Alfredo Serrano: “El ego de los asesores es mayor que el del candidato: querrían ser ellos los candidatos pero no pudieron serlo”

Entrevista de Pablo Iglesias a Alfredo Serrano sobre su primera novela “El gol que me falta”

Alfredo Serrano está a punto de presentar en España su primera novela “El gol que me falta” (Galerna), la historia un futbolista, nada menos que el mejor del mundo, al que le piden que se presente a las elecciones para ser presidente de Argentina. La historia podría haberse quedado en un relato corto si, como cabría esperar, “el argentino” hubiera declinado la propuesta. Pero acepta el desafío y, escoltado por dos jugadores de su equipo (uno de ellos andaluz), se lanza a la carrera presidencial. Hablamos con Alfredo Serrano de su novela.

Tu novela va de fútbol pero sobre todo va de política ¿De donde sale esta historia?

El fútbol y la política son dos de mis grandes pasiones. Y además siempre están mezcladas en la realidad. Aunque muchos quieran negarlo, desde siempre fue así. Hay millones de casos y ejemplos. ¿Quién podría negar que Berlusconi utilizó el fútbol para llegar a ser Presidente? ¿O el propio Jesús Gil, presidente del Atlético de Madrid, que luego creó su partido político, llamado GIL, y gobernó varios municipios del Sur de España? ¿O Weah, balón de oro, jugadorazo del Milán, luego presidente de Liberia? Y no solo me refiero a este tipo de casos tan personalizados, también está la relación entre el poder económico, la política y el fútbol. ¿O es que el Real Madrid y el FC Barcelona no están politizados? O también podemos hablar de jugadores politizados, como Socrates o Cantoná. De hecho hay un hermoso libro de Quique Peinado que repaso muchos casos interesantísimos.

Y además, está Argentina, país en el que vivo desde hace años. En el que fútbol y política están siempre presentes en cada tertulia.

Me parece realmente que son dos mundos apasionantes, que están entremezclados, y me apetecía explorarlos desde un lugar distinto.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Los que de algún modo venimos de la Academia estamos acostumbrados a escribir y nos solemos manejar bien con el ensayo. Pero una cosa es hablar de cine y de literatura y otra bien diferente es escribir una novela ¿Por que, esta vez, necesitabas de la ficción para seguir hablando de política?

Definitivamente sí. Necesitaba acudir a la ficción como una válvula de escape para liberarme de tanta autocensura. Porque, por responsabilidad política es inevitable a veces, o muchas veces, estar en silencio. Morderte la lengua. Tamizar demasiado. Es algo que fui aprendiendo con el tiempo. No siempre hay que hablar de todo y opinar de todo. El silencio es un acto de responsabilidad. Lo cual no significa que no hables donde tengas que hablar. Por eso, la ficción y esta travesura literaria son geniales para decir sin decir, para reflexionar sin señalar a nadie, para problematizar sin herir sensibilidades, y también, para compartir experiencias de una forma más amena.

Siempre creí, de hecho, que las elecciones, son un campo fértil para la literatura. Y está poco explotado. Porque además siempre hay un desenlace final, lo cual ayuda a escribir en modo de thriller. Un thriller político-electoral.

Y por supuesto que hay otra razón: la Argentina. Nunca había escrito sobre este país que siento como propio. Creí que era momento de hacerlo. Porque lo escribí en los dos años previos a la victoria de Milei. Y todo el mundo sabía que estaba pasando algo. Que la crisis de representatividad estaba llegando a su punto más álgido y que cualquier cosa podía pasar. Así que, en modo terapia, opté por inventar esta historia, tan de ficción que podría ser realidad.

Nos conocemos desde hace muchos años, cuando el Centro de Estudios Políticos y Sociales nos dio la oportunidad de trabajar como asesores en América Latina. Sin aquella experiencia yo no habría podido lanzar Podemos en España y tú no serías hoy una de las figuras con más influencia en la izquierda latinoamericana a través de CELAG (Centro Latinomericano de Geopolítica) ¿Cuanto de tus experiencias vitales en Argentina y en América Latina hay en las situaciones surrealistas y en las anécdotas que aparecen en la novela?

