Pedro Sánchez en Senegal

¿Está planteando el presidente el “retorno” —es decir, la deportación— de un número de seres humanos aproximadamente igual a la población de la ciudad de Zaragoza?
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el presidente de la República del Senegal, Bassirou Diomaye —  Pool Moncloa/Jorge Villar / Europa Press / ContactoPhoto
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el presidente de la República del Senegal, Bassirou Diomaye — Pool Moncloa/Jorge Villar / Europa Press / ContactoPhoto

Desgraciadamente, las redes criminales que trafican con seres humanos no dejan de crecer. Y para combatir esta amenaza que afecta a la estabilidad y a la seguridad de nuestras sociedades, es imprescindible también el retorno de quienes han llegado a España irregularmente. Principalmente porque este retorno traslada un mensaje desincentivador a las mafias y a quienes se ponen en sus manos, pero esencialmente porque la legislación europea y española obligan a ello.” Estas palabras fueron pronunciadas ayer por parte del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE en una comparecencia pública en su viaje a Senegal y suponen una asunción de los postulados más radicales de la derecha y la extrema derecha en materia migratoria. De hecho, en algunos aspectos, lo verbalizado por Sánchez es todavía más reaccionario que muchos de los planteamientos habituales de Feijóo y Abascal.

El contenido de estas afirmaciones en la boca del jefe del ejecutivo de la cuarta economía de la Zona Euro y la más cercana al continente africano es tan grave y lo es a tantos niveles que es difícil decidir por dónde empezar.

Nos han enseñado los fascistas que hacer afirmaciones genéricas sobre las personas migrantes es una manera muy eficaz de fomentar la xenofobia

En primer lugar, ¿quiénes son exactamente las personas que Sánchez dice que “han llegado a España irregularmente”? ¿Solamente las que han llegado en un cayuco, o nadando por el Tarajal, o saltando la valla, o en los bajos de un camión cruzando el estrecho? ¿O también las que han entrado por alguno de los puertos o aeropuertos españoles con un visado de turista y después de su caducidad han decidido quedarse? ¿Entran dentro de este conjunto de personas aquellas que han solicitado asilo partiendo de una situación administrativa irregular? ¿Y las que han entrado por una frontera terrestre gracias al tratado de Schengen? ¿O —dado que el presidente se centra tanto en “las mafias”, ese concepto tan querido por la extrema derecha— tenemos que asumir que únicamente está hablando de las personas migrantes que han llegado a España con la ayuda de una organización que facilita la operación? Es importante delimitar exactamente a qué se refiere al menos por dos motivos. En primer lugar, porque ya nos han enseñado los fascistas que hacer afirmaciones genéricas sobre las personas migrantes es una manera muy eficaz de fomentar la xenofobia. En segundo lugar, Sánchez debe aclarar exactamente a qué personas migrantes se está refiriendo porque, en el caso de que su definición sea amplia y afecte a toda persona que viva en España en situación administrativa irregular, entonces estaríamos hablando de entre 500.000 y 700.000 personas. ¿Está planteando el presidente el “retorno” —es decir, la deportación— de un número de seres humanos aproximadamente igual a la población de la ciudad de Zaragoza? Desde luego, es una posibilidad perfectamente interpretable a partir de sus peligrosas palabras y no nos queremos poner en el lugar de cualquiera de esos vecinos y vecinas mientras estaban mirando con pánico la pantalla de televisión y pensaban que, a lo mejor, el gobierno PSOE-Sumar tiene planeado arrancarlos de su hogar y separarlos de sus amigos y de su familia mediante la violencia institucional.

Como señalábamos anteriormente, una posición como la que ha esbozado Pedro Sánchez se encuentra, de hecho, a la derecha de las manifestaciones que suelen hacer el PP o VOX. Rara vez los líderes y los portavoces de la derecha y la extrema derecha se atreven a afirmar categóricamente que hay que deportar de España a todas las personas migrantes que hayan entrado de forma irregular —sea lo que sea lo que signifique eso— y se limitan a propagar el odio con afirmaciones menos amplias, como que hay que evitar que lleguen —por ejemplo, utilizando barcos de guerra— o que hay que deportar a los que cometan delitos. Es más, no solamente José Luis Rodríguez Zapatero, sino también José María Aznar, regularizaron a cientos de miles de personas en situación administrativa irregular durante sus respectivos mandatos. Ahora mismo, está en trámite en el Congreso, una ILP para regularizar de forma masiva a la mayoría de vecinos y vecinas sin papeles siguiendo un procedimiento similar al que tuvo lugar entonces. A pesar de que el PSOE no se ha atrevido a votar en contra del inicio del trámite de la norma, de momento la tiene congelada en el periodo de enmiendas parciales siguiendo una táctica de filibusterismo parlamentario a la que ya nos acostumbró en la legislatura pasada. Como es evidente, muchas de las personas que se verían beneficiadas por la medida, en palabras del presidente, “han llegado a España irregularmente” y, entonces, según su posición política expresada solemnemente en Senegal, habría que deportarlas.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Otros elementos de las afirmaciones de Pedro Sánchez son igualmente inquietantes. Dice, por ejemplo, que “la legislación española y europea obliga” a deportar a las personas que “han llegado a España irregularmente”. Nos gustaría saber exactamente qué leyes y que artículos para llevarlos al Tribunal de Derechos Humanos. Por otro lado y en una parte especialmente violenta, Sánchez nos explica que esta deportación masiva y en caliente tendría como uno de sus principales objetivos el “trasladar un mensaje desincentivador a las mafias y a quienes se ponen en sus manos”. Es decir, que la medida no se tomaría por ningún tipo de criterio de eficiencia técnica, ni tampoco de humanidad, sino que se estaría ejerciendo la violencia institucional y la violación de los derechos humanos más básicos de las personas que migran para meter miedo no solamente a “las mafias” (TM, Santiago Abascal) sino también “a quienes se ponen en sus manos. Es decir, que se trataría de que la policía coja a personas que vienen huyendo de la guerra o del hambre y las meta en un avión o en un barco de vuelta al punto de origen para aterrorizar a otras personas víctimas de la guerra o del hambre y que, de esa manera, no se atrevan nunca a emprender el viaje.

El PP tardó pocos minutos en aplaudir la “rectificación” de Sánchez y exigirle que pida perdón por haber criticado duramente a sus portavoces por haber dicho exactamente lo mismo

Si el lector o lectora piensa que estamos exagerando y que, realmente, Pedro Sánchez no ha dicho todo esto sino que se le ha interpretado mal, proponemos considerar dos apuntes: el primero, que estaba leyendo lo que decía y por lo tanto las palabras estaban escogidas con cuidado y con precisión; el segundo, que hagamos el experimento mental de imaginar que exactamente las mismas palabras las pronuncian Alberto Núñez Feijóo o Santiago Abascal. Es indudable que encajarían perfectamente en sus respectivas bocas.

Por dura que sea la realidad, reconocerla es el primer paso para poder combatirla. Las declaraciones del presidente del gobierno en el día de ayer no son otra cosa que la decisión voluntaria de renunciar a dar la batalla ideológica contra la derecha y la extrema derecha por la vía de asumir sus postulados. De hecho, el PP tardó pocos minutos en aplaudir la “rectificación” de Sánchez y exigirle que pida perdón por haber criticado duramente a sus portavoces por haber dicho exactamente lo mismo. No sabemos si el líder del PSOE se está trabajando una salida personal a algún tipo de puesto internacional y, por ello, prefiere no combatir los planteamientos reaccionarios cuando éstos son hegemónicos mediáticamente o si simplemente está terriblemente mal asesorado. Lo que sí sabemos es que este tipo de rendiciones absolutas ante el avance de la reacción son la receta infalible para que los fascistas acaben llegando al gobierno más pronto que tarde. Y también sabemos, por cierto, que las personas de izquierdas y los demócratas vamos a combatir la violencia institucional contra las personas migrantes con la misma fuerza y el mismo compromiso —y con todo lo que tenemos—, la perpetre Feijóo y Abascal o la perpetre Sánchez.