Colombia

Petro en la ONU: Resistir la deriva fascista en el mundo

Las reacciones chauvinistas al discurso de Petro muestran como los medios hegemónicos han logrado imponer un prejuicio característico de la derecha extrema nacionalista
Colombian President Gustavo Petro arrives for the opening of the United Nations General Assembly in New York, United States, on Tuesday, 24. Vanessa Carvalho / Zuma Press / ContactoPhoto
Gustavo Petro a su llegada a la Asamblea General de Naciones Unidas — Vanessa Carvalho / Zuma Press / ContactoPhoto

Esta semana Colombia vivió una innecesaria polémica a raíz del discurso de Gustavo Petro en la inauguración del 79 periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, por cuenta de alusiones y omisiones. En cuanto a lo primero se habló de Cuba y Venezuela, cuya rebeldía ha sido castigada por un sistema internacional cuyos prejuicios parecen cada vez más expuestos por el doble estándar para la defensa de los derechos humanos. Poco a nada dijeron los medios hegemónicos sobre las alusiones de Gustavo Petro a la descarbonización de la economía, la transición ecológica, la execrable concentración de la riqueza y la condena del genocidio en Gaza enfatizando en la aquiescencia de los grandes poderes occidentales.

La oposición y los medios corporativos mostraron su indignación, mientras que el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y Gabriel Boric fueron enfáticos en condenar a Nicolás Maduro tildándolo de dictador o tirano y denunciado lo que entienden como un fraude por el resultado de las elecciones del pasado 28 de julio, Petro no hizo mayor comentario al respecto. Lacalle Pou, muy activo en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, pasó por alto las graves denuncias contra su homólogo argentino que de forma descarada ha coqueteado con prácticas autoritarias en un país donde el recorte de derechos es evidente, al tiempo que la ausencia de la presión internacional pone de manifiesto el doble rasero a la hora de condenar los abusos de poder. Boric —a quienes los medios colombianos graduaron como modelo del líder de izquierda— dejó en el ambiente un peligroso falso dilema aduciendo al lugar común de que no tenía que escoger entre “la barbarie de Hamás o la postura genocida de Netanyahu”. Así transmitió la idea de que existen bandos y dejó en al ambiente el prejuicio de que las expresiones de simpatía con la causa palestina o las condenas a Israel de alguna forma son interpretables como señales de simpatía hacia Hamás. Se ha vuelto costumbre que a la hora de condenar el genocidio se deba advertir sobre “el terrorismo palestino”, una despreciable forma de corrección política para evitar la denuncia sin ambages del apartheid, la limpieza étnica y el exterminio acelerado con posterioridad al 7 de octubre.

El discurso de Petro en Naciones Unidas es consistente con los principios de la política exterior colombianos consagrados en la Constitución, además de ser coherentes con el ideario progresista

El discurso de Petro en Naciones Unidas es consistente con los principios de la política exterior colombianos consagrados en la Constitución, además de ser coherentes con el ideario progresista. Si bien se pueden tener reparos sobre la postura de Petro en la ONU, la crítica a la omisión del tema venezolano proviene del descontexto y del desconocimiento sobre el funcionamiento del multilateralismo. En Colombia ha hecho carrera el argumento de que por hablar de Gaza el Gobierno colombiano ha descuidado la crítica situación de violencia en algunas zonas de la periferia o ha soslayado la gravedad de la crisis política en Venezuela. En cuanto a lo primero, se trata del argumento calcado de la extrema derecha europea anti cosmopolita que suele ver en los derechos de los migrantes una amenaza a los suyos. De forma análoga, se ha repetido en la prensa o entre los políticos colombianos la afirmación que suena muy lógica de que, en vez de centrar su interés en Gaza, al presidente le corresponde destinar recursos a los departamentos o regiones colombianas más deprimidos. Han instalado en la mal llamada opinión pública la idea de un dilema entre la denuncia del genocidio en Gaza y la inversión social en Colombia. ¿Acaso en las épocas de los genocidios de Biafra, Ruanda, Srebrenica, o Darfur se hubiese podido esgrimir el argumento para no denunciar, de que en cada Estado había problemas suficientemente apremiantes como para no exponer situaciones allende de las fronteras?

Han instalado en la mal llamada opinión pública la idea de un dilema entre la denuncia del genocidio en Gaza y la inversión social en Colombia

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De otra parte, se suele pensar que estas alocuciones en Naciones Unidas sirven de poco o nada, incluso entre círculos progresistas. Sin embargo, el sistema multilateral jalonado por reivindicaciones de países del sur global como Colombia, es responsable de mantener en la agenda global temas que no son relevantes para los Estados más poderosos de Occidente. Esto fue precisamente lo que Petro martilló en su intervención en la ONU. Descarbonización, transición ecológica, concentración del ingreso y Gaza no son temas abstractos desligados de la realidad de los colombianos. En cuanto a los tres primeros, los medios de comunicación que sólo se fijaron en la omisión de Venezuela, no se tomaron el trabajo de explicar la enorme vulnerabilidad colombiana en términos de calentamiento global. Colombia ha sufrido históricamente el efecto en sus suelos por el degaste por el cultivo de coca, el vertimiento en los ríos de los químicos para su transformación y en años pasados, las fumigaciones por aspersión aérea de glifosato —valga recordar que sólo dos Estados en el mundo recurrieron a esto último, Afganistán y Colombia—. No se puede hallar una salida al abuso en el consumo de las drogas en el mundo sin tener en cuenta la biodiversidad y superar, de una vez por todas, el dogma prohibicionista que no sólo le dejó a Colombia una cruenta guerra, sino consecuencias difícilmente reparables en su equilibrio ambiental.  

Pocos repararon a la hora de analizar el discurso de Petro que mientras los líderes mundiales se reunían en Nueva York, Israel bombardeaba el sur libanés y en una sola jornada asesinaba 576 personas, entre ellos más de 120 menores de edad, un registro que superó en catástrofe los peores días de la guerra civil

De igual forma, pocos repararon a la hora de analizar el discurso de Petro que mientras los líderes mundiales se reunían en Nueva York, Israel bombardeaba el sur libanés y en una sola jornada asesinaba 576 personas, entre ellos más de 120 menores de edad, un registro que superó en catástrofe los peores días de la guerra civil (1975-1990). Nada de eso valió para resaltar el pedido de Petro para poner fin a la violencia en Gaza, Cisjordania y extendida de manera injustificada a El Líbano, víctima en el pasado reciente del apetito geopolítico de Tel Aviv (1978, 1982, 1996, 2006).

Las reacciones chauvinistas al discurso de Petro muestran una sociedad colombiana permeada por los medios hegemónicos. Éstos han logrado imponer un prejuicio característico de la derecha extrema nacionalista: los temas globales que deberían concitar la atención de todos, terminan interpretados como asuntos de menor valía que distraen de temas internos. El migrante es amenaza, la crisis en Gaza menos relevante que los problemas cotidianos internos y los autoritarismos apoyados por Occidente, casos de poblaciones que por sus rasgos culturales merecen sometiendo al despotismo. Éste es el nacionalismo fascista en plena expansión. Enhorabuena que Estados del sur global resistan.