Baloncesto

La Liga que Uliana Semenova dominó en Getafe

Desde finales de los 60 hasta mediados de los 80, tanto en las filas del Daugawa de Riga como en las de la selección de la Unión Soviética, la letona Uliana Semenova (2.11 de estatura) dominó como ninguna otra el baloncesto femenino mundial, y en la temporada 1987-88 revolucionó nuestra Liga

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Fue internacional indiscutible durante 18 años, campeona de prácticamente todos los campeonatos en los que participó. En definitiva: una pívot invencible. A la letona Uliana Semenova, de 2.11 de estatura, 120 kilos de peso y un 58 de pie, inevitablemente se la comparó al también internacional soviético Vladimir Tkachenko. Pero su impacto en sus equipos y sobre todo en el juego fue muy superior. Como muestra, el botón de su trayectoria en las filas del Daugawa Riga: 15 títulos de Liga de la Unión Soviética entre 1967 y 1984, 11 de Copa de Europa entre 1967 y 1981 y uno de Copa Ronchetti (1987). En todos esos años, nada menos que 17 temporadas, el Daugawa contó por victorias todos los partidos que disputó en competición europea. Un récord imposible de repetir y que solo se explica por la presencia bajo los aros de la insuperable Semenova.

Lo mismo puede decirse de su carrera con la selección de la URSS, en la que fue fija y del todo determinante entre 1968 y 1986 y con la que no perdió uno solo de los partidos oficiales que disputó en todos esos años. Solo conoció una derrota, en el que fue su último partido con la camiseta soviética, pero no fue un partido de competición oficial sino la final de los Goodwill Games de 1986, precisamente disputados en Moscú, frente a Estados Unidos. El mismo rival al que diez años antes, en la final olímpica de Montreal 1976, le había endosado 32 puntos y 19 rebotes en 23 minutos en cancha, en la que fue una de las actuaciones más memorables de su memorable trayectoria. El balance internacional de Semenova no resumen 2 medallas de oro en Juegos Olímpicos, otras tres en el Campeonato del Mundo y 10 en los Eurobasket: 101 partidos jugados, 101 victorias. Y un total de 1.699 puntos anotados. Su dominio bajo los aros fue tan incontestable que incluso se la llegó a señalar como la principal responsable de la escasa evolución táctica del baloncesto femenino soviético en aquellos años en que ella estaba en pista.

Frente a los 2.11 de Semenova no había recursos posibles. Ningún rival los tenía. Pero sería injusto señalar que su estatura fue su única virtud. Uliana entendía el juego, lo sabía leer, a pesar del incontestable poder de sus centímetros, fue lo que se dice una jugadora de equipo

Uliana Semenova nació en Meduni, en el distrito de Daugavplis, el 9 de marzo de 1952. Cuando los técnicos del Daugawa Riga la captaron para su club, que era uno de los más potentes del momento, tenía 13 años de edad y ya medía 1.92, una estatura desmedida provocada por una acromegalia, el exceso de una hormona del crecimiento que también afectó a baloncestistas notables como Roberto Dueñas y el rumano Gheorghe Muresan. Casi inmediatamente después de su llegada a Riga, se incorporó a la plantilla del primer equipo y a la selección junior de la URSS.

Frente a los 2.11 de Semenova no había recursos posibles. Ningún rival los tenía. Pero sería injusto señalar que su estatura fue su única virtud. Uliana entendía el juego, lo sabía leer, a pesar del incontestable poder de sus centímetros, fue lo que se dice una jugadora de equipo. Lo fue hasta el final, cuando con 36 años de edad tuvo que despedirse de las canchas por culpa de una artrosis sin solución en una época en la que los deportistas no tenían a su disposición los actuales niveles de preparación física y atención médica. Ni siquiera los de la gran potencia soviética.

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En su última temporada en el Daugawa ya solo jugó los partidos de la competición internacional. Había decidido retirarse, pero poco después recibió una propuesta de España, del Tintoretto de Getafe, al que finalmente se incorporó, cuando la Liga ya estaba en marcha, tras haber recibido el permiso del Sovintersport (Organización nacional de Comercio Exterior del Comité de Deportes Soviético). Se convirtió así en la primera jugadora de la Unión Soviética en jugar en un club de fuera de su país. Estaba entonces a un muy bajo nivel de rendimiento físico, pero en España siguió siendo determinante: cuando se incorporó al Tintoretto, tras seis casi seis meses sin jugar, el equipo de Getafe luchaba por evitar el playoff de descenso; con Semenova llegó a jugar el playoff final de la Liga, que solo perdió en el tercer y último partido de la serie, frente al Caixa Tarragona. Una auténtica revolución.

Ya su primer partido en España fue un verdadero acontecimiento que provocó una expectación inusitada hasta aquel momento en la competición. Fue contra el Canoe, a principio de diciembre de 1987, en un pabellón lleno de público como no se había visto antes. Y Semenova no decepcionó. Incluso evidentemente fuera de forma, firmó una actuación decisiva: 22 puntos, 13 rebotes, 3 asistencias y varios tapones, uno de ellos espectacular, ya en los últimos minutos del partido, a la estadounidense Lisa Van Goor, la estrella canoísta. “Es un placer tenerla en el equipo”, aseguró el entrenador del Tintoretto, Alfonso García.

