Cine

‘Civil War’: pésima película, sin rumbo ni talento

Alex Garland descarrila con una torpe y mediocre ficción sobre una guerra civil en los Estados Unidos

Alex Garland se dio a conocer por la novela La playa, para cuya fallida adaptación al cine Fox se gastó 50 millones de dólares y contrató a Leonardo DiCaprio. Años más tarde, y gracias al productor Scott Rudin (El show de Truman) Garland se pasó a la dirección con la interesante Ex Machina, película que tiene sus puntos de unión con su estupenda serie Devs, en la que trató nuevamente el mito prometeico de Esquilo o las ideas de Mary Shelley en Frankenstein. Garland, además, también trató la ciencia ficción en la muy original Aniquilación. Por desgracia, su penúltimo filme, Men, fue una advertencia de que se estaba quedado sin ideas. 

Civil War es una película de una pequeñez y una mediocridad sonrojantes

Y Civil War lo ha confirmado. Su nueva película, una distopia, gustó a la gran mayoría de la crítica. El País, El Mudo, La Razón, ABC, La Vanguardia, Clarín, Cinemanía, Fotogramas… todos encantados. Según sus críticos, estamos ante una poderosa y durísima película que alerta ante una futura guerra civil entre americanos. Honradamente, no sé qué película vieron porque Civil War es una película de una pequeñez y una mediocridad sonrojantes.

Su primer gran problema es que su protagonista cae mal. Kirsten Dunst interpreta a una fotógrafa experta en zonas de conflicto (Garland nos lo explica mediante muy obvios flashbacks) con cara de palo toda la película, también cuando mira por encima del hombro a una veinteañera que quiere aprender de ella. Una joven fotógrafa que saca sus fotos con una vieja cámara analógica, una ridiculez. Para colmo, no vemos que capten una sola imagen de vídeo, aquí los periodistas que se cuelan en la mismísima Casa Blanca solo sacan fotografías. Cosas del señor Garland. Cosas ridículas.   

La relación maestra/alumna ya nos avanza de qué va Civil War y no tiene nada que ver con una película bélica o política (por eso su cartel, con unos helicópteros sobre la Estatus de la libertad, es muy engañoso). Estados Unidos ha entrado en una sanguinaria guerra civil y nunca, en todo el metraje, sabemos la razón, solo lo intuimos. Es una apuesta respetable, claro. Otra cosa es que esa apuesta interese, que no es el caso. En realidad, Civil War, que podéis ver en Movistar Plus+, es una mala película sobre el reporterismo de guerra, nada que ver con una buena distopia sobre una segunda guerra civil en los estados Unidos.

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Su narración sobre el reporterismo y sus límites morales ni está trabajada, ni funciona

La pregunta es: si todo lo que vemos que viven los personajes, cuatro periodistas, realmente podría vivirse en cualquier otra guerra, ¿qué aporta de nuevo Civil War? Nada. Y para colmo, su narración sobre el reporterismo y sus límites morales ni está trabajada, ni funciona. Las clases prácticas de la reportera veterana a la novata son muy pueriles e impostadas y ninguno de los dos personajes están construidos, son mortalmente planos. También las interpretaciones de Kirsten Dunst y de Cailee Spaeny son tan decepcionantes como olvidables.    

El guion de Civil War, escrito por Garland un año antes del asalto al Capitolio, sigue una estructura clásica: cuatro personajes que comparten oficio y misión inician un viaje cuyo destino es la Casa Blanca. En concreto es un viaje por carretera desde la bombardeada ciudad de Nueva York a Washington, DC, donde pretenden entrevistar a un presidente que se ha atrincherado en la Casa Blanca. Y para ello, claro, tendrán que conducir por un país sumido en una guerra civil.

La idea de la película es buena, sobre el papel es un planteamiento atrayente. Pero, por desgracia, el resultado es más que errático y a veces hasta roza el ridículo. Las diferentes paradas en el camino (la película no deja de ser también una anodina road movie) no están en absoluto bien hilvanadas y casi todas ellas provocan escaso interés.

Para resumir: una gasolinera con unos siniestros tipos, lugar en el que la novata aprende a ser fotógrafa, una casa de campo desde la que les dispara un francotirador, una tienda de modas que sigue abierta y en la que Kirsten Dunst se prueba un vestido (una secuencia especialmente prescindible), bromas en plena carretera con el coche de otros colegas (una secuencia bochornosa) y el descubrimiento de un soldado psicópata ante una fosa común del que escapan de forma absurda e inverosímil. A todo esto, los cuatro viajan por un Estados Unidos sumido en una guerra civil y sin una sola arma. De risa.   

Si la película ya era fallida, con su desenlace Garland acaba descarrilando por completo

Y para demostración de que estamos ante un filme pésimamente escrito y desequilibrado, la verdadera acción, la del ataque a la Casa Blanca, llega después de hora y media de divagaciones y olvidables escenas de acción. Y todo rematado con un final espantoso, absurdo, torpe y previsible. Si la película ya era fallida, con su desenlace Garland acaba descarrilando por completo.

Cualquier productor con dos dedos de frente hubiera cogido la idea de Garland y contratado a un guionista competente para hacer una poderosa película. Pero, claro, dejaron todo en manos del propio Garland, un genio incuestionable, insobornable. Que la empresa “indie” A24 Films (responsable de infumables películas “de autor” como Todo a la vez en todas partes o Aftersun) se gastase 50 millones en semejante “guion” dice mucho de la actual situación de parálisis creativa que sufre el cine americano.

Lo peor: su espantoso guion y las anticlimáticas cancioncillas de su banda sonora.   

Lo mejor: Jesse Plemons interpretando a un militar psicópata.