El Cierre

Entra el fascismo en la Comisión Europea #ElCierre

Que la socialdemocracia ha asumido ya que la ultraderecha no está aquí, sino que hay que aceptarla, es una alarmante obviedad y esta omisión europea lo evidencia. Pero hay más

“Vótanos para que no gobierne la ultraderecha”. “Vótanos para detener el crecimiento de la ultraderecha”. “Vótanos para implementar medidas que le frenen los pies a la ultraderecha”. “Vótanos, que nos encargaremos de que la ultraderecha, el neofascismo, sus discursos de odio, sus políticas injustas y discriminatorias no logren llegar a las instituciones”.

Todo esto nos lo dicen desde la socialdemocracia española y europea cada vez que se avecina una jornada electoral. Nos conocemos el guión porque nos lo han repetido mucho y porque también, alguna vez, nos lo hemos creído, ¿verdad? Es normal que el mal menor tenga un cierto punto de lógica al comienzo. El miedo a la ultraderecha es real y está más que justificado; basta con ver los pogromos en Reino Unido en verano, el acoso de personajes como Vito Quiles o Alvise Pérez a personas como Rubén Sánchez que les enfrenta, la demonización sistemática de niños y niñas que hacen desde el PP o Vox en igualdad de intensidades, la utilización de lamentables casos como el de Mocejón para apuntar a las personas migrantes y tantos otros momentos que se van volviendo lamentable normalidad en nuestras vidas para empatizar con los temores que, muchas veces, nos llevan a asumir ese “malmenorismo” como vía.

Pero es precisamente en los momentos más críticos que necesitamos ser capaces de escapar de esa cárcel que nos imponen desde fuera. Una cárcel de resignación y hasta de ideas. De conformismo suicida. De renuncia cobarde frente a amenazas que están muy envalentonadas como para decidir renunciar a hacerles frente.

De Úrsula Von Der Leyen no me espero realmente nada. Es la misma Von Der Leyen que hizo campaña por la guerra directamente. La que fue a un búnker en Finlandia a decir que ese modelo de búnkeres antinucleares era fenomenal y exportable. La que abrazó a Giorgia Meloni, heredera de Mussolini, sin ningún rubor ni problema. Pero vaya, ese abrazo a Meloni lo dio también Pedro Sánchez, un supuesto progresista, y entonces sí me preocupo porque, al menos, algo distinto nos esperamos del PSOE y de la socialdemocracia europea. O, al menos, algo distinto deberíamos esperarnos y sobre todo exigir, porque ya estuvo bien el chantaje por el cual nos dicen que les votemos para que nos salven de aquellos a quienes la socialdemocracia, con sus políticas y discursos, le pone la maldita alfombra roja.

Pienso en todo esto cuando me dicen que debo aplaudir a Teresa Ribera como vicepresidenta de Transición Verde y Competencia de la Comisión Europea. Me dicen que es mujer, vaya hito histórico. Algunos olvidan que algunas de nosotras somos más de feminismo y menos de capitalismo de mujeres, y que somos más de querer que dejen de ser las mismas mujeres de toda la vida las que barren los cristales que las capitalistas, que son abrazadas incluso por las ultraderechas, rompen.

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Que la socialdemocracia ha asumido ya que la ultraderecha no está aquí, sino que hay que aceptarla, es una alarmante obviedad y esta omisión europea lo evidencia. Pero hay más. En los últimos meses vemos a esa socialdemocracia completamente entregada al carril de la extrema derecha y luego nos dirán que les votemos. ¿Para qué si ya nos llevan por donde se supone que va el adversario?

Marzo de 2024: en una reunión trilateral con Italia y Eslovenia, el ministro del Interior croata, Davor Bozinovic, de centroderecha, pidió a Bosnia, país vecino, que conceda menos fácilmente el visado a los extranjeros para dificultar la llegada de migrantes a las fronteras croatas. ¡Qué tal centro indistinguible de la ultraderecha! 

Abril de 2024: los gobiernos de España (centroizquierda), Italia (derecha radical), Grecia (derecha conservadora), Chipre (centro) y Malta (centroizquierda) piden a la Unión Europea que prevenga aún más flujos migratorios a través de acuerdos con países de origen y tránsito. Muchos de los acuerdos ya en vigor son criticados por organizaciones de defensa de derechos humanos que los vinculan a torturas, violaciones y violencia. Vaya coalición de marcos ultraderechistas en materia de migraciones.

Junio de 2024: la BBC publica una investigación sobre la guardia costera griega. Según los testimonios recopilados por el medio británico, Grecia está llevando a cabo devoluciones ilegales de migrantes hacia Turquía. Las autoridades lo niegan. Feijóo, en España, lo alaba. Sánchez directamente afirma que hay que “regresar” a los migrantes irregulares.

Junio de 2024: en una reunión bilateral, la primera ministra italiana Giorgia Meloni (derecha radical) y el primer ministro albanés Edi Rama (centroizquierda) anuncian la próxima apertura de centros en los que los migrantes recuperados por las autoridades italianas serán deportados a Albania en centros construidos ad hoc. ¿Cuál es la diferencia con los CIEs? Suyas son las conclusiones.

Septiembre de 2024: el gobierno alemán, de centroizquierda, reintroduce controles fronterizos.

Septiembre del 2024: el gobierno británico, de centroizquierda, declara que desea copiar las políticas migratorias del gobierno de extrema derecha italiano.

Septiembre del 2024: la ministra de Migraciones del gobierno español, de centroizquierda, elogia los esfuerzos del gobierno marroquí para detener a los migrantes en la frontera con Ceuta.

“Vótenme para que no llegue la extrema derecha”, nos dicen. ¿Pero acaso no ha llegado ya? Y ha llegado por una razón concreta: que la socialdemocracia ha decidido ceder a sus marcos discursivos, sus abusos y sus odios porque todo vale para defender su modelo capitalista que necesita que algunas vidas valgamos menos o valgamos nada para subsistir.

El “malmenorismo”, como lo llamamos, pero voy a aumentar la apuesta, diría que es el chantaje progresista como cómplice principal de esa ultraderecha que hoy le sonríe a Teresa Ribera. Que no cuenten con nuestra sonrisa. Ningún chantaje dura mucho cuando un pueblo entero tiene claro que a la ultraderecha se la vence con más derechos y con todos y todas dentro haciendo un cordón sanitario popular tanto contra quienes nos quieren muertas, como contra quienes pactan con ellos comisiones de vergüenza que hoy quieren que aplaudamos. Hasta mañana.


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