‘El señor Bates contra Correos’: la serie que la multinacional Fujitsu no quiere que veas

La miniserie recuerda el caso del sistema Horizon, de la marca japonesa y que arruinó la vida de miles de inocentes que trabajaban para Correos

El escándalo de Horizon IT, uno de los mayores errores judiciales de la historia británica, rompió la vida de demasiados inocentes ante la pasividad y, lo que es peor, la complicidad del gobierno británico y la multinacional Fujitsu. A miles de subdirectores de correos se les acusó y condenó por supuestos déficits financieros causados por errores del sistema de software de contabilidad Horizon, desarrollado por Fujitsu.

Durante 16 años de pesadilla para los inocentes, entre 1999 y 2015, más de 900 subdirectores de correos fueron condenados por robo, fraude y contabilidad falsa basada en datos incorrectos de Horizon. Muchos fueron juzgados y condenados, otros solo procesados pero obligados a cubrir los déficits causados por Horizon con sus ahorros y propiedades y a otros muchos se les rescindieron sus contratos. Toda esta injusticia generó un torrente de estrés, enfermedades, rupturas familiares y hasta suicidios.

De todo ello trata la miniserie dramática El señor Bates contra Correos, centrada en la batalla judicial instigada por el ex subdirector de correos Alan Bates. La serie, de cuatro episodios y escrita por Gwyneth Hughes y dirigida por James Strong, nos muestra un riguroso trabajo de Toby Jones, interprete con un físico perfecto para interpretar al hombre corriente.

Alan Bates y Toby Jones

Acompañan a Jones un buen electo de actores secundarios, entre los que destaca Ian Hart como Bob Rutherford, un experto contable, y Lia Williams como la fría y nada empática Paula Vennells, directora ejecutiva de Correos. De hecho, como se dice en un diálogo de la serie, las dos grandes villanas de esta historia son mujeres: Vennells y Angela Van Den Bogerd, directora de mejora comercial de Correos. Uno de los momentos más escalofriantes de este personaje es cuando escucha, como un autómata, a una viuda que acaba de perder a su marido por culpa del acoso de Correos. Y todo para comprarla y separarla de la demanda grupal. Vennells, por cierto, siguió en el cargo de directora ejecutiva de Correos hasta abril de 2012, muchos años después del escándalo.

Antes de ver El señor Bates contra Correos debes aceptar que el suyo es un argumento (la lucha judicial del héroe contra el sistema) muy conocido y gastado. Estamos ante una serie sencilla, franca, sin dobles lecturas y mucha complejidad narrativa y visual, es una serie sin excesiva originalidad y exhibe sus intenciones desde el principio. En fin: es una de esas series “basada en hecho reales” y que no esconde en ningún momento que va sobre buenas personas que han sido arrasadas por gente rematadamente cobarde y oscura. Y entre ellas destaca el señor Bates, un hombre bueno y terco que podemos encontrar en una película de Frank Capra o de Ken Loach, no olvidemos que uno de los temas preferidos de Loach también es el del despiadado sistema burocrático que machaca a inocentes.

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Tampoco esconde esta miniserie, y eso es muy envidiable, al culpable: Fujitsu. Es admirable que una ficción televisiva tenga los redaños de hablar abiertamente de la empresa, que sea el más grande antispot que la marca japonesa pueda llegar a imaginar. Ni en sus peores pesadillas. No me imagino nada pareció en la ficción española (pongamos por caso series sobre páginas oscuras de OHL, Iberdrola o BBVA) pero bien sabido es que los británicos en esto de la televisión nos dan sopas con honda.   

Hay momentos, como en todo buen drama administrativo, de terror mezclado con absurdo. En El señor Bates contra Correos (que podéis ver en Movistar Plus+) Jo Hamilton hace la gran pregunta de la serie: “¿Dónde está el dinero que yo no robé?” Los culpables se encargaron de generar una magia contable para que ese impresionante dineral, que les hicieron pagar a personas trabajadoras e inocentes con sus hogares, ahorros y vidas, acabase en su cuenta de resultados. 

No hay espacio para el humor o la distención en esta serie. Desde el principio se presenta como una pesadilla y nos muestra con crudeza a víctimas con problemas mentales tratados con electroshocks, intentos de suicidio, suicidios consumados y hasta cáncer. Vamos, que no es la alegría de la huerta, pero sabes que al final te van a compensar con un triunfo del bueno más por testarudo que por bueno. A pesar de todas las tretas de Correos y Fujitsu (una mediación que fue una farsa, compra, a base de talonario, a algunas víctimas, recusaciones para retrasar el juicio y a hacerlo financieramente inviable, indecentes regateos de las indemnizaciones…), al final los buenos ganan.

Bueno, ganan a medias. Relativamente, porque veinte años después de perder su puesto de Correos, Alan bates sigue luchando por la compensación de cientos de víctimas. Correos culpó a 3.500 administraciones de pérdidas por Horizon. El Tribunal de apelación ha anulado hasta 93 condenas injustas de los 555 que fueron a juicio con bates, pero 18 han muerto sin justicia ni compensación de ningún tipo. Y, para colmo, ningún gerente de Correos ha apagado con cargo penal alguno.   

El señor Bates contra Correos, que se estrenó en enero y se emitió en cuatro días consecutivos, fue vista por 13,5 millones de espectadores a finales de abril de 2024, pero su producción tuvo pérdidas de alrededor de un millón de libras. La cadena ITV (responsable de miniseries como Archie o Nolly), culpó de este fracaso a que la serie es demasiado british y carece de un gran atractivo internacional. Pero en el Reino Unido la serie sí resultó tremendamente influyente y en un ejemplar caso de ficción que puede ayudar a cambiar la realidad. Una muestra: en mayo el Parlamento del Reino Unido aprobó una ley que anulaba las condenas de subdirectores en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte y el mismo mes Escocia aprobó una ley análoga.

Lia Williams y Paula Vennells
Lia Williams y Paula Vennells

El señor Bates contra Correos también logró que 1,2 millones de personas pidiesen, con su firma, que la exdirectora ejecutiva de la Oficina de Correos, Paula Vennells, devolviera la Excelentísima Orden del Imperio Británico, algo que no podía hacer porque, ya saben cómo se las gastan los ingleses, solo el rey puede revocar o anular honores. Carlos III lo hizo finalmente el 23 de febrero y por “desacreditar el sistema de honores”.

En el punto álgido del escándalo, en 2014, Fujitsu despidió al presidente global de la compañía, Rod Vawdrey, de 67 años. Y lo hizo porque el tal Vawdey era sinónimo de “problemas de conducta personal”. En resumen: era aficionado a los gritos, a las broncas y a los gastos exagerados. Tras abandonar Fujitsu, en 2017 Vawdrey se convirtió en el director ejecutivo de una emergente empresa de software australiana llamada Nuix, que compraron muchos inversores privados. Él se embolsó 28 millones de dólares australianos en efectivo y se quedó con otros 8 millones de dólares en acciones. En solo meses, el precio de las acciones de Nuix se desplomó, arruinando a muchos inversores. La policía australiana acabó allanando la sede de la empresa. 

Recientemente el gobierno británico ha anunciado que perseguirá a Fujitsu si una investigación en curso determina que la compañía es culpable de lo que la acusan los afectados de escándalo de Horizon. Y es más que probable que la multinacional japonesa se convierta en una apestada para futuros contratos gubernamentales.