Italia

Sobre el escándalo y dimisión del ministro Sangiuliano y su sustituto Giuli

Dos años después de la victoria electoral de la ultraderecha, llega la primera dimisión de un ministro del Gobierno Meloni
Gennaro Sangiuliano — RTVE Noticias
Gennaro Sangiuliano — RTVE Noticias

Se trata del cese de Gennaro Sangiuliano. Antes de ser nombrado Ministro de Cultura, Sangiuliano había sido director del TG2, el informativo de RAI 2, el segundo canal de televisión pública. Con ese cargo habló en mayo de 2022 en la convención Fratelli d'Italia, tirando por la borda la supuesta neutralidad de la información pública.

Su dimisión llegó el pasado 6 de septiembre. Sin embargo, 48 horas antes el ministro había afirmado que continuaría en su puesto, con mayor motivo después de que la propia Meloni rechazara su cese.

Todo ocurrió en horario de máxima audiencia en la principal cadena de televisión italiana, la RAI 1. Fue el pasado miércoles 4 de septiembre cuando los fans de Temptation Island debieron pensar que su programa favorito había pasado de las cadenas de Mediaset al informativo TG1, en la principal cadena de televisión pública italiana.

Así es: a las 20:30 comenzó una entrevista de 17 minutos del director del TG1 con el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano (un nombramiento que recompensaba los servicios ofrecidos a la ultraderecha como director del TG2, puesto que ocupó hasta las elecciones generales de 2022), que confesó entre lágrimas —quién sabe si reales o fake— haber tenido una relación extramatrimonial con María Rosaria Boccia, la mujer que el pasado 26 de agosto afirmó en las redes sociales que había recibido del Ministro el cargo de "Asesora para Grandes Eventos".

Bastó un mero post en redes sociales para que estallara el chisme del verano

A las 13:33 horas del pasado 26 de agosto, María Rosaria Boccia sigue siendo una ilustre desconocida. Pero las cosas están a punto de cambiar. En ese preciso momento escribió en Facebook e Instagram: "Gracias al Ministro de Cultura Gennaro Sangiuliano por el nombramiento como Asesora para Grandes Eventos".

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Una hora antes, como se descubrirá más tarde (el documento fue mostrado durante la entrevista en el TG1), el ministro Sangiuliano había enviado un correo electrónico a uno de sus colaboradores. Son las 12:31 horas del 26 de agosto: "Respecto al nombramiento de la Dra. María Rosaria Boccia como asesora a título gratuito, haciéndome cargo de la inquietud sobre posibles situaciones de conflicto de intereses, te pido que no procedas al respecto y que no ultimes el trámite legal. Es decir, el nombramiento no existe."

María Rosaria Boccia se convierte de repente en una figura pública, un nombre que circula en boca de periodistas, profesionales del chisme y, cada vez más rápidamente, ciudadanos corrientes. Las investigaciones sobre ella se multiplican

A las 18:20, la web de cotilleos Dagospia publica un post titulado: "Quién es y sobre todo quién se cree que es la grandilocuente mujer nacida en Pompeya de 41 años que anuncia su nombramiento como asesora en Instagram". La misma web informa que el portavoz del ministro Sangiuliano la habría desmentido: "Noticia falsa [...], nunca ha sido nombrada asesora del ministro".

“Ese nombramiento no existe, la Dra. Boccia está tratando de acreditarse sin fundamento alguno”, informaron más tarde desde el gabinete del Ministro. El desmentido, como sabe cualquier persona que se dedique al periodismo, es una doble noticia.

De esta suerte, María Rosaria Boccia se convierte de repente en una figura pública, un nombre que circula en boca de periodistas, profesionales del chisme y, cada vez más rápidamente, ciudadanos corrientes. Las investigaciones sobre ella se multiplican. Se revisan sus perfiles en redes sociales, los medios empiezan a publicar las numerosísimas fotografías tomadas con motivo de los encuentros públicos a los que asistió junto al ministro Sangiuliano.

Estalla el “Bocciagate”

De este modo, nos enteramos así de que durante todo el verano Sangiuliano recorrió Italia acompañado de María Rosaria Boccia. No se perdió ningún evento: festivales, museos, ceremonias, pero también almuerzos y sombrillas en la playa. Ocasiones oficiales, reuniones de trabajo pero también momentos de ocio y relajación. San Remo, Taormina, Polignano, Rimini, Milán. Y luego Pompeya. Su ciudad natal. Que, además, se prevé que sea sede algunos capítulos del inminente G7 de la Cultura.

Empiezan a surgir las primeras preguntas

¿En virtud de qué cargo acompañó Boccia al Ministro? ¿Se gastó dinero público para ella sin tener cargo oficial alguno? ¿Se le ha hecho partícipe de información confidencial y/o sensible?

Sangiuliano jura y perjura —la última vez en la entrevista con TG1— que no se gastó dinero de los ciudadanos: "Nunca le he pagado ni siquiera un café a Boccia". Ella, sin embargo, responde: "Nunca pagué nada, siempre me dijeron siempre que los gastos corrían a cuenta del Ministerio de Cultura" (más tarde, en la entrevista en el TG1, Sangiuliano afirmó más tarde que usó su tarjeta de crédito personal para pagar los gastos de Boccia).

