Argentina

Argentina y la política de bloques

Con las elecciones legislativas de 2025 en el horizonte, la oposición y el gobierno de Javier Milei se perfilan para un escenario probablemente de bloques: ¿se “bolsonarizará” la política argentina?

BUENOS AIRES, Dec. 11, 2023  -- Argentina's new President Javier Milei waves to supporters in Buenos Aires, Argentina, Dec. 10, 2023. Javier Milei, a liberal politician and economist, assumed the Argentine presidency Sunday in a ceremony held at the National Congress in Buenos Aires, the country's capital.
   The outgoing head of state, Alberto Fernandez, placed the presidential sash and handed the baton of command to Milei, whose term will last for four years, until Dec. 10, 2027.,Image: 828469749, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Credit line: Martin Zabala / Xinhua News / ContactoPhoto
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Desde la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada, el gobierno “anarcocapitalista” ha tenido que arar políticamente sumido en un contexto parlamentario muy difícil, no solo por la condición de grupo minoritario de su partido, La Libertad Avanza (LLA), sino por la tensa relación que el presidente quiso tener con los diputados y senadores de la Nación. Por algún motivo, desear a “los políticos” argentinos ─en referencia a los legisladores no alineados con el propio Milei─ “que se caguen de hambre por ser una mierda” no ha facilitado los lazos entre el poder ejecutivo y el legislativo durante los ocho meses que dura ya el gobierno “liberal-libertario”; tampoco el resto de salidas de tono del líder de LLA han ayudado en este sentido.

Los números en las cámaras son contundentes: en Diputados, el partido conserva treinta y ocho de los doscientos cincuenta y siete asientos (casi un 15% de los escaños), mientras en el Senado apenas ocupa siete de los setenta y dos (menos de un 10%). La oposición, compuesta por el bloque peronista-kirchnerista de Unión por la Patria (noventa y nueve diputados, un 38%) y los trotskistas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (cinco diputados, un 2%) domina relativamente la Cámara de Diputados y el Senado (allí, Unión por la Patria tiene treinta y tres de los setenta y dos asientos, un 46%).

¿Qué tipo de coalición anti Milei se terminará forjando?

Sin embargo, pese a la hostilidad de las cámaras, el presidente Milei ha sido capaz de lograr los acuerdos necesarios para aprobar, por ejemplo, la Ley Bases, principalmente gracias al apoyo sostenido, aunque indisciplinado, del PRO (Propuesta Republicana), el partido del ex presidente Mauricio Macri, y a la voluntad de acuerdo de los sectores que el oficialismo ha calificado como “dialoguistas” ─a saber, la Unión Cívica Radical, de Martín Lousteau, Encuentro Federal, de Miguel Ángel Pichetto, y otros.

La crisis de SIDE

Con todo, esta convergencia de intereses puede verse alterada fácilmente. Para el oficialismo anarcocapitalista, la derrota en la votación en Diputados del DNU para la entrega de cien mil millones de pesos reservados a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) ha supuesto un revés notable: 156 votos frente a 52; ni siquiera el PRO ha votado en bloque junto a La Libertad Avanza. De hecho, el principal aliado parlamentario de Milei emitió un comunicado a través de su cuenta oficial en X expresando lo siguiente:

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“ESTO NO ES EL CAMBIO. Desde el inicio de esta gestión, apoyamos al gobierno en todas las medidas que apuntalaban al cambio en la Argentina (la Ley de Bases, la ampliación de datos genéticos para seguridad, y más). Pero este DNU de $100 mil millones para inteligencia, en un contexto en el que "no hay plata", y sin aclarar el uso de los fondos, no es el cambio. El progreso económico requiere instituciones fuertes y transparentes, y de un gobierno austero. En el PRO esos valores son innegociables.”

Hasta ahora, el Gobierno argentino había logrado un acuerdo tácito antiperonista con algunos sectores de la “política tradicional” del país que había sido determinante para que su agenda programática no se viese bloqueada. Si bien es cierto que la postura negociadora de Milei siempre fue agresiva, el PRO y los “dialoguistas” aceptaron en primera instancia sentarse en la mesa con La Libertad Avanza ─bien por un cálculo electoralista, pues era pronto para confrontar con el recién estrenado presidente de la Nación; bien por un cálculo de poder, por cuanto Macri y su entorno pudieran haber creído que eventualmente Milei les daría un espacio en su Ejecutivo, necesitado de figuras con experiencia de gestión.

