Cómo se responde al portavoz de un ejército genocida

Al verse por primera vez confrontado, Kaplan se desestabilizó por completo, repitió el apellido de Echenique decenas de veces y acusó al científico de desear la destrucción de Israel

Desde que comenzó el genocidio en la Franja de Gaza por parte del ejército de Israel después del atentado terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023 y mientras el gobierno de Netanyahu iba acumulando civiles asesinados hasta llegar a más de 40.000 personas —según las estimaciones más conservadoras—, durante todo el último año y mientras las bombas israelíes iban destruyendo hospitales, escuelas, universidades, todo tipo de infraestructuras y, por supuesto, viviendas particulares, hasta llegar a un nivel de destrucción de más del 60% de todas las edificaciones de la Franja, mientras el Mossad perpetraba un atentado terrorista en el Líbano haciendo estallar cientos de dispositivos de comunicación, matando a decenas de civiles en lugares públicos de todo el país y causando miles de heridos, mientras el ejército de Israel bombardeaba Beirut, asesinaba a más de 1600 libaneses e invadía el país por el sur, su portavoz para España, el capitán Roni Kaplan, se ha paseado por la práctica totalidad de las televisiones y radios de nuestro país para justificar la sangrienta operativa.

En cada una de sus intervenciones mediáticas, Kaplan ha tocado todas las teclas de los lugares comunes de la propaganda genocida una y otra vez: que Israel tiene derecho a defenderse, que la operación militar está siendo todo lo quirúrgica que es posible y que tienen muchísimo cuidado de no causar bajas civiles, que eso es muy difícil —sin embargo y aunque ellos lo intentan con denuedo— porque Hamás se oculta en los hospitales, en las escuelas, en las ambulancias, en los vehículos de las ONG, en los edificios de la ONU y utiliza a los niños como “escudos humanos”, que son la única democracia de Oriente Medio, que ellos sí defienden los derechos LGTBI —excepto, quizás, a lo mejor, los derechos de las personas LGTBI palestinas que son asesinadas bajo las bombas—, que están peleando por la libertad y la democracia y que cualquiera que se atreva a negar mínimamente cualquiera de estos argumentos es un antisemita defensor del holocausto y admirador de Adolf Hitler.

Lo que se había encontrado siempre el capitán Roni Kaplan en los medios españoles es la más absoluta impunidad y nadie que le hiciera frente. Hasta ayer

A pesar de lo burdo de la propaganda genocida, a pesar de lo insultante de sus argumentos —mucho más cuando se utilizan para justificar una matanza—, a pesar de que vivimos en una época en la que todo el mundo tiene teléfonos móviles, a pesar de que la propia ONU ha definido lo que está haciendo Israel en Gaza como un genocidio, a pesar de todo ello, lo que se había encontrado siempre el capitán Roni Kaplan en los medios españoles es la más absoluta impunidad y nadie que le hiciera frente. Hasta ayer.

Todo es Mentira —el programa de la tardes de Cuatro, presentado por Risto Mejide— arrancaba la mesa de debate como todos los días a las 15:30 con el tema más importante de la actualidad internacional: el ataque con misiles balísticos de la República Islámica de Irán sobre territorio israelí. En la mesa, los colaboradores políticos del día eran Zaida Cantera (exdiputada del PSOE y comandante del ejército en la reserva), Xavier Albiol (alcalde racista del PP en Badalona) y Pablo Echenique (científico del CSIC, exportavoz de Podemos en el Congreso y coordinador de Diario Red junto a Pablo Iglesias). Después de un breve debate en la mesa sobre la situación y su posible evolución futura, Risto dio paso al capitán Roni Kaplan como tantas otras veces, pero, esta vez, lo que pasó fue diferente. Por primera vez en todo un año de genocidio, el portavoz del ejército de Israel se encontró con alguien que no tenía miedo de decirle la verdad aunque eso pudiera tener graves consecuencias personales.

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Lo mejor es que veas el vídeo:

Ayer, Pablo Echenique, por primera vez en un medio de comunicación de nuestro país, llamó “genocida” al genocida, no se dejó amedrentar por los intentos de ejercer violencia política con los que —varias veces— Kaplan trató de hacerlo callar y desacreditarlo, y fue capaz de expresar varios de los elementos con los que Kaplan nunca había sido confrontado antes: las brutales cifras de asesinatos de civiles, el terrorismo de Estado que Israel ha ejercido en el Líbano o el hecho de que los sionistas bajo el mando de Netanyahu no representan a los judíos sino solamente a aquellos que están a favor del genocidio.

Al verse por primera vez confrontado, Kaplan se desestabilizó por completo, repitió el apellido de Echenique decenas de veces, acusó al científico de desear la destrucción de Israel, justificó como aceptable una estadística —inventada, en todo caso, por la propaganda israelí— de un civil asesinado por cada “terrorista” asesinado —lo cual fue señalado con estupefacción por el propio Risto por lo siniestro del argumento— y acabó huyendo de la entrevista de una forma tragicómica alegando que tenía mejores cosas que hacer y que se iba con su pareja.

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