La unidad de la izquierda y la banda del napalm

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En estos días en los que la banda del napalm vuelve a desplegar odio y campañas de difamación en las redes sociales, toca respirar, contener la rabia y seguir avanzando

Dirigir una línea editorial no es tarea fácil. Tratando de hacerlo desde Canal Red me he dado cuenta de que lo más eficaz no es tanto intentar decir o escribir siempre lo que te parece más justo y más sensato, sino leer mucho y descubrir que hay otros compañeros que ya han dicho o escrito cosas mucho mejor de lo que tú podrías hacer. A propósito de la unidad de las izquierdas, ayer en La Base Manu Levin, Irene Zugasti e Inna Afinogenova tuvieron un diálogo, partiendo de la experiencia francesa del Nuevo Frente Popular, que sintetiza lo que pensamos en Canal Red. Lean:

— Manu Levin: Hoy todo el mundo mira desde España a este nuevo Frente Popular de Francia con mucha atención, por motivos obvios. Os voy a proponer que, sin caer en ninguna idealización ni fascinación injustificada, analicemos con qué mimbres se ha construido esa unidad electoral de las izquierdas y los progresismos en Francia, porque hay que saber sacar lecciones y aprender de los aciertos y errores de otros procesos.

— Inna Afinogenova: Una unidad que, recordemos, es solo electoral, porque los distintos partidos mantienen su independencia, su identidad y su autonomía, incluso de cara a las futuras votaciones parlamentarias.

— Manu Levin: Exactamente. El primer elemento que creo que se puede observar en el proceso unitario francés es que se puede construir algo nuevo e ilusionante, que genere un verdadero revulsivo político, sobre la base de lo existente, articulando a las distintas organizaciones políticas que con mucho esfuerzo los distintos sectores políticos progresistas, ecologistas y de izquierda en Francia han ido construyendo durante años. Es decir, sobre la base de articular lo que hay, no de destruirlo.

— Irene Zugasti: ¿Construir y ampliar en base a lo existente en lugar de destruirlo todo? Mmmm, no sé si me convence... Yo pensaba que el camino correcto era el contrario: “Más le vale a Yolanda Díaz arrasar con napalm. Ojalá lo logre por el bien de la izquierda”. “Napalm para todos y construir desde tierra quemada”. ¿No?

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— Manu Levin: Desde luego, desde luego. La receta de la banda del napalm funciona de maravilla...

— Irene Zugasti: De maravilla. No, ahora en serio: eso es lo que tiene que la izquierda se deje dar lecciones desde los platós de sus adversarios por parte de personas que jamás se han sentado en una asamblea ni han militado en ningún espacio político, ni han intentado construir nada con otras personas (y que por lo tanto no tienen ningún compromiso con nada colectivo más allá de sí mismos). Claro, alguien con ese nivel de ignorancia de cómo funciona realmente la política y los grupos humanos, y que no sabe lo que cuesta construir las cosas, pues se permite decir alegremente que hay que destruirlo todo con napalm. Vaya desfachatez intelectual.

— Manu Levin: El caso es que en Francia, si algo han hecho, afortunadamente, es no hacer caso a esas voces y respetarse un poquito más a sí mismos. Porque ya os digo yo que si el PCF, el PS y los ecologistas hubieran planteado como estrategia intentar destruir a Melenchon o dañarlo todo lo posible para imponer una correlación de fuerzas artificial en esa coalición, no habría ningún Nuevo Frente Popular, habrían entrado todos en una dinámica de autodestrucción tal y como receta la banda del napalm. Y esto nos lleva al segundo elemento que se puede observar en el proceso unitario francés, y es que se puede construir algo nuevo y unitario cuando todas las partes del espacio reconocen y aceptan el peso que tiene cada uno y están de acuerdo en quién conduce. Leía esta mañana una pieza sobre la Francia Insumisa publicada hace un año en Viento Sur, que hablaba sobre la construcción de NUPES, la anterior alianza parlamentaria de las izquierdas liderada por LFI. Y había un párrafo que decía lo siguiente: “La decisión de JLM de impulsar la NUPES impidió a Macron obtener la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, una gran novedad después de 20 años, y permitió limitar el avance de RN de Le Pen. Al mismo tiempo, ha fijado la relación de fuerzas en favor de FI, con 67 diputados (17 en 2017), aun permitiendo a PS y PCF mantener su representación (32 y 12) y a EELV formar grupo parlamentario (16 diputados en lugar de 1 solo en 2017)”.

— Inna Afinogenova: ¿Qué significa esto? Que en el seno del Nuevo Frente Popular hay un reconocimiento del protagonismo de la fuerza que ha tenido mejores resultados electorales y que cuenta con más militancia, y al mismo tiempo esa fuerza respeta el peso y el papel de las otras organizaciones.

— Manu Levin: Y cuando eso no se da, cuando no hay acuerdo entre las partes sobre cuánto debe representar cada una, hay un mecanismo muy antiguo que dicen que inventaron los griegos y que sirve para resolver ese tipo de cosas. Se llama democracia. Y con eso llegamos a otra lección del proceso unitario francés: se puede construir unidad si existen normas democráticas. Porque son las normas, la estructura, lo que determina las dinámicas en los grupos humanos. El mismo grupo humano bajo una determinada estructura podemos matarnos todos entre nosotros, y bajo una estructura diferente, podemos ponernos de acuerdo. Si hay normas para dirimir las diferencias, puede haber acuerdos. Si no hay normas, entonces lo que hay es guerra.

Creo que aquí, queridos lectores de Diario.Red, está todo. En estos días en los que la banda del Napalm vuelve a desplegar odio y campañas de difamación en las redes sociales, toca respirar, contener la rabia y seguir avanzando.

Hoy son evidentes las consecuencias de haber intentado arrasar a Podemos con napalm con la ayuda de poderosos actores mediáticos que pagan el sueldo de los periodistas de la banda del napalm. Y es evidente también lo que representan La Base y Canal Red. Hablamos de América Latina, damos espacio a los colectivos y las luchas sociales como casi nadie y tratamos de hacer un periodismo combativo sin perder jamás el rigor profesional. Pero no nos odian por eso, sino porque señalamos cada día que los actores mediáticos son, ante todo, actores políticos e ideológicos. Eso es algo que muchos periodistas progresistas que veían su actividad profesional y sus concesiones a sus pagadores blindadas de toda crítica, jamás nos podrán perdonar. Les pusimos frente a un espejo y les hicimos ser objeto de críticas. Muchas de ellas pueden ser injustas y algunas del todo inaceptables pero tienen poca legitimidad para denunciar conspiraciones aquellos que no pueden criticar la violencia mediática de Ferreras o Terradillos, o que no pueden hablar de las conspiraciones de sus jefes con Villarejo. Y no pueden hacerlo, sencillamente, porque sus sueldos dependen de Ferreras y de Terradillos. Muchas personas tienen que trabajar a sueldo de gentuza para poder llegar a fin de mes; es perfectamente respetable, pero en el periodismo eso impide dar lecciones a diestro y siniestro. Nosotros hemos preferido depender de nuestros socios y a ellos y a ellas nos debemos. Por eso cuando Manu Levin, Laura Arroyo o Pablo Echenique intervienen en los platós de una televisión estatal no tienen por qué morderse la lengua ni hacer concesiones ante nadie. No dependen de lo que les puedan pagar allí. Esa es la diferencia y vaya si se nota. Seguimos.