Un Gobierno al ralentí

(I-D) La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la primera reunión de Consejo de Ministros de la XV legislatura, en el Palacio de la Moncloa, a 22 de noviembre de 2023, en Madrid (España). Los nuevos ministros y ministras del Gobierno de coalición PSOE-Sumar se han reunido por primera vez después de que ayer, martes 21 de noviembre, juraran su cargo frente al Rey. El nuevo Gobierno se compone de cuatro vicepresidencias y 22 ministerios, de los cuales nueve son de nueva creación. Antes de la reunión, los ministros han posado con sus carteras correspondientes.,Image: 823586237, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Pictured: PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN,YOLANDA DÍAZ,NADIA CALVIÑO, Credit line: Eduardo Parra / Europa Press / ContactoPhoto
Eduaro Parra / Europa Press
Ahora el Ejecutivo va al ralentí y, por el contrario, al Congreso vuelven los debates centrales sobre los temas que preocupan de verdad a la gente de nuestro país, la congelación del precio del alquiler o el tope a los márgenes de beneficio de las empresas de alimentación

Un escudo social cuyas mejores medidas, la rebaja en el transporte público, la suspensión de los desahucios del alquiler y el tope al gas, son las medidas que Podemos logró incluir en él cuando Podemos estaba en el Gobierno. Una reforma del subsidio por desempleo que incluye un recorte de centenares de euros anuales en las pensiones de las personas mayores de 52 años que lo reciben. Este Gobierno parece haber arrancado la legislatura con el motor al ralentí, sin iniciativa política, sin capacidad real de transformación. Y, como consecuencia, este nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez ha sufrido un fuerte varapalo en el parlamento esta semana.

En su primera votación relevante, la convalidación de tres reales decretos vinculados a los fondos europeos, el Gobierno ha quedado duramente tocado, no tanto por el resultado final sino, ante todo, por el proceso que ha llevado a él. El partido socialista arrancaba esta legislatura sintiéndose fuerte, casi heroico: la victoria del 23J, el acuerdo con Junts, un nuevo Gobierno de coalición en el que ya solo manda Sánchez. Un plan perfecto. Sin embargo, algunas de las cosas que han pasado estos meses tienen un efecto cualitativo que no se ve, un aleteo de mariposa.

Hace cuatro años Podemos entraba a formar parte del Ejecutivo por mérito propio, tras repetirse cuatro veces elecciones generales en España. Podemos y particularmente Pablo Iglesias no sólo aportaban al Gobierno una fuerza de transformación y ambición sin precedentes, sino también la articulación de la mayoría progresista y plurinacional. Una mayoría progresista que hoy se ha perdido. El PSOE ha sustituido a Unidas Podemos por Sumar. Parece un Gobierno de coalición pero ya no lo es. Ahora en él sólo manda Sánchez. Por suerte en el Congreso esto no es así y esta semana ha tenido la ocasión de comprobarlo.

En el Congreso quedan cinco votos, los de Podemos, cuya única atadura es con el bienestar y los derechos de la gente, no con el Ejecutivo. Cinco votos que no se pueden disciplinar y que vamos a utilizar con todas nuestras fuerzas para impulsar transformaciones sociales, feministas y democráticas. Quizás el PSOE no ha calculado bien el complicado efecto de romper la mayoría plurinacional y democrática y sacar a Podemos del Gobierno. Ahora el Ejecutivo va al ralentí y, por el contrario, al Congreso vuelven los debates centrales sobre los temas que preocupan de verdad a la gente de nuestro país, la congelación del precio del alquiler o el tope a los márgenes de beneficio de las empresas de alimentación. Esos que antes se daban en el Gobierno con mejores resultados para la ciudadanía. El PSOE debería replantearse seriamente esa ruptura de la mayoría parlamentaria antes de que el motor acabe definitivamente gripado.

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