Es probable que esta cercanía táctica se haya resquebrajado. Con las elecciones intermedias de finales de 2025 en el horizonte, los distintos espacios de la derecha argentina deben empezar a definir una línea electoral competitiva. Las elecciones “de medio término” son comicios legislativos que tienen lugar cada dos años y en los que se renuevan el cincuenta por ciento de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Dado que estas elecciones suelen coincidir en el tiempo con el ecuador del mandato del presidente de turno, y teniendo en cuenta el alto grado de personalización de la política nacional, lo que realmente se mide en ellas es el desempeño percibido del Ejecutivo, aunque con un matiz: la oposición siempre logra una sobremovilización en comparación al electorado oficialista (de hecho, en 2021 el Frente de Todos sufrió un severo varapalo).

¿Dos bloques?

Así, en las (no tan lejanas) legislativas de 2025, cada sector de la política argentina se jugará algo distinto. Para el peronismo y, en general, para Unión por la Patria, el evento no solo servirá para medir el desgaste acumulado a lo largo de la era post Alberto Fernández, sino que probablemente definirá algunos liderazgos y perfilará la apuesta para las presidenciales de 2027; no por casualidad, figuras como Juan Grabois ya han deslizado que quieren encabezar alguna lista para la cámara de Diputados dentro de un año. Si bien a priori 2027 encuentra mejor posicionados a gobernadores como Ricardo Quintela o Axel Kicillof para la carrera por la Casa Rosada, 2025 será importante en este sentido.

¿Qué tipo de coalición anti Milei se terminará forjando? Varias son las fórmulas posibles: una coalición de izquierda institucionalista, similar al que ya representó durante años el Frente de Todos; una “gran coalición” contra el gobierno anarcocapitalista fundada en un relato “republicano”, quizá junto a la Unión Cívica Radical, el “peronismo federal” de Miguel Ángel Pichetto y otros segmentos como el de Guillermo Moreno; e incluso podría tener lugar un escenario de división opositora en 2025 que sacrifique algunas bancas en Diputados y en el Senado a cambio de que las elecciones sirvan como un medidor de fuerza entre los actores para las negociaciones de cara a 2027.

La política argentina parece estar “bolsonarizándose”, es decir, desplazándose hacia la derecha radical

En cualquier caso, hay algo que parece nítido: el macrismo, la “derecha tradicional”, se halla inmersa en una encrucijada: por un lado, podrían aceptar subordinarse al errático liderazgo de “los Milei” (Karina y Javier), quienes no se han mostrado precisamente abiertos a ofrecer espacios de poder a Mauricio Macri más allá de la cooptación de Patricia Bullrich, otrora candidata de Juntos por el Cambio y hoy ministra de Seguridad ─por cierto, una pieza clave en la disputa entre Karina y la vicepresidenta Victoria Villarruel, que se quedó sin el control de la política represiva del Estado en favor de Bullrich.

Por el otro lado, el PRO podría intentar jugar sus propias cartas y buscarse un hueco como espacio opositor, pero esta estrategia sería ampliamente riesgosa. El PRO y La Libertad Avanza comparten en cierta medida electorado, por lo que el votante antiperonista/oficialista debería inclinarse por el espacio gobernante (La Libertad Avanza) en lugar de apostar por “la copia”. A su vez, el PRO difícilmente podría representar las sensibilidades opositoras: apoyó a Javier Milei en el ballotage contra Sergio Massa, sustentó al presidente en Diputados y Senado (votó a favor de la Ley Bases, por ejemplo) y comparte notables aspectos del programa de LLA.

En este sentido, la política argentina parece estar “bolsonarizándose”, es decir, desplazándose hacia la derecha radical. Es probable que en 2025, La Libertad Avanza mejore sus números en comparación a la primera vuelta de las presidenciales de 2023, no necesariamente por un mayor apoyo relativo a la agenda de gobierno, sino por haberse consolidado como la fuerza hegemónica del antiperonismo. Si esta tendencia se consolida, Argentina transitaría a una nueva dualidad, esta vez entre la derecha radical, de un lado, y un amplio espacio institucionalista y con tendencias de izquierdas, al otro. Como sectores residuales podrían subsistir el trotskismo, los restos del macrismo, la Unión Cívica Radical e incluso sectores del peronismo que renuncien a formar parte del esquema opositor.