Guía de las mejores películas sobre la Primera Guerra Mundial

Este verano se cumplen 110 años de una de las carnicerías más absurdas del siglo XX, una conflagración mundial reflejada en grandes películas

La Gran Guerra (o la Primera Guerra Mundial, llamada así porque se vieron implicadas todas las grandes potencias militares de la época) comenzó el 28 de julio de 1914 y acabó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio. En esta matanza murieron 40 millones de personas y sobre ella se han rodado excelentes películas que hoy recomendamos (y te decimos dónde verlas).

¡Armas al hombro! (1918): Primera comedia bélica de la historia del cine y estrenada dos semanas y un día antes del final de la Primera Guerra Mundial. Rodada, escrita y protagonizada por Charles Chaplin y tan antibelicista como El gran dictador, esta joya del cine mudo está plagada de grandes gags y fabulosos hallazgos visuales.

Muchos en aquel primerizo Hollywood estaban nerviosos de que uno de sus más famosos cineastas abordara la Gran Guerra, pero acabó siendo una de las películas más exitosas de Chaplin y fue especialmente popular entre los veteranos de guerra.

Woody Allen la homenajeó en la magistral La última noche de Boris Grushenko. Disponible en Prime Video y Filmin.

Alas (1927): Un gran éxito gracias a su impresionante maestría técnica y su realismo, será siempre recordada por sus muy realistas secuencias de combate aéreo. Con un joven Gary Cooper en su reparto (una brevísima aparición), ganó el Oscar a la Mejor Película en la primera ceremonia de los premios. Disponible en Filmin, donde también podéis ver otras dos buenas películas mudas ambientadas en la I Guerra Mundial: Cuarto de infantería (1918), de Georg Wilhelm Pabst, y El gran desfile (1925), de King Vidor.

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Sin novedad en el frente (1930): gran producción de Universal Pictures, basada en la famosa novela Erich Maria Remarque y rodada magistralmente por Lewis Milestone, su estreno provocó enfrentamientos entre nazis y comunistas en Alemania. Una de las más importantes películas sobre la Primera Guerra Mundial y ganadora del Oscar a la Mejor película, Sin novedad en el frente, disponible en Apple TV, nos habla de un grupo de jóvenes e inocentes estudiantes enviados a la carnicería del frente y causó gran impacto por su violencia y sus descarnadas escenas. Una de ellas es la de un soldado agarrando un hilo de alambre de púas y que es impactado por un proyectil de artillería, dejando solo sus manos todavía agarrando el alambre. La escena se la contó a Milestone un veterano de la guerra alemán que trabajaba como extra y que fue testigo de ese horror en un ataque francés a su posición. En Filmin.

También están disponibles en plataformas la versión de Sin novedad en el frente de 1979 (en Filmin y Prime Video), una adaptación para la televisión dirigida por Delbert Mann con Ernest Borgnine, y la de 2022 (en Neflix), una excelente producción dirigida por Edward Berger Netflix y protagonizada por Felix Cammerer. Es la última gran película sobre la Gran Guerra y superior a la artificiosa 1917, de Sam Mendes.

Senderos de gloria (1957): la mejor película ambientada en la Primera Guerra Mundial es de Stanley Kubrick. Con Kirk Douglas de protagonista y unos inmensos Adolphe Menjou y George Macready interpretando a los dos perversos antagonistas, cuenta con un guion perfecto basado en una novela de Humphrey Cobb, a su vez inspirada en terroríficos hechos reales: tres soldados franceses fueron fusilados tras un rápido juicio sumarísimo y sin la menor garantía legal. Los reos fueron elegidos por sorteo. Kubrick, eso sí, evitó poner el rótulo de “Basada en hecho reales”.

El cuarto filme de Kubrick, que no logró ni una sola nominación al Oscar (una vergüenza histórica) y fue prohibido en Francia (no les gustó que les recordasen una página tan infame de su historia) y en la España fascista, expone que la guerra no tiene nada de noble o heroico. La guerra es un matadero en el que se sacrifica a miles de desgraciados, carne de cañón cuya única finalidad es asesinar a otros miles de desgraciados. Eso ya es un sacrifico absurdo, pero si encima sacrificas a soldados inocentes porque no han hecho su trabajo de asesinar es el colmo. Un doble crimen: obligar a ir al matadero y matar por no hacer tu trabajo en el matadero. En Prime Video y en Filmin.

