Pretemporadas: más negocio, peor fútbol

El negocio exprime a los jugadores, eso genera mucho cansancio y lesiones y el nivel de juego, inevitablemente, termina bajando
Imagen del encuentro entre el Real Madrid y un combinado de jugadores de la MLS — RTVE
Imagen del encuentro de pretemporada entre el Real Madrid y un combinado de jugadores de la MLS en EEUU — RTVE

“Antes hacíamos pretemporadas; ahora hacemos giras”, dijo Guardiola en 2011, cuando era entrenador del Barcelona.

Evidenciaba una dinámica que desde entonces hasta ahora no ha hecho más que potenciarse en los clubes grandes, la de utilizar los periodos de pretemporada para hacer giras internacionales que sirvan para recaudar dinero.

En estas últimas semanas, hemos visto al Real Madrid y al Barcelona saltar de ciudad en ciudad de Estados Unidos para jugar partidos contra otros clubes grandes de Europa. Estadios llenos, exitosas retransmisiones en canales de todo el mundo… y partidos de poca calidad e intensidad, con equipos realizando múltiples cambios que cortan el ritmo del juego.

Los partidos son descafeinados, faltan muchos jugadores que aún están de vacaciones o que acaban de volver, pero ¿a quién le importa eso, si parece que de lo único que se trata es de ganar dinero?

Cuando las pretemporadas se convierten en giras, los jugadores se dedican a viajar y jugar, sin casi tiempo para lo realmente importante en este periodo, que es entrenar y prepararse para la competición oficial.

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“En mi primera temporada tuve 25 días para preparar mi primer partido oficial. Ahora te dan cuatro o cinco días, y al final mira cuántas lesiones. La gente cae y seguirá cayendo, porque show must go on”, declaró Guardiola el año pasado. “Acaban la Champions, se van a jugar con las selecciones y de vuelta a jugar. Las temporadas se continúan, ya no hay vacaciones”.

Las pretemporadas, hace ya tiempo, cumplían su función de preparar a los jugadores y dar rodaje a los equipos. Ahora se utilizan para ganar dinero en el extranjero, lo cual perjudica sensiblemente la preparación de los equipos y la calidad del juego

Es evidente que el negocio exprime a los jugadores, que eso genera mucho cansancio y lesiones y que el nivel de juego, inevitablemente, termina bajando. Lo acabamos de ver hace unas semanas, pues después de una temporada muy cargada de partidos, la Copa América y la Eurocopa ofrecieron un bajo nivel futbolístico general, ya que muy pocas selecciones ofrecieron un buen nivel de juego durante estos torneos.    

¿Cómo era antes?

Hasta hace un par de décadas, los clubes grandes de la liga española no dedicaban las pretemporadas a hacer giras millonarias, sino a prepararse para la competición.

Hacían una concentración de dos semanas en algún lugar poco caluroso (por ejemplo Galicia en España o Países Bajos, Suiza o Austria en Europa), para entrenar de forma exigente, hacer un trabajo específico a nivel táctico y lograr una buena base física y de ritmo de juego.

Después jugaban algún partido internacional y también en España, donde los trofeos Teresa Herrera (en Coruña), Ramón de Carranza (en Cádiz) o el Colombino (en Huelva) tenían prestigio y recibían a grandes clubes.

También tenían prestigio los torneos de presentación del Barcelona y el Real Madrid, el Gamper y el Santiago Bernabéu respectivamente, que servían para presentar al equipo titular antes de comenzar la liga. Ahora estos partidos se han convertido en fechas molestas donde cumplir el trámite con muchos minutos para jugadores suplentes, pues los titulares están cansados y hay que reservarles.

Las pretemporadas, hace ya tiempo, cumplían su función de preparar a los jugadores y dar rodaje a los equipos, que llegaban listos al inicio del campeonato. Ahora se utilizan para ganar dinero en el extranjero, lo cual perjudica sensiblemente la preparación de los equipos y la calidad del juego, lo cual es visto por prensa y aficionados con un resignado “es lo que hay”.

El negocio es insaciable

Lo que comenzó como partidos de pretemporada en Estados Unidos o Asia, continuó con contratos con Arabia Saudí para llevar allí la Supercopa.

El negocio de las televisiones, patrocinadores, la federación y la liga no entiende de sentimentalismos como apartar a los clubes de sus aficionados.

Y el plan, claro, no termina aquí. En 2018, la dirección de la liga española anunció su intención de llevar un partido de la competición a Estados Unidos, concretamente un Girona-Barcelona. Los clubes aceptaron, pero la medida, por suerte, no salió adelante gracias a la oposición de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) y la Federación Española de Fútbol. 

Pero es bien conocida la voracidad de Javier Tebas, presidente de la liga, quien recientemente insistió en la idea de llevar partidos de esta competición a Estados Unidos porque eso “reforzará nuestra posición en el mercado norteamericano, que es el segundo para la liga después de España”.

Y así ocurre que hace poco se ha conocido que la liga y el Barcelona han reactivado la posibilidad de disputar partidos de esta competición en Estados Unidos para la temporada 2025-26.

Si hubiera un sindicato de jugadores que decidiera sobre estas cosas no tendríamos estas competiciones, ni una Supercopa española en Arabia Saudí”

Primero un partido, porque no pasa nada, después quizá serán seis o siete y más adelante muchos más. Se trata de que la gente poco a poco lo vaya aceptando. ¿Qué importa que los aficionados dejen de ver a sus clubes en sus estadios? Lo importante es reforzar la posición en el mercado de EE. UU.

El poder de los jugadores                                         

Es evidente que el fútbol se ha convertido en un show donde se sobrecarga el número de viajes y partidos. Todo el mundo lo acepta porque en esta sociedad tenemos asumido que lo que manda es el dinero.

Pero, aún así, hay un resquicio de esperanza.

Como dijo Guardiola el año pasado, “es una batalla perdida excepto que los jugadores se planten y digan “no jugamos”. Lo demás no sirve de nada, ni reuniones de UEFA ni de FIFA, nada”. 

Y lo cierto es que son muy pocos los jugadores que se atreven a levantar la voz y decir las cosas como son.

Uno de ellos es el recientemente retirado Toni Kroos, que en 2020 declaró que “al final, con todas estas competiciones que se van inventando, parece que los jugadores somos títeres de la FIFA y de la UEFA. La Nations League o el Mundial de Clubes están hechos para ganar todo lo que se pueda económicamente y, por supuesto, para chuparnos también físicamente a los futbolistas. Si hubiera un sindicato de jugadores que decidiera sobre estas cosas no tendríamos estas competiciones, ni una Supercopa española en Arabia Saudí”. Unas palabras certeras y también aplicables a lo que ocurre con estas pretemporadas que se convierten en giras que también perjudican la salud de los jugadores y el nivel del juego.

La historia ha demostrado muchas veces que cuando los trabajadores se unen y luchan de forma decidida y continuada por mejorar sus derechos y condiciones laborales, pueden lograrlo.

Ojalá en el sector del fútbol también sea así.