Hay mucho de lo que he vivido desde que me ‘mudé’ realmente a América Latina. Experiencias que antes no entendía, y ahora empatizo con ellas. La novela está plagada de esos lugares íntimos que tiene la política, y particularmente una campaña electoral, donde todo se exagera, donde las pasiones imperan a sus anchas. Y como bien dices, hay miles de situaciones que no son lineales, que no obedecen a una secuencia racional ni lógica. Es la vida misma. Y por eso quería contarlo y narrarlo desde una novela. Momentos que son particularmente singulares: las horas finales a la espera del resultado, las relaciones humanas, la importancia del entorno más cercano, cómo el candidatos encara la presentación de una encuesta, qué piensa de los medios de opinión, de los asesores, etc.

Entre tus influencias está Manuel Vázquez Montalbán, capaz de convertir la novela negra de la serie Carvalho en una verdadera joya para entender la historia política de España. Como tú MVM era futbolero y del Barça ¿Vamos a encontrar elementos montalbanianos en “El gol que me falta”?

Sí. Hay algo de ese espíritu. También de Andrea Camilleri y Petros Markaris. Pero con una gran diferencia: casi todo acontece en América Latina, el lugar con más ‘macondos’ por metros cuadrados que he conocido. O sea, como diría García Márquez, Macondo no solo es un lugar físico, sino un estado de ánimo. Y eso, en América Latina se palpa por todas partes.

Eres un experto en campañas electorales (has trabajado en muchas como asesor) y también en estudios de opinión y encuestas. Los dos sabemos que las campañas son uno de los terrenos de combate político más interesante en las democracias ¿Qué enseña tu novela sobre las campañas?

Tuve la suerte de presentar el libro en la feria internacional de  Buenos Aires, acompañado de Signorini (el profe, el que fue siempre preparador personal de Maradona) y Alvaro García Linera, y éste me dijo que precisamente la novela también venía con un manual escondido de campañas. Pero no tanto como lecciones a seguir. Ni mucho menos. Lo que realmente se encuentra en la novela es una problematización de cada variable presente en una campaña. Lo loco que es todo. Lo desordenado. Lo caótico. La relación con la incertidumbre.

Quizá algunos lectores cuando compren tu novela y lean la contraportada piensen que “el argentino” es Maradona o Messi ¿Qué les dirías?

Sí y no. Seguro que uno puede creer que es Maradona o Messi. Pero también podría ser el próximo crack que venga. De hecho, juego con eso. Puede ser y puede que no. Aunque sí marco algunas diferencias.Por ejemplo, no juega con el 10. Es el 8. También nació en otro lugar de la Argentina: Gualeguaychú. Y así en muchas otras cosas…

En tu novela brillan con luz propia los asesores de campaña (y al hacerte esta pregunta no puedo evitar que se me escape una sonrisa) ¿Qué se cuenta de esto?

Creo que una especie de rendición de cuentas de todo lo que conocí del apasionante mundo de los asesores, jajajaja. Es decir, son parte de la novela, pero son tratados como merecen, jajaj. Creo que a veces el ego del asesor es mayor que el del candidato. En el fondo, quieren ser ellos los candidatos pero no pudieron serlo. En la novela, es un apartado interesante. Especialmente la relación con el candidato. Es algo muy atractivo para explorar y entiendo que muy poco tratado en los textos de Ciencia Política.

¿Cuanto hay de Alfredo Serrano en el futbolista andaluz que acompaña al protagonista en la novela?

Nada. Muy poco. Solo mi condición gaditana y algunos aspectos menores. Pero en lo demás, en lo importante, no se parece en nada. El mejor amigo del mejor jugador del mundo es un andaluz que no sabe nada de política, que no le interesa mucho. Quería contarlo desde esa otra mirada.

Por último una pregunta para cafeteros: ¿Qué vamos a aprender del kirchnerismo ?

Algo sí. Porque es parte de la política argentina. Pero justamente procuré evitar tratarlo como centralidad. Prefería que fuese parte del puzzle, como una pieza importante, pero no la única. En realidad, detrás hay una hipótesis política: la alta fragmentación partidaria. Cada vez más. Incluso me lanzo a imaginar que más pronto que tarde habrá un partido ambientalista fuerte en Argentina. ¿Por qué no?

Y también hay algo de España y Catalunya. Porque el mejor jugador del mundo es argentino pero su último año juega en Barcelona. Y pasan cosas.