Pero no todo fue color de rosa en sus meses en Getafe. Lo detalló la propia ‘Ula’ un tiempo después en una entrevista publicada por el diario Izvestia y que en gran parte reprodujo El País. “Como ustedes saben —explicó—, soy la primera deportista soviética que salió al extranjero como jugadora

Una de las mejores jugadoras españolas de aquellos años, la base del Caixa Tarragona Anna Junyer, recuerda que frente a Semenova “solo se podía intentar que no le llegara el balón con facilidad bajo el aro, había que esforzarse en la defensa de anticipación, ayudas por detrás, en definitiva, que jugara lo más incómoda posible. Pero era complicadísimo pararla, casi imposible”. Pero no solo tuvieron que adaptarse a Semenova los equipos rivales, también el propio Tintoretto. Nunca antes un equipo español había contado con una jugadora con las excepcionales características de Uliana. El juego del Tintoretto en aquellos meses se puede describir de forma tan simple como eficaz: el equipo dominaba el rebote, en especial el defensivo, Uliana prácticamente no participaba en el contraataque, y en ataque posicional, nueve de cada diez balones iban a las manos de Semenova… y ella normalmente anotaba. “Era tan buena compañera —recuerda Rocío Jiménez—, que cuando veía que no podía, nos pedía disculpas”. Cuando no podía, era por culpa de su fuerte artritis en los tobillos.

Pero no todo fue color de rosa en sus meses en Getafe. Lo detalló la propia ‘Ula’ un tiempo después en una entrevista publicada por el diario Izvestia y que en gran parte reprodujo El País. “Como ustedes saben —explicó—, soy la primera deportista soviética que salió al extranjero como jugadora. En consecuencia, fue la primera experiencia para el Sovintersport, y creo que no se pensó en todos los detalles y los problemas que podía generar esta situación". Semenova recibía del Sovintersport solo 52.000 pesetas mensuales del pago que recibía del club madrileño. "Los mayores problemas los tuve al principio, ya que llegué a España sin dinero y las autoridades soviéticas no tenían previsto pagarme hasta el final del primer mes —añadió—. Con el dinero que me asignó el Sovintersport podía vivir muy bien en la URSS, pero esa cantidad es insuficiente en el extranjero. El club tuvo que ayudarme para mi alimentación. Luego sufrí una lesión en un pie y hubo días en los que no podía salir de casa. Entonces, el presidente de club me trajo la comida a casa y no aceptó que yo se la pagara". El presidente era Antonio Jareño.

En efecto, para que ‘Ula’ pudiera llevar una vida personal lo más normal posible, el club se encargó de compensarla con invitaciones a restaurantes, adquisición de ropa, etc., pero no con dinero en efectivo —al menos oficialmente— para no violar la reglamentación soviética que había suscrito como condición previa para poder fichar a la jugadora. También sus compañeras de equipo la ayudaron en todo lo que pudieron. Semenova reconoció que en aquellos meses más de una vez se planteó regresar a Riga, pero que no lo hizo para no incumplir el contrato que había firmado el Sovintersport y no perjudicar al Tintoretto, en el que recibió un trato excelente.

Porque Uliana Semenova no fue en Getafe una jugadora con ínfulas de deportista de elite sino una persona entrañable que desde el primer momento se ganó el cariño personal de todos y todas con quienes convivió. “Era verdaderamente encantadora —explica Rocío Jiménez— le dieron un chalet cerca de donde jugábamos, en Getafe, y lo primero que hizo fue organizar una fiesta de recepción, nos llevó a su casa, nos ofreció de todo… Vivía con un acompañante que la vigilaba y la ayudaba, y con nosotras se comportó de maravilla, era muy buena persona”.

Una de las anécdotas que cuentan sus compañeras de equipo es del día en que, regresando de un partido de Liga en Canarias, a la hora de embarcar en el avión de regreso le hicieron cargar con una bolsa llena de los encargos que entonces se estilaba hacer a quienes viajaban a las islas, tabaco, radiocasetes y cosas por el estilo. “A ella ningún controlador le ponía reparos, se la quedaban admirando, le preguntaban de dónde era, cuánto medía… y pasaba las bolsas”, recordaba años después entre sonrisas Rocío Jiménez.

Fue una pena que no siguiera un año más en Getafe. Meses después de su paso por España trató de apurar algo más y se incorporó a las filas del Valenciennes francés, en el que ya no estuvo a la altura de su aportación al Tintoretto.

Un par de años después, tras la disolución de la Unión Soviética y ya definitivamente retirada, su Letonia natal recuperó la independencia y Uliana Semenova siguió ligada al mundo del baloncesto y del deporte de su país, durante muchos años en su Comité Olímpico. También lideró proyectos sociales, como el de una escuela de baloncesto para mujeres sin recursos.

Pero con el paso de los años a la artrosis se le sumaron otros problemas de salud como la diabetes. En varias de sus últimas apariciones públicas lo tuvo que hacer en silla de ruedas. Sus necesidades médicas se fueron complicando, y su evolución también porque las tuvo que afrontar con dificultades económicas. El Gobierno letón no se desentendió del todo, pero no bastó. En 2007, por ejemplo, las integrantes de la selección femenina de Letonia posaron desnudas para un calendario con el fin de recaudar fondos que le permitieran hacer frente a los costes de una complicada operación de cadera. También un grupo de sus ex compañeras en Getafe y en Francia le han ido haciendo llegar diversas ayudas a modo personal.

Hoy, a los 72 años de edad, Uliana Semenova ya no se puede mover de casa. Su castigado cuerpo la tiene postrada tras haber sufrido hace dos años la amputación de uno de sus maltrechos pies.