Lawrence de Arabia (1962): esta magna obra de David Lean cuenta con uno de los mejores personajes de la historia del cine, no solo por su inteligencia y carácter aventurero, también por su tremenda oscuridad. Empieza como un joven que se aburre mortalmente en una oficina, se enamora de la inmensidad del desierto y acaba, más de tres horas de metraje después, trastornado, tocado por las salvajes matanzas que ha dirigido con sus hombres. Ese lado perverso lo hace único en el cine de Hollywood porque el protagonista absoluto es héroe y villano a la vez. O un héroe cuyo antagonista es él mismo. Aquí a parte de los soldados turcos, los corruptos políticos y los militares racistas y clasistas, el malo de la función es el mismo Lawrence de Arabia, un enfermo mental, melancólico, asocial, masoquista y sádico.

Eso en el fondo. Qué decir de la forma, de esa producción con centenares de camellos y figurantes rigurosamente vestidos de beduinos o militares, de los maravillosos decorados y localizaciones en Almería o Sevilla, de la fotografía de ese genio absoluto llamado Freddie Young, de la música de Maurice Jarre… Lawrence de Arabia no es una película, es una proeza. En Apple TV.

Rey y patria (1964): dirigida por Joseph Losey, es una magnífica película con cierto parecido a Senderos de gloria. Bajo la historia de un juicio por deserción en el frente francés se esconde un brutal ataque a un Estado criminal (representado por gentuza como el rey George V), a una sociedad militar completamente inhumana, animalizada. El filme, modernísimo, en la estela de Free Cinema y con toques homoeróticos nada disimulados, está rodado un año después de El sirviente y en él Losey volvió a contar con Dirk Bogarde, al que acompaña el gran Tom Courtenay, que ganó la copa Volpi del festival de Venecia por este trabajo. A diferencia del millón de dólares que costó la película de Kubrick, Rey y patria se filmó en solo 18 días y costó 100.000 libras que nunca se recuperaron. En Filmin.

Los rojos y los blancos (1967): coproducción entre Hungría y la Unión Soviética y desarrollada en 1917, en la frontera rusa durante la Primera Guerra Mundial. Los Blancos zaristas se enfrentan a los Rojos bolcheviques, apoyados por voluntarios húngaros. El director Miklós Jancsó presentó la violencia de forma gélida y distante, sin emotividad, sin subrayados estéticos. Estamos ante un filme antiheroico sobre el absurdo de la guerra y en el que se asesina como se realiza cualquier acto trivial.

La película, disponible en Youtube, fue presentada para competir en Cannes de 1968, pero el festival fue cancelado por los eventos de mayo del 68 en Francia.

Johnny cogió su fusil (1971): película que pudo haber rodado Luis Buñuel, pero acabó firmando, adaptando su propia novela, Dalton Trumbo. La película, muy angustiante, narraba la historia de un joven atrozmente mutilado en combate y que sobrevive en un hospital ciego, sordo, mudo y con sus extremidades amputadas a causa de una explosión. Pero escuchamos sus palabras, que son devastadoras. “Dentro de mí, estoy gritando, gritando y aullando como un animal atrapado... y nadie me presta atención. Si tuviera armas, podría suicidarme. Si tuviera piernas, podría huir. Si tuviera voz, podría hablar y ser una especie de compañía para mí. Podría gritar pidiendo ayuda, pero nadie me ayudaría”. En FlixOlé.

Gallipoli (1981): por desgracia, no está disponible en plataformas actualmente, pero hay una edición de coleccionista en Blu-ray para quitarse el sombrero. Sus protagonistas son dos amigos australianos, los dos atletas, que deciden alistarse para ir a la guerra y acaban luchando contra los turcos en la batalla de Gallipoli, otra absurda carnicería en la que murieron más de medio millón de soldados entre los dos bandos. Con Mel Gibson, ya una estrella, y muy bien dirigida por Peter Weir, que para una escena de trinchera usó el famoso Oxygene, de Jean Michel Jarre.