Kaja Kallas, el azote belicista de la nueva Unión Europea

La primera ministra de Estonia busca escalar en la confrontación con Rusia, incrementar la implicación militar en Ucrania y defiende el derecho a defenderse de Israel

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Frederic Kern / Zuma Press / ContactoPhoto

Cargos repartidos. Después de las 27 elecciones europeas, se acerca el final de la que es, si cabe, más importante: la vigésimo octava elección. Entre las élites de los Estados y las familias políticas europeas se reúnen para elegir quiénes conformarán las instituciones más importantes de la Unión Europea en los próximos 5 años.

Tras muchas declaraciones de Ursula von der Leyen abriendo la puerta a la extrema derecha que le resulta más tolerable, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) —el partido de Giorgia Meloni y VOX—, finalmente las familias políticas de la administración europea saliente han logrado levantar sus vetos para reeditar la gran coalición europea: conservadores, socialdemócratas y liberales. Con un proyecto eminentemente proeuropeo y otanista, la gran duda estaba sobre si el giro a la derecha permitiría mantener políticas verdes o la tensión del Partido Popular Europeo (EPP) cambiaría los equilibrios.

El resultado más esperado bajo esta coalición de poder era un “ascenso” de los socialdemócratas hacia la presidencia del Consejo, reevaluando la caída liberal hacia un tercer asiento: el Alto Representante de Exteriores, es decir, el mayor puesto diplomático de la Unión Europea. Para este puesto, la elegida ha sido la primera ministra estonia, Kaja Kallas.

La política liberal llegaría así al mayor cargo exterior de Bruselas saliendo de Estonia, donde su partido Reforma se ha desgastado notablemente en los últimos meses ante el ascenso de sus socios y exsocios. Los socialdemócratas y el partido nacional-conservador Isamaa parecen los candidatos más probables a suceder al gobierno liberal de Kallas. Además, la primera ministra se ha visto envuelta en un escándalo por la participación de su marido en negocios en Rusia. Por otro lado, internamente su situación frente a las mociones de la oposición cada vez la situaba en un punto más delicado frente a populares, extrema derecha y socialdemócratas. La progresiva desaparición de sus socios minoritarios de Estonia 200 también complicaría un cuarto gabinete tras unas eventuales elecciones.

Una de sus principales características ha sido la dureza con Rusia, proponiendo y apoyando todo tipo de escaladas en el frente ucraniano como el envío de material pesado, tropas sobre el terreno en coaliciones occidentales e incluso una zona de exclusión aérea que implicase el derribo de aviación rusa. Dentro de su región, los países bálticos también han destacado por una confrontación más identitaria con Rusia. Hay que recordar que en Estonia y Letonia la minoría rusa perdió parte de sus derechos políticos desde la “no ciudadanía” con la que se estableció el “Estado-nación” estonio en los años noventa, es decir, un porcentaje relevante de población étnicamente rusa quedó sin derechos de ciudadanía, dándose lugares donde no se podían establecer administraciones locales de manera sencilla.

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Kaja Kallas ha profundizado esta línea nacionalista y antirrusa con varias medidas como el intento de aprobar la educación exclusivamente en estonio desde la etapa preescolar, lo que supuso la ruptura del primero de sus tres gabinetes en Estonia. Una de las medidas que más ampollas ha levantado en Rusia ha sido la eliminación paulatina de más monumentos de la liberación soviética durante la II Guerra Mundial, en consonancia con lo que ha ido sucediendo en otros países del este como Letonia, Polonia o Bulgaria. A su vez, los países bálticos están considerando el periodo soviético como una etapa de “ocupación”.

Todo este tipo de propuestas con respecto a Rusia, que eran amplificadas por Polonia, los verdes alemanes y, más recientemente, Francia, hacían ver que la nueva línea del Alto Representante debía pasar a un perfil más radical que Josep Borrell. La salida del español estaba sobre la mesa especialmente desde que el marco exterior se desplazase parcialmente hacia Oriente Medio. La línea de Josep Borrell sobre Palestina iba demasiado en consonancia con el gobierno español para gobiernos fuertemente sionistas como Alemania, algunos nórdicos y algunos orientales.

¿Por qué Kaja Kallas entonces? Los liberales y los verdes se han visto tocados tras el auge la extrema derecha ya que, de haber ido juntos, habrían conformado la segunda fuerza. Pero la caída de los grandes dentro de la familia liberal, destacando el partido de Macron y la salida de los liberales checos, ha reducido el peso que debía corresponder a un socialdemócrata en 2019 y que, por acuerdos entre Francia y Alemania, llevó a un liberal como Charles Michel a la presidencia del Consejo Europeo.

Es en el momento en el que las elecciones arrojan que debe ser, ahora sí, un perfil socialdemócrata el que ocupe el puesto de Michel en el que se buscan nombres de mayor experiencia ejecutiva que Borrell, donde ha aparecido el portugués Antonio Costa. Y, por lo tanto, Kallas encajaba muy bien en un contrapeso de un país más pequeño, más belicista y sionista que los sureños, de un país del este y de la familia liberal, con el punto a favor del equilibrio de género que se intenta establecer en los principales cargos. Y es que Kallas era la gran líder liberal del este, región copada por perfiles igualmente potentes pero demasiado vinculados al EPP o independientes, como el polaco Radoslaw Sikorski o el lituano Gitanas Nauseda. También gracias a Kallas se podría evitar la candidatura de liberales de países considerados poco pro-ucranianos por las élites de Bruselas al no formar parte de la OTAN como los irlandeses.

El último veto que faltaba por sortear era el del EPP, que quería mayor cuota de poder, limitando el periodo de Costa, pero finalmente han aceptado este reparto a cambio de mantener a Ursula von der Leyen en la Comisión Europea. Y es que la campaña de la alemana en los búnkeres ha potenciado la idea no solo de la “Comisión geopolítica” de 2019 sino también de una “Unión Europea de la Defensa”. Kallas encaja en la UE del rearme y seguramente la nueva Comisión se dirija hacia una potenciación de los complejos militares-industriales bajo dirección política de una Alemania dividida y una Francia con crisis política en ciernes. Incluso si Von der Leyen se hubiera decidido por el pacto con Meloni, Kaja Kallas podría haber encajado en un pacto liberal-nacional-conservador.

Así pues, la otrora considerada demasiado radical por su belicismo para su pretendida ambición de liderar la OTAN, según fuentes europeas a Político, ahora pasaba a ser tolerable para el cargo de Alto Representante. La acusación sobre Kaja Kallas decía que habría “rusos para desayunar” en la OTAN pero el consenso de los puestos en la UE también debía mirar a la OTAN. Y allí ya se había acordado que sería otro liberal, en este caso del Benelux, como Mark Rutte, quien sucedería al noruego Jens Stoltenberg. Eso facilitaba la transición de Charles Michel, la salida de Borrell y la elección de Kallas como su sucesora en el cargo de Alto Representante, quien busca escalar en la confrontación con Rusia, incrementar la implicación militar en Ucrania y defiende el derecho a defenderse de Israel. Son tiempos de guerra para las élites europeas.