La Voz de Galicia

Santiago Rey Fernández-Latorre: pilar de la cultura de la transición en Galicia

Se nos ha ido un hombre “de régimen”, por eso el régimen está de luto. Nadie podrá quitarle el mérito de convertir su diario en el tercero más vendido en España, pero tocaba contar esta parte de la historia que los demás han omitido
Santiago Rey Fernández-Latorre  — La Voz de Galicia
Santiago Rey Fernández-Latorre — La Voz de Galicia

Mucho se ha escrito esta semana sobre el presidente del diario La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández-Latorre, a raíz de su fallecimiento, aquí vamos a aportar un punto de vista diferente al reflejado en la prensa “de régimen”.

Nieto del fundador del diario, el republicano Juan Fernández-Latorre, convirtió el periódico sin excesivos recursos económicos en el medio de referencia en Galicia. Las raíces republicanas del diario han mutado en un medio tan monárquico como el ABC, que abrazó el reformismo gatopardista en el tardofranquismo, consciente de que algo debía cambiar para que todo siguiera igual y se mantuvieran las estructuras de poder a la muerte del dictador.

Se nos presenta habitualmente a Santiago Rey como un destacado galleguista, pero la realidad es que su autonomismo estaba mucho más cerca del regionalismo que de la España plurinacional.

La influencia de Santiago Rey fue enorme en el ecosistema político gallego, y así como en el contexto estatal fue una de las vigas maestras del modelo del bipartidismo turnista

Si algo hay que reconocerle es el convertir su diario en el medio de referencia del país, con una influencia performativa sobre la sociedad gallega, que lo hacía jactarse de tener el poder de quitar y poner gobiernos, afirmación para nada irreal.

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La Voz de Galicia se convirtió en la restauración democrática en uno de los pilares de la cultura de la transición, ese gran triunfo del relato sobre la historia, en que la visión idílica y edulcorada de aquellos años se impuso sobre la realidad del “atado y bien atado”, así como la música pop de los años ochenta se llevó por delante aquellas canciones de protesta y contestatarias de la década anterior. Santiago Rey es equiparable en ese sentido a figuras como Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián o Luis María Ansón.

La influencia de Santiago Rey fue enorme en el ecosistema político gallego, y así como en el contexto estatal fue una de las vigas maestras del modelo del bipartidismo turnista, del PSOE caoba y de la sucesión de siglas de la derecha dominante (UCD-AP-PP); en la política autonómica hay tres figuras políticas que cimentaron sus largos mandatos en el apoyo cómplice e incondicional de su diario: el alcalde socialista de A Coruña, Francisco Vázquez (1983-2006), Manuel Fraga (1990-2005) y Alberto Núñez Feijóo (2009-2022). El apoyo mediático fue acompañado de generosas subvenciones, en un círculo virtuoso que alimentaba a todas las partes en liza.

En la política autonómica fue el principal elemento de propaganda de los gobiernos de Fraga y Feijóo

En la política municipal de la ciudad de A Coruña no se entendería el fenómeno político conocido como “el vazquismo” sin La Voz de Galicia, un modelo de socialismo localista y conservador que inspira claramente a los actuales alcaldes del PSOE en Vigo y A Coruña, Abel Caballero e Inés Rey. El diario de Santiago Rey siempre estuvo entusiasmado con esta fórmula, por eso cargó con toda la artillería contra los ayuntamientos del cambio, gobernados por Marea Atlántica, Compostela Aberta y Ferrol en Común, en las ciudades de A Coruña, Compostela y Ferrol, con especial saña hacia el gobierno coruñés liderado por Xulio Ferreiro.

En la política autonómica fue el principal elemento de propaganda de los gobiernos de Fraga y Feijóo; en el cuatrienio del bipartito PSOE-BNG se empleó a conciencia para tumbar al gobierno (y lo consiguió), aunque más recientemente apostó por impulsar al BNG para quebrar definitivamente el espacio que conformaron en su día Podemos y las mareas. La formación de Ana Pontón se ha dejado querer, dejando atrás su pasado frentista y entrando en los marcos que le gustaban a Santiago Rey, como por ejemplo las loas a Amancio Ortega tras una conveniente visita de Pontón a una fábrica del imperio textil Inditex.

En la política estatal sus más recientes obsesiones fueron las cruzadas contra Podemos y el independentismo, a los que percibió como una seria amenaza al statu quo y las estructuras de poder del régimen del 78. Más recientemente también contra Pedro Sánchez, como traidor a la tradición del PSOE caoba, el que realmente le gustaba, el de Page y Lambán.

Aunque renegaba de la derecha reaccionaria y sus editoriales pivotaban sobre el extremo centro, es bastante habitual ver en la cabecera de su diario llamativos titulares sobre el peligro de los okupas o la crisis migratoria, en unas claves casi idénticas a las de esa extrema derecha que decía rechazar.

Se nos ha ido un hombre “de régimen”, por eso el régimen está de luto. Nadie podrá quitarle el mérito de convertir su diario en el tercero más vendido en España, pero tocaba contar esta parte de la historia que los demás han omitido.