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¡Qué viva el orgullo y la furia trans! #ElCierre

En esta semana de grandes coaliciones nos toca tener esto muy claro. Toca denunciar a esa gran coalición europea, la gran coalición española y por supuesto la gran coalición transfóbica que incluye a ese PSOE que sigue manteniendo transfobia en las instituciones

Feliz orgullo. A todos, todas, todes. Siempre en El Tablero ponemos el respeto y la lucha por derechos en el eje central de nuestros debates y nuestra atención. Este mes, y en particular esta semana, la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+ ha sido protagonista. Porque nos sentimos orgullosas. Orgullosas de la verdadera libertad. La que es furiosa, rabiosa, trasgresora y necesariamente valiente, aunque no debiera suponer valentía simplemente SER quien eres. Es de justicia reconocer y agradecer a quienes hacen del orgullo una lucha política desde la representatividad, el debate, la incomodidad necesaria y el enfrentamiento contra quienes siguen poniendo armarios no sólo en las calles, sino también en las instituciones. No hay nada más esperanzador que reconocernos en quienes no están dispuestos a callar hasta que los derechos realmente sean de todos, todas y todes; es decir, se democraticen. Ninguna democracia se construye desde la homofobia, lesbofobia o transfobia que excluye en lugar de incluir. Ninguna democracia se construye desde la represión que impone silencios o corsés artificiales. Ninguna democracia se construye de espaldas a sus propias integrantes. A sus gentes. A nuestras gentes.

Y este 28 de junio resulta especialmente relevante. La comunidad LGTBIQ+ nos está dando otra lección. La manifestación del orgullo crítico, la de hoy 28 de junio, está marcando un camino esperanzador y políticamente responsable e indispensable. Nos recuerda que la lucha por derechos no es nunca una lucha exclusiva. No hay derechos para algunas y silencio cómplice para otras. No puede haber un movimiento democratizador que vele sólo por un pliego de demandas ad hoc para unos cuerpos de forma exclusiva. La manifestación del orgullo crítico -la de hoy 28 de junio- ha unido agendas y construido ese necesario puente entre luchas que, además, trascienden las fronteras geográficas. No es indiferente al genocidio contra el pueblo palestino que perpetra desde hace más de ocho meses el estado de Israel, no cae en el individualismo, no cae en el pinkwashing que es esa forma de despolitizar las luchas que son NECESARIAMENTE políticas y politizadoras. Ese orgullo crítico que todos los años se enfrenta al capitalismo por ser necesariamente desigual nos da otra lección: el orgullo es también anti régimen de guerra. El orgullo es anticapitalista, transgresor y pacifista. Es necesariamente derechohumanista. Es necesariamente POLÍTICO. Y es también festivo porque la lucha se baila, se sonríe, se vive con intensidad y también felicidad por aquello que se exige y se logra poco a poco. Pero no por eso es menos político, todo lo contrario. En tiempos de régimen de guerra, de genocidio, de crisis, no hay nada más esperanzador que la lucha crítica en las calles.

Este 28 de junio resulta relevante por algo más. Porque en tiempos de régimen de guerra, de renuncia, de cesión, de claudicación frente a sus guerras que atentan contra nuestros derechos, estamos viendo una Gran Coalición dispuesta a limitar nuestros avances y a retroceder en derechos. Esa gran coalición de guerra que hemos visto en Europa ponerse de acuerdo para repartirse los cargos más altos de la representación de la UE, y esa gran coalición de régimen del 78 que se ha consumado en un acuerdo de repartición de la justicia por el PP y PSOE esta semana en España, tiene otro correlato directo en los derechos del colectivo LGTBIQ+ y de las mujeres. Me refiero a la Gran Coalición Transfóbica que ha irrumpido en el escenario con represión, acoso, actitudes fascistas e intolerancia. Tiene a sus representantes en Almeida y su trivialización de lo que es el orgullo. Tiene también una representante en la alcaldesa del PP en Valencia negándose a poner una bandera del orgullo y comparándola con el ELA o el cáncer. Son parte del habitual coro de los represores, pero no sólo son ellos. Están también personas como Laura Freixas que denuncian acoso cuando son ellas las que acosan a mujeres a diario desde sus tribunas políticas, culturales o en redes sociales. Está también la ministra Ana Redondo que no dudó en solidarse con una tránsfoba, o en Carmen Calvo que tras su postura anti Ley Trans fue premiada con nada menos que el Consejo de Estado. Y, perdonarán ustedes, pero me voy a adelantar a las consideraciones: si alguien cree que toca diferenciar entre “formas de resistencia válidas” y otras que no lo son, sólo queda responder que esa es una posición cómoda que sólo se puede sostener desde el privilegio de clase o raza. Nunca es igual la respuesta frente a una opresión y una agresión, que la opresión y la agresión en sí misma. Nunca es comparable la respuesta defendiendo un derecho, que la afrenta que lo impide desde el inicio. No se compara nunca a agresoras con agredidas ni a opresoras con oprimidas al margen de las formas en que se ejercen esas resistencias.

Y por lo mismo resulta tan preocupante que quienes dicen defender derechos, quienes dicen defender la democratización e inclusión de todos, todas y todes en esos derechos, se hayan sumado al PP y VOX para votar en contra del cupo laboral trans en la misma semana del orgullo. Hablo de SUMAR. ¿Qué pasó SUMAR? ¿Cómo se defiende esa postura? ¿Cómo se defienden derechos renunciando a defender los de las personas trans? ¿Cómo se defiende el feminismo asumiendo el feminismo blanco socialista? En tiempos de régimen de guerra es cuando más fuerte toca pisar el terreno de la defensa de los derechos para las más en lugar de la renuncia por tacticismo. En esta semana de grandes coaliciones nos toca tener esto muy claro. Toca denunciar a esa gran coalición europea, la gran coalición española y por supuesto la gran coalición transfóbica que incluye a ese PSOE que sigue manteniendo transfobia en las instituciones y que tuvo claro que había que deshacerse de Irene Montero para desmontar los avances que no implementó únicamente Montero, sino que implementó todo el colectivo LGTBIQ+ a través de una ministra que oyó antes a la gente en las calles que a sus pares en el consejo de ministros.

Contra las grandes coaliciones está el orgullo. Ese orgullo crítico. No tengo auctoritas para hablar por ellos, por ellas y por elles y cuido siempre de no arrogarme eso. Así que sólo corresponde agradecer. Gracias al colectivo LGTBIQ+ por hacer que vivamos en una sociedad que se siente orgullosa. Gracias por enseñarnos a hacer política desde la trasgresión, la furia, el ruido, la rebeldía, también la fiesta, también el amor, también la pasión. Y, sobre todo, la política. Qué viva el orgullo crítico y ruidoso. Gracias, por enseñarnos que no hay mejor lucha que la que lo rompe todo por esa razón que vale tanto la pena: SER. ¡Qué viva el orgullo! y ¡Qué viva la furia trans! Hasta el lunes.

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