del Mundial de Boxeo, la atleta argelina fuera excluida del combate —al igual que su colega taiwanesa Lin Yu-Ting—, concediendo así la victoria a la atleta china Yang Liu.

La decisión la tomó la IBA (Asociación Internacional de Boxeo). La Asociación Internacional tiene su sede en Rusia, está dirigida por Umar Kremlev, considerado muy cercano a Putin, y está librando una guerra por el poder con el Comité Olímpico Internacional (COI), que desbancó a la IBA y suspendió al boxeo de los Juegos Olímpicos de 2028, en espera de crear una nueva federación bajo su control.

El 31 de julio de 2024, la IBA explicó los motivos de la exclusión de las dos atletas el año anterior de la siguiente manera: no habrían "cumplido con los criterios de elegibilidad para participar en la competición femenina, según los parámetros establecidos por el Reglamento de la IBA" a partir de pruebas que, sin embargo, han sido en todo momento "confidenciales" —y por lo tanto no públicas— y que ni siquiera pueden encontrarse en el expediente descalificación. El texto dice a continuación: "se constató la presencia de ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas".

Ventajas competitivas que, sin embargo, hasta entonces no se habían encontrado ni denunciado.

En el Campeonato Mundial de Boxeo Femenino Amateur de 2018, Imane Khelif fue eliminada en la primera ronda, quedando solo decimoséptima en la clasificación. En la edición de 2019 terminó incluso en trigésimo tercer lugar.

En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 le fue mejor: eliminada por la boxeadora irlandesa Kellie Harrington en cuartos de final por 5-0.

De nuevo: en el Campeonato Mundial de 2022 la boxeadora irlandesa Amy Brodhurst la derrotó en la final.

Hasta entonces nadie se había quejado. Ni siquiera las instituciones italianas que habían acogido a Imane Khelif, junto a la selección argelina, para llevar a cabo entrenamientos conjuntos.

En cualquier caso, partimos de su exclusión por parte de la IBA en los Mundiales de 2023, para llegar a los Juegos Olímpicos de París y a un relanzamiento del fake que, según Idmo y DataLab, sería obra principalmente de "algunas comunidades italianas prorrusas vinculadas a Qanon”.

Julián Macías Tovar, activista contra la desinformación digital, señala que curiosamente las cuentas que difunden noticias falsas sobre Venezuela son las mismas que se han sumado a este otro frente. Y añade: “X potencia estas cuentas para ser más visibles”. Cuestionando directamente a Musk, que utiliza su plataforma para apoyar las batallas preferidas por la ultraderecha, ya se trate de las elecciones de un Trump, un Milei o una María Corina Machado, o las batallas homotransfóbicas.

La desinformación no solo viaja a través de las redes sociales. El poder mediático de la ultraderecha utiliza todas las herramientas a su disposición. Los titulares de los periódicos son elocuentes. El 2 de agosto, Libero, propiedad de Angelucci, parlamentario de la Liga y rais de la sanidad privada, tituló una foto de Angela Carini postrada de rodillas en el ring tras su derrota: “Ha ganado ella. La mujer que noquea a la izquierda." Il Giornale, también propiedad de Angelucci: "Un puñetazo a las mujeres". La Verità: “Pierde la italiana, gana la realidad” y en el subtítulo añade que “estalla el caso del argelino que pelea entre las féminas”. Il Tempo, otro periódico del magnate Angelucci: “Locura woke en el ring”.

Sin embargo, colocar un fake en el sistema de medios no significa automáticamente que la operación funcione. Si decenas y decenas de millones de personas se lo creen es porque la extrema derecha ha preparado bien el terreno de su guerra cultural.

La lógica, como recuerda el politólogo Elvin Calcaño Ortiz, es la siguiente: "Las fake news, como hemos explicado, funcionan porque validan prejuicios y miedos. Y ahora con las redes sociales, que necesitan segmentarnos en nichos de opinión para rentabilidad, la mentira es más potente que nunca. He ahí, insisto, la principal amenaza a la democracia hoy”.

Así, pues, nos encontramos en medio de una batalla de la guerra cultural más amplia emprendida por la ultraderecha desde hace tiempo. Que se mueve de manera organizada, utilizando redes internacionales y todo el poder —mediático en primer lugar— a su disposición.

El objetivo consiste en presentarse como defensores de una supuesta identidad —en este caso la identidad "esencializada" de la mujer, cuyos derechos pueden luego ser fácilmente atacados, véase el caso del aborto— supuestamente en peligro. Se trata de propagar el miedo, llevando a creer que estamos en peligro. Construir un "nosotros" que se convierte en víctima de un proyecto que pretende destruir nuestro mundo, nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestro futuro. Sirviéndose de la “teoría de género”, de la “ideología woke”. Se trata de victimismo, uno de los rasgos típicos de la ultraderecha de cualquier latitud.

Por lo demás, la batalla contra Imane Khelif no es sólo un sumidero de barbarie, sino que también —hay que decirlo— va “contra la naturaleza". La ultraderecha siempre ha invocado la biología como único parámetro útil para definir sexo, género y roles sociales; la ultraderecha que dice que si naces mujer eres mujer y si naces hombre eres hombre, es la misma que hoy nos está diciendo que si naces con vagina no significa necesariamente que seas una mujer. De este modo, debe admitir esa complejidad que siempre ha sido reivindicada por los movimientos LGBTQ+ como base para luchar para que cada cuerpo y cada identidad pueda finalmente encontrar un reconocimiento adecuado.


Traducción: Raúl Sánchez Cedillo