Es la pauta que ha caracterizado toda la historia desde el principio: el Ministro habla, explica y sobre todo niega; Boccia responde en su Instagram desmintiendo la versión de Sangiuliano.

Cuanto más intenta distanciarse Sangiuliano, minimizar el papel desempeñado por Boccia en los últimos meses, más post publica esta última en su Instagram. Una dosificación de fotografías que pretenden demostrar su papel orgánico en el Ministerio y su cercanía al Ministro. Sembrando la duda en quienes las ven sobre si podría haber muchas más, aún más comprometedoras para el Ministro.

Y el sitio de cotilleo Dagospia hace su trabajo, es decir, cotilleos. Muestra que cuando Sangiuliano está en compañía de Boccia no lleva su anillo de casado. La historia cobra los rasgos de una comedia italiana.

Sin embargo, la cosa no tarda en pasar a otro género y la intriga se convierte en una especie de historia de espías. Que sin embargo linda con la farsa.

La atención se desplaza de la "relación afectiva" extramatrimonial de Sangiuliano a la posibilidad de que el Ministro permitiera a Boccia tener acceso a información confidencial. En el centro de la atención está sobre todo el próximo G7 Cultura, que tendrá lugar a partir del 18 de septiembre entre Nápoles y Pompeya (a estas alturas sigue sin saberse dónde exactamente). Sangiuliano afirma que Boccia no tuvo acceso a documentos confidenciales.

Ella responde. Es lunes 2 de septiembre. Mientras que en la Rete 4 TV de Berlusconi (una cadena clave para comprender el ascenso de la ultraderecha en Italia) emiten una entrevista a Giorgia Meloni, que repite los desmentidos tranquilizadores que le ha comunicado Sangiuliano, Boccia envía a otro programa de televisión —"In Onda", en La7, propiedad de Urbano Cairo, editor además del principal periódico italiano, Corriere della Sera— la noticia que pronto publicaría informaciones interesantes en su cuenta. En su perfil de Instagram aparecen dos hojas de papel en las que se lee el encabezado “G7”.

Pero Boccia no se queda ahí. De hecho, en un crescendo digno del mejor thriller, difunde un correo electrónico del Ministerio de Cultura, enviado el pasado 10 de julio, en el que se lee sobre su "nombramiento" como "Asesora del Ministro para Grandes Eventos". Y eso no es todo: también el audio de una llamada telefónica con un funcionario del gabinete de Sangiuliano.

Así pues, cabe pensar que Boccia también haya grabado otras llamadas telefónicas, aunque el interesado lo negó posteriormente.

Pero no solo. De hecho, hay vídeos en el interior del Parlamento italiano que Boccia asegura haber grabado con una cámara escondida en sus gafas. Ilegal o no (desde 2002 está prohibido grabar vídeos en el interior del Parlamento sin autorización previa), el misterio de la historia de espionaje no hace más que crecer. ¿Acaso Boccia posee vídeos de conversaciones políticas que comprometen al Ministro Sangiuliano?

Las entrevistas televisivas posteriores de Boccia no revelan el misterio. Boccia dice y no dice. Sabe bien qué expresar con extrema claridad y qué dejar a la interpretación del público.

En la entrevista con el TG1 Sangiuliano afirma: "A mí no me van a chantajear". Sin embargo, si 48 horas después fue "dimitido", cómo impedir que muchos duden de que sea así. Y si con cada nueva entrevista anunciada con Boccia parece que el Gobierno tiembla y que las dudas se multiplican.

¿Quién puede asegurar que no habrá conversaciones, hechos y documentos que puedan salir a la luz en un futuro próximo?

Mientras se esperaban nuevos fuegos artificiales y con todas las miradas puestas en el Gobierno, Sangiuliano no tardó en ser sustituido

Algunas de las declaraciones de Boccia en entrevistas televisivas llevan a pensar que este gobierno podría tener (todavía) algún quebradero de cabeza más. Como sucedió cuando, preguntado sobre el supuesto conflicto de intereses que habría estado detrás de la cancelación de su nombramiento, Boccia respondió contraatacando y señalando que otros/as consejeros/as del Ministerio sí que tienen un verdadero conflicto de intereses. Como la directora de orquesta Beatrice Venezi, protegida de la ultraderecha: a tenor de las declaraciones de Boccia, sería asesora remunerada del Ministerio de Cultura y al mismo tiempo habría sido elegida para dirigir —a cambio de una remuneración— la orquesta del G7 Cultura.

Los golpes de escena podrían no haber terminado ni mucho menos

El pasado martes 11 de septiembre Maria Rosaria Boccia debía participar en el programa de Rete 4 "È sempre Carta Bianca"para ser entrevistada por la presentadora Bianca Berlinguer y por varios periodistas de los principales periódicos nacionales. Después de las entrevistas concedidas al periódico La Stampa y a la cadena televisiva La7, habría sido la primera entrevista en la berlusconiana Mediaset con la mujer que ha puesto más en dificultad al gobierno Meloni de cuanto lo ha hecho la oposición parlamentaria. Sin embargo, a pocos minutos de que comenzara el programa en directo y ya presente en los estudios de Roma, Boccia decidió desertar, alegando que la entrevista no reunía las condiciones acordadas. Y dejando abiertas las dudas sobre los verdaderos motivos de su repentino cambio de decisión.

Mientras se esperaban nuevos fuegos artificiales y con todas las miradas puestas en el Gobierno, Sangiuliano no tardó en ser sustituido. El nuevo ministro de Cultura es Alessandro Giuli, que había sido nombrado precisamente por Sangiuliano director de la fundación MAXXI que controla el Museo de Arte Contemporáneo de Roma.

Giuli representa bien la parábola política de la ultraderecha italiana. Desde las raíces familiares —un abuelo que fue un ferviente partidario de Mussolini y de la República de Salò (pero los pecados de los padres no recaen sobre los hijos, y mucho menos los de los abuelos)— hasta las profundas: militante de las juventudes del partido neofascista Movimento Sociale Italiano, así como otros movimientos neofascistas activos en Roma, Giuli ha sido y es un devoto del paganismo precristiano, que siempre ha tratado de conectar con la cultura neofascista. En 2004, después de haber colaborado con algunos periódicos y agencias de prensa, empieza a trabajar en Il Foglio, un periódico que es expresión de las posiciones más desaforadamente liberales del “Bel Paese”. Y luego hablan de "derecha social"... Llegó incluso a ejercer de coeditor en 2015-2016, antes de dejarlo por desacuerdos sobre la línea política del periódico, que había comenzado a apoyar al centro izquierda liderado por Renzi.

En los años siguientes también presentó algunos programas de televisión en RAI 2, cosechando en todos ellos un fracaso de audiencia.

También tiene en su haber algunos libros, entre los que cabe destacar el último: Gramsci está vivo. Glosario para la hegemonía contemporánea, que pone de manifiesto que hoy la ultraderecha es la más consciente de la necesidad de construir hegemonía (tratando asimismo de llevar a cabo una vergonzosa apropiación del más importante comunista italiano, Antonio Gramsci).

Para terminar, volvamos al principio. ¿Cómo se vio obligado a dimitir Sangiuliano, el primer ministro del gobierno Meloni que lo hace, aunque no fue el primero en verse envuelto en problemas políticos, judiciales y personales?

Quizás ello se deba a que el “Bocciagate” toca las heridas abiertas de la ultraderecha en el Gobierno.

La ultraderecha de gobierno es la expresión de una cultura en la que el empresario es un héroe oprimido por las trampas y asechanzas tanto del Estado como de los sindicatos

Cuando el Ministro de Agricultura Lollobrigida afirmó que "no podemos resignarnos a la idea de substitución étnica", cual supremacista y/o teórico de la conspiración, nadie mostró particular sonrojo. Porque, más allá de la expresión utilizada, el concepto expresa posiciones para nada alejadas de las líneas políticas de la ultraderecha.

Cuando los empleados de Visibilia Editore y Visibilia Concessionaria, empresas que en aquel momento pertenecían a la actual Ministra de Turismo Santanché, declararon que siguieron trabajando en “smart working” en pleno Covid a pesar de que las citadas empresas se aprovechaban de los fondos públicos de un programa de cobertura (la Cassa Integrazione Covid Zero Ore) para acceder al cual, sin embargo, habrían tenido que estar en casa sin trabajar, a lo sumo se manifestaron algunas dudas, pero nada más.

La ultraderecha de gobierno es la expresión de una cultura en la que el empresario es un héroe oprimido por las trampas y asechanzas tanto del Estado como de los sindicatos. Hasta el punto de que si infringe alguna ley, en el fondo lo hace para defenderse y siempre está justificado. Es la misma cultura que llevó a Meloni a hablar de los impuestos como "pizzo [pago a la mafia] de Estado".

A esto hay que sumar el hundimiento de la credibilidad del ex ministro, que podía arrastrar consigo también la de todo el Gobierno

¿Qué hizo que la posición de Sangiuliano fuera insostenible? Aunque es cierto que la "familia tradicional", basada en la relación exclusiva e indisoluble entre el hombre y la mujer, sancionada por el matrimonio, continuamente invocada, es una referencia casi mitológica y ciertamente abstracta —porque no hay nada más “tradicional” que una familia en la que la amante también juega un papel, siempre que no salga a la luz pública— es igualmente cierto que este comportamiento ahora público de Sangiuliano puede chocar con el universo cultural y con los valores de los sectores sociales que apoyan a la ultraderecha.

A esto hay que sumar el hundimiento de la credibilidad del ex ministro, que podía arrastrar consigo también la de todo el Gobierno, así como el miedo a revelaciones mucho más comprometedoras —que tal vez salgan a la luz de todos modos. No faltaban motivos para deshacerse de un personaje que se ha vuelto incómodo para el impresentable gobierno de ultraderecha.