Yolanda Díaz, un trozo de bacalao y un pan duro

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se dirige a intervenir durante un pleno del Congreso de los Diputados, en el Palacio del Senado, a 10 de enero de 2024, en Madrid (España). El Pleno del Congreso, en su primera reunión del año, debate y vota los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública para el conjunto de las administraciones, un primer paso en la tramitación de los Presupuestos Generales de 2024. El Gobierno de coalición cuenta con apoyos suficientes para superar este trámite, pero el PP puede tumbarlos cuando haya que debatirlos en el Senado. El pleno se celebra en el Senado porque el hemiciclo del Congreso de los Diputados está en obras.
10 ENERO 2024;PRESUPUESTOS GENERALES DEL AÑO :;2024;GOBIERNO;PLENO;CONGRESO;SENADO
Eduardo Parra / Europa Press
10/1/2024
Eduardo Parra / Europa Press
A los señoritos o a sus peones hay que mirarlos siempre de tú a tú y decirles que los de abajo tienen derecho a todo: a tener 20 días de permiso por paternidad y maternidad y a tener una jubilación digna

Mi madre, que empezó a fregar suelos de rodilla con ocho años y por eso no sabe leer ni escribir, se hartó de dejarse la dignidad por los suelos y cuando tenía 16 años le tiró a los señoritos que le robaron la infancia el trozo de bacalao y de pan duro con el que le pagaban cada día por estar 10 horas ejerciendo de criada en un ‘casa de señores’ de Extremadura.

En esa casa, mi madre tenía otras compañeras, niñas como ella, que se conformaban con el bacalao y el pan duro porque menos es nada. “Señorito, lo que usted quiera”, le respondía siempre a los jefes, que en realidad eran amos. “Y yo me revenía y me ponía negra de verlas rebajarse a esos gachones”, repite mi madre en los muchos relatos que a lo largo de sus 80 años nos ha ido desvelando su vida, que ha sido de todo menos fácil.

De aquella experiencia mi madre sacó un aprendizaje: a los que te quieren sometido hay que mirarlos a los ojos. Aunque te duela, aunque delante haya un horizonte de incertidumbre, aunque lo pierdas todo intentando ganar. Lo contrario es el ‘síndrome de la criada’, aguantar todo a cambio de nada, asumir que lo máximo que mereces es lo que el señorito te da y que tu dignidad está a la altura de los suelos que limpias cada día tirada de rodillas.

El relato de Yolanda Díaz a favor de su decreto, que contempla recortes de las pensiones futuras de los desempleados mayores de 52 años, es el relato de esas criadas de las que me habla mi madre que eran serviles al señorito. Si te doy esto, no te doy lo otro. La ministra de Trabajo ha defendido el discurso de la criada colonizada, pero además con dosis de chantaje emocional como hacen los señoritos cuando la criada se quiere emancipar.

Oponerse a rectificar los recortes a un sector de la población muy castigado y con rentas de miseria, que iban a ver que sus bases de cotizaciones pasarían del 125% al 100%, que traducido en dinero son 160 euros al mes, que son dos compras semanales en el supermercado, no es hacer política, ni siquiera es aceptar una contradicción, simplemente es utilizar las herramientas del amo para tratar de convencer a las sirvientas. Confórmate, menos es nada, pero qué quieres, por lo menos comes…el pobre nunca puede quererlo todo, que entonces será tachado de arrogante, atrevido y de vivir en un mundo de fantasía.

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En la izquierda española hay un sector que ha asimilado que solo puede pedir lo que el señorito le da, que se tiene que conformar con el trozo de bacalao y el pan duro que le pagaban a mi madre por limpiar suelos de rodilla por donde pasaban bestias, animales y humanas, y donde se dejaba la dignidad y los sueños sólo por ser hija de los perdedores de la guerra civil.

En la izquierda española hay un sector que ha asimilado que solo puede pedir lo que el señorito le da

El día que mi madre le tiró el trozo de bacalao al señorito ganó algo más que dignidad. Ganó la certeza de que se merecía algo mejor, de que no era normal un futuro de sumisión y de que, aunque fuera pobre, tenía derecho a soñar con una vida plena. Otra de las tácticas de los señoritos es elegir a la criada buena y premiarla mientras a la que se rebela se la castiga, se la desprecia, se la humilla y se la tacha de loca, de insensata, de indomable. A los señoritos y a sus manijeros nunca le gustaron las criadas difíciles de domesticar.

Podemos, frenando el primer recorte de la legislatura que dejó Nadia Calviño en el BOE antes de irse al Banco Europeo de Inversiones y que llevaba la firma de Yolanda Díaz, le ha dicho al señorito que no quiere que a los desempleados de larga duración con más de 52 años le paguen con un trozo de bacalao y pan duro. Podemos ha dejado al descubierto que Sumar es esa criada que se conforma con lo que el señorito buenamente quiera darle.

En el 15M había dos ramas, como en la casa donde servía mi madre: los que querían ser como las élites y quienes querían impugnar a las élites. Los que querían ocupar los despachos de las élites y los que querían acabar para siempre con el dogma neoliberal que hace pasar un recorte a los parados de larga duración como un mal menor porque a la vez aumentan a 20 semanas los permisos de maternidad y paternidad.

Mi madre se ganó el respeto y el derecho a una vida plena cuando le tiró a los señoritos el bacalao y el pan duro. Podemos también ha ganado votando que no al primer recorte de la legislatura. A los señoritos o a sus peones hay que mirarlos siempre de tú a tú y decirles que los de abajo tienen derecho a todo: a tener 20 semanas de permiso por paternidad y maternidad y a tener una jubilación digna. El 15M no se hizo para terminar reproduciendo el síndrome de la criada del que mi madre se libró tirándole a los señoritos el bacalao y el pan duro a la puta cara.