No a sus guerras #ElCierre

El Presidente Sánchez se reunirá en cuestión de días con el presidente Ucraniano, Volodomir Zelenski, para firmar un acuerdo entre España y Ucrania según el cual nos comprometemos a prestar a Kiev apoyo militar sostenido a largo plazo

Son sus guerras pero son nuestros cuerpos. Son sus guerras, pero son nuestros muertos. Son sus guerras pero son nuestros derechos. Son sus guerras, pero es nuestra precariedad. Son sus guerras, pero ¿a quiénes nos cuesta más? A quienes no las decidimos. El Presidente Pedro Sánchez, que se autodefine socialista y progresista, que nos señala la importancia de que sea él quien frene a la ultraderecha, que nos dice que es la mejor opción para España, nos mete en la guerra. Y lo hace sin siquiera consultarlo. Ni a nosotros directamente ni a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados. Porque una decisión de este calibre debería contar, cuando menos, con el posicionamiento público de quienes han sido elegidos para representar los intereses de cada uno y una de nosotras.

A mí me gustaría ver claramente los votos de quienes ocupan un escaño. Me gustaría ver, por ejemplo, como el PSOE se posiciona como el gran partido de la guerra. Que lo hagan públicamente. Que voten marcando el botón verde para comprometernos integralmente en la guerra Rusia-Ucrania, como lo hará Pedro Sánchez. Que, OJO, no se compromete con Zelenski, es decir con Ucrania; sino que se compromete con la OTAN, es decir con los Estados Unidos. Sánchez se compromete con la guerra y con el orden colonial. Se compromete a ser súbdito de ese país que sigue intentando mantener su hegemonía mundial financiando guerras y forzando a participar en ellas a otros porque no quieren poner sus propios cuerpos y sus muertos. Qué listos, ¿verdad?

No sé ustedes, pero a mí me gustaría ver cómo votan los de SUMAR. Esa coalición de partidos de “izquierda” que se dice pacifista aunque luego se reverencien en los verdes europeos, es decir, en un parte todo europeo de la guerra. Confío en que algunos votos tendrían la decencia de no sumarse a la hipocresía de la guerra. O sea,  anunciar a los cuatro vientos que no la queremos, pero votar a favor de entrar en ella. Una especie de síndrome de Margarita Robles que nos repite al oído que no quiere guerra pero luego nos reclama por “no ser conscientes” de que es casi inevitable. Confío en que algunos diputados, al menos los de Izquierda Unida, —o parte de ella— no se sumarían a apoyar a Pedro Sánchez en esta acción que nos cuesta mucho más caro a nosotros que a él en Moncloa. He de confesar que esta confianza la baso en cierta ingenuidad por mi parte porque estando Izquierda Unida en el Consejo de Ministros, me hubiera esperado oír, por lo menos, a su ministra reclamándole al Presidente Sánchez por esta reunión y por la intención de meternos en la guerra. Algunos lo llaman ruido, otros lo llamamos decencia. Algunos lo llaman deslealtad gubernamental, otras lo llamamos PACIFISMO (en mayúsculas).

Sí, confieso que me gustaría ver el retrato de nuestro Parlamento. ¿Qué votarían en Bildu y el PNV, o Junts y Esquerra Republicana? ¿Qué votaría el diputado del BNG? Podemos intuirlo pero no lo sabemos porque nos han quitado esa posibilidad democrática. El Presidente Pedro Sanchez no debería poder meternos en la guerra sin consultarlo con nadie y da mas temor aún saber que lo hace  en un contexto donde goza de un Consejo de Ministros que se ha convertido en un espacio de aplausos, cesiones donde casi parece que suena un  “YES, SIR” de estilo marcial, da igual el carné que tenga uno u otro ministro.

El Presidente Sánchez se reunirá en cuestión de días con el presidente Ucraniano, Volodomir Zelenski, para firmar un acuerdo entre España y Ucrania según el cual nos comprometemos a prestar a Kiev apoyo militar sostenido a largo plazo. ¡Qué bueno que invertimos poco en defensa, ¿verdad ministra García? Prestaremos a largo plazo asistencia militar, suministraremos armamento, colaboraremos en el adiestramiento de sus Fuerzas Armadas, colaboraremos al desarrollo de la industria de defensa ucraniana e intercambiaremos información en las áreas de inteligencia y ciberseguridad. Es decir, nos involucramos INTEGRALMENTE con Ucrania en un contexto de guerra con una potencia nuclear que lleva más de dos años porque es a todas luces claro que es imposible ganarla y que urge un alto al fuego y salidas políticas. Dicen que se preocupan por Ucrania, pero es pura hipocresía. ¿No han muerto ya suficientes Ucranianos? ¿No han destrozado ya suficientemente ese país? ¿Pueden dejar de apostar por más destrucción y muerte y hacerlo por negociar? A Europa le correspondería ejercer el liderazgo de esa mediación y encuentro urgentes, en lugar de hacer de pirómanos en un bosque regado de gasolina.

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En pocos días, nuestro Presidente, estampará su firma en ese documento. Ni un ministro o ministra ha salido siquiera a reprocharlo. No habrá tampoco votación en el Congreso donde se supone que debería decidirse una medida de tal calibre. Tal parece que sólo nos llaman cuando se trata de poner los cuerpos en SU guerra. Para todo lo demás, ni importamos. Sin voto y sin voz. Así como cuando, hace unas semanas, el gobierno aumentó el gasto armamentístico en más de 1000 millones de euros, nuevamente sin consultarnos ni lo más mínimo. Todo esto mientras algunos aplauden Eurovisión. Desvía tu atención y de paso, si puedes, aplaude un genocidio. La barbarie televisada. La hipocresía premiada con cifras de share.

Ayer, en otras latitudes que viven las mismas luchas, murió la peruana Aida Aroni. Y hoy este cierre es necesariamente dedicado a ella. Porque Aida fue una mujer que se enfrentó contra la represión policial, la dictadura de Boluarte y la injusticia de que unas voces nunca importaran en su país. Y lo hizo armada de sólo una cosa: su bandera rojiblanca. Fue detenida, golpeada, insultada y terruqueada por atreverse a decir una verdad: “yo también soy el estado. Yo también soy este país”. Hoy que en España hace tanta falta recordar que este país somos nosotros y nosotras, y que hay cuestiones vitales —como entrar en una guerra— que nunca deberían hacerse contra nuestra decisión, siento que Aida Aroni es mucho mejor referente que esa Unión Europea tibia con un genocidio, que esa ONU que no es capaz de lograr un alto al fuego siquiera, que los líderes del norte global con sus trajes y sus frases altisonantes exigiendo el reconocimiento de estados que no sirven para nada porque lo que urge es DEMOCRACIA, es decir, IGUALDAD, es decir fin de su colonialismo. Aida luchó hasta morir, ayer, por esa causa. Y aunque vuele muy alto, se queda muy cerca. Que la enseñanza de una mujer del sur global, de mi Perú, se quede hoy para todas nosotras: NOSOTRAS SOMOS ESPAÑA. Eso quiere decir que podemos perfectamente decirle NO a SUS guerras. ¿Qué estamos esperando? Hasta mañana.

Puedes ver el cierre de hoy en El Tablero por Canal Red aquí: