Esa persona de la que usted me habla

De repente, el principal apoyo orgánico que tuvo Pedro Sánchez cuando decidió enfrentarse a todo el viejo aparato del PSOE, el todopoderoso José Luis Ábalos había pasado a ser para el PSOE: "esa persona"

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La portavoz del PSOE, Esther Peña — Twitter (X)

"Sobre si ustedes eran conscientes de esos gastos desmedidos que pasaba José Luis Ábalos en Ferraz, si efectivamente en gerencia flipaban o no con ese tipo de gastos, si se va a hacer una auditoría, en fin...", preguntaba este lunes por la mañana el periodista Juanma Romero de El Independiente a la portavoz del PSOE durante su rueda de prensa habitual de los lunes.

La respuesta de Esther Peña era la siguiente: "No tenemos nada que decir sobre ese tipo de apreciaciones y adjetivos que se dan a los gastos que realizaba, en este caso, esa persona, como miembro de nuestra Ejecutiva Federal, dentro de la normalidad."

De repente, el principal apoyo orgánico que tuvo Pedro Sánchez cuando decidió enfrentarse a todo el viejo aparato del PSOE en las primarias después de que prácticamente lo lanzaron por la ventana de Ferraz, el que fuera nada menos que Secretario de Organización del PSOE —el puesto de máxima responsabilidad después del jefe, y de máxima confianza de este— ya bajo el mandato de Sánchez como Secretario General, el dirigente que llegó a compaginar la máxima tarea territorial del partido con el ministerio que tiene un mayor presupuesto para incidir en las inversiones territoriales, el todopoderoso José Luis Ábalos había pasado a ser para el PSOE: "esa persona".

Era imposible que esa táctica discursiva consistente en no pronunciar el nombre y apellidos los que están implicados no nos recordase a lo ocurrido en el PP hace no tanto tiempo

Y, claro, era imposible que esa táctica discursiva consistente en no pronunciar el nombre y apellidos los que están implicados en casos de corrupción para que así las televisiones y las radios no puedan utilizar un total —una frase de 10 o 15 segundos— en la que se mencione el significante maldito no nos recordase a lo ocurrido en el PP hace no tanto tiempo.

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Cuando preguntaron a M. Rajoy por Rodrigo Rato, el entonces presidente del Gobierno y también del PP habló, por ejemplo, de "la corrupción en su conjunto y las cosas que se le puedan atribuir a una o a otra persona". En otra rueda de prensa se refirió al corrupto exministro de Economía como "la persona por la que usted se ha interesado". Preguntado por Carlos Fabra, contestó al periodista que "nadie ha dicho, al menos que yo conozca, en ningún tribunal, nada de la persona a la que acaba usted de citar". En los pasillos del Congreso, cuando le preguntaron por Luis Bárcenas, explicó que "esa persona ya no está en el Partido Popular", y así podríamos llenar páginas y páginas, no solamente de Rajoy, sino también de María Dolores de Cospedal y otros dirigentes y portavoces del PP, refiriéndose a los muchos corruptos que hicieron negocio desde dicho partido con el mismo recurso lingüístico que la portavoz del PSOE utilizó para referirse a José Luis Ábalos.

Para quien piense que esto podría ser simplemente una inocente casualidad semántica, cabe destacar que, en el día de ayer, apareció otro elemento habitual en la corrupción del bipartidismo además de la referencia a "esa persona de la que usted me habla": el "y tú más". Después de que, pronto por la mañana, Borja Sémper se desplazase a la Audiencia Nacional para presentar una querella contra el PSOE por financiación ilegal, basándose en una fuente anónima en The Objective que supuestamente dijo al digital financiado por la ultraderecha venezolana que un empresario habría llevado un maletín con 90.000€ en metálico de la trama Koldo a la propia sede de Ferraz, Esther Peña contestaba un poco más tarde desde dicha sede con la amenaza de presentar acciones judiciales contra el PP y contra Feijóo por el enriquecimiento de su familia mediante el presunto fraccionamiento de contratos de la Xunta de Galicia. En su declaración a los medios, además, la portavoz del PSOE hizo referencia —como viene siendo habitual por parte de este partido en las últimas semanas— a la conocida amistad entre Feijóo y el narcotraficante gallego Marcial Dorado; una referencia ante la que ellos mismos fruncían el ceño cuando Podemos la hacía hace unos años, en pleno momento de enamoramiento de la progresía mediática con el moderadísimo Feijóo, que habría llegado a Madrid para reconducir al PP hacia el centro y hacia los pactos de Estado después del periodo radical de Pablo Casado.

De hecho, el "y tú más" no se circunscribe a la querella presentada por el PP y la consecuente amenaza del PSOE en el día de ayer. Esta dinámica bien conocida de los tiempos de la corrupción bipartidista rampante, lleva teniendo lugar varios meses entre ambos partidos. Recordemos que Feijóo empezó a disparar contra la mujer de Sánchez cuando Sánchez empezó a disparar contra los casos de corrupción de la pareja de Ayuso. Fue entonces cuando se escenificó entre líneas que Feijóo transmitía a Sánchez en la propia sesión de control del Congreso algo así como lo siguiente: "tú has roto el 'pacto entre caballeros' que obliga a dejar fuera de la refriega los negocios familiares y entonces yo ahora estoy obligado a escalar y a mencionar públicamente los negocios de tu mujer". Poco después, el propio Sánchez señalaba en el mismo hemiciclo a la mujer de Feijóo; lo que ocurrió es que lo hizo apoyándose en una noticia falsa publicada por InfoLibre —que el medio rectificó inmediatamente al descubrir el error— y tuvo que recular. Pero la dinámica del "y tú más" ya había estallado en todo su esplendor, retrotrayéndonos a tiempos anteriores a 2014.

El esquema lógico básico detrás del "y tú más" es que la corrupción es imposible de evitar, que anida en todos los partidos y que tienen razón los que entonan el "todos son iguales"

La realidad es que la tentación es demasiado fuerte para los dos partidos dinásticos del sistema de turno. Al fin y al cabo, es un hecho que la corrupción anida con enorme facilidad en el seno de ambos en cuanto tocan poder. Tanto así que no sería exagerado afirmar que el funcionamiento corrupto forma parte de su propia naturaleza estructural; del núcleo central de lo que significa el bipartidismo como forma de gobierno. Por ello, cuando cada uno de los dos, ahora el PSOE, ahora el PP, señalan la corrupción en el otro, por una vez en su vida, están diciendo —los dos y al mismo tiempo— la verdad. Por eso caen tan rápidamente en el "y tú más" y por eso la dinámica es puro ácido sulfúrico para la confianza de la gente en la política. Porque, no solamente revela que ninguno de los dos tiene el más mínimo interés por investigar las prácticas corruptas y acabar con ellas sino que únicamente utilizan el tema bien para protegerse bien para atacar al adversario sino que, además, el esquema lógico básico detrás del "y tú más" es que la corrupción es imposible de evitar, que anida en todos los partidos y que tienen razón los que entonan el "todos son iguales".

Afortunadamente, el estallido de la nueva fase del 'caso Koldo' como una bomba de racimo durante la semana pasada vino a coincidir con otro hecho judicial: el archivo definitivo del así llamado 'caso Neurona' contra Podemos. El último de las decenas de casos de lawfare contra los morados —y quizás uno de los más brutales—, que han acabado todos igual: después de horas y horas de noticias difamatorias en los principales medios de comunicación, ni un ticket de taxi mal hecho se ha podido encontrar. Después de una década de existencia, después de haber gobernado en los principales ayuntamientos del país, en varias comunidades autónomas y también en el gobierno de España en la legislatura pasada, Podemos no tiene ni un solo Tomás Díaz Ayuso, ni un solo Alberto González Amador, ni un solo Koldo Izaguirre y ni un solo José Luis Ábalos. En estos tiempos que volvemos, con náusea, a la dinámica del "y tú más", es importante recordar que existe al menos un partido que no se refiere a "esa persona de la que usted me habla" y que lleva 10 años demostrando que el "todos son iguales" es posiblemente la mentira más infame de